31 may 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXVIII a

Capítulo LXVIII, Mi Cita

Tal como lo esperaba, al salir de la unidad el guardia se me quedó mirando de una manera lasciva, creo que al igual que les ha de pasar a las mujeres en general, esa mirada me molestó, pero a la vez, me gustó por ser una confirmación de que realmente me veía atractiva.. Igual pasó con un automovilista que aminoró la marcha de su vehículo para emparejar mi paso e invitarme a subir. Yo estaba nerviosa (con a) pero me sentía bien. No sabía que iba a pasar con Jaime pero quería que las cosas se dieran para acabar aquello que habíamos empezado desde hacía mucho tiempo y que nunca pudimos terminar.

Caminé el resto de la cuadra sintiendo entre mis piernas el aire que producían los carros al pasar en la avenida, era una sensación deliciosa que el usar falda sin ponerme medias me permitía experimentar, Fui pasando por la puerta de las otras unidades, los vigilantes me miraban desde antes de pasar frente a ellos, se me quedaban viendo con insistencia y sin exagerar, podía sentir sus miradas una vez que los dejaba atrás; eso me inquietaba, pero me gustaba, me hacía sentir especial. Seguí mi camino sin ningún incidente mas que el resistir las miradas libidinosas de esos ojos masculinos que me miraban y llegué a la tienda. Entré, me encantó ver la mirada de bobo tanto de Jaime como de su ayudante, ellos estaban viendo una chica con mucha expresión de libertad que entraba a la tienda posiblemente a comprar algo. Jaime no me reconoció aunque me estaba esperando, lo saludé con familiaridad pero con la voz modulada y en tono bajo. Todavía tardó unos segundos mas en reconocerme, al hacerlo se puso rojo, caminó hacia el lado opuesto del mostrador de donde estaba su asistente y haciéndome una seña me indicó que me acercara. Con voz que apenas escuché dijo

- ¡Que bárbaro, te ves muy bien!

- Bárbara, enfaticé

- Lo que sea, deveras que te ves muy bien.

- ¿Asi me querías ver de sexi?

- La verdad, no esperaba tanto, pensé que sería como las últimas veces que usabas la ropa de tu hermana pero que no dejabas de ser muchacho, ahorita te ves realmente mujer, como cualquier muchacha..

- ¿Cómo cualquiera?, ¿Qué no me ves mas sexi que muchas? Le pregunté en un tono de abierta coquetería que me sorprendió a mi mismo

- Si, te ves muy bien.

Hizo una pausa y volteó a ver al chico que le ayudaba ordenándole que arreglara unas cajas en la trastienda para quedarnos solos cada quien a un lado del mostrador, dijo.

- A ver, hazte para atrás para verte las piernas

Me hice para atrás, dejé que viera las piernas que sin medias, y depiladas lucían tersas. Se quedó con una expresión de asombro que me encantó por el poder que sentía que estaba teniendo sobre el, entonces di un paso mas hacia atrás para que me viera que me había pintado las uñas de los pies. El me miro literalmente desde los pies hasta el cabello, dijo de nuevo:

- ¡Que bárbaro!, te ves muy bien.

- Bárbara, volví a insistir en el término en femenino.

- Si, “eso”, te ves muy bien, cualquiera diría que eres mujer

- En este momento lo soy, que, ¿parezco hombre?

- No, te ves muy bien, solo que…

- ¿Qué?

- El busto se te ve algo pequeño, quizá te falta un poco de relleno.

- No se ve muy grande porque es natural.

- ¿Cómo que natural? ¿no traes rellenos?, ¿entonces qué te pones?

- Nada, no se ve muy grande porque en realidad es mi busto, lo que pasa es que desde hace tiempo tomo hormonas y se me ha ido formando.

- No te creo.

Di unos pasos hacia delante para acercarme al mostrador y dije

- ¿Quieres tocar para que veas que es cierto?

- A ver, dijo extendiendo el brazo sobre el mostrador para tocarlo.

Creo que fue ese el preciso momento en que nació en mi la experiencia femenina que permite a las mujeres controlar a los hombres, Di un paso hacia atrás para evitar el contacto de su mano y dije:

- Está bien, pero no aquí, puede llegar alguien, dile a tu ayudante que se venga al frente y nos pasamos para atrás.

- ¿Y que le digo?, ¿Por qué?

- Dile que soy una amiga y que me vas a enseñar la trastienda.

- Se va a imaginar otra cosa

- Y a ti qué, déjalo que se imagine lo que quiera, es normal que si tienes a una amiga la pases a la trastienda a ver que le puedes hacer, el lo va a ver natural. ¿Quieres ver si mi busto es real o no?

- Si

- ¿Entonces?

- Espérame…

Me sentí fantástica, el estaba haciendo lo que yo le pedía que hiciera. Fue una sensación de control que nunca había experimentado. Se metió a la trastienda y en unos segundos mas salió su ayudante que se fue al extremo del mostrador en donde estaba yo, Jaime se quedó en la puerta entre la tienda y la trastienda y desde ahí me invitó a pasar diciendo en voz alta como para que lo oyera su ayudante:

- Mira, te voy a mostrar los productos que te pueden interesar, pásale.

Me sentí como una manipuladora, pensé, asi, como suelen hacerle las mujeres, ¡si! El ayudante levantó la puerta del mostrador para facilitarme el acceso y pasé, di unos pasos hacia el otro lado del mostrador donde Jaime me esperaba a la puerta que daba a la trastienda, pase de perfil a el, crucé la puerta y entré, el me siguió, cerró la puerta y pasó el seguro por dentro, de esa manera garantizaba privacidad, me dieron nervios, pero mi excitación estaba al mil por uno.

- Ven, me dijo extendiendo hacia mi ambas manos.

30 may 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXVII a

Capítulo LXVII, Valía la Pena

Al día siguiente no fui al despacho saliendo de la escuela, llamé para reportarme y decir que iba a hacer unas visitas de manera directa y que regresaría en la tarde. Me fui directo a mi casa. Como siempre, a esa hora no había nadie, mamá regresaría hasta la noche y Claudia seguía en San Luis Potosí en su internado asi que podía probarme lo que usaría y arreglarme sin prisas para ir a ver a Jaime.

Me desnudé totalmente, me miré el pene y me pregunté como me hubiera visto si realmente hubiera sido mujer, me lo escondí entre las piernas y me volví a mirar. Mi busto no muy grande pero aún asi evidente, proyectaba la figura de una chica joven, quizá de poco busto pero atractiva por su frescura y adolescencia. Me sentía muy bien de gustarme a mi misma. Volvió por un momento a mi mente un pensamiento que ya antes había tenido: si fuera por la calle y encontrara a esa mujer que veía en el espejo me haría el sexo a mi misma. No se podía, pero eran fantasías que me excitaban y me ponían mas a tono para vestirme muy sexi para mi visita a la tienda.

La primera prenda que me puse fue el brasier, mientras lo hacía, mantuve mi pene entre mis piernas, hacia atrás, quería verme mujer mientras me arreglaba.

El sostén que había elegido era de encaje que alcanzaría a transparentarse ligeramente ante lo delgado de la blusa que había seleccionado. Después del brasier me puse la tanguita y la falda. Me miré al espejo. Verme con falda y brasier era algo que siempre me había gustado, se me hacía muy femenino, después me puse la blusa, que de estilo campesino me hacía ver especialmente sexi. Me miré una vez mas en el espejo, me sentía muy bien, acto seguido me puse las sandalias y amarré sus correas de cuero alrededor de mis tobillos. Me miré: nuevamente en el espejo que era de cuerpo entero: ¡wow! me dije, efectivamente me veía muy bien, no había duda de si era mujer o no, aunque el cabello aun no lo tenía peinado asi que lo arreglé a la francesa, tipo honguito cayendo de manera regular hacia los lados y me hice un fleco que acondicioné hacia abajo con ayuda de un cepillo y lo fijé con gel.

Tomé algunos accesorios que hacían juego entre si: unos aretes de clip, un collar corto azul de cuentas y una pulsera del mismo tipo, dos anillos en cada mano y un toque especial de coquetería, me puse una cadenita de oro en el tobillo derecho, ¡me veía súper!.

Definitivamente lo que veía delante de mi era una mujer. Recordé cuando le pregunte a mamá que si hubiera sido niña cuál nombre me hubieran puesto y que ella había contestado que Patricia o Verónica. Pensé: Patricia es mas femenino. Pues bien, me dije en broma mirándome al espejo: “yo te bautizo con el nombre de Patricia” y agregue algo que dije y al momento de decirlo se mi hizo ridículo: “reina de las flores”

“Patricia, Reina de las Flores”, se me hacía a la vez ridículo y muy femenino, me dije para mis adentros: “Patricia esta bien”

Tomé un bolso pequeño de mezclilla y guardé en el mi teléfono, mis llaves, un portamonedas pequeño en el que metí algo de dinero y unos kleenex de bolsillo, me lo colgué al hombro y me miré nuevamente al espejo, me sentía muy bien solo que la falda si estaba algo corta. Pensé en cambiarme pero el grado de excitación que tenía por haber estado dando vueltas a miles de fantasías desde el día anterior me hacía ser temerario, “temeraria” pensé a manera de auto corrección, ¿En que quedamos?, ¿eres Patricia o no?, me dije a mi misma, jaja, reí para mis adentros, me gustaba referirme yo solito (?) a mi misma ya como Patricia, es decir, como mujer. No me acostumbraba, pero definitivamente era un factor de excitación adicional.

Me volvía mirar al espejo, me veía bien, como muchachita de escuela. No sabía cual sería la reacción de Jaime, no quería que me viera como zorrita, si no sensual, no, mas bien muy sexi, me dije a mi mismo corrigiendo mis pensamientos.

Eran cerca de las dos y media de la tarde, la llamada de Jaime llegaría en cualquier momento, mientras la esperaba recordé las veces que había estado con Raquel y me preguntaba si esta vez con Jaime se me harían realidad mis fantasías.

Sonó el teléfono, contesté con voz baja, modulándola lo mas que pude:

- ¿Bueno?

- ¿Alberto? (reconocí la voz de Jaime)

- Si y no, ahorita soy Patricia, Alberto no se donde esté pero Patricia esta lista para ir a verte

- ¿Patricia? ¿Y de donde sacaste el nombre?

Le explique lo de los nombres que me hubieran puesto mis papás en el caso de que hubiera sido niña.

- ¿Y como te ves?

- Pues no es por nada pero Patricia es una chica muy guapa, te voy a gustar, le dije completamente segura de mi misma.

- ¿Ya estas listo?

- Lista, corregí con énfasis en la “a” de lista

- Como quieras, ¿ya estas?

- Si. ¿voy?

- Si, pero recuerda que es solo para saludarnos.

- Si ya se

- Está bien, nada mas para que quede claro.

- Si, repetí, ya lo sé, pero se que no “le haces” con chicos pero lo que vas a ver es una chica muy guapa que se quedó picada de la última vez

- Ni asi, es solo para platicar, ¿de acuerdo?

- Si, voy para allá.

Me miré una vez mas al espejo, me veía fresca y juvenil, las sandalias de cuero sin tacón amortiguaban un poco el efecto de lo corto de la falda, y aunque se viera corta, pensé que finalmente eso es lo que quería. No me veía como una zorrita, mas bien como una muchachita quizá medio casquivana, pero me veía como cualquier chica. Eso, la hora del día y el calor que se sentía hacían que la imagen que proyectaba fuera mas o menos dentro de lo aceptable. Imaginaba que aun asi me pudieran molestar algunos hombres en la calle o quizá algún automovilista pero valía la pena si lograba mi objetivo con Jaime.

Me miré una vez mas, estaba muy nerviosa, “nerviosa” me repetí a mi misma, reflexionando en que virtualmente podría haber sido mujer, aunque algo en la entrepierna me recordaba que no lo era.

Todo esto era una sensación que estaba llevando mi excitación al límite.

Me miré por última vez al espejo, respiré profundo un par de veces y salí de la seguridad de mi departamento a la aventura que tanto había deseado.

No sabía que pasaría con Jaime, no sabía cual sería su reacción pero lo que estaba viviendo yo en ese momento valía la pena todo lo que pudiera suceder.

27 may 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXVIII

Capítulo LXVIII, Buscando la Oportunidad

Dejé pasar dos días y le volví a llamar, esta vez un poco mas temprano imaginando que pudiéramos tener un poco mas de tiempo para ese cachondeo telefónico que me había dejado a tono y que me hacía recordar las veces que le había tocado el pene para masturbarlo y lo duro y grande que lo sentí cuando el trató de dármelo sin que yo hubiera podido resistir el dolor de la penetración que finalmente nunca se logró. Lo recordaba y por una parte me agradaba y emocionaba y por otra parte me arrepentía de no haber hecho el esfuerzo real para dejar que entrara en mi.

Le marqué y traje el tema de nuevo a nuestra plática, el me preguntó.

- ¿Deveras te vistes de niña completito?

- Si, a veces

- No te creo, será que usas ropa de mujer como lo hacías entonces

- No, me visto completo y trato de parecer una chica real, nadie lo sabe, solo Raquel que me ayudaba y me enseñó a arreglarme, incluso, llegamos a salir a la calle como dos amigas

- No te creo

- Si, deveras

- ¿Cómo te ves?

- Bien, creo que parezco una verdadera chica, no se me nota que no lo soy y me siento muy bien

- ¿Te atreverías a venir a la tienda vestido asi?

- ¿No importa que estuviera tu papá?

- No seas guey, claro que importa

- Si no se me nota

- De todas maneras no. Sería a la hora que el se fuera a comer, solo estaría Tomás que es el que hace lo que tu hacías. Si dices que deveras pareces niña puedes pasar por una amiga mía, el problema sería la voz.

- No hay problema con eso

- ¿Por qué?, ¿Qué haces para disimularla?

- Hablo quedito y trato de modularla.

- ¿Seguro que pareces niña?

- Si, ¿No quieres que vaya para que me veas?

- No se, no estoy seguro.

- Te digo que no se me nota, además, agregué con tono meloso, deveras que te quiero ver, bueno, y que tu me veas, no me vas a reconocer.

- ¿Cuándo vendrías?

- Cuando tu quieras

- ¿Mañana puedes?

- Si, es miércoles hay menos chamba y puedo pedir permiso en la oficina.

- ¿Deveras vendrías vestido como niña?

- Si, ¿Cómo quieres que vaya?

- Pues asi, arreglado de niña

- Si, pero ¿quieres que use algo especial

- Lo que quieras, pero que te veas sexi

- Te voy a gustar, vas a ver. Te veo mañana.

- Esta bien, esperas a que se haya ido mi papá, pero recuerda, vas a venir muy sexi.

- Si, ya te dije que te voy a gustar.

- Esta bien, pero será solo para que te vea, ya te dije que “no le hago”

- Si, ya me dijiste que no le haces con chicos pero yo seré una chica, vas a ver.

- Ni asi.

- Bueno, ahí vemos.

- Oye, dijo finalizando, dáme el teléfono de tu casa

- ¿Para que?

- Te llamo ya que se haya ido mi papá, no quiero que vayas a llegar y el todavía ande por aquí.

- No te preocupes, le dije y le di mi número telefónico.

- Te llamo pasadas las dos y media

- Te espero

- OK, hasta mañana

Nos despedimos y a partir del momento que colgamos quedó en mi mente claro el propósito de que Jaime sería el primer hombre de mi vida sexual femenina. Me vi como una chica que ha definido ya con quien quiere acostarse por primera vez y que hace y maquila las cosas para que asi sean. Esto me hizo sentir especialmente bien, aunque por otro lado me sentía un poco mal conmigo mismo por esta clase de pensamientos. Me cuestionaba si realmente estaría bien que estuviera ya no fantaseando, si no planeando la manera en darme a un chico para que me lo hiciera.

Estaba nuevamente confundido, por un lado lo deseaba enormemente, por el otro, sabía que si yo era hombre, este tipo de pensamiento no era correcto y entonces nuevamente volvía a decirme que estaba bien, que si era un gusto que quería darme y con eso no le hacía mal a nadie pues que estaba bien. Mi mente vagaba de un pensamiento a otro, sin embargo la decisión estaba tomada, lo haría.

Me pasé el resto de la tarde divagando con este tipo de pensamientos encontrados pero poco a poco, el recuerdo de las veces que me arreglé especialmente para que me viera Jaime y después, las veces que lo hacía deliberadamente para temer oportunidad de tocarle el pene o que el me tocara mi colita me fueron inclinando mentalmente al hecho de pensar que definitivamente si lo quería, estaba bien buscarlo de nuevo para tener de el la primera penetración que un hombre me hiciera.

Esa noche cuando llegué a casa mi mamá ya estaba acostada, la saludé y comenté con ella algunas cosas, había que pagar el recibo de la luz que ya había llegado. Le dije que yo lo pagaría antes del viernes, platicamos un poco y me fui a mi cuarto para seleccionar que es lo que usaría al día siguiente para verme lo mas sexi posible. Tomé una ducha para relajarme y tuve que hacer un esfuerzo muy grande para no masturbarme.

Estuve revisando mis cosas. El tiempo estaba caluroso asi que podría usar una falda corta. Pensé en una de mezclilla que estaba francamente corta, sabía que si la usaba provocaría que me dijeran cosas si caminaba asi desde la entrada de la unidad hasta la tienda. No sabía si arriesgarme pero por otro lado, quería verme realmente sexi asi que decidí que si la usaría, pero no con medias o zapatos de tacón pues asi mas que sexi parecería sexo servidora y no quería causar esa impresión en Jaime además de que no me atrevería a salir asi a la calle.

Usaría la falda con unas sandalias de cuero sin tacón, lisas y con correas que se amarraban al tobillo. Las usaría sin medias, y con las uñas de los pies pintadas de rojo intenso. Quería ir lo mas ligera (empecé a pensar en femenino) posible, solo una tanguita, el brasier, una blusa muy ligera y la falda y por supuesto, las sandalias abiertas que permitieran que se vieran mis uñas pintadas.

Abrí el armario que cerraba con llave en el que guardaba mis cosas, saqué la falda y seleccioné una blusa con tela de algodón muy delgado tipo campesina con cuello amplio redondo de mangas cortas, abombadas con resorte. La tanga era una de color blanco, pensé medio en broma que era una especie de símbolo de la virginidad que estaba dispuesto a dar a Jaime y el brasier fue del mismo color. Acomodé todo sobre mi cama para verlo y me gustó. Pensé de nuevo que la falda estaba quizá demasiado corta pero dejé para el día siguiente la decisión final de si la usaría o no, mientras tanto, al verla sobre la cama me hacía tener nuevamente esas cosquillas que tanto me gustaba sentir en el estómago.

Me pinté las uñas de los pies, mi mamá no me vería descalzo, asi que podía adelantar en eso, esperé a que se me secaran y me acosté a dormir pero me fue difícil conciliar el sueño pues estaba muy entusiasmado de lo que pudiera pasar al día siguiente.

Amigas, si ven la numeración del capítulo notarán que "atrasé" el consecutivo dos números, esto es porque por observaciones que me hicieron recientemente algunas de ustedes encntré que me había saltado en dos diferentes casos las secuencias. No faltan textos, lo que pasó fue una inconsistencia del consecutivo.

Les pido considerar lo anterior y de ahora en adelante ya todo estará controlado.

Estamos en los últimos capítulos, espero les sigan despertando su interés y sus recuerdos, o al menos sus fantasías de ser...

Un beso

26 may 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXVII

Capítulo LXVII, Necesidad

No me di cuenta de lo mucho que tenía con Raquel hasta que nos dejamos de ver. La extrañaba como persona y como amiga, pero también habíamos generado una especie de ayuda mutua a nuestra sexualidad., tuvimos relaciones con relativa frecuencia por mas de dos años, yo siempre que le hice el amor lo hice vestido de niña lo cual me excitaba a mi y a ella. A veces eyaculaba en ella, otras veces ella me satisfacía con el consolador que habíamos comprado y entonces mis eyaculaciones eran fuera de ella, como resultado del estímulo del pene de hule y su mano manipulando mi pene. Yo tenía orgasmos con la frecuencia necesaria para no sentir que precisaba de una relación diferente con alguien mas, particularmente, el deseo de tocar y tener un pene verdadero, se disminuía mucho por el efecto de las veces que estuve con ella y que de una u otra manera satisfacían mi necesidad sexual.

Al dejar de visitar a Raquel yo me autosatisfacía en ocasiones usando el consolador que conservé, pero no me resultaba suficiente desde el punto de vista emocional, es decir que me sentía como si me estuviera engañando a mi mismo pues el consolador no era en realidad el pene de un chico y por eso empecé a pensar en tener una relación con un verdadero hombre, anhelaba volver a tocar un pene real para después ser penetrado por el. Quería tener un pene verdadero dentro de mi, que me lo diera un hombre que me abrazara y acariciara mientras me lo daba.

Pasaron muchos días y no encontraba la manera de conocer a alguien con quien pudiera estar. Había alternativas, estaban los servicios de sexo servidores travestís o no, pero me daba miedo tener algún problema con alguien totalmente desconocido. Otras alternativa era el poder ir a bares o lugares donde asistieran este tipo de gente y tratar de conocer a alguno con el cual poder tener una relación pero igualmente se me figuraba que era demasiado riesgoso.

La situación se fue haciendo cada vez mas apremiante para mi, no era que no pudiera controlarlo, pero lo deseaba cada vez mas.

Claudia, mi hermana, había terminado su carrera y estaba haciendo su internado en otra ciudad del país y mi mamá seguía trabajando todo el día. Yo, estaba a punto de terminar la carrera y las gestiones de cobranza que hacía ya no eran a personas físicas, si no a personas morales como empresas o instituciones. Tuve la oportunidad de tener mejores ingresos y pensaba que podía conseguir con dinero a algún hombre real que por primera vez me hiciera el amor como mujer.

Pasaban los días y mi deseo de sentir por primera vez a un chico aumentaba pero no encontraba la solución.

Una noche que regresaba del trabajo pasé frente a la tienda de don Melquíades, donde había laborado hacía mas de dos años y en done fue que conocí a Jaime. Recordé la vez que pasé vestido de niña frente a la tienda y que el no me reconoció y entonces se me ocurrió que podía intentar acercarme a el de nuevo y quizá con el lograr terminar lo que en aquella ocasión no pudimos. Me pareció una idea muy buena, era alguien seguro a quien conocía y sobre todo, que el ya sabía de lo mío, me decidí a que fuera con el con quien iba a estar, me dije a mi mismo que tenía que hacer lo necesario para lograrlo.

No pasé a la tienda, ni siquiera de lejos para saludar o que la menos me viera, solo pensé en la manera en que podría acercármele nuevamente, aunque eso no era garantía de nada ya que faltaba que el lo quisiera.

Al día siguiente pasé temprano por la tienda antes de que abrieran y anoté el teléfono para hablar mas tarde, esperando la hora en que don Melquíades, papá de Jaime, salía a comer.

Marqué esa tarde desde la oficina, era la hora en que también la mayoría de mis compañeros salían a tomar sus alimentos.

Jaime contestó el teléfono, cuando me reconoció, de inmediato cambió su estado de ánimo y comentó entusiasmado que le daba mucho gusto oírme.

Platicamos un poco el de su negocio y yo del trabajo y de la escuela.

Pasados los primeros minutos de efusividad me preguntó

- ¿Y tu, qué onda?, ¿Sigues con tus cosas?

Yo sabía bien a lo que se refería y el hecho de que el hubiera tocado el tema me facilitaba abordarlo, ya que aunque en una época habíamos llegado a intimar casi a punto de tener una relación física, ya pasado cierto tiempo no me atrevía a platicar del acercamiento tan íntimo al que habíamos llegado en el que aunque no se logró la penetración cuando lo intentó, si nos agarrábamos, el mi colita y yo su pene en muchas ocasiones que entrábamos a la trastienda.

Le contesté:

- Mas menos

- ¿Cómo que mas menos? ¿sigues usando ropa de tu hermana?

- Si, ahora es mas fácil pues esta fuera de la ciudad haciendo su internado de medicina.

- ¿O sea que te sigue gustando ponerte cositas de niña?.

- Si, me gusta y ahora lo hago mas seguido, la ropa interior por ejemplo desde hace mucho uso solo de mujer, me gusta, ¿lo recuerdas?

- ¡Claro!, me acuerdo que al principio no lo podía creer, pero después que traías los pantalones bien pegaditos y a veces unas blusas que según tu eran unisex, era evidente que te gustaban esas cosas., Agregó: bueno, y otras que te gustaba hacer, continuó: ¿y todavía te pones de ese tipo de ropa?.

- Si, a veces, incluso cosas mas obvias

- ¿Cómo?, si eso que te ponías a leguas se notaba que era de mujer aunque tu dijeras que era unisex y lo sabías.

- Si, pero ahora ya no uso ropa unisex.

- ¿Cómo?, volvió a preguntar ¿y ahora que usas?

- Hay veces que uso ropa totalmente de mujer

- ¿Cómo?

- Si, me visto completito y me arreglo como niña.

Al decir esto hice una pausa para esperar su reacción

- No te creo

- Deveras, lo hago cuando puedo y tengo tiempo porque trabajo

- ¿Vas asi al trabajo?

- No hombre, como crees, me correrían, no, me arreglo en la casa, mi hermana esta en San Luis Potosí con lo de su internado y mi mamá vuelve a la casa hasta la noche, yo trabajo pero como mi trabajo es en la calle a veces cuando ando por el rumbo y me da tiempo lo hago.

- ¿En que trabajas?

- En un despacho que hace cobranzas extrajudiciales.

- ¿Ganas bien?

- No mucho pero lo suficiente como para ir comprando mis cositas, aunque a veces me pongo ropa de mi hermana, siento algo especial de ponerme ropa que ya ha sido usada por una mujer.

Jaime guardo silencio como para digerir lo que le había comentado, creo que le costaba trabajo pensar en mi haciendo eso pero finalmente pensaba que era lógico dado mi comportamiento con el cuando trabajaba en la tienda. Después de unos segundos me preguntó:

- ¿Te arreglas en tu casa?

- Si, cuando puedo

- ¿No te ha cachado tu mamá?

- No, ella llega ya en la noche y nunca me ha visto

- ¿No te aburres de vestirte y estar solo en tu departamento?

- No porque a veces salgo a caminar

- ¿Sales asi a la calle? Esta pregunta la hizo como si estuviera escuchando algo que le resultara imposible de poder creer, le respondí

- Si

- ¿Sales asi desde tu casa?

- Si, nadie sabe que en realidad soy yo. Puedo pasar por alguien que no soy yo, todo es salir del departamento y que nadie me vea cuando salga, ya estando afuera en el pasillo o la escalera puedo pasar por cualquier persona que viviera o estuviera visitando a alguien en la unidad.

- ¿Nunca te han dicho nada?

- No, a veces se me quedan viendo pero creo que puede imaginar que soy una visita de alguien. Hasta podrían pensar que soy una amiga de mi mismo jaja

- Creo que te aventuras demasiado

- Bueno, ahora salgo asi desde mi casa, pero hasta hace poco tenía una amiga que sabía de de mi onda y a veces me arreglaba en su casa

- No te creo, cuéntame

Le comenté lo de Raquel, estuvimos hablando mucho rato

- ¿Y porque la dejaste?

- No, no nos dejamos, se supone que seguimos siendo amigos pero es que ella conoció a otra persona, de hecho nunca fuimos mas que amigos aunque tuvimos relaciones.

Le conté asi el tipo de relaciones que tuve con ella., preguntó como para aclarar

- O sea que ella era machorra

- No, como crees

- Pues si dices que te lo hacía

- Pero eran solo fantasías, me complacía y ya

- ¿Asi nada mas?

- Bueno, yo la complacía a ella y eso le gustaba

- ¿La extrañas?

- Si, creo que me identifiqué con ella

- ¿Y ahora que haces, tienes novia o novio? Dijo riendo y disculpándose inmediatamente.

- No, pero por eso te hablo, me gustaría verte de nuevo, ¿Puede ser un día?

- Bueno, pero no se cuando, no tengo tiempo pues estoy todo el día en la tienda

- No importa, puedo ir un día a la hora de la comida que no esta tu papá.

- Bueno, si quieres pasa un día y platicamos.

Esa conversación, su voz, el recuerdo de las veces que le había tocado el pene y el me había tocado a mi la colita, pero sobre todo el recuerdo de que intentó dármelo pero que por el dolor que me causaba no se pudo me hicieron ser un tanto temerario en lo que le dije:

- No, no quiero platicar, te quiero ver a ti y terminar aquello que quedó pendiente.

- Tengo novia, contestó de manera defensiva.

- También tenías aquella vez que estuvimos a punto de hacerlo.

- Si, pero creo que ahora si ya me voy a casar.

- ¿Tienes relaciones con ella?

- Ja ja, exclamó, ¿estas loco? Si es bien puritana, es de las que dice que llegará virgen al altar.

- Entonces me imagino que estarás muy caliente.

- Un poco, hay veces que me voy con las chicas “malas - buenas”

- ¡Que desperdicio!, y tomando abiertamente la iniciativa agregué:: por eso, no te quiero para platicar.

- Ya te dije que no le hago.

- Si, ya se que “no le haces” pero “no le haces” con un chico, ¿Qué pasa si voy arreglado como niña?, ¿Te gustaría?, lo que verías sería una chica a la que le pudieras hacer las cositas que tu novia no te deja que le hagas. Esto lo dije a manera de lograr despertar en el la lascividad de sus deseos frustrados.

- No lo sé, es cuestión de verte pero es difícil, no lo creo, sabría que en realidad no eres niña

- Ya veras, cuando me visto como una niña soy en realidad una niña. Déjame lo intento, si se da, pues bien.

- No se. No estoy seguro

- Lo intento, repetí.

El me interrumpió diciendo que ya iba a regresar su papá, que le llamara después.

Le dije que lo haría y me despedí.

Me quedé pensando en lo que habíamos conversado y que el no había rechazado del todo el tema. Pensé que quizá finalmente resultaría lo que tanto había anhelado, además, Jaime me gustaba por su forma de ser, y por la fuerza de su cuerpo que a base de mover mercancía en la tienda era atractivamente musculoso, pero mas que eso, porque ya había sentido su pene en mis manos, su semen escurriendo entre mis dedos y lo mejor de todo, ya había sentido su virilidad en mi agujerito aunque en aquella ocasión no hubiera podido entrar. Todo eso lo convertía en algo altamente deseado para que fuera el primer hombre en mi vida.

25 may 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXVI

Capítulo LXVI Otra Primera Vez

No hablamos mas, ella me hizo el amor como le había pedido que lo hiciera. Me trató como una niña a punto de ser convertida en mujer todavía siendo niña. Me dijo cositas que me hicieron enloquecer. Me dijo que era una niña de apenas catorce años a la que su novio había invitado a su casa, que yo había ido sin permiso de mi mamá y que como no estaban sus papás, se daba la ocasión.

Me dijo que no me dejara desde un principio, que si me lo hacía era porque ya me tendría que haber excitado a tal grado que yo debiera perder la cabeza y olvidar que si me dejaba perdería mi virginidad.

Me hizo sentir realmente una niña defendiendo la pureza que de antemano sabía que iba a perder, que lo sabía desde que había aceptado ir a la casa de su novio sabiendo que no habría nadie ahí y que lo había confirmado al momento que entraron y que el cerró la puerta para de inmediato besarla y acariciarle el busto como señal de que ambos aceptaban el porqué estaban ahí.

Me acarició el busto y me besó por mucho rato, como conquistándome. Sacó a mi futuro amiguito íntimo de su estuche y lo colocó en la mesita de noche, a mi vista como si me estuviera abriendo el apetito a algo que de antemano sabía que iba a tener en mi.

Me siguió besando y acariciando los senos, hasta que me hizo respirar rápido y de forma entrecortada, tomo el pene de hule, se puso en la entrepierna, sobre la ropa y me dijo que lo agarrara sintiendo en mi mano su consistencia que era a la vez suave al tacto y rígida a la presión. Era diferente al pene de Jaime y de Fabián que ya había tocado, este no tenía la tibieza de aquellos pero me lo estaba dando una mujer y eso me excitó mucho.

Preguntó que si lo quería, le dije que si y a manera de regaño fingido me dijo que una niña decente no diría que si a la primera, mencionó que finalmente le pediría que me lo diera pero que eso sería mas tarde como producto de la excitación que ella iba a provocar en mi.

Me acarició y me dijo cosas que me gustaron mucho, como si realmente fuera una niña a punto de ser convertida en mujer. Después de muchas caricias fue ella quien me dijo que se lo pidiera, no lo hice por la pena que en mi papel de niña sentía, se suponía que ni siquiera hubiera cumplido mis quince años y no podía ser yo la que lo pidiera pero me dijo que si no se lo pedía no me lo iba a dar y me siguió fajando hasta que no pude mas y se lo pedí pero entonces me dijo que se lo tenía que pedir por favor. Me siguió besando y acariciando hasta que no pude aguantar mas y ya sin pena se lo pedí:

- ¡Si, si!

- “Si” ¿Qué?

- Si, dámelo

- ¿Por qué?, dijo esto esperando que se lo pidiera por favor pero le contesté:

- Porque lo quiero.

- No, si lo quieres tienes que pedirlo como se lo pediría una muchachita virgen a su novio para que no hubiera duda de que fue ella quien lo pidió

- ¿Cómo?

- Pídelo por favor.

- ¡Si, si, dámelo “por favor”

- ¿Qué quieres?

- Tu cosa esa.

- ¿Cómo se llama?

- Pene.

- Entonces pídelo por su nombre y dime “por favor”.

Decía esto a manera de mostrar que era ella quien tenía el control de la situación, eso me encantaba, me sentía plenamente en mi papel, como la chica que va a tenerlo por primera vez de manos de su novio y la veía e imaginaba como el chico que va a dárselo por primera vez a su novia.

La calentura estaba llegando a niveles que ya no podía controlar, me besaba en el cuello y me acariciaba con una mano los senos mientras con la otra detenía el consolador entre sus piernas haciendo que yo lo estuviera agarrando.

Se lo dije, lo hice con la convicción de que lo deseaba de tal manera, por la excitación que ella había provocado en mi. En ese momento le hubiera dicho lo que me hubiera pedido con tal de seguir. Le dije como ella quería que se lo pidiera:

- Dame tu pene por favor

No tuve que decir mas, me volteó de espaldas a ella, me levantó la falda y me quitó el bikini que cayó al suelo entre mis pies que moví para sacarlo de entre mis zapatillas de mujer. Después me pidió que me pusiera de rodillas en la cama y la cabeza sobre la colcha, me tenía dándole la espalda pues me iba a hacer suya. Yo lo hice sintiéndome un poco avergonzado ante esa postura que le daba todo mi trasero a ella para que hiciera con el lo que se le antojara. Pensaba que era un tanto humillante, pero me gustaba que asi fuera, pensaba que las chicas verdaderas hacen lo mismo cuando finalmente tienen ya relaciones con sus parejas y finalmente se ponen en las mismas posiciones o similares y pensar asi me gustaba.

Me quedé totalmente pasivo por unos segundos en lo que ella sacó un condón de la caja de los de relieve y lo aplicó al consolador, me sentía ridículo en la pose en la que estaba, mirando de reojo lo que ella hacía, me sentía con una humillación ficticia que me gustaba pues era una especie de sumisión ante ella que sería quien “me hiciera el favor” de mi primera vez.

Una vez que aseguró el condón en el consolador lo puso en la boca de mi agujerito y atacó suavemente como un centímetro hacia su interior moviéndolo en círculos y empujándolo gradualmente para dilatar la entrada del que en un momento sería su nido. Intentó empujarlo mas pero me dolía y le costaba trabajo entonces tomó un frasco de crema y se puso un poco en el dedo medio y luego me la aplicó directamente en mi agujerito. La sensación fue brutal, no penetró pero el contacto de su dedo en mi hoyito me causó una conmoción que no esperaba o siquiera imaginaba y que aún ahora me encanta recordar pues la firmeza de la yema de su dedo suavizada por la crema que lo lubricaba fue la confirmación del gozo de ese aspecto de mi sexualidad.

Dejó su dedo ahí, haciendo círculos de manera superficial elevando la sensibilidad de la entrada de mi cuevita. Pasados un par de minutos y ya con esa ayuda para que pudiera resbalar mejor “su pene” lo tomó y lo empujó despacio logrando una penetración parcial que aunque facilitada por la lubricación que daba la crema provocó en mi un leve quejido que al escuchar ella le hizo darme un momento de descanso pero sin dejar que la parte que ya estaba adentro se saliera.

Me preguntó si me estaba gustando a lo que le respondí que si, pero que a la vez me estaba doliendo un poquito.

- Es natural mamacita (en femenino), me dijo, estas entregando la flor de tu virginidad y eso siempre duele un poco pero no te preocupes, pronto va a pasar.

Me besó el cuello, me dijo cosas como que ya en un momento me iba a convertir en mujer real pues no obstante lo chiquita que estaba me iba a cambiar en señora y me acariciaba con una mano los senos y con la otra detenía al consolador para que no perdiera el camino que ya había logrado avanzar, pasados unos segundos volvió a embestir dilatando un poco mas la entrada.

Mi amiguito penetró un poco más en mi. Yo no sabía cuanto había entrado ni cuanto mas faltaba pero estaba seguro que ya no podría entrar mas pues estaba sintiendo un dolor que empezaba a no poder aguantar. Le dije a Raquel que asi estaba bien, que ya no lo metiera mas pues me estaba doliendo, ella dijo

- Ay mi reina, no sabes lo que es lastimar, además, si eres una niñita de secundaria es natural que estés apretadita y por eso te esta doliendo, pero no te preocupes, después te va a encantar.

- Si, pero ahorita ya no quiero mas, creo que ya no puede entrar mas.

Yo sentía que ya no podía, pero ella dijo:

- No seas tontito (en masculino), disfrútalo y aguanta, no falta mucho, ya va poco mas de la mitad.

¿Apenas la mitad?, pensé. Estaba seguro que no podría aguantar mas, estando en estas reflexiones ella empujó el consolador sin ningún tipo de consideración un poco mas dentro de mí. Creo que lo hizo para dejar claro quien era quien mandaba en esa situación. Me gustaba.

No le dije nada, yo había pensado que no podía entrar mas pero ella me demostró lo contrario y siguió haciendo los movimientos circulares los cuales me hacían sentir dolor pero también una enorme satisfacción. Poco a poco se fue dilatando mas mi agujerito y sentí como “su pene” avanzó unos centímetros volviéndome a causar un malestar que me recordaba que era mi primera vez como mujer.

Ella lo percibió y me preguntó si asi era como lo quería, le dije que si, pero que no me imaginaba que me iba a doler tanto, ella dijo:

- Ahorita te esta doliendo un poquito, pero después eso mismo lo vas a disfrutar tanto que hasta lo vas a andar pidiendo.

Empujó el pene un poco mas cosa que sentí claramente. Me pidió que me pusiera flojito lo cual hice con esfuerzo y lo empujó finalmente hasta su base que sentí tocando mi piel, me dijo:

- Ahora si mamacita, ya lo tienes todo adentro, ahora si ya no eres niña si no una adorable mujercita.

Al oír esto, no obstante el dolor que me causó la embestida final, me sentí en la luna. Ella empezó a manipular el consolador el cual prendió para que vibrara y lo sacaba y metía unos pocos centímetros haciéndolo muy lentamente en una simulación de un acto sexual muy sensual.

Me acordé de la vez que Jaime lo había intentado sin conseguirlo, esta vez ella lo hizo muy despacio y puedo decir que con amor y de esa manera logró dilatar mi agujerito para que aunque con un poco de dolor, finalmente lograra recibirlo todo.

La penetración había sido lenta y podría decirse que dentro de lo que cabe, fue hasta gentil pues poco a poco fue introduciendo “su pene” hasta que en su combinación de hule suave y a la vez rígido estuvo totalmente dentro de mí. La sensación que me provocó fue fantástica generándome una erección que ella tomó con una de sus manos. No era una erección total pues yo estaba arqueado hacia atrás para lograr la máxima penetración de mi “amiguito” pero ella empezó a manipular mi pene estimulándolo y dándome el doble placer de recibir al mismo tiempo uno también aunque fuera artificial. No sabía que pudiera existir tanto placer.

Ella retiró unos centímetros el consolador para en un movimiento rápido meterlo nuevamente hasta el fondo de mi hoyito y juntó su pubis a mi cadera haciendo presión sobre el para evitar que se saliera lo cual lograba empujándose como cuando un perrito se lo hace a una perrita. No era que me sintiera asi, si no que pensaba que era la manera natural en la que un hombre se lo haría a una mujer.

Pasó una de sus manos alrededor de mi cintura para tener el control del movimiento jalándome hacia ella cuando al mismo tiempo se empujaba, esto hacía un efecto de penetración real difícil de describir, y resultaba altamente placentero.

Con su otra mano buscó y encontró mi pene el cual manipuló haciendo su pellejito para arriba y para abajo en movimientos rápidos que acompañaban en su ritmo a los que hacía empujándose hacia mi. Era demasiado estímulo para poder resistir. La eyaculación que tuve fue enorme, cayó sobre el cubrecama sin que pudiera contenerla, ella me siguió haciendo con la mano recibiendo parte de mi semen mientras el consolador con su movimiento vibratorio seguía dentro de mi. Yo quería que lo sacara pero ella lo mantuvo, seguía estimulándome con el vibrador y entonces empezó a sacarlo y meterlo unos pocos centímetros a la vez que lo giraba en pequeños círculos. Le dije que ya era suficiente que lo podía sacar pero me dijo:

- No, ahora te voy a enseñar lo que es la feminización forzada.

- ¿Cómo es?

- Ya te viniste como mujercita y por eso ya quieres terminar pero imagina que tu novio no se ha venido y tienes que esperar con su pene adentro hasta que lo haga, de esa manera serás un poco como una mujercita real.

No le dije nada, mi libido había sido saciada y yo ya no deseaba realmente tener mas tiempo el consolador en mi, me sentía satisfecho pero ella lo mantuvo dentro mientras me decía que me moviera, que ella todavía no había terminado. No le entendí, ella no se suponía que “terminaría”, le pregunté:

- ¿Te vas a venir?

- Yo no, pero el pene que tienes dentro todavía no termina, recuerda, eres una chica que aunque ya haya terminado tendrás que seguir moviéndote hasta que tu novio termine, asi que lo vas a tener que aguantar adentro otro rato

Me gustaba el juego, no lo sacó si no hasta después de varios minutos y todo ese tiempo que transcurrió desde que yo me vine hasta que ella lo retiró de mi estuvo diciéndome cositas que me gustaron mucho. Esa fue la primera vez que escuché el término “feminización forzada”, ¡me encantó tener que dejar que el pene siguiera adentro de mi de manera forzada para satisfacerlo como si fuera un hombre aunque yo ya hubiera terminado!, me gustó imaginarlo de esa manera.

Después de esa vez, hablando de todo eso, decía que la calentura de hacer sexo como niña se pasaba después de tener un orgasmo y que era entonces cuando podía ver si verdaderamente era real que quería ser niña. Eso era la feminización impuesta o forzada. Si asi lo sentía era que solo me interesaba la feminidad sexual, pero que si después de tener un orgasmo como niña yo mantenía el deseo de permanecer en mis pensamientos femeninos, no era una feminización forzada si no una feminización natural.

Durante un tiempo, después de estar juntos y tener un orgasmo y eyacular y que pasaba esa intensidad del deseo sexual, ella me decía que saliéramos a la calle a comprar pan o cualquier cosa, pero entonces me decía que me quedara vestida de mujer a veces incluso me hacía que me pusiera faldas cortas y salíamos, eso, decía, era feminización forzada, según si lo sentía como algo que realmente no quería hacer o si lo hacía con el gusto de seguir en mi papel femenino.

Me gustaba cuando me hacía hacer la feminización después de algún orgasmo, me encantaba que me pudiera mantener en papel femenino aun después de haber terminado una satisfacción puramente sexual.

Así fue durante algún tiempo. Teníamos una verdadera amistad, llegábamos a hacer el amor pero no muy seguido, a veces yo le daba mi pene a ella otras ella me daba con el consolador ocasionalmente la retribuía con algo de ayuda económica con el pretexto de que era para comprar alguna cosa, no me molestaba hacerlo, siento que era algo justo para los dos. Yo no ganaba mucho pero lo poco que percibía generalmente lo gastaba con ella, no solo en actos de amor, si no en salidas las dos de niñas o ella de niña y yo de niño si es que teníamos poco tiempo y nos veíamos entre semana, yo le daba dinero de manera ocasional, ella siempre lo aceptaba pero fuera de algunas veces que me pidió cooperación para comprar algo en particular, solo aceptaba lo que yo le daba. Creo que ella encontró un balance justo entre mantenerme erotizado constantemente y que yo le compensara de esa forma.

Se puede decir que le pagaba por esos momentos pero la verdad es que el dinero que le daba era poco, no siempre lo hacía y era mas bien como para pagar un gasto que hiciéramos juntos, nunca sentí que ella abusara, hasta le fecha, la sigo queriendo en muchos sentidos aunque ya no la veo tanto como quisiera.

Todo ese tiempo que estrechamos nuestra relación no sentí deseos de estar con nadie mas, especialmente del sexo masculino ya que ella cubría esa necesidad y aunque el consolador no era un pene real, el hecho de que ella me lo diera y con todas las cosas que me decía cuando lo hacía satisfacían mi libido femenina de manera amplia y suficiente, especialmente por las fantasías que me platicaba cuando me hacía el amor.

Ella también recibía de mi un pene real, con erecciones derivadas de las feminizaciones que me ayudaba a complementar. Se puede decir que nos complementábamos, quizá no de una manera idónea, pero suficiente para sentirnos bien.

No obstante, pienso que fui yo quien mas disfrutó de esa época, esas fantasías me enloquecían, me hizo ser en la imaginación diferentes tipos de mujer, desde la niña de secundaria que lo recibe por primera vez hasta la zorrita que le tiene que hacer sexo oral al macho que paga por ella. En esas ocasiones yo chupaba ante ella el consolador que se ponía entre las piernas protegido siempre por un condón para mantener su higiene, ella reía y me hacía hacer lo que cualquier mujer le haría a su hombre de quien estuviera enamorada, en el fondo, era juego, pues el pene era artificial, no obstante por muchos meses cubrió muy bien esa función.

Mantuvimos este tipo de relación por algún tiempo pero después ella conoció a un chico con el que empezó a salir.

Me dijo que pensaba que podía llegar a tener con el una relación a largo plazo y que en su condición de mujer sola le convenía pensar en formarse como pareja, lo que no era posible pensar en hacer conmigo por la marcada diferencia en nuestras edades.

Me dolió muchísimo. Ella decía que no habíamos terminado, que nuestra amistad seguiría pero yo sabía que no iba a ser lo mismo. Ya no la pude seguir visitando pues finalmente se juntó con el y después solo nos hablábamos para saludarnos, lo cual hacemos hasta la fecha. La verdad es que ha sido la mejor relación que haya tenido con cualquier persona en mi vida.