5 jul 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXXX

Capítulo LXXX, La Madrina

Salimos del hotel, caminamos un par de cuadras y la madrina inició una conversación que me inquietó un poco:

- ¿Te puedo preguntar algo?

Sabía lo que me preguntaría, mas bien, del tema que trataría, me incomodé un poco, esto era mi vida personal, ella, por muy amiga de la familia, no tenía porque meterse en mis asuntos, por lo menos, asi lo pensé en ese momento sin saber que era el inicio de una relación que con el tiempo se hizo de amistad y comprensión sin embargo en ese momento no quería hablar de ese tema por lo que le contesté:

- No se, según

- Se que son cosas muy personales, pero tengo muchísimos años de conocer a tu mamá, somos amigas y mas que eso, nos queremos mucho. Soy la madrina de tu hermana y me siento como si fuera casi de la familia, por eso tengo la confianza de preguntarte

- Preguntarme ¿Qué?

- No es que me interese, pero también a ti te quiero y se que las cosas no han de ser fáciles con tu mamá

- ¿De que habla?, pregunté fingiendo que no lo sabía

- Ya sabes, de eso, de la forma en que te vistes y esas cosas

- ¿Qué, le molesta? Le contesté en forma casi grosera

- No, mira, como te digo, siento cariño por todos ustedes, quizá un poco mas por tu hermanita por ser mi ahijada, pero también siento mucho afecto por ti.

- Gracias, dije en un tono un poco mas conciliador

- No, no es que me lo agradezcas, es que por eso mismo, te quiero decir que se que las cosas no son fáciles entre tu mamá y tu y eso debe ser muy desgastante

- Si, lo es

- Si, me imagino, tu mamá me ha contado de esto desde hace tiempo, no sabía que hacer, pensaba en llevarte con un sicólogo pero no lo hizo porque no creía que lo tuyo fuera mas allá de solo el gusto por usar las cosas de tu hermana, hasta aquella noche en que dizque saliste de viaje de trabajo y pasó lo que pasó

- Pues como dice usted, eso ya paso y lo supo porque mi mamá se fue de la boca, con el respeto que me merece, y se lo contó, le comenté de una manera reactiva

- Si, pero me lo contó no como chisme, si no porque estaba muy afectada y como yo soy una amiga muy cercana de ella, en alguien se tenía que apoyar, no sabes lo mal que la pasó aquella noche.

- No hubiera querido que fuera asi.

- No, ya lo sé, pero si lo que hiciste es una preferencia que ya definiste se supone que ha de seguir “pasando” ¿no?

- Eso es problema mío le dije de manera seca, casi grosera

- No, no te enojes, lo que te quiero decir es que es lógico si es que ya definiste que eso es tu preferencia y es obvio que lo es, si no, no te hubieras ido aquella vez y no te vestirías con este tipo de ropa, dijo señalando la camiseta que traía

Yo me sentía incómodo con la plática, prefería cambiar de tema, asi se lo dije

- Si, asi es, pero creo que ya pasó, y quizá como dice usted, dije en tono retador, siga “pasando” pero no creo que tengamos que hablar de eso

- No, no tenemos que hacerlo, pero yo quiero que sepas que aunque soy madrina de Claudia, siento un gran afecto por ti y que si hay cualquier cosa en la que te pueda apoyar, me gustaría hacerlo.

Comprendí que la intención de su plática era sincera, entonces adopté una posición menos agresiva, pensé en qué podría hacer ella por mi, en esas circunstancias, le dije

- Bueno, pues si ya sabe todo esto de mi porque mi mamá se lo contó no hay mucho que ocultar. Como dice usted, esas cosas han seguido pasando, ya definí que es una preferencia. Al principio me sentía mal conmigo mismo pero ahora estoy seguro que es un gusto que no le hace mal a nadie.

No lo podía creer, ahí estábamos los dos, caminando por la calle y platicando de cosas tan íntimas de mi vida. Después de caminar varias cuadras dimos la vuelta y tomamos camino de regreso al hotel mientras seguíamos platicando.

Yo la conocía desde hacía muchos años pero nunca había intimado con ella, de hecho, fuera de las conversaciones generales que teníamos entre todos cuando nos visitaba en casa, nunca había platicado con ella de manera individual, dijo.

- No lo creas, tu mamá sufrió mucho con eso que pasó. Imagina, saber que su hijo hiciera “esas cosas”, casi se muere de la impresión. No es como dices que no le haces mal a nadie, a ella le dolió pero no es de eso de lo que quería platicar, eso ya pasó y poco a poco llegará el olvido aunque siempre quedará la cicatriz pero ahora, como te podrás dar cuenta existe ya una aceptación velada de su parte. Es porque tu mamá sabe que si “ya paso” ya no hay forma de que las cosas sean como antes, solo que no lo acepta y nunca lo aceptará

- Si, lo sé y lo lamento mucho

- No lo lamentes mas, es algo con lo que van a vivir los dos, de hecho ya lo están haciendo, mírate, por mucho que digas que esa ropa que traes puesta es unisex y que tu aspecto es ambiguo sabes que no es asi, te ves como una chica y tienes consciencia de eso, ¿o no?

- Si, creo que asi es .

Ya no me molestó su franqueza, contesté mas tranquilo, creo que en el fondo eso era lo que quería y poco a poco lo había ido logrando ante mamá, los vecinos, el trabajo y mi entorno en general ante quienes ya mi imagen de “finito” les era familiar, siempre, sin llegar a descararme o mostrarme afeminado.

Sentía que la intención de la madrina de mi hermana, era positiva, la empecé a ver como una amiga que pudiera ser para mi., además, era la verdad, no lo había aceptado yo mismo pero con ese tipo de ropa me veía como una chica mas que como un chico “unisex”. Era la ropa que usaba los fines de semana en casa e incluso para ir al mercado con mamá. La gente en mi casa no me molestaba ni me decía nada. Me conocían asi, pero imaginé que mamá se hubiera podido sentir incomoda cuando yo salía con ella asi, pensé en su esfuerzo para aceptar el que la acompañara vestido asi cuando llegábamos a salir de casa. Reflexioné por un minuto, me sentí entonces bien de estar tocando ese tema con “la madrina”, comenté:

- Tiene razón, pero es algo con lo que me siento muy bien

- Si, eso lo sabe tu mamá y por eso no te dice mas, todo esto te lo comento para que veas lo mucho que te quiere, pero que al mismo tiempo sepas que para ella será imposible que acepte que vivas ante ella tu vida como mujer ¿me entiendes?

Se refería a mi actividad “de mujer”, la parte de la sexualidad pero trató de decirlo con mucho tacto

- Si, ahora me doy cuenta de todo esto

- Por eso te lo estoy comentando, no hagas nunca que ella sepa de tus cosas, con el solo hecho de verte vestido asi es mas que suficiente para que no rayes en descaro, (corrigió inmediatamente), perdón, no quise usar esta palabra pero me entiendes ¿no?

- Si, gracias, no me molestó, no había pensado en esto de esa manera. Gracias, le dije con sinceridad nuevamente

Estábamos ya a unos pasos del hotel, no sabía si mamá le había pedido que tuviera esa conversación conmigo o si le había salido de iniciativa propia pero me parecía que había estado bien. Ella retomó la plática, pensé entonces que con una pizca de morbo, por la manera en que continuamos charlando que derivó poco después en un mejor entendimiento entre “las” dos. Me preguntó sin mas:

- ¿Te gusta parecerte a tu hermana?

- Si, ella es bonita, les gusta a los muchachos, de chico la admiraba y sentía que mas que hermanos podía ser mi amiga y yo me sentía amiga de ella

- ¿Amiga?, asi ¿Cómo mujer?

- Si, desde chicos me sentía asi

- Si, me dijo, tienes bonitas facciones y líneas delicadas, preguntó, ¿te depilas?

- No, le conté lo de la crema depiladota que usé desde muy chico y por tanto tiempo y que termino por inhibirme el vello de la cara.

- Eso te ha de ayudar cuando te arreglas

- Si

- ¿Te ves natural?

- ¿Quiere decir que si cuando me arreglo parezco realmente mujer? Le pregunté ya con la confianza de la plática pero sobre todo por lo que mi mamá le había contado de la vez que no dormí en la casa

- Si, quizá algún día te llegue a ver asi

En ese momento tuve la certeza de que parte del morbo que había presentido en sus últimas preguntas era real. No me parecía necesariamente que ella hubiera iniciado esa charla por ese motivo pero por alguna razón había tomado ese sentido.

Aquellas mariposas que en anteriores ocasiones habían visitado mi estómago haciéndome sentir como volando regresaron de manera súbita tomándome en una posición en la que por el tema de conversación y sobre todo, porque ya sabía lo que le había contado mamá me sentía ahora con mas confianza con ella. Tragué saliva, sentí en mi cuerpo como se distribuía una descarga de adrenalina y le dije

- Puede ser ahorita

- ¿Cómo?

- Bueno, como sabía que iba a tener un cuarto para mi solo traje algunas cosas para “jugar”

- ¿Jugar?, ¿jugar a que?

- A ser Patricia

- ¿Patricia? Volvió a preguntar como si no estuviera segura de lo que habíamos estado platicando la última media hora.

Le conté el porque el nombre de Patricia. Las mariposas revoloteaban con intensidad yéndose a mi cabeza para dirigir el sentido de mis siguientes palabras:

- Si, traigo las cosas con las que me vuelvo “ella”, ¿quiere ver como me veo?

- No , no creo que sea correcto

- No tiene que ir a mi cuarto, me puedo arreglar y verla aquí en el loby

- ¿Quieres decir, bajar asi?

- Si, no hay problema, me se arreglar bien, no me veo como chico vestido de mujer, me veo realmente como una chica normal.

Esto último lo dije con plena confianza, sin nada de reserva o pena, me gustaba estar hablando del tema tan abiertamente, ella pareció titubear, por un momento pensé que iba a decir que si, pero creo que no le pareció una buena idea, comentó

- Mira, ya es tarde y tengo que subir a guardar mis cosas, debo despertar a tu mamá pues ya nos tenemos que ir a la terminal, mejor otro día.

- Como quiera, le contesté mostrando un poco de contrariedad

- No te molestes, no es que no quiera, lo que pasa es que creo que ahorita no estoy preparada para esto

- Si, es normal le dije perdiendo el interés en la plática lo cual noté que percibió

- Mira, hagamos algo, reaccionó, nos ponemos de acuerdo y un día vas a mi casa y ahí te arreglas

- No es necesario, puedo llegar como Patricia

- ¿Dónde te arreglarías?

- En mi casa, lo he hecho muchas veces y he salido asi, mamá no lo sabe pero asi ha sido desde hace tiempo, regreso antes que ella y no se da cuenta o si voy a salir con alguien me llevo en una mochila mis cosas de niño para regresar “normal” si es que ella ya va a estar para cuando vuelva

- ¡Eres un pillo!, dijo como recriminándome en son de broma

- No, es la única forma de hacerlo como quiero y no mortificarla

- Bueno, por ese lado esta bien, pero preferiría que si te voy a ver arreglado lo hagas en mi casa, no quisiera que fueras a tener algún problema y que tu mamá supiera que era yendo a verme

- Bueno, si, un día

- Cuando quieras.

Yo había perdido un poco el interés pero le dije

- Podría ser ahora que regresemos ¿está bien?

- ¿Cuándo?

- La próxima semana, martes o miércoles en la tarde

Lo pensó y dijo que si, pero que fuera discreto para que mamá no se enterara.

- Es mejor, ¿ok?, eso no quiere decir que se lo vaya a ocultar, es mi amiga así que después se lo diré, solo quiero que tu sientas la confianza de poder platicar con alguien y quien mejor que yo que los quiero tanto a todos ustedes ¿no?

- Creo que si, gracias.

Ese fue el principio de una amistad entre Patricia y la madrina. Esta amistad se fortaleció al paso del tiempo. No la iba a ver muy seguido, pero las veces que lo hacía platicábamos de muchos temas, hubo veces que fui a verla después de trabajar, en mi carácter de niño, pero algunas veces llegué arreglada.

La primera vez que lo hice salí asi de la casa y le avisé que iba “vestida”, me pidió que tuviera cuidado, cuando llegué me vio por casi un minuto, me hizo que me diera vuelta para ver como estaba arreglada. No era nada especial, preferí para esa primera vez que me viera con pantalón, era uno rosa y una blusa de botones, blanca, con escarolas pequeñas en el pecho y manga tres cuartos, pero llevaba aretes e iba maquillada.

Me recibió con un beso en la mejilla y me sentí que apenas nos estábamos conociendo, y asi era, pues como Alberto nunca había tenido realmente una conversación con ella, pero ahora como Patricia se inició una amistad.

Ella nunca me preguntó expresamente acerca de “mis cosas” pero poco a poco fui teniendo la confianza para decírselas contando, aunque nunca con detalles que pudieran parecer de mal gusto, solo generalidades, pero era suficiente como para sentirla como una verdadera amiga.

A veces me vestía en su casa, a veces, también de ahí salía para regresar a cambiarme después. Ella decía que era mejor de esa manera para no hacerlo obvio delante de mamá. Creo que me trataba realmente como Patricia, al menos, asi me lo hacía sentir.

No fue muy seguido, pero a lo largo de los meses que después se convirtieron en años, ella fue una especie de refugio mas que físico o moral, de índole emocional.

Muchas veces le pedí si podíamos salir juntas como madre e hija o como madrina que pudiera parecer de mi pero nunca quiso, aunque, siempre, en su casa pude tener la confianza abierta de portarme como Patricia.

Fue una amistad que a la fecha mantengo y en la que me he apoyado mucho, ella es una de las personas con las que mas confianza tengo ahora, sabe de mis “salidas” y esas cosas, aunque no me descaro contándole lo que hago, ni platico de las personas con las que llego a salir. No son muchas, no es frecuente pero a lo largo de los años ella ha sabido de esas ocasiones. Siempre esta al pendiente y recomendándome que tenga cuidado con lo que hago. Es realmente alguien que me quiere y me lo hace sentir.

Después de un tiempo de visitarla en esas condiciones, supe que mamá le había pedido cuando fuimos a San Luis a la boda de Claudia que por favor se acercara a mi, por eso su plática en nuestro viaje, me dijo que mamá estaba preocupada de mi soledad y aunque no me aceptaba en lo que hacía, me quería y deseaba que pudiera tener alguien en quien apoyarme, pero no en ella, no lo podía resistir.

Me dijo que mamá sabía que la veía, pero que no quería oír detalles de mis cosas, solo tener la confianza de que yo estuviera bien.

Cuando me enteré por boca de la madrina de este hecho cambió por completo mi pensamiento respecto a mi mamá y la comprendí mejor. No me aceptaba, pero era evidente lo mucho que me quería.

Al paso del tiempo se jubiló y se fue a vivir a San Luis a ayudarle a Claudia a cuidar a las dos hijas que tenía.

Yo me cambié a un departamento en la misma colonia en donde vivía la madrina de Claudia que llegó a ser como si fuera madrina mía, de Patricia

(Continúa y termina en serie final: “Veracruz”).

3 jul 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXXIX

Capítulo LXXIX, La Boda de Claudia

La vida siguió, terminé la carrera y seguí en el mismo trabajo. Nuevos puestos y nuevas responsabilidades. Mi aspecto físico se había modificado un poco y me veía mas “finito” aunque trataba, en lo posible de mantener el justo equilibrio de una imagen de rasgos delicados que me permitían vivir mis momentos de Patricia de manera libre, sin necesidad de mas allá que un poco de maquillaje. Trataba de cuidarme pero que no caer abiertamente en aspecto afeminado. Puedo decir que en definitiva me veía mas delicado de la cara que cualquiera de mis compañeros del sexo masculino pero no me sentía mal, creo que mi imagen permitía la duda de si era de facciones delicadas o un tanto pasadito de refinado pero no tenía problemas en el despacho pues aunque me veía un tanto “diferente” al resto de los demás chicos y ejecutivos, mis resultados eran buenos y eso era suficiente para permanecer ahí.

Me mantenía en un muy tenue balance sin evidenciarme como afeminado, si no mas bien parecer un tanto “delicado” en mi trato, no amanerado, si no mas bien de tipo suave. Trabajaba bien y usaba ropa normal de niño y no me comportaba “raro”, el pelo me lo había dejado un poco mas largo pero me lo peinaba con gel hacia atrás y terminando en una especie de coletita de pato que cuando me peinaba como Patricia me permitía lucir el pelo a la “Mía Farrow” o a la francesa como hacía tiempo mi muy querida amiga Raquel me había enseñado.

No tenía amigos reales, algunos compañeros en el despacho, salí algunas veces con ellos pero entonces me bromeaban sobre mi aspecto, lo hacían de jugando, pero haciéndolo de manera que a veces pensaba que lo consideraban en serio, entonces los evitaba en aspecto social pues no quería que fuera a repercutir en mi trabajo asi que empecé a declinar sus invitaciones a salir a tomar la copa hasta que después de tantas negativas dejaron de invitarme, me sentí un poco relegado pero no me importaba, nos hablábamos bien dentro de la oficina pero procuraba no socializar con ellos pues no me podía dar el lujo de tener problemas en el despacho.

Llegué a tener una amiga, se llamaba Mariana, era secretaría de uno de los socios. Ella me hizo la plática, creo que mas bien por curiosidad pues intuía algo. A veces platicaba con ella y me hacía preguntas como para saber si era realmente lo que mi aspecto representaba.

Ella era casada, pero se “me lanzaba” no porque de verdad quisiera algo conmigo si no mas bien, creo, como para probarme, como para saber si me atrevía o no.

Yo me evidenciaba un poquito con ella contestándole que se estuviera tranquila, que recordara que era casada pero ella seguía con el juego, a veces, cuando yo iba al cuarto de copiado me seguía para molestarme, bueno, no en ese sentido, si no para jugar conmigo, me ponía nervioso y lo sabía y mas se me acercaba fingiendo que me iba a dar un beso en la boca, poniéndose demasiado cerca de mi, realmente me sentía inquieto, no me desagradaba, pero no sentía atracción por ella.

Jugaba asi ante la seguridad que tenía de que yo no le iba a dar entrada a sus cosas. Esto no era muy seguido, a veces me preguntaba acerca de si tal persona (muchacho) estaba o no muy guapo. Le contestaba, tratando de guardar la apariencias, que eso era cosa que solo una mujer podía apreciar pero decía que un hombre también podía. Esto lo decía como para que yo me descarara pero no lo hice abiertamente, la mantuve asi sin que pudiera definir en verdad cuáles eran mis gustos.

En lo general en mi vida diaria y en mi vida “especial” las cosas siguieron mas o menos iguales.

En el despacho me dieron mis propias cuentas, entre ellas las de algunos clientes corporativos que requerían que los visitara en otras ciudades.

Con mi familia las cosas siguieron su curso, mi hermana se casó finalmente con Carlos, pensábamos que era porque estaba embarazada pues solo se caso por lo civil pero no fue asi. Fuimos a la boda y no hubo ceremonia en grande, solo unos pocos amigos de ellos y los papás y hermanos de Carlos, mamá y yo y por supuesto, la madrina de mi hermana.

Llegamos apenas un día antes de la boda, los papás de Carlos nos invitaron a cenar a su casa para conocerlos y la boda fue al día siguiente, en sábado al medio día con una recepción en el jardín de la casa de los papás de el, no es que fuera muy grande, lo que pasa es que los invitados eran pocos, el juez fue a casarlos a ese lugar.

Claudia me pidió que como regalo de bodas le prometiera que no iba a hacer nada “de mis cosas” y que no me iba a vestir usando ropa de la que yo llamaba especial, dijo, “de la que tu llamas unisex pero que bien sabes que es de niña, van a estar los papás y la familia de Carlos, no me gustaría que pensaran otra cosa, si me puedes hacer el favor de venir normal te lo voy a agradecer.”

Así lo hice, me vestí normal, usé un traje de los que usaba cuando visitaba clientes corporativos por cuestiones de trabajo y me comporte normal, dentro de lo que me permitía la imagen de “finito” que ya no me preocupaba proyectar, pero no le di motivo para que ella se mortificara. El evento duró hasta toda la tarde pero al caer la noche ellos se fueron de luna de miel, iban a Mazatlán pero pasarían la noche en el camino. Mi mamá, la madrina y yo nos fuimos al hotel, los papás de Carlos nos invitaban a quedarnos un rato mas pero como apenas los conocíamos y mi hermana y su marido ya no estaban nos despedimos y nos fuimos al hotel

En el hotel mamá y la madrina tomaron una habitación y yo tomé una para mi solo. Esa noche me volví en Patricia, me puse un vestido blanco de algodón, blanco con vivos negros con mangas tres cuartos, se veía a la vez fresco y elegante, no mucho, pero si adecuado para una instalación como era el hotel en el que nos hospedamos.

Me arreglé el cabello como me había enseñado hacía ya algún tiempo mi amiga Raquel, me puse algo de maquillaje, muy poco pero me enchiné las pestañas. Eso era algo que no hacía con frecuencia pues tenía que llegar a la casa pero esa noche ya no iba a ver a mamá.

Caminé por el loby y algunas de las instalaciones del lugar, no fue gran cosa, pero lo disfruté. Después de una media hora regresé a mi cuarto para no llamar la atención del personal de seguridad.

Al día siguiente me levanté temprano y me bañé, era domingo, me puse el pantalón de mezclilla tipo strech que había llevado para regresar, me dejé el pelo suelto hacia los lados de la cara cayendo como honguito y me puse una playera azul turquesa de cuello redondo. No me puse aretes ni pulseras ni nada de eso, ni me maquillé, era solo el atuendo y salí a dar una vuelta por los jardines del hotel. Era temprano y fuera del personal de mantenimiento del jardín no había nadie, uno de los jardineros me volteó a ver como tratando de identificar si era mujer, no fijo la mirada pero me volteó a ver un par de veces como para confirmar, después regresé a mi habitación en donde me probé de nuevo el vestido que me había puesto la noche anterior, era mas bien de noche asi que decidí no salir de mi habitación, solo me lo dejé un rato y me paraba frente al espejo para ver como me quedaba pues hasta esa vez fue que lo estrené y no había visto como me quedaba.

En el cuarto había un espejo en la puerta, era de cuerpo entero asi que me permitía verme bien.

Pensé en ir al restaurante a tomar café pero no quería que mamá me encontrara vestida asi si bajaba a desayunar, además de que el vestido mas bien era de tipo de tarde - noche entonces me volví a cambiar con la ropa “unisex” que había llevado para el regreso que era cómoda para el viaje de regreso. Habíamos viajado en autobús y asi íbamos a regresar pues el carro que tenía asignado del despacho era solo para asuntos del trabajo y tenía que dejarlo en el estacionamiento de la oficina si no justificaba un viaje oficial.

Mamá llamó a la habitación, me dijo que quería comprar enchiladas potosinas, que si íbamos al mercado a desayunar de paso. Le dije que si y dijo

- Bueno si ya estás listo nos vemos en el loby

- Si, ya estoy

Me miré de nuevo al espejo antes de bajar, no estaba vestido de mujer, no al menos de manera abierta pero mi aspecto a la distancia podía confundirse entre la imagen de un chico o una chica. No me importaba, hacía tiempo que mantenía esa imagen “unisex” los fines de semana, incluso cuando íbamos mamá y yo a desayunar al mercado. Era una imagen ambigua que mamá rechazaba en un principio pero que no evidenciaba que era completamente femenina aunque a la distancia pudiera existir la duda, era el balance que había tenido toda mi vida entre el ser o no ser o parecer o no mujer.

A mamá no le agradaba, pero por esa indefinición que proyectaba, la afectaba como algo si no natural, si parte de nuestra vida regular.

Así llegué al loby donde las esperé unos minutos. Ellas bajaron por la escalera ues su cuarto estaba en el primer piso, me vieron y me saludaron. Mamá me vió la playera / blusa, no tenía adornos pero si el cuello redondo y un escote amplio, se veía que era de mujer, me dijo

- No puedes usar esa ropa se te ven que eres niño, pareces afeminado.

- No es mi intención, pero tu no quieres que salga peinado de otra manera

- ¿Cómo? Dijo ella

- Si, si me peinara con el pelo hacia abajo, no parecería afeminado, si no una chica.

- Claro, de eso “pides tu limosna” pero ya te dije que no lo acepto asi que cámbiate.

- No traigo mas ropa

- Pues ponte con la que llegaste

- Esa esta sucia, además esta arrugada porque ya la metí en la maleta.

- Siempre tienes pretexto

- Mira, no se ve mal

- No, solo que no se sabe si eres niña o niño

- Por eso se llama ropa unisex

- Yo no sé, aquí la gente es muy conservadora, te pueden decir algo

Pensé en que se presentaba de nuevo ese tipo de circunstancia en la que la no aceptación no era en si por mi, si no por lo que la gente pudiera pensar o lo que me pudieran decir

- No siempre se hace caso de lo que la gente te diga, si no imagina como sería el mundo

- Bueno, terció la madrina, no se ve exagerado, es como dice el, es ropa tipo unisex, no creo que haya problema

- Vamos entonces, me dijo mamá, pero es sobre tu propio riesgo y tu, dijo volteando a ver a la madrina: no andes de alcahueta.

- Si no ando, es solo que no lo veo tan exagerado

“Tan exagerado” pensé, o sea que ante los ojos de la madrina me veo “algo” exagerado. No me importa, `pensé, no me siento mal, al contrario, me gustaba que mi imagen se pudiera prestar a confusión, hubiera preferido que en lugar de que se prestara a desconcierto se viera como la imagen de una chica normal, pero eso era imposible yendo con mamá.

Preguntamos donde había un mercado para comprar las enchiladas y de paso desayunar, nos recomendaron un mercado que estaba por el centro, no lejos del hotel pero que teníamos que tomar taxi

Fuimos, efectivamente algunas personas me miraban como tratando de definir si era chico o muchacha pero nadie me dijo nada ni me faltaron al respeto, era como pasaba en el mercado de por la casa, la gente a veces me veía pero no se metía conmigo.

Al regresar al hotel mamá nos dijo que quería descansar un rato antes de irnos a la Terminal. Nuestro camión tenía programada la salida para las tres la tarde asi que teníamos unpar de horas para empacar o descansar. La madrina dijo que ella daría una vuelta por ahí cerca y me preguntó que si quería acompañarla, le dije que si.

30 jun 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXXVIII

Capítulo LXXVIII, Mamá Sabe de Patvé

Al llegar a casa mamá me estaba esperando para comer pero al verme como iba vestido con el pantalón de mezclilla de mujer, muy entallado, la playera floja, tipo blusón, los zapatos tenis sin agujeta y el cabello lacio sin peinar cayéndome hacia los lados de manera que cubría parcialmente mis orejas me preguntó:

- ¿Asi fuiste a trabajar?

- No, ¿cómo crees?

- ¿Qué ropa llevaste?, el traje no cabe en la mochila

- No llevé traje

Mamá se me quedó viendo haciéndome sentir que esa respuesta le parecía extraña.

- A ver, dijo percibiendo que algo estaba raro, déjame ver tu ropa dijo señalando la mochila que ya me había quitado del hombro y que había dejado sobre uno de los sillones de la sala. Le pregunté inquietándome:

- ¿Para que?, ¿Qué quieres ver?

- La ropa que llevaste, quiero ver que ropa usaste para tu “audiencia” mencionando en tono especial esta última palabra como si de antemano supiera que no había habido la tal audiencia.

Era evidente que mamá pensaba que lo que le había dicho era mas bien como un falso pretexto. Me puse muy nervioso presintiendo que ella no iba a ceder. Estiró la mano para tomar mi mochila diciendo:

- A ver

No, le dije interponiéndome entre ella y la mochila

- ¿Por qué no quieres que vea tus cosas? ¿no traes ahí la ropa que usaste ayer?

- Si, pero prefiero que no la veas

Era imposible que tratara de ocultarlo, pero quería evitar que ella viera la ropa de Patvé, estaba seguro que intuía algo, pero de ahí a que lo viera de manera directa había mucha diferencia, insistió en su intención pasando por mi lado, rodeándome para alcanzar la mochila, estirando la mano como para tomarla.

- ¿Qué ropa llevaste? Repitió la pregunta

Era imposible ocultarlo mas, sabía que si veía la ropa que había usado para mi salida habría problemas, pero mas que eso, que la lastimaría mucho. Ella vio mi turbación lo que la hizo insistir. Me hizo a un lado con el brazo, pensé en oponerme pero no iba a forcejear con mi mamá asi que me quedé estático como petrificado, ella tomó la mochila del asa, estaba cerrada, pero ya la tenía en la mano, bajo su control. Preguntó adivinando de antemano la respuesta

- ¿Por qué no quieres que vea?

- Porque lo que veas no te va a gustar

- Eso ya lo sé, me contestó como si realmente supiera lo que iba a encontrar.

- No la abras por favor, le dije casi suplicando pero ella no me hizo caso y desabrochó las dos correas que aseguraban la cubierta de la mochila.

Lo que pasó a continuación fue un torbellino de cosas que se agolparon en mi mente y que aun están presentes en mi memoria como si se tratara de un álbum de fotografías que muestra la secuencia de hechos trascendentales que marcan el derrotero de una vida, en este caso, la mía.

Mama vació el contenido sobre el sillón de la sala viendo incrédula las cosas que traía las cuales observó por unos segundos sin poder dar crédito a sus ojos, veía el contenido y me volteaba a ver repitiendo este movimiento varias veces. Las miraba con incredulidad, hacía muecas de asombro, por unos segundos se quedó sin poder hablar, solo veía las cosas y movía la cabeza en muestra de desaprobación y a la vez de completa sorpresa.

Observó el conjunto de lo que había en el sillón, después una a una fue seleccionando cada cosa del montón que desordenado se mostraba como la prueba que le decía que su intuición le daba la razón acerca de lo que había usado el día anterior.

Tomó primero la falda que había llevado alzándola como para verla en detalle y la volvió a dejar, después revisó las demás prendas una a una, las veía por un momento con incredulidad y después, de manera despectiva las tiraba al suelo, como si estuvieran destinadas a irse a la basura. Encontró el conjunto que había usado como pijama y me volteó a ver como si dudara que pudiera ser mío, pero faltaban algunas cosas todavía.

Buscando, tomó del montón mis prendas interiores, quise que me tragara la tierra, era demasiado para mi e imposible de superar para ella.

Mi ropa íntima la integraban una tanguita y el brasier, esto fue lo que mas me apenó pues siempre había tenido cuidado de lavar yo mismo mi ropa interior y no colgarla en los tendederos, si no en mi cuarto en donde al paso de la noche amanecía seca. Mi mamá no sabía la clase de pantis o tangas que usaba, por eso tomó la tanga con evidente sorpresa, la estiró con ambas manos como para constatar que por mucho que intentara, su tamaño no iba a ser nunca el suficiente como para que lo usara una chica decente, máxime su hijo que no era “chica” pero era la prenda que se había puesto para su salida el día anterior.

Aún ahora me cuesta trabajo pensar lo que habrá imaginado, creo que esto fue algo de lo que mas la lastimó y de lo que mas pena me dio a mi. Me podía suponer que ella pudiera estar imaginándome usándola ante alguien sin saber bien a bien quien podría ser, pero alguien obviamente, si no ¡para que haberla llevado? Era realmente penoso, y estoy seguro que para ella, muy doloroso.

Tomó el brasier de uno de sus tirantes con la punta de los dedos índice y pulgar echándole una mirada como si estuviera apestado, observó en detalle los encajes que tenía y volteó a verme creo que imaginando que en algún momento de las últimas horas lo habría estado usando, después tomó la falda que ya había visto y tal como lo había hecho con la tanguita y el brasier simplemente la dejó caer al suelo.

Lo siguiente que tomó fue la blusa que había llevado, era también de estilo campesino, color azul claro haciendo juego con la falda del mismo color, aunque diferente tipo de tela. La blusa era con resorte al cuello en un escote amplio y redondo, con mangas cortas también con resorte y de tipo abombado. Abajo de todo eso había quedado una bolsa de plástico protegiendo un par de zapatillas, con tacón no muy alto pero evidentemente de salir.

Mi mamá tomaba las cosas, las veía, me miraba y volvía a seguir revisando el contenido que había vaciado en el sillón mientras yo la veía sin saber que hacer. Finalmente tomó mi estuche de maquillaje, era una especie de bolsita de plástico con un cierre en la parte superior, parecía mas bien un portamonedas. Lo abrió y vació su contenido al suelo desparramándolo de tal manera que quedaron de manera visible las cosas que en el guardaba tales como labiales, lápices delineadores, rizadores y máscaras para pestañas, esmaltes para uñas y en general los implementos para cuidar y embellecer el rostro.

Las cosas quedaron en el suelo, en desorden mientras tomó el otro estuche, era en el que guardaba mis accesorios como pulseras, aretes, collares y ese tipo de cosas y un cepillo que aventó al sillón.

- ¿Y tu ropa? Preguntó de una manera muy árida y con desprecio

No respondí

- ¿Y tu ropa? Repitió, ¿Dónde esta tu ropa?

Me quedé callado, realmente no tenía nada que decir. Continuó

- ¿No me digas que usaste todo esto para salir asi de la casa? Dime, ¿saliste asi de la casa?

Era una pregunta innecesaria, la respuesta era obvia pero quizá me hacía la cuestión por mantener la esperanza de obtener una respuesta que por inverosímil que pudiera parecer, fuera la explicación a todo eso que la apabullaba, sin embargo la respuesta no era asi.

Nuevamente no dije nada, me sentía extremadamente mal, no había manera de inventar nada que pudiera sonar a una respuesta razonable y creíble. Ella muy molesta repitió la pregunta:

- ¿Saliste asi de la casa?, ¿saliste de aquí usando esto? Ratifico su pregunta tomando con la mano algunas de las cosas que estaban en el suelo mirándolas para dejarlas caer de nuevo en un gesto de máximo desprecio como si en ese momento estuviera siendo claro para ella lo que eso significaba. Agregó ¿saliste de la casa vestido de mujer para pasar la noche afuera, como mujer?

Era demasiado, recordé la conversación con Claudia cuando me invitó a desayunar hacía unos meses atrás, era una situación parecida, la pregunta implicaba que se presumía la respuesta la cual no era seguramente la que hubiera gustado a mamá.

Yo no podía hablar, ni modo de decirle a mi mamá que había salido asi de la casa y pasado como mujer la noche afuera por muy evidente que esto fuera. No dije nada pero ella comentó:

- Lo hiciste ¿verdad? ¡Lo hiciste! Siempre supe que te gustaba usar la ropa de tu hermana, incluso se que tienes tus propias cosas, suponía que las usabas solo en casa pero de ahí a que salgas a la calle como mujer es algo que no te perdono, hizo una pausa como concediendo, bueno, quizá eso te lo pudiera pasar me dijo haciendo un gran esfuerzo por mantener el control, pero lo que definitivamente no acepto, agregó, y jamás te perdonaré es que hayas pasado la noche afuera como mujer. ¿Te crees mujer?, pues eso no es ser mujer, si eres hombre, a eso se le llama de otra manera.

Nunca mamá había dicho algo ofensivo, cuando se enojaba con Claudia o conmigo era muy respetuosa al llamarnos la atención y ahora me estaba dando a entender que mi comportamiento era no el de una mujer que había pasado la noche fuera de casa, no, era su hijo quien lo había hecho, pero como mujer. No dijo el calificativo que tenía en mente, no era necesario, lo entendía muy bien. Me dolió, pero seguramente no tanto como a ella lo que había visto.

Guardó silencio, no dijo nada mas, no necesitaba decir mas, era obvio lo que ahora sabía de mi, no de Alberto o siquiera de Patricia, no, incrédula le resultaba evidente que yo había tenido una noche “de amor” como mujer, eso, era incuestionable y al resultarle innegable mostró su tristeza y coraje.

No dijo mas, entró a su recámara, tomó un suéter, su bolsa y sus llaves y sin voltearme a ver ni decirme nada mas, salió de la casa cerrando la puerta de manera brusca.

Pasó toda la tarde sin que volviera, llegó la noche, yo estaba ya muy preocupado sin saber bien que hacer. Le marqué varias veces a su celular pero entraba el buzón. Ya era tarde y ella no llegaba, pensé en llamarle a Claudia pero no quería que supiera, se iba a molestar mucho conmigo.

Como a las diez y media recibí una llamada, era la madrina de mi hermana que era a la vez amiga muy cercana de mi mamá.

- ¿Alberto?

- Si

- Hola habla Ernestina

- Hola, ¿Cómo esta? Respondí con un ligero rayo de esperanza de que supiera algo de mi mamá.

- Tu mamá esta aquí, me contó lo que pasó. Ella no quiere regresar por ahora a la casa, tal vez mañana.

Me dio algo de pena con ella pero pensé que no me importaba que lo supiera, el problema que tenía en ese momento con mamá era mucho mas grave que eso como para que me preocupara.

- Está bien, le dije. ¿Puedo hablar con ella?

Era una pregunta que no tenía lógica ya que si era la madrina quien había llamado significaba que mamá no quería hablar conmigo. Eso me hizo sentir muy mal, me contestó.

- Creo que por el momento ella no quiere platicar contigo, tal vez mañana regrese a dormir allá, hoy se va a quedar aquí

- Gracias

Me sentía muy mal, le marqué a mi hermana que me dijo que mamá ya le había hablado. Me llamó la atención por el descuido que había tenido y que había originado que mamá se enterara de todo.

Hablamos por largo rato, ella entendió mi preocupación por el dolor que le había causado a mamá, me recomendó que cuando volviera, yo no tocara el tema si ella no lo hacía antes conmigo y anticipó que poco a poco las cosas se iban a arreglar. No va a ser nada igual, me dijo pero se van a componer, ni modo que te corra de la casa.

- No, le dije, no espero que me corra, pero si lo llegara a hacer tengo manera de alquilar un cuarto.

- No te preocupes, no lo va a hacer.

- Eso no es lo que me preocupa, si no lo que ella esta pasando ahorita, se enojó muy feo, estuvo a punto de decirme…

- ¿Qué?

- Dijo que no me va a perdonar que haya pasado la noche afuera como mujer, me recriminó que si me creía mujer eso no era ser mujer, pues si soy hombre a eso mas bien se le llamaba de otra manera

- Ha de haber sido muy duro, pero en el fondo tiene razón. Imagínate, ella te ve hombre, bueno, eres hombre y te comportas como mujer, no importa que te guste, o que creas que esta bien, si eres hombre y te comportas sexualmente como mujer ella tiene razón. Suena duro, pero entonces ¿de que otra forma le llamarías?

- ¿Tu también?

- No nada mas yo, a quien quieras preguntarle te va a decir lo mismo.

Esta plática me cayó como un balde de agua fría. Me pregunté a mi mismo si eso que mamá había estado a punto de decirme y que mi hermana había ratificado sería algo que se pudiera tomar de esa manera. Quizá un mecanismo de autodefensa me hizo decir:

- Eso depende, si eres hombre y te comportas como mujer quizá, ¿pero si realmente sientes que eres niña?

- Aunque lo sientas, tienes ahí en medio de las piernas una tripa que dice todo lo contrario.

Traté de dejar de lado ese tema de la conversación, me dolía, no quería hablar mas de ello. Cambié un poco el sentido de la plática:

- Como sea, creo que mas bien lo dijo por lo que sintió al saberlo, pienso que mas bien lo dijo para desahogarse

- Si, la entiendo, a mi me paso igual cuando me dijiste, bueno, no creo que igual, siendo ella tu madre me imagino que se sentirá peor.

- Si y créeme que me duele.

- Bueno, ya duérmete, mamá va a volver mañana pero por favor, trata de no ser descarado.

- No lo soy

- Si lo eres, mamá me dijo que llegaste hoy de tu viaje usando la ropa que solo usas en casa y que según tu es “unisex” y que asi andabas en la calle.

- Si, pero es sábado, es la ropa que uso los fines de semana, pero no eran cosas demasiado obvias

- No te hagas, son los pantalones de mezclilla de niña que te gusta usar, ella me lo dijo y que en la mochila traías ropa de mujer y que asi habías salido ayer de la casa. Mira, eso ya lo platicamos aquella vez. Eres adulto y haces lo que te viene en gana pero no vuelvas a contrariar a mamá de esa manera. Ella sabe de tu ropa, pero creía que la usabas solo en casa y ahora que saliste y pasaste la noche afuera como mujer, es algo que ella no esperaba y que le dolió mucho, no lo imaginaba. No lo vuelvas a hacer y si lo haces no lo hagas en la casa, bueno, quiero decir, no salgas asi de la casa ni siquiera en la casa dejes que ella te vea, no es tu casa, es su casa.

- Si, eso me queda claro, gracias por escucharme

- No me digas gracias, no lo hago por ti, si no por ella concluyó mostrando mas enojo que comprensión.

Esa noche la pasé mal, casi no pude dormir. Al día siguiente que era domingo me desperté temprano y me vestí usando de la ropa que me ponía entre semana para ir a trabajar para que mamá al llegar no me viera con la ropa “unisex” que solía usar los fines de semana cuando me quedaba en casa.

Mi hermana me llamó en la mañana, me dijo que acababa de hablar de nuevo con mamá y que ya estaba un poco mas calmada, preguntó:

- A ver, dime bien que pasó

- Nada, lo que ya te dije

- Tu no me dijiste nada, la que me contó fue mamá, ¿Qué pasó?

- Llegué a la casa asi como dice mamá, me vio y me preguntó que si asi había ido al viaje de trabajo y le dije que no, que mi ropa que había usado la traía guardada en una mochila que había llevado.

- Entonces si es cierto

- Si es cierto ¿Qué?

- Lo que dice mi mamá, que toda la ropa que traías era de mujer, o sea que asi saliste de la casa.

- Si, eso ya lo sabías

- Si pero entonces es mucho descaro de tu parte.

- ¿A quien daño haciéndolo?

- Que lo hagas es tu decisión, pero no seas cínico con mamá.

Sabía que había hecho mal, pero que mi hermana me dijera cínico no me gustaba, le dije:

- Mira, se que fue algo malo, bueno, no en si pues eso es algo que me gusta y es mi forma de ser, pero se que lastimé a mamá, pero creo que ya se hizo todo esto demasiado grande.

- Tu lo hiciste grande.

- Bueno, pero ya no puedo volver el tiempo atrás

- No, pero el tiempo para adelante lo puedes vivir de manera que no afectes a mamá. Si vas a seguir con tus cosas, asegúrate que ella no se entere.

- Pero tu dijiste que ella sabe lo de la ropa, ella misma me lo dijo.

- Una cosa es que te guste usar ropa de mujer y otra es que te comportes sexualmente como mujer, trata de entender como siente eso mi mamá.

- Tienes razón, concedí.

- Mira, dijo ella, si no puedes controlar eso, trata de que ella no se de cuenta.

- ¿Qué crees que soy un animalito para no poder controlar mis impulsos?, tu controlas los tuyos, ¿no?

- Si, no quiero decir que no los puedas controlar, pero cuando decidas que vas a hacerlo, procura que no le resulte evidente a mi mamá, para ella siempre vas a ser su hijo hombre por mucho que hagas lo que hagas para no parecerlo

- Si, creo que tienes razón.

Después de hablar con Claudia pasé el resto del día solo, esperando a ver si mamá regresaba tal como había dicho la madrina Ernestina que lo haría, el departamento que era en si pequeño, se me hacía inmenso y vacío.

Mamá llegó hasta la noche y sin saludarme se metió directamente a su recamara la cual cerró sin mas.

Al día siguiente se fue sin despedirse, era obvio que no quería hablarme, me sentí mal, pero poco a poco al paso de los días retomó el contacto verbal, paulatinamente me empezó a dirigir la palabra, pero cuando yo trataba de hacer conversación me contestaba solo con monosílabos.

A partir de ese problema tuve cuidado de que “mis cosas” no volvieran a resultar tan evidentes para ella. Si volví a salir varias veces de la casa vestida como niña para ver a Jaime, a veces un poco atrevida con faldas cortas o blusas escotadas, pues el pasaba en carro a la puerta de la privada por mi, pero no había problema pues lo hacía siempre mucho antes de la hora en que llegaba mamá y llevaba en mi mochila ropa de trabajo, de niño, para regresar, no de la del tipo que usaba en casa los fines de semana.

Cuando llegaba a “salir” siempre llevaba la mochila para guardar mis cosas al regresar, si al llegar ella estaba ya en la casa solo la miraba adivinando su contenido, haciéndome sentir que bien sabía lo que traía en su interior, pero como llegaba con la ropa de niño, la que usaba normalmente para trabajar no me decía nada, solo me volteaba a ver concluyendo que si la estaba usando era porque en ella traía mis implementos de “salir”, y que por lo tanto yo venía de haber hecho algo que a ella no le gustaba, lo suponía y aunque no lo pudiera aseverar, para ella era claro que las cosas habían sido asi..

Nunca mas me volvió a pedir que abriera la mochila. Sabía que usaba la ropa pues cuando después de usarla la lavaba ya no la ocultaba, y era obvio que sabía en qué ocasiones la usaba y para que, pero no volvió a tocar el tema.

Pasaron varias semanas antes de que ella volviera a dirigirme la palabra de una manera mas abierta y meses para que pudiéramos tener una conversación normal, finalmente las cosas se compusieron, aunque tal vez no del todo pero al menos, ya no había en ella el enojo extremo de aquella vez.

En casa yo usaba a veces inclusive ropa de la que Claudia tenía todavía en su closet, pantalones que no eran unisex si no de mujer, mamá me veía y me decía que no los usara porque era ropa de Claudia y se molestaría, no porque fueran ropa de mujer, consideré eso una especie de aceptación velada. A veces me cambiaba y me ponía mi propia ropa, pantalones de mezclilla o alguno de algodón con cierre atrás. No es que mamá estuviera de acuerdo, pero ya no me decía nada en especial. De esa manera, poco a poco la situación se fue haciendo cada vez menos difícil entre los dos.

En mi interior yo anhelaba que me aceptara como Patricia (no como Patvé) pero jamás pudo superarlo. Con el tiempo la relación entre nosotros se suavizó pero sin volver a llegar a ser lo que un día fue.