14 mar 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. XXXI

Capítulo XXXI Patricia

A partir de ese momento ya mi hermana no me dejó que me pusiera sus cosas, bueno, las que me había regalado. Pasaron un par de meses y yo de vez en vez le tocaba el tema pero ella comentaba siempre lo mismo, que mamá había dicho que no.

Yo le insistía a veces pues sentía muchos deseos de vestirme al menos una vez mas para verme como me había visto el día que me depilé las cejas que con la falda tipo campesina y el suéter blancos y con un busto rellenado ya no de niña adolescente, si no de mujer en plena formación recordaba que me había visto muy atractiva, quizá no se entienda, pero ese día me gusté o me gustó la imagen de la chica que veía en esa imagen que por lo menos se veía dos o tres años mayor que mi edad real.

Le insistía, no mucho pues no quería que se enojara, Decía que mamá tenía razón, que eso ya no era un juego.

- Pero si para mi nunca había sido un juego, le dije en una de esas ocasiones en que tocábamos el punto.

- Ese es el problema, que para ti ya no era juego, mas bien era como una especie de necesidad.

- Bueno, quizá si, pero recuerda que eso lo hablamos muchas veces y nunca pasó nada. Quiero ver esa imagen de esa tarde que me depilé, antes de que me salgan las cejas de nuevo.

- No te hagas el tonto, se te nota que te sigues depilando. Te has dejado crecer un poco las cejas pero se ve que te sigues depilando, ¿o no?, dime la verdad.

- Si, pero es porque no quiero que me crezcan las cejas sin antes poder arreglarme de la manera que estaba ese día.

- Si, pero ya ves lo que piensa mi mamá, mejor que no lo hagas.

Yo llegaba de la escuela y a veces me ponía mis cosas, lo hacía rápido para que mi hermana no me viera, asi pasaron algunas semanas, en abril llegó su cumpleaños. Cumplía 17, el pasado agosto yo ya había cumplido los 14, yo le seguía diciendo y ella me contestaba que mejor me dejara crecer las cejas, que se me notaba que me las depilaba. Que si Marla o en la escuela no me decían nada.

Yo le comentaba que lo que les explicaba era que a raíz de la primera depilación las cejas ya no me salieron igual, que era una especie de depilación permanente.

- ¿Y Marla te cree?

- Si.

- ¿Ella sabe que te vestías de niña?

- Lo platicamos una vez, pero no le dije si me había vestido completo, pero supo que lo hicimos a veces para ver como nos parecíamos.

- Bueno, pues ahora le puedes decir que ya no lo haces. Esto último lo dijo en un tono como de broma para mortificarme.

- Que ya no lo he hecho, reviré como dejando la posibilidad de que un día lo haría nuevamente.

- No se te quitan las ganas, ¿verdad?

- La verdad es que no, me quedé con la imagen del día que me depilé. Me gusto mucho verme con ese suéter que hacia que se me viera el busto como de una chica de tu edad y no como antes que me lo había rellenado muy chiquito. Ese día se me veía bien, como de mujer ya casi grande.

- Si, pero no eres mujer y además acuérdate que le prometimos a mamá que ya no lo harías

- Lo sé, pero quiero hacerlo por lo menos una vez mas, pero asi, como aquel día.

Pasaron unas semanas, y llegó el día de su cumpleaños que cayó en jueves, ni siquiera tuvo la oportunidad de ver a Alfonso que para entonces estaba por cumplir los 19, pero el sábado se arregló preciosa (envidiable) y le pidió permiso a mamá de ir al cine y a cenar con el.

Mamá le dio permiso de llegar a las 11:00 PM a mas tardar. Alfonso pasó por ella desde las cinco de la tarde.

Cuando se fue, mamá y yo quedamos solos. La madrina de mi hermana había quedado de ir el domingo a comer en lugar del sábado pues ese sábado Claudia iba a salir con Alfonso, iría el domingo para darle el abrazo y por supuesto un regalo (esto último lo imaginaba yo).

Mamá me notó que estaba pensativo y me preguntó que en qué pensaba.

- Se veía muy linda ¿verdad?

- Si, tu hermana es muy bonita.

- Bueno, recuerda que nos parecemos mucho.

- Si, pero tu eres hombre.

- Si, solo que a veces me pregunto que hubiera pasado si en lugar de niño hubiera sido niña.

- Hijo, exclamó, recuerda que ya hemos platicado de eso. Se que tu todavía lo piensas pero quiero que lo olvides.

- No, ya no pienso en eso, deveras.

- No sea mentiroso, sé que esas ideas todavía rondan en tu cabeza.

- No, deveras que no.

- No mientas, si no, ¿Por qué te sigues depilando la ceja?, dices que no te ha crecido, pero a veces se te nota que te quitas uno que otro pelito, me he hecho desentendida para no discutir contigo, pero me doy cuenta y no me gusta.

Mamá tenía razón. Todavía pensaba en eso, era una idea que estaba en mi mente sin importar que hubieran pasado unos meses desde el episodio de la depilación.

- Bueno, pero no tiene nada de malo, en la escuela si piensan que es porque ya no me salen como me salían antes, hasta Marla lo piensa asi.

- Eso esta bien, no me gustaría que pensaran de ti otra cosa.

- No tienen porque pensar otras cosas, les he dicho en la escuela que de la vez que perdí la apuesta (ya había comentado esta versión con mamá) ya no me salieron igual.

- Si, los chicos te podrán creer, pero ¿Marla?, no me gustaría que terminaras con ella.

- No pienso terminar.

- Si, pero si ella se da cuenta de que te sigues depilando lo va a ver raro y se va a hacer muchas preguntas. Mejor que de una vez por todas te dejes crecer las cejas y te portes de manera normal.

- ¿Normal?

- Si, como todo un caballerito.

- Soy un chico y me gustan las chicas, solo que a veces pienso que a lo mejor yo debí haber sido niña.

- Ya hablamos de eso, fuiste niño y estoy feliz de que sea asi.

Mamá siguió escuchando, eran pocas las ocasiones que teníamos para platicar asi de tranquilos.

- Oye, le dije, qué hubiera pasado si yo hubiera sido niña.

- No insistas, contestó y agregó: Nada, pero no fuiste, fuiste niño y yo siempre estuve orgullosa de que asi hubiera sido.

- Si, pero ¿Qué hubiera pasado si yo hubiera sido niña? Le volví a preguntar.

Guardó silencio como si estuviera imaginando ese mundo con dos hijas en ves de niña y niño.

- Pues te hubiera educado como a Claudia, tratando de que aprendieras cosas que te fueran a servir cuando tuvieras tu propia familia, hubieras crecido mas cercano a tu hermanita mayor. En tus quince años hubiera juntado para hacerte una fiesta, habrías crecido, ido a la escuela y hubieras tenido amigas y amigos, pero en diferente forma de cómo los tienes ahora. Pero da la casualidad, que no fuiste niña, si no niño

Imaginé ese mundo que describía, me fascinaba pensar en esa posibilidad.

- Oye, le pregunté ¿y si hubiera sido niña como me hubiera llamado?

- Desde que nos casamos tu papá y yo habíamos escogido tres nombres de hombre y tres nombres de niña según fueran nuestros hijos, los hombres se iban a llamar Alberto, por tu abuelo paterno, Ricardo, como se llamaba mi papá que murió cuando yo era pequeña y Rodrigo, porque era un nombre que a los dos nos gustaba.

- ¿Y las mujeres como se hubieran llamado?, bueno, Claudia ya se que es por mi abuela, pero si hubieran habido mas niñas ¿Cómo les hubieran puesto?

- Bueno, como dices Claudia fue por tu otra abuela, pero teníamos la idea de que si llegaba otra niña se llamaría Patricia o Verónica pero ya casados tu papá y yo vimos que las cosas no eran tan fáciles como pensábamos y solo los tuvimos a ustedes dos.

Esa conversación con mi mamá ese día me gustó mucho, aparte de que teníamos pocas oportunidades de platicar los dos solos, lo que conversamos ese día y los temas que tocamos fueron cosas especiales. Yo le transmití un poco mis inquietudes acerca de que hubiera pasado si ella hubiera tenido dos hijas, le dije que entonces hubiera tenido cualquiera de esos dos nombres: Patricia o Verónica. Los dos me hubieran gustado, no se lo mencioné aunque tenía finalmente una pequeña inclinación por el nombre de Patricia, que me parecía un poco mas femenino, sin embargo tendría que pasar todavía algún tiempo antes de salir a la luz mi nombre combinado, basado en esos dos nombres.

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