10 mar 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. XXVII - XXVIII

Capítulo XXVII. Mi madre

Quítate todo y ponte por una vez en tu vida tu propia ropa exclamó Claudia enojada.

Me sentí muy humillado, me estaba hablando asi delante de Alfonso. Lo volteé a ver y vi que hizo una seña de afirmación, me dijo que me pusiera mi ropa de niño y que buscara una gorra para disimular un poquito.

Claudia dijo que con gorra o sin gorra mamá se iba a dar cuenta.

Me quité toda la ropa con una desilusión tremenda. Estaba muy triste y preocupado, mi primera incursión a la vida como mujer, ya no como niña había sido un estruendoso fracaso.

Busqué ropa de niño, me vestí y me quedé en mi recama sin salir. Después de un rato Claudia me llamó.

- Alberto, dijo con voz firme y autoritaria.

- ¿Qué?

- Ven quiero ver como quedaste, déjame ver como te ves.

Salí de mi recamara, lentamente con la cabeza baja y arrastrando los pies.

- Definitivamente te ves ridículo.

Aún ahora recuerdo ese comentario. Me hirió mucho.

- Ni modo de poder pegarte los pelos de las cejas de nuevo asi que tendrás que decirle a mi mamá lo que estabas haciendo, lo dijo como si estuviera dándome un castigo.

En un ánimo de tratar de repartir un poco de la responsabilidad le dije:

- Si, pero también se va a enojar contigo porque me dejaste.

- ¡Mariquita! Me contestó muy enojada y con desprecio, no seas maricón, para vestirte de nenita si estas muy listo, pero a la hora de la verdad te echas para atrás y quieres repartir la culpa ¿no?

- Tranquilízate, le dijo Alfonso

- ¿Cómo me voy a tranquilizar si este... bueno, mejor no digo que, anda de nenita diciendo que yo tengo la culpa

No le dije nada, esto que estaba diciendo me dolía mucho, Alfonso permaneció callado y yo por primera vez en mi vida sentí que odiaba a mi hermana. Ella percibió mi reacción pensando quizá que se había excedido en su comentario pero no dijo nada, solo se quedó callada mirando como yo regresaba a mi cuarto con ganas de llorar.

Entré, escuche cuando se fue Alfonso que se despidió de mi desde la puerta, pasaron como tres horas, y mas tarde escuché cuando llegó mamá y preguntó por mi. Claudia le dijo que no me sentía bien y que me había ido a dormir.

Mamá abrió la puerta de mi cuarto pero no encendió la luz. Me llamó por mi nombre pero no le respondí en un acto de evasión de la realidad. Quería que llegara la mañana del día siguiente que era sábado como esperando que sucediera un milagro.

Pensando que estaba enfermo, mamá se acercó y me tocó la frente como para ver si tenía fiebre, me sintió caliente como resultado que había llorado y me trató de “despertar”. Yo en un ánimo de que no me fuera a ver fingí que tenía mucho sueño y no me podía despertar, pero fue contraproducente pues ella entonces se preocupó y le dijo a mi hermana que trajera el termómetro.

Claudia le dijo que no estaba enfermo, que tenía un problema, que por eso me había ido a dormir y que realmente no estaba enfermo.

Mi mamá prendió la luz y me miró. Creo que no entendía bien lo que estaba pasando, trató de encontrar que era lo que veía raro en mi. No tardó mucho, fueron dos o tres segundos y me preguntó con voz alterada:

- ¿Qué te hiciste en las cejas?

- Pues que se va a hacer mamá, contestó mi hermana a la pregunta que mi mamá me había hecho a mi y exclamó. Se las depiló mamá.

- ¿Qué? Replicó mi madre y agrego dirigiéndose a mi

- A ver, levántate de la cama, enséñame que te hiciste ordenó mamá.

- Obedecí. Recordaba mi imagen con las cejas depiladas y sabía que era esa misma imagen la que estaba viendo mi mamá, quizá no exactamente la misma pues no estaba peinado como niña ni usando ropa de mujer, pero definitivamente se me notaba a leguas que me había depilado, me sentía con mucha vergüenza.

- ¿Qué te hiciste? Preguntó entre incrédula y enojada.

- Nada, contesté.

- ¿Nada? Casi gritó ella y repitió: ¿nada? y juntando el índice y el pulgar de su mano izquierda trato de agarrarme la ceja para señalarme a que se refería, pero los pelitos estaban muy chiquitos y no pudo asirlos cosa que la hizo enojarse mas, agregó Mira nada mas como te las dejaste de cortitas que ni siquiera te las puedo agarrar y repitió como si se tratara de un juego de incredulidad, tratando de digerir lo que estaba sucediendo. Contéstame, ¿Qué te hiciste?

- Me quité unos poquitos de los pelitos de las cejas, le contesté con voz casi inaudible

- ¿Poquitos?, mira nada mas como te dejaste, pareces mujer ¿Qué, eres nenita o que te crees?, volteó a ver a mi hermana y le dijo:

- Y tu ¿Qué estabas haciendo?

- Ay mamá, pues yo estaba aquí, pero el fue el que se quiso depilar.

- ¿Pero porque?, volvió a preguntarme mi mamá.

Yo estaba tratando de ganar tiempo para pensar. Nunca había tenido un problema asi en toda mi vida e inventé.

- Lo que pasa es que a veces Alfonso dice que Claudia y yo nos parecemos mucho, que hasta podríamos haber sido hermanitas.

- ¿Y eso que? La voz de mi mamá se oía desesperada por no entender lo que estaba pasando y no encontrar una respuesta lógica

Capítulo XXVIII, Explicación

Claudia intervino y siguió mas o menos la temática que yo había iniciado, no sé si lo hizo para disminuir un poco la parte de culpa que le echaba mi mamá o para compensar en parte lo mucho que me había herido en la tarde con sus comentarios.

- Lo que pasa mamá. es que una vez Alfonso dijo que nos parecíamos mucho (mi hermana me estaba ayudando), en ese momento la volví a querer pues me imaginé que estaba arrepentida de haberme dicho eso que me había dicho y que me había herido tanto.

- ¿Y eso que? Continuó mamá un poco exasperada

- Bueno, Alberto un día se puso algunas de mis cosas pero solo para ver como se veía y si realmente se parecía a mi.

- ¿Cómo que se puso algunas de tus cosas?

- Si, como accesorios o cosas de esas.

- ¿Alberto se pone tus cosas?

- No, no siempre, solo en algunas veces que nos ponemos juntos y con algunas de mis cosas parece como si hubiéramos podido ser hermanas.

- ¿Se viste con tus cosas?

- No, solo a veces se ha puesto algo y nos vemos en el espejo y si, parecemos hermanas, pero solo es por eso, continuó Claudia. No es cosa de siempre, con algunas de mis cosas se parecía pero con otras no tanto.

- No entiendo dijo mi madre, ¿Cómo que se ponía algunas cosas? ¿A que te refieres?

- Cosas mías mamá le dijo Claudia mostrando ahora ella un poco de exasperación.

- ¿Cosas tuyas? Le preguntó como si no entendiera bien o no creyera lo que estaba oyendo, ¿Qué cosas? Preguntó aclarando.

- Ropa mamá. A veces, para ver que tanto nos parecíamos jugábamos a que Alberto se ponía algunas de mis cosas.

- ¿A veces?, ¿o sea que lo han hecho mas de una vez?

Yo permanecía callado. La atención de mi mamá estaba ahora sobre mi hermana que trataba de explicar lo inexplicable, sin embargo poco a poco mamá fue serenándose, continuaba enojada pero ya no estaba tan alterada. Mi hermana continuó.

- Si mamá, pero no es que lo hagamos, es mas bien que Alberto de repente jugando lo hace, entonces nos ponemos a imaginar que hubiera pasado si hubiéramos sido hermanas en vez de hermana y hermano.

- ¿Qué chiste le encuentran a eso?, Alberto es hombre y no deberían de jugar a esas cosas.

Volteó a mirarme y reiteró su pregunta

- ¿Qué chiste le encuentras a jugar asi?

Me quedé callado, mire como ella veía mi cara esperando una respuesta. Insistió:

- Contéstame, ¿Qué chiste le encuentras a jugar asi?

Voltee a ver a mi hermana para ver si ella decía algo pero se quedó callada asi que hablé tratando de resultar convincente.

- No es que le encuentre ningún chiste, me gusta a veces pensar que yo hubiera podido ser hermanita de Claudia en vez de hermano.

- ¿Y porque piensas asi?

Yo reflexioné en silencio en todo lo que había sido diferente entre la niñez y adolescencia de ella comparadas con lo que yo había vivido, le aclaré:

- Bueno, ella siempre tuvo todo lo que quiso.

- Tu también replicó mamá.

- Si, pero no era lo mismo. Yo crecí con ella, la veo como se complace de las cosas que le regalan.

- ¿Quiénes?

- Tu, su madrina, Alfonso y veo como a veces cuando se trata de adornos o collares o ropa se las prueba y veo como se deleita de verse en el espejo,

Mamá quedó pensativa por un momento y luego me preguntó

- O sea que estas celoso de tu hermana

- No, nos son celos, solo es ver como ella tenía cosas y poco a poco las fui deseando.

- ¿Desde cuando?

- Hace tiempo, por ejemplo cuando un día ella separó algunas cosas que ya no se iba a poner me quedé con algo de ropa y la usaba de vez en cuando.

- ¿Cómo que de vez en cuando? Preguntó mamá como si no le quedara claro.

- Hay veces que me pongo algunas de las cosas que va dejando.

- ¿Entonces no es solo a veces para ver como se verían si hubieran sido hermanas, ¿no?

- No, no es que lo haga todos los días solo en ocasiones.

- ¿Qué es lo que te pones?

- A veces su ropa interior en lugar de mis trusas

- ¿Por qué?, tienes suficientes trusas.

La respuesta que le di fue la que daría en varias ocasiones que se hizo necesario hacerlo en el futuro:

- Lo que pasa es que con las trusas me rozo mucho y con la ropa interior de ella como es de tela mas suave, no me rozo.

Yo sabía que estos argumentos no tenían peso, pero necesitaba decir algo que resultara, si no totalmente convincente, al menos creíble.

- Sea lo que sea no es correcto que un niño use ropa de mujer, aunque sea nada mas la ropa interior.

- No es nada mas la ropa interior, dijo Claudia, es que e veces se pone mas ropa, pero es como te digo, para ver como nos pareceríamos si hubiéramos sido hermanas, pero te repito que es solo a veces, cuando jugamos a que podríamos haber sido hermanas.

- Sea lo que sea, le refutó mamá, no esta bien.

Después, volteando a verme me dijo:

- ¿Estas consciente que no esta bien que te vistas con la ropa de tu hermana ni siquiera algunas veces?.

- Pero mamá, suplique yo tratando de argumentar

- Nada de “peros” no quiero que te andes poniendo su ropa.

- Bueno, contesté, solo la ropa interior porque si no me rozo

- Pues que te arda la cola pero no uses la ropa de tu hermana.

- ¿me puedes comprar trusas de tela suave?

- Si, pero ya no uses la ropa de Claudia.

- ¿Hasta que me compres ropa?

- No, ya no uses su ropa.

- Pero es que me rozo

- Pues que te salgan callos pero vas a usar tu ropa. No quiero que te pongas nada de tu hermana. ¿Entendiste?

Contesté que si. Pensé que las cosas habían terminado mucho mejor de lo que habría podido esperar.

- Y tu, reprendió a mi hermana, nada de que lo dejas que se ande poniendo tus cosas. ¿Esta claro?

- Si mamá,

Ya tranquilizada mi mamá le pregunté que cómo le iba a hacer para la escuela.

- Ese es tu problema, enfrenta lo que hiciste, a ver si no te da pena.

- Estaba pensando en no ir por uno o dos meses, en lo que me crecen las cejas, le dije.

- Ni hablar de que pierdas el año, vas a ir asi aunque te mueras de la pena.

- Mamá, pero es que se van a burlar de mi todos mi compañeros.

- Y Marla, terció mi hermana.

- Pues de todos modos no puedes faltar, asi que a ver como le haces.

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