13 mar 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. XXIX - XXX

Capítulo XXIX, Solución

Esa noche nos acostamos temprano y al día siguiente al levantarnos al mirarme en el espejo me vi lo perfectamente delineadas que tenía las cejas, definitivamente se veían muy femeninas. Pensé que no podría ir a la escuela asi.

Le volví a preguntar a mi mamá que podría hacer, ella me contestó que ya me había dicho que ese era mi problema.

- Tienes que resolver que vas a hacer por ti mismo.

- No voy a ir asi, ¿Qué van a decir mis amigos?

- Pues lo que digan igual tienes que ir, eso hubieras pensado antes de hacerlo.

- ¿Y si no voy en lo que me crecen las cejas?

- Estás loco, las cejas te van a tardar en crecer de nuevo por lo menos uno o dos meses y no puedes faltar tanto tiempo.

- ¿Y si pido los apuntes?

- No, enfrenta lo que hiciste.

- Pero es que se me nota mucho.

- Si, a ver si asi aprendes

- No voy a ir, se van a burlar de mi.

- Ni hablar, ese es tu castigo para que no andes haciendo tonterías.

- ¡Mamaaaá!, supliqué.

- Nada de “mamá”, el lunes te me vas a la escuela y no discutas.

No sabía que hacer, temía por lo que me iban a decir y además Marla lo notaría también.

Nos preparamos para ir al mercado a desayunar y comprar las cosas de la semana. Yo no quería ir pues no quería que se me vieran las cejas como me habían quedado. Mamá buscó unos lentes oscuros y me los dio y me dijo que me los pusiera.

- Son de mujer, le dije.

- ¿Y de cuando acá no te gusta ponerte algo de mujer? Póntelos, esta menos mal que traigas esos lentes a que se te vean las cejas de señorita señalando esto último en un tono de sorna.

Fuimos al mercado, yo de vez en cuando me quitaba los lentes para ver que reacción provocaba en la gente que me miraba las cejas. Llevaba pantalones de mezclilla, pero no muy ceñidos pues eran míos, la playera era unisex, color crema de mangas cortitas.

Cuando me quitaba los lentes la gente me veía las cejas y luego volteaba a verme el busto como esperando que la cara femenina que veían correspondía a una niña, pero se quedaban un poco sorprendidos cuando veían que no había busto en mi.

Lo disfruté, aunque aun estaba preocupado por lo que pasaría el lunes al llegar a la escuela.

Ese sábado en la tarde como casi todos los sábados legó la madrina de mi hermana a visitarnos, ella iba mas bien porque era amiga de mamá pero siempre le llevaba cositas a Claudia, cualquier detallito. Pienso que lo hacía a manera de compensación pues siempre que iba los sábados se quedaba a comer con nosotros, era, mas bien porque mamá y ella eran amigas pero nunca llevaba nada para la comida pues mamá le decía que no se lo aceptaba, entonces le llevaba cualquier cosita a Claudia.

Cuando llegó ese sábado yo no quería salir de mi cuarto para que no me viera pero mamá me llamó con el pretexto de que la fuera a saludar pero sé bien que mas era para causarme la angustia de que sabía que me vería. Pienso que mamá lo hacía a manera de que no olvidara la lección. Le dije que no quería salir, que me sentía mal pero me dijo que si no salía por las buenas ella iba por mi a la fuerza.

Oí que la madrina le preguntaba a mi mamá que porque no quería salir y que ella le contestaba que esperara a verme para saber porque.

Menos ganas me dieron de salir.

- Alberto, voy a contar hasta tres, me gritó mamá, y si no sales voy por ti: Unaaaa, Doooos y..

No había escapatoria decidí salir, tenía pena de que la madrina me viera pero no tenía opción asi que salí de mi cuarto y le di un beso en la mejilla.

- Hola, saludé

- Hola, me respondió a la vez que también me besaba en la mejilla para luego hacerse para atrás y mirarme a la cara

- ¿Pero que te hiciste?, ¿no me digas que te depilaste las cejas

Era obvio y asi de rápido lo notó. Antes de que yo le dijera nada añadió

- ¿Qué, perdiste una apuesta o que?, ¿ya ves? Por eso no hay que andar apostando ni cabellera ni bigote, ni cejas ni nada, uno es muy valiente al momento de apostar, pero cuando pierdes y tienes que pagar la apuesta ahí si ya no te gustó, ¿no?

¡Gracias madrina de mi hermana!, esa era la solución. ¿Cómo no se me había ocurrido antes?

Mamá intervino:

- Que apuesta ni que apuesta, estuvieron jugando a ver como se vería Alberto si en lugar de niño hubiera sido niña y hubiera sido hermana de Claudia.

- Pues déjame decirte que bien hubiera podido ser, comentó la madrina. Asi como esta, solo le faltaría ponerse la ropa de ella y se verían ¿verdad mi vida? continuó volteando a ver a mi hermana.

Para mis adentros yo supliqué que Claudia no dijera nada pero habló.

- Bueno, en alguna ocasión jugamos precisamente a eso y el se puso algunas de mis cosas, digo, algo de mi ropa, solo por jugar, y vimos que en verdad se parece mucho a mi.

- Bien, dijo la madrina, pues ya no andes haciendo de ese tipo de apuestas. (ella pensaba que me había depilado por una apuesta que habría perdido) y concluyó, no sea que un día en verdad te confundan con Claudita y soltó la carcajada.

El trago amargo había pasado, la madrina de mi hermana me había dado sin querer la solución para explicar en la escuela porque tenía las cejas depiladas.

Al día siguiente que era domingo fuimos como siempre al centro y al cine. Algunas de las personas que pasaban cerca de mi se me quedaban viendo, primero las cejas y luego el busto como no entendiendo que siendo niña (al menos asi lo percibía yo) no tuviera todavía busto, esto, porque la cara con las cejas depiladas y sin barba ni bigote se me veía como la de una chica.

Capítulo XXX, La Escuela y Marla

Ese lunes me fui caminando muy despacio a la escuela, quería llegar tarde para no tener que formarme y entrar al salón hasta que todos hubieran entrado.

Asi fue, me retuvieron en la entrada por llegar tarde. El prefecto me miró pero no me dijo nada. Me levantaron un reporte y me dejaron pasar al salón. Entré y ocupé mi lugar, algunos de los niños y niñas que estaban cerca de la entrada me voltearon a ver y cuchichearon, la maestra, que era la de la clase de Biología me vio pero no dijo nada.

Al terminar la clase me pidió que me quedara y me preguntó abiertamente si me había depilado las cejas. Le dije que si, que había perdido una apuesta porque mi equipo, que era el América había perdido contra el Cruz Azul, que era el equipo al que le iba un vecino.

Sentenció:

- No se debe de jugar de apuesta, si tu vecino hubiera perdido el estaría ahora asi, y cualquiera de los dos que esté depilado no es correcto.

- Si maestra.

- Anda, vete al descanso.

Había pasado solo un par de minutos. Marla y yo aunque estábamos en el mismo salón no platicábamos hasta el descanso largo que era de las 10:50 hasta las 11:10 asi que salí y me reuní con mis amigos que no lo eran en realidad pero era con los que platicaba en los descansos cortos.

Con mucha tensión me acerqué a ellos, el lidercillo simplemente me dijo

- No nos juntamos con nenitas

- Primero fíjate baboso, le contesté yo diciéndole deliberadamente “baboso” para verme con seguridad.

- ¿A quien le dices baboso? Se crispó y sacó el pecho.

- A ti, fíjate primero antes de hablar

- ¿Qué? ¿me fijo que te quedaron muy bien las cejas de niña? Todos los que estaban rieron

- Fue culpa del mugre “América” les dije, no sean mensos.

- ¿Del América? ¿A poco te prestaron sus pinzas para depilar? Volvió a comentar burlonamente ante la algarabía del grupo.

- No guey, les dije, lo que pasa es que el Cruz Azul les partió la madre

- ¿Y eso que?

- Pues que perdí una apuesta.

En ese momento todos cambiaron de actitud como analizando la posibilidad de que fuera cierto.

- ¿Y con quien apostaste? Preguntó ya otro de los del grupito.

- Con un vecino.

- Pues lo que quieras guey, me dijo, pero si haces una apuesta asi y aunque sea por poquito, tienes chance de perderla es que eres un nenita.

- Tu abuelita, guey, se necesitan muchos pantalones para apostar asi, le dije.

Eso no fue todo, en el salón, me empezaron a llamar nenita y se me quedó ese apodo, sobre todo porque una vez que me depilé esa vez lo seguí haciendo para siempre, no tan obvio, pero definitivamente siempre me delinee la ceja la cual ya no me dejé crecer.

La explicación de porque tenía la ceja tan finita, como de nenita era la misma que en casa le decía a mamá.

Ella me preguntaba que si me seguía depilando, le contestaba que no, que a lo mejor como no tenía mucho vello con esa vez que me depilé ya mi ceja se había quedado asi, quizá es lo mismo por lo que no me sale barba y bigote, complementé recordando que ella no sabía que me los depilaba de manera regular desde que había entrado a la secundaria a los trece años.

Con Marla las cosas fueron diferentes, a ella no la pude engañar, me dijo que sabía que no había sido por apuesta alguna que me había depilado.

Yo pensé que alguien (mi hermana) le había dicho porque me habló con mucha seguridad, quizá por su instinto de mujer.

- Tienes razón, le dije, si me depilé y no fue por una apuesta.

- Entonces, ¿Por qué fue?

Le conté la versión que le habíamos dicho a mi mamá, que había sido para ver como hubiera sido si hubiera sido hermana de Claudia en vez de hermano y le dije que me había arreglado solo por una vez. Ella qued ó pensativa y me preguntó:

- ¿No te dio pena con tu hermana?

- No, si fue precisamente ella la que tuvo la idea, mentí, yo me depilé pero fue de ella la idea de compararnos físicamente para ver que tanto nos parecíamos.

- ¿Y que pasó?

Esta plática fue a la hora de la salida pues en el descanso grande ella no se quiso acercar al rincón en el que usualmente nos poníamos a platicar, me imagino que por pena de que la vieran conmigo.

- Pues si nos parecemos

- ¿Te pareces tu a ella o ella a ti?

- No te entiendo, le dije, es lo mismo ¿no?

- No, si se compararon a ver si ella se parecía a ti primero quizá se recogió el pelo y se vieron para verse si eran iguales, pero si estaban comparando si tu te parecías a ella, entonces fue que por esa razón te depilaste.

- Si, asi mas o menos.

Ella se quedó pensando. Se sentó en el escalón del edificio a la vuelta de la escuela y me jaló del brazo para que también me sentara. Tomo aire y me preguntó:

- ¿Qué mas hicieron?

- ¿De que?, si, ¿que hicieron para ver si te parecías a ella?

- Pues nos paramos frente al espejo.

- ¿Y ya?

- Si.

Entendía que me estaba acorralando. No sabía si ceder o no a su persistencia.

- ¿No te pusiste pintura de ella o algo asi como maquillaje?

- No, contesté diciendo la verdad.

- ¿Y ropa o cosas de ella?

La respuesta que yo le diera era clave para nuestra relación. Me quedé callado y ella insistió.

- Bueno, si, pero solo un momento.

- ¿Qué te pusiste?

- Algo de su ropa

- ¿Qué cosa?

- Una de sus blusas

- ¿Nada mas? ¿no usaste mas ropa?

- No, solo eso, y unos aretes y ya

Marla repitió la pregunta que ya me había hecho:

- ¿Y no te dio pena con tu hermana?

- No, ya te dije que estábamos jugando

- ¿Te gusto?

- Era un juego. Si, me gustó jugar con mi hermana, pero te repito, era solo un juego.

Yo estaba completamente emocionado. No sabía la intención de sus preguntas pero pensé, bueno, si no la vamos a hacer lo mismo da lo que le conteste., ella me preguntó abiertamente

- ¿Y te sentiste nenita?, preguntó a la vez que se reía.

Estábamos sentados cubiertos por la chamarra.

- Si, pero me imaginé que estaba contigo asi. Diciéndole esto le toqué uno de los senos de manera directa e inmediata y dejé mi mano ahí, como acurrucándolo.

Dejamos de platicar de eso y nos besamos mientras yo la acariciaba envidiando lo que ella sentía, en la paradoja de que era yo mismo quien se lo motivaba y evocando la imagen que había logrado apenas el pasado viernes por la tarde cuando me había vestido con aquella falda campesina y el suéter tejido a líneas gruesas y delgadas que hacía verme los senos ya no de niña, si no de mujer como se los empezaba a sentir a Marla.

Las caricias que le daba, la manera en que respiraba las imaginaba mías, que era yo quien las recibía. En ese momento era todo lo que podía pensar, no me preguntaba quien me las daría, solo pensaba en ser ella por un momento y estarlas recibiendo y excitarme al grado de respirar como ella en ese momento estaba respirando, eran pensamientos confusos y hasta encontrados que me provocaban erecciones que no sabía bien porque se originaban, si por acariciar a Marla, o por imaginar poder ser ella y recibir esas caricias.

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