31 mar 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. XLI

Capítulo XLI, Evidencias

Ese lunes que era mi primer día de trabajo llegué a la casa y me cambié rápido. Al quitarme el pantalón que me había llevado a la escuela para ponerme el otro que tomé de entre la ropa de mi hermana y que me llevaría para mi primer día de trabajo, me percaté que tenía puestas mis pantaletas tipo bikini. Pensé en si me debería poner trusa pero ya casi no las usaba, decidí que no, no había nada diferente en ir asi a la escuela o a trabajar, ni modo que me anduvieran viendo.

Llegué poco antes de las tres de la tarde, don Melquíades se retiró y dijo que volvía pasaditas las cinco. Ese día pienso que el estaba inquieto por como sería su ausencia pues regresó como cuarto para las cinco.

El trabajo tal como lo explicó era relativamente fácil, era rellenar los anaqueles del frente de la tienda tomando producto de la trastienda, lo único un poco complicado era que se tenía que anotar en una tarjeta lo que se había tomado y restarlo del apunte anterior de la misma tarjeta haciendo un cálculo para determinar el nuevo saldo que al comparar con la cantidad que había real a la vista servía de punto de control. Esta revisión la hacia directamente don Melquíades todos los lunes por la mañana cuando había menos movimiento en la tienda.

Pasaron varias semanas, Jaime era amable conmigo, cuando no había gente en la tienda y que yo ya había acabado el resurtido de los anaqueles y apuntado las cantidades en las tarjetas me quedaba en el mostrador para ayudarlo a atender clientes y cuando estábamos solos platicaba con el.

Mi libido empezaba a manifestarse de manera mas franca y deseaba con mas frecuencia que alguna de las fantasías que acompañaban mis auto estimulaciones pasaran a poder ser realidad, si no de manera plena, al menos parcialmente. Sin percibirlo de manera clara Jaime empezó a formar parte de mis fantasías

El y yo comenzamos a tenernos mas confianza y platicábamos de varias cosas, en una ocasión me preguntó si tenía novia y le dije que no, me preguntó que porqué, le comenté que porque las mujeres son muy complicadas además tenía que estudiar y estaba trabajando y no me quedaba mucho tiempo, ni ganas, aventuré a decir en un plan en que el pudiera identificar que realmente no me atraía tener novia. Teníamos de ese tipo de pláticas. El si tenía novia pero que la veía poco por cuestiones del trabajo.

Yo tenía cada vez más cordialidad con el, la cercanía física de todos los días, su manera de ser, las pastillas de mi mamá que estaba tomando y en fin, todo lo que había fantaseado en mis auto estimulaciones se acumuló para hacerme sentir especial cuando estábamos solos e imaginar y fantasear que el pudiera algún día acariciarme. No era porque me gustara como hombre, mas bien era porque era un chico que estaba muy cerca de mi durante dos o tres horas cada día y era con el que veía que tal vez….

Imaginaba que pudiera tener un acercamiento con el, me la pasaba suponiendo que fuera el primero que me pudiera acariciar los senos. Lo imaginaba, lo fantaseaba y empecé a desearlo. Lo volteaba a ver con mucho cuidado cuando el no se daba cuenta, con pena, posaba mi mirada en su entrepierna con rápidos vistazos para que el no lo percibiera. Volvía a casa y mis fantasías subieron de tono, imaginaba que el me pudiera tocar los senos y acariciar y fueron las primeras veces que me imaginaba que yo lo podía tocar también, acariciar su pene. Pensar en eso me apenaba conmigo mismo, pero fue la fuente de muchas auto estimulaciones.

Quería que el se diera cuenta de esto no porque el me gustara en especial, mi mente no podía aceptar que me gustara un chico, si no que fuera el como una especie de instrumento que me acariciara para cumplir mis fantasías.

Este pensamiento se fue adentrando en mi dando lugar a un deseo que ocupaba mi mente casi todo el día y que se profundizaba cuando salía de la casa para ir a trabajar, Pensaba en que hacer para que de manera no evidente el percibiera ese deseo. Mi excitación me hacía perder la inhibición poco a poco cada día mas, estaba dispuesto a tomar un poco de riesgo para que el se diera cuenta de ese deseo que tenía, pero no sabía como reaccionaría y eso me detenía y no sabía de que manera poder hacer para que el lo notara de una manera discreta que no generara una reacción negativa en caso de que esas cosas lo escandalizaran.

Pensé que una manera sería el usar pantalones que fueran indudablemente de mujer para ir a trabajar, no quería que don Melquíades se diera cuenta de que pudiera usar ese tipo de pantalones, pero quería que Jaime lo viera. De esa manera sabría que los usaba y quizá pudiera dar pie a un acercamiento que yo sentía cada vez mas como una necesidad que me quemaba.

Comencé a ponerme pantalones de mezclilla de Claudia, muy apretados y con bolsas pequeñas al frente pero sin bolsas en la parte de atrás. Ella tenía también unos que eran tipo “strech” muy entallados y que por el tipo de tela todavía parecían ser mas ajustados.

Jaime lo empezó a notar, un día me preguntó que si no me incomodaba usar los pantalones tan entallados, que si no me lastimaban la entrepierna.

Me gustó que me preguntara, esa era mi intención pero me puse un poco nervioso eso quería decir que ya había notado que los pantalones me quedaban entallados, como los de mujer, eso era lo que deseaba, que el se diera cuenta de que estaba usando pantalones de mujer, pero no sabía que decir ni como reaccionar.

Era lo que estaba buscando y ahora lo estaba consiguiendo. Me armé un poquito de valor, mi libido dio paso a una poderosa excitación que condujo mis respuestas dejando atrás la prudencia para convertirse en canalización de la transformación de esas miles de fantasías a posibles realidades, sin embargo no quise arriesgar demasiado asi que le dije que no me lastimaban, que me quedaban un poco entallados porque eran unisex y que los comprábamos asi porque los usábamos indistintamente mi hermana o yo

Me dijo que no eran unisex, si no de mujer por el tipo de bolsas muy chiquitas al frente y ninguna bolsa atrás, además, el cierre de la bragueta era minúsculo.

Esa era la oportunidad, pensé en qué decir y me atreví a comentarle:

- Bueno, si, son de mi hermana pero los usamos como unisex pues me gusta usarlos un poco entallados.

- Pero te quedan muy entallados.

- Si, pero asi me gusta

Se me quedó viendo como meditando y preguntó

- ¿Entonces tu hermana y tu tienen la misma talla?

- Bueno, de hecho yo soy unos centímetros mas alto que ella, pero prácticamente tenemos la misma talla, nos queda la misma ropa

Dije esto tratando de revelar que en ocasiones usábamos la misma ropa, es decir ropa de mi hermana, de esta manera la excitación que sentía me hacia avanzar temerariamente en la conversación pero no sabía como reaccionaría el asi que agregué

- Me refiero que a veces compramos cosas tipo unisex, de esa manera nos podemos poner más cosas y hacer más combinaciones.

- Si, pero este pantalón no es unisex.

Pensé que el ya se había dado cuenta de que se trataba claramente de un pantalón de mujer, le dije:

- No, pero me gusta como me queda, asi que como si lo fuera.

Al decir esto traté de ver su cara para adivinar su reacción

- O sea que los usas aunque sabes que son pantalones de mujer.

- No, bueno, si, pero pueden parecer unisex.

- Si, pero tu los usas porque son de mujer, no porque puedan parecer unisex.

Pensé que a lo mejor el pudiera reaccionar mal asi que le dije:

- No, más bien los uso porque me gusta como me quedan.

- Por eso, te quedan asi de entallados porque son de mujer, ¿y te gusta que se te vean asi, muy pegaditos?

Recapacité que su reacción si no de aceptación por lo menos no había sido de rechazo

- Pues si, me gusta que se me vean asi, me gusta mucho que me queden asi de entallados. Se que no es común, pero a mi me gusta.

Al decir esto sabía que me estaba adentrando ya demasiado en la conversación, sin embargo, la excitación que tenía al hablar del tema era muy grande.

La plática terminó pero me quedé muy contento de que el supiera esa parte de mis gustos y que no hubiera habido alguna reacción desmedida. Me gustaba que el supiera que usaba los pantalones que usaba mi hermana y no se hubiera alarmado.

Pasaron los días, yo seguía seleccionando pantalones particularmente entallados y playeritas cortitas, no me quería ver afeminado, pero quería que fuera evidente para el que usaba esa ropa “especial”

28 mar 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. XL

Capítulo XL, Trabajo

Las hormonas y la sexualidad propia de la edad fueron elementos que evolucionaron mi libido. Cada vez disfrutaba mas el vestirme de manera que les resultara atractiva a los chicos, empecé a hablar de mi en femenino y no es que me gustaran los muchachos, eso aún con la ayuda de las hormonas no me era fácil de aceptar todavía, pero me gustaba que yo les pudiera gustar a ellos, era una especie de comprobación de que podía pasar como mujer.

Pasé a tercer año en la prepa y mi mamá insistía que debía de trabajar, no porque ella necesitara el dinero si no porque no era bueno que estuviera yo de vago, decía ella.

Yo me resistía pues dejaría de tener el tiempo libre para mi pasatiempo cuando llegaba de la escuela, pero pensé que trabajando podría juntar dinero para comprarme algunas cosas si quisiera.

Tendría que ser un trabajo de solo por las tardes y que estuviera cerca de la casa para tener tiempo de llegar de la escuela y salir no muy tarde para volver a casa a hacer la tarea. Busqué en los negocios de unas cuatro o cinco cuadras a la redonda para ver si requerían de algún tipo de ayudante pero sin resultados.

Un día que fui a la tienda a comprar un refresco para comer vi un anuncio que decía que se solicitaba ayudante de medio tiempo. Lo leí y al verme leyendo el dueño me preguntó si no quería trabajar. Le pregunté que en donde y me dijo que ahí, en la tienda, que el necesitaba de alguien que ayudara para que el pudiera empezar a ir a su casa a comer y que si podía trabajar de tres de la tarde a las cinco y media que el regresaría. No me quedaría solo, pues su hijo se quedaría a cargo, pero me ofrecía el trabajo para que siempre hubieran dos personas para poder atender bien a la clientela.

Bueno, estaba buscando trabajo con no muchas ganas de encontrarlo y de repente se me presentaba la oportunidad de un trabajo a una cuadra de mi casa, no toda la tarde si no dos o tres horas que me dejarían tiempo libre, si no para arreglarme si para poder hacer mi tarea, el problema era que los sábados era de las tres de la tarde hasta las nueve de la noche porque los sábados había mas gente y estaríamos los tres, el su hijo y yo.

Le pregunté que cuanto me pagaría si me quedaba con el trabajo, me contestó que el sueldo mínimo pero que me daría lo de cuatro horas aunque nada mas trabajaría dos horas y media y que el sábado me pagaría lo de ocho horas aunque nada más trabajara seis.

- ¿Cuál sería la cantidad del pago? Le pregunté.

El sacó una calculadora e hizo una estimación y me dijo la cantidad. Le comenté que tenía que verlo con mi mamá y que le decía al día siguiente.

- No hay prisa, es solo un pensamiento que tengo de poder ir a comer a la casa, no me urge pero si tu mamá te dice que si entonces empiezas para el lunes que viene, ¿te parece?

- Si, le contesté en una especie de entusiasmo e incredulidad de que se estuviera presentando esa oportunidad.

Esa noche le conté a mamá, ella se alegró de la oportunidad que se me presentaba, me dijo que el sueldo no era muy alto pero que se compensaba pues no tendría que pagar pasaje para ir a trabajar y que además el horario era muy conveniente para darme tiempo a poder hacer mis tareas de la escuela, solo había un “pero”, era lo de la comida, tendría que comer algo muy sencillo al llegar de la prepa para irme a tiempo y podría comer en forma a las cinco y media que regresara, todo lo demás le parecía muy bien.

Yo pensé para mis adentros que el horario me restringiría poder vestirme con mis cosas, pero que al menos podría ir a trabajar como lo hacía al ir a la escuela, es decir usando mi ropa interior de niña, hasta me podría dar tiempo de llegar a la casa y cambiarme los pantalones de niño por unos de niña, claro, no podría ser tan obvio pues estaría muy de cerca con el hijo del dueño que se quedaría a cargo de la tienda en tanto que su papá se iba a comer y no quería que fuera a notar abiertamente que los pantalones eran de mujer, pero si podría llevar pantalones de los que yo llamaba unisex, generalmente de mezclilla que aunque se veían que en realidad eran de niña por lo entallados, el tamaño de las bolsas, el tipo de dibujo o bordado que tenían y el tamaño pequeñito del cierre, no eran tan obvios como otros que a veces había usado para salir a esa misma tienda y que tenían el cierre de lado o incluso en la parte de atrás.

Al día siguiente, al llegar de la prepa me cambié, me puse un pantalón de mezclilla de mi hermana que estaba un poco apretado de las piernas y fui asi a decirle al dueño de la tienda que si podría trabajar con ellos, me dijo que le daba gusto, que el se llamaba don Melquíades y su hijo se llamaba Jaime.

- ¡Jaime!, llamó a su hijo que estaba en la trastienda.

El muchacho se presentó en el frente, yo lo había visto muchas veces cuando había ido a la tienda pero no me había fijado en el, digo, no tenía porque hacerlo hasta entonces.

Era un chico de unos veinte años, trabajaba con su padre todo el día por lo que se entendía que no estudiaba, era apenas un poco más alto que yo, pero no tanto como su papá. Estaba delgado, pero se veía fuerte, se asomó de la trastienda reportándose con su papá en muestra de obedecimiento.

- ¿Dime?

- Mira el es…

Volteó a verme y me preguntó que cual era mi nombre

- Alberto dije con inseguridad y voz apenas audible

- Bien, continuó, el es Alberto, es el chico que te dije que nos va a venir a ayudar para que yo pueda ir a comer a la casa, el va a la escuela asi que llegará mas o menos a las tres de la tarde y te ayudará hasta las cinco y media que yo regrese.

Continuó dirigiéndose a mí.

- A esa hora es poco el movimiento, hay clientes pero mas bien la ayuda que nos vas a dar es para que mientras Jaime atienda a los clientes tú resurtas los anaqueles reponiendo lo que se haya vendido por la mañana en que el movimiento es mas fuerte. No es una actividad muy pesada, las mercancías están en la bodeguita en la trastienda, es solo buscarlas y traerlas para acomodarlas en su sitio en los anaqueles, en los lugares que les toca.

También, agregó, si llegan a juntársele lo clientes a Jaime entonces dejas lo que estas haciendo y le ayudas, asi poco a poco irás aprendiendo donde están las cosas y Jaime te va a ir diciendo los precios que no encuentres, aunque toda la mercancía esta debidamente marcada, asi que no será difícil, ¿esta claro?

- Si señor, le contesté

- ¿Y tu Jaime, quieres preguntar algo?

- No, esta bien.

- Bueno, dijo don Melquíades, empiezas el lunes, ¿esta bien?

- Si señor.

- Te pagaré por semana los sábados.

- Gracias, repliqué. Me despedí y salí de ahí muy entusiasmado.

26 mar 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. XXXIX

Capítulo XXXIX, Definiciones

Pasaron semanas y meses, cumplí los 17 años y seguía tomando las hormonas, dos pastillitas a la semana, mamá nunca notó que yo le tomaba de sus pastillas. No me crecía el busto pero los pensamientos que me provocaban eran deliciosos y me instaban a seguirlas tomando, pensaba que quizá esos pensamientos y fantasías eran resultado de que las hormonas me estaban feminizando poco a poco, si no físicamente si al menos de manera emocional, pensarlo de esa manera me gustaba, me encantaba tener pensamientos que imaginaba que podría tener cualquier mujer y me regocijaba que pudiera ser asi.

Mis rasgos seguían igual y no caminaba ni hablaba amaneradamente, el efecto era mas bien que mis fantasías eran casi siempre en sentido femenil, es decir, yo en aspecto y actitudes femeninas. Hacía tiempo que no me autoestimulaba pensando en hacer sexo o acariciar a una mujer, era mas bien una especie de neutralidad con leve inclinación a una sexualidad semi pasiva que disfrutaba en una fantasía repetitiva; me imaginaba ser mi hermana y recibir las caricias de Alfonso y en esos momentos tocarle yo el pene. Era todo lo que alcanzaba a fantasear antes de tener eyaculaciones que disfrutaba mucho. No sabía si estos pensamientos eran producto de las hormonas que tomaba o alguna inclinación de preferencias que yo tuviera pero me complacía mucho que fuera asi.

Ya estaba yo en segundo de prepa y mi mamá me decía que tenía que buscar trabajo, que no le gustaba verme “de vago” todas las tardes en la casa. Yo llegaba, hacía mi quehacer, comía la comida que mamá había preparado desde la noche anterior y después casi siempre me cambiaba a ropa de mujer, según si tenía que salir a comprar algo solo me ponía pantalones y blusas unisex, y no me ponía brasier, pero si me iba a quedar en la casa me ponía falda mas que vestidos y usaba brasier con el relleno de estambre. Fantaseaba con ser una ama de casa joven que se arreglaba muy bien para verse bonita cuando llegara el marido.

Había veces que me sentía muy excitado entonces me ponía falda y bajaba al estacionamiento del edificio, pero me arreglaba con cuidado, como tenía el cabello mas o menos largo me peinaba con la pistola de aire caliente o a veces, antes de bajar me ponía unos tubos pequeños en la cabeza para después quitármelos y peinarme de tal manera que el cabello se me viera como de mujer para que en caso de encontrarme a algún vecino o vecina pensara que era yo una visita dentro del edificio, entonces salía al estacionamiento, caminaba hasta el segundo edificio desde la entrada a la unidad y me regresaba. Otras veces en pantalón y playera salía a la calle, iba hasta la esquina pasando por la entrada de todas las unidades habitacionales que había en la cuadra y me regresaba.

Yo quería tomarme algunas fotos pues sentía que cada vez me podía arreglar mejor y estaba segura que parecía una mujer real. La voz la fui modulando y aprendí a hablar quedito para que no se reconociera como la vos de hombre aparentando ser mujer, si no la de una mujer real, esto como una manera de enfrentar un dialogo el día que me atreviera a hablar con alguien.

Salía de la prepa en donde tenía pocos amigos y amigas pues casi siempre al salir me regresaba inmediatamente a la casa. Yo sentía cada vez mejor control de mi imagen femenina. Me empecé a vestir de manera natural, sin usar faldas pequeñas si no de tamaño normal

Cuando llegaba a animarme a salir hasta la calle me daba miedo, pero era un miedo muy especial que me provocaba una sensación de exaltación que disfrutaba mucho. Me sentía confiado pues estaba convencido de que realmente parecía mujer y que no pasaría nada siempre y cuando no saliera vestido demasiado estrafalario u obvio, con minifaldas o cosas que llamaran mucho la atención.

Las mas de las veces que llegué a salir a la calle fue con pantalones, eso si, los usaba muy entallados pero con blusones o suéteres largos para disimular el efecto un poco.

Un día que me sentía especialmente femenina me puse una falda de mezclilla, recta que me llegaba a media pantorrilla. Me puse una blusa blanca con un bordado de una rosa roja en la parte izquierda del pecho y que resaltaba por quedar exactamente a la altura del busto, la blusa era de botones al frente los que abroché hasta la parte superior. Llegué a la puerta donde estaba el policía a quien no volteé a ver pero que de reojo vi que me saludó respetuosamente tocándose la gorra con el dedo índice de la mano derecha. Al pasar giré la cabeza levemente y vi que me estaba mirando las piernas subiendo discretamente la mirada hacia mi busto. Me acordé de lo que decía Alfonso de que los hombres siempre les ven a las mujeres el busto y las piernas, pero en este caso, el policía me estaba volteando a ver las pompas, pero cuando vio que lo miré inmediatamente desvió la mirada.

Salí solo unos metros fuera de la unidad, me había propuesto ir hasta la tienda que estaba al final de la cuadra cruzando la calle. Tenía miedo de ir hasta allá pues tendría que pasar por enfrente de las otras tres unidades y caminar toda la cuadra. Ya lo había hecho antes, pero siempre usando pantalones. Finalmente me ganó el sentimiento de prevención por no saber qué podría pasar asi que mejor me regresé como si se me hubiera olvidado algo. Volví a ver al policía que se me quedaba viendo con esa mirada de libidinoso encubierta por una mirada de respeto. Pensé en lo incomodo que es para las mujeres que las miren asi, pero en mi caso, el pensar que pudiera despertar en un hombre miradas de deseo era algo que me excitaba muchísimo, me felicité una vez mas de estar tomando esas fabulosas hormonas que me permitían deleitarme con ese tipo de pensamientos.

Esa noche pensé en esa mirada de hombre sobre mi cuerpo y me agradó. Nuevamente pensé en el efecto de las hormonas pues hacían que se me quitara la pena conmigo mismo al tener ese tipo de pensamientos. Por primera vez me figuraba a un hombre teniendo pensamientos lascivos sobre mi imagen… ¡y me empezaba a gustar!

Ese vigilante fue durante unas semanas la fuente de inspiración de fantasías y libidinosidad pues llegaba yo a la casa en mi imagen de niño y deliberadamente me preparaba y vestía de manera especial y caminaba hasta la entrada de la unidad, como paseando, salía, daba unos pasos hacia la esquina de la cuadra, la que quedaba mas cerca de nuestra unidad y me regresaba. Yo sabía que mi imagen de niña le gustaba a ese policía y entonces comencé a experimentar el poder que las mujeres tienen en los hombres a través de la vestimenta y la coquetería. Yo no coqueteaba con el guardia, me limitaba a pasar frente a el sabiendo que el me miraba pensando que eso lo calentaba, lo que me calentaba a mi también.

Me vestía casi cada día con faldas no muy cortas, pero si muy expresivas de feminidad, generalmente con diseños de corte tipo “A”, sabía que al pasar frente a el estaría mirándome, yo no quería que pareciera que solo me le estaba exhibiendo, entonces salía de la primera unidad de la cuadra que era donde vivíamos y me metía en la segunda y me iba hasta el fondo, de esa manera no estaba en la calle nada mas que unos cuantos segundos y de inmediato entraba al resguardo de la segunda unidad en donde había otro policía que de igual manera me saludaba y de igual manera se me quedaba viendo, entonces caminaba hasta el fondo de la segunda unidad pasando frente a los chicos que jugaban en el estacionamiento asi como de los muchachos y las muchachas que platicaban fuera de los edificios. Sentía la mirada de ellos pensando que les `podía resultar atractiva y la de ellas en una especie de celos o intolerancia a una chica (yo) que atraía la mirada de los chicos que estaban con ellas.

Me sentía seguro, pues aunque las faldas las usaba un tanto cortas no había peligro pues estaba dentro de la unidad.

Regresaba al portón de esa segunda unidad y veía como según me acercaba a la entrada a varios metros antes el policía se me quedaba mirando con mirada de hombre, que yo mas tarde en mis fantasías recordaba con claridad, era una mirada de deseo contenido disimulada por una actitud de saludo con cortesía. Igual pasaba con el policía que cuidaba la entrada de nuestra unidad. Recordar esas miradas que expresaban un mal disimulado deseo carnal, deseo de mi como mujer, me provocaba erecciones deliciosas una vez que regresaba a casa.

Las hormonas estaban haciendo su tarea y me gustaba, me hacía sentir libre de mis pensamientos y poder fantasear sin sentimientos encontrados ni tener mas pena conmigo mismo por tener ese tipo de fantasías mismas que pronto se transformarían en deseos..

22 mar 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. XXXVIII

Por aquel entonces yo ya usaba de manera regular ropa interior de mujer, generalmente era de la que mi hermana iba desechando, que yo aceptaba pues sentía algo especial de ponerme ropa que ella ya hubiera usado; me hacía sentir que se refrendaba el hecho de que hubiera sido ropa de mujer “probada”, eso me gustaba de manera especial..

Cuando llegaba a la casa y que no estaban ni Claudia ni mi mamá me arreglaba de manera plena, a veces con pantalones o a veces faldas o vestidos, pero siempre usando brasier, usaba de diferentes tipos que rellenaba con bolas de estambre o medias que por su suavidad podían dar la apariencia de senos naturales y lograba un magnífico efecto, esto me hacía crecer el anhelo que desde hacía tiempo tenía de tener senos verdaderos. Desde hacía años fantaseaba con tener busto y que un chico me lo acariciara de manera especial. Eran pensamientos encontrados, como desde hacía tiempo los tenía, por un lado anhelaba que un chico me tocara el busto, por el otro sentía una especie de pena conmigo mismo de tener este tipo de deseos.

Mi hermana no sabía de estos pensamientos, sabía que me vestía usando todo esto, pero pensaba que era ocasional, y no se figuraba que al vestirme yo tuviera este tipo de pensamientos y menos porque conversábamos poco por las diferencias en nuestros horarios.

Una noche ya que mamá se había ido a dormir volvimos a platicar tocando el tema. Ella mencionó que se daba cuenta que en ocasiones sus cosas estaban acomodadas de manera diferente a como ella las había dejado, me preguntó si me seguía arreglando con las cosas que tenía de ella: Tratando de no ser cínico le contesté que si, pero que era solo en ocasiones. Me preguntó que por que lo hacía y le dije como siempre, que era porque me gustaba imaginar que podía haber sido mujer y resultarle atractiva, como niña a los chicos y que un día alguien me ligara y pudiera entonces recibir caricias en el busto, que era una de las cosas que mas anhelaba cuando me vestía con sus cosas. Ella decía que me acostumbrara a que eso no podría ser nunca, pues como hombre nunca iba a poder tener busto.

- Por eso son las fantasías, le contesté

- Pero nunca podrán ser realidad.

- Por eso son fantasías, repetí

- Bueno, pues que sean tus fantasías, cada quien es libre de pensar en lo que quiera, y si tienes de ese tipo de fantasías pues muy tu onda, solo, no me las cuentes.

- No tiene nada de malo, son únicamente fantasías

- De cualquier manera guárdatelas para ti.

Claudia aceptaba aunque no aprobaba todo eso yo hubiera preferido que me lo permitiera. Imaginaba un día salir las dos a la calle como hermanas, se lo dije:

- Esta bien, no te comentaré nada de eso, pero tengo otra fantasía, sería poder salir un día las dos a la calle a caminar, como dos hermanas.

- “los” dos

- ¿Qué?

- Si, “los dos” no las dos, podrás tener muchas fantasías pero eres hombre.

- Bueno, lo que sea. Una de mis fantasías es que pudiéramos salir “los dos”, pero yo como si fuera tu hermanita.

- Ya te dije que no, que no me gusta y que nunca podrá ser, eres hombre y no voy a acceder, si ya de por si me paso dejándote a veces algunas de mis cosas. No, no quiero contribuir a mas que eso.

Yo hubiera querido que mi hermana me acompañara a salir. Ella no sabía que yo lo había hecho ya, pero quería hacerlo con ella sin embargo nunca aceptó, a mi me hubiera gustado ser como dos hermanas, ir a fiestas y a comprar cosas, pero nunca fue, sin embargo, ahora en retrospectiva pienso que tuve bastante de su apoyo con lo que me dejaba hacer.

Por ese tiempo mamá empezó a sentirse a veces un poco mal, le dolía todo y siempre estaba cansada, sudaba y tenía bochornos y siempre andaba echándose aire con un abanico de mano. La oí mencionar que era la menopausia y fue al doctor, el le recetó unas pastillas que tomaba a diario y que la mejoraron, se trataba de hormonas que complementaban las que ella por su edad iba perdiendo, disimulando interés le pregunté que era “eso” que tomaba y me contestó:

- Son hormonas que me recetó el doctor

- ¿Para que?, le pregunté

- Son hormonas que mi cuerpo esta dejando de producir y que al tomarlas hacen que nuevamente el nivel de hormonas que tengo en el cuerpo se recupere.

- Si, pero ¿de que son esas hormonas?, ¿para que sirven?

- Son hormonas femeninas que la mujer deja de producir cuando llega a una edad como la mía, entonces te las recetan para hacer que tengas el nivel que normalmente debes de tener.

- ¿A los hombres les pasa igual?

- Si, pero no les afecta igual. Los hombres también pierden hormonas cuando llegan a cierta edad pero no tienen los síntomas que las mujeres tienen cuando les faltan a ellas, por eso las mujeres las deben de tomar, para recuperar el nivel que deben de tener normalmente.

Estuve pensando en eso durante muchos días, o sea que las pastillas eran hormonas femeninas. Muchas noches pasé imaginando cosas, pensaba que si a lo mejor me tomaba algunas me pudiera crecer el busto un poquito. No sabía cuantas pero pensaba que solo algunas.

Llegaba de la escuela y entraba al cuarto de mi mamá y veía el frasquito con las “pastillas mágicas”. Asi pensaba que eran pues imaginaba que podrían hacer que me creciera un poco el busto, no mucho, solo para tenerlo como el de una niña de unos trece o catorce años, al principio de su formación. Veía el frasquito con las pastillas en la mesita de noche de mi mamá, lo abría y las miraba y me preguntaba que pasaría si yo las tomara, no tanto como mamá, pero si una o dos y no siempre, solo un poco para tener un efecto bajo, pero sentirlo y disfrutarlo.

Pensaba y me decía que si mamá las tenía que tomar diario para poder recuperar su nivel de hormonas no pasaría nada si yo tomaba una o dos a la semana. Quizá hasta tres y asi las hormonas me hicieran crecer un poquito el busto.

Decidí que tomaría unas cuantas, .solo algunas por unos días y esperar a ver que pasaría. Me esperé a que mamá comprara un nuevo frasco y ese día al regresar de la prepa me tomé una pastilla. Sabía que el efecto no iba a ser inmediato sin embargo, de manera anímica por el solo hecho de habérmela tomado me empecé a influenciar pensando cuándo se me empezaría a notar que me estuviera creciendo el busto y que mientras me llegaba a crecer pudiera tener pensamientos de mujer. No quería el busto muy grande, no quería problemas ni con mamá ni con Claudia, solo tener la sensibilidad de una niña de unos catorce años.

Me empecé a tomar las pastillas dos veces a la semana y pasaron dos o tres meses pero el busto no me crecía nada, mas sin embargo noté que mis fantasías sexuales se hacían mas pronunciadas y por primera vez comenzaba a imaginar que además de que me acariciaban el busto yo le tocaba el pene al chico que me acariciaba. No se si era efecto de las hormonas, o el despertar de mi sexualidad por la edad pero esas fantasías eran extremadamente agradables para mi. Me daba pena conmigo mismo el imaginar poder tocar el pene de un chico tal como había visto hacía algunos años que Claudia se lo tocó a Alfonso cuando el le acarició el busto, me daba pena imaginarlo, pero disfrutaba de hacerlo.

Estas fantasías eran cada vez mas recurrentes. Sentía una especie de pena conmigo mismo por pensar de esa manera, pero me provocaba erecciones muy placenteras y en la intimidad ese tipo de pensamientos me hacía tener unas eyaculaciones que disfrutaba mucho.

21 mar 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. XXXVII

Capítulo XXXVII, Feminidad

Por aquel entonces yo ya usaba de manera regular ropa interior de mujer, de hecho cuando Claudia se comparaba ropa interior, de vez en vez sacaba de su cajón algunas cosas que metía en una bolsa y decía:

- Voy a tirar esto, a lo mejor hay algo que quieras.

Yo aceptaba, había algo especial que sentía de usar ropa que ella ya hubiera usado, me hacía sentir que se refrendaba el hecho de que hubiera sido ropa de mujer “probada”, eso me gustaba de manera especial..

Cuando llegaba a la casa y que no estaban ni Claudia ni mi mamá me arreglaba de manera plena, a veces con pantalones o a veces faldas o vestidos, pero siempre usando brasier, usaba de diferentes tipos que rellenaba con bolas de estambre para dar la apariencia y la suavidad de senos naturales y lograba un magnífico efecto sin embargo anhelaba tener senos verdaderos, desde hacía años fantaseaba con tener busto y que un chico me lo acariciara de manera especial. Eran pensamientos encontrados, como desde hacía tiempo los tenía. Anhelaba que un chico me tocara el busto, pero al mismo tiempo sentía una especie de pena conmigo mismo de que asi fuera.

Mi hermana no sabía de estos pensamientos, sabía que me vestía usando todo esto, pero pensaba que era ocasional, platicábamos poco por las diferencias en nuestros horarios.

Una noche ya que mamá se había ido a dormir volvimos a platicar de todo esto, me preguntó si me seguía arreglando y le dije que si, y me preguntó que por que lo hacía y le dije como siempre, que era porque me gustaba imaginar que podía haber sido mujer y resultarle atractiva, como niña a los chicos y que un día alguien me ligara y pudiera entonces recibir caricias en el busto, que era una de las cosas que mas anhelaba cuando me vestía con sus cosas. Ella decía que me acostumbrara a que eso no podría ser nunca, pues como hombre nunca iba a poder tener busto.

- Por eso son las fantasías, le contesté

- Pero nunca podrán ser realidad.

- Por eso son fantasías, repetí.

En esas semanas mamá empezó a sentirse un poco mal, le dolía todo y siempre estaba cansada, sudaba y tenía bochornos y siempre andaba echándose aire con un abanico de mano. La oí mencionar que era la menopausia y fue al doctor que le recetó unas pastillas que tomaba a diario y que la mejoraron.

Un día que platicaban mi hermana y ella oí que esas pastillas eran hormonas que complementaban las que ella por ese estado de su edad iba perdiendo, disimulando interés le pregunté que era “eso” que tomaba y me contestó:

- Son hormonas que me recetó el doctor

- ¿Para que?, le pregunté

- Son hormonas que mi cuerpo esta dejando de producir y que al tomarlas hacen que nuevamente el nivel de hormonas que tengo en el cuerpo se recupere.

- Si, pero ¿de que son esas hormonas?, ¿para que sirven?

- Son hormonas femeninas que la mujer deja de producir cuando llega a una edad como la mía, entonces te las recetan para hacer que tengas el nivel que normalmente debes de tener.

- ¿A los hombres les pasa igual?

- Si, pero no les afecta igual. Los hombres también pierden hormonas cuando llegan a cierta edad pero no tienen los síntomas que las mujeres tienen cuando les faltan a ellas, por eso las mujeres las deben de tomar, para recuperar el nivel que deben de tener normalmente.

Estuve pensando en eso durante muchos días, o sea que las pastillas eran hormonas femeninas. Muchas noches pasé imaginando cosas, pensaba que si a lo mejor me tomaba algunas me pudiera crecer el busto un poquito. No sabía cuantas pero pensaba que solo algunas.

Llegaba de la escuela y entraba al cuarto de mi mamá y veía el frasquito con las “pastillas mágicas”. Asi pensaba que eran pues imaginaba que podrían hacer que me creciera un poco el busto, no mucho, solo para tenerlo como el de una niña de unos trece o catorce años, al principio de su formación. Veía el frasquito con las pastillas en la mesita de noche de mi mamá. Cuando llegaba de la escuela lo abría y las miraba y me preguntaba que pasaría si yo las tomara, no tanto como mamá, pero si una o dos.

Pensaba y me decía que si mamá las tenía que tomar diario para poder recuperar su nivel de hormonas no pasaría nada si yo tomaba una o dos a la semana. Quizá hasta tres y asi las hormonas me hicieran crecer un poquito el busto.

Decidí que tomaría unas cuantas, me esperé a que comprara un nuevo frasco y ese día al regresar de la prepa me tomé una pastilla. Sabía que el efecto no iba a ser inmediato sin embargo, de manera anímica por el solo hecho de habérmela tomado me empecé a influenciar pensando cuándo se me empezaría a notar que me estuviera creciendo el busto y que mientras me llegaba a crecer pudiera tener pensamientos de mujer. No quería el busto muy grande, no quería problemas ni con mamá ni con Claudia, solo tener la sensibilidad de una niña de unos catorce años.

Me tomaba las pastillas dos veces a la semana pero el busto no me crecía nada, mas sin embargo noté que mis fantasías sexuales se hacían mas pronunciadas y por primera vez comenzaba a imaginar que además de que me acariciaban el busto yo le tocaba el pene al chico que me acariciaba. No se si era efecto de las hormonas, o el despertar de mi sexualidad por la edad pero esas fantasías eran extremadamente agradables para mi. Me daba pena conmigo mismo el imaginar poder tocar el pene de un chico tal como había visto hacía algunos años que Claudia se lo tocaba a Alfonso cuando el le acarició el busto, me daba pena imaginarlo, pero disfrutaba de hacerlo.

Estas fantasías eran cada vez mas recurrentes. Sentía una especie de pena conmigo mismo, pero me provocaban erecciones muy placenteras y en la intimidad ese tipo de pensamientos me hacía tener unas eyaculaciones que disfrutaba mucho.

20 mar 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. XXXVI

Pasaron unos meses mamá seguía trabajando en la mañana y en la tarde, yo terminé la secundaria y mi hermana la prepa, fue mas o menos por la época que ella terminó con Alfonso, se deprimió mucho, pero nos acercamos mucho mas.

A Marla se me dificultaba ir a verla pues vivía en dirección contraria a la escuela y aunque cuando entramos a la prepa, lo hicimos a la misma escuela dejamos de ser novios, pero nos seguíamos viendo, yo llegaba de la prepa y me tenía que quedar en la casa primero haciendo mi quehacer y después viendo la tele o leyendo pues mamá no me dejaba jugar con los chicos del edificio y mucho menos de la Unidad pues se decía que algunos de ellos o tomaban o consumían drogas. Claudia llegaba después de la hora que llegaba mi mamá pues tenía clases asi que yo tenía toda la tarde para “jugar” con mis cosas, aunque no lo hacía tan seguido como antes pues ya no había nadie que me pudiera ver, entonces comprendí que el hacerlo para mi mismo a veces me gustaba pero a veces no le encontraba sentido.

A veces cuando mamá llegaba y lo hacía antes que Claudia platicábamos pero no tocábamos temas relacionados con esos gustos que yo tenía, pero cuando me quedaba solo en la casa y me probaba cosas de mi hermana, a veces, cosas de mi mamá en un intento de imaginar como sería ser ya una señora y me quedaba vestido asi durante toda la tarde me sentía como si fuera la señora de la casa algo asi como una esposa joven y eso me hacía sentir particularmente bien cuando lo llegaba a hacer..

En ocasiones, cuando platicaba con Claudia yo trataba de intimar con ella, le preguntaba si había tenido relaciones con Alfonso y me decía que esas cosas no se cuentan, ni entre hermanas pero yo le decía que si hubiera sido su hermana y yo hubiera tenido una relación yo si se lo contaría. – No lo harías, decía, - claro que si, para eso son las hermanas, para ser las mejores amigas, si no ¿con quien puedes tener esa confianza? -

Por aquel entonces yo tenía mucha libertad para arreglarme como niña, bueno, ya no como niña, si no como mujer, me encantaba ver mi imagen proyectando el busto como si fuera real, yo llegaba a la casa y las veces que me arreglaba procuraba arreglarme lo mejor posible, lo hacía con esmero probándome ropa y maquillaje y peinados, no era muy seguido, pero cuando lo hacía me esmeraba porque las cosas fueran como si fuera una muchacha de verdad, que no hubiera duda posible de que lo fuera. Me preocupaba que me pudieran ver y reconocer, pero al salir, la adrenalina me hacía sentir muy bien.

Cuando me sentía que había quedado perfectamente como mujer había veces que ya arreglado abría la puerta y me asomaba al pasillo, al cubo de la escalera y miraba hacia la parte inferior, me regresaba entonces al departamento para verme nuevamente en el espejo y ver si realmente pudiera parecer mujer para los ojos de alguien que me viera y que me conociera como niño y que por lo mismo no me reconociera pensando que quedaba lo suficientemente bien como para que si alguien me llegara a ver pudiera suponer que la imagen que veían no era yo si no alguna amiga de mi mismo o alguna pariente (por lo que pudiera resultar parecido).

Pensaba en bajar las escaleras y salir hasta la puerta del edificio, pero me daba miedo encontrarme con alguien conocido.

Un día pensé que una vez que estuviera fuera de mi departamento en la escalera si me encontraba a alguien esa persona no sabría de que departamento habría yo salido y que ya estando en la escalera podría imaginar que fuera alguien de cualquiera de los departamentos o mejor aun, que podría ser la visita de alguien de alguno de los departamentos y entonces estaría totalmente cubierto.

Finalmente un día me armé de valor y bajé las escaleras rumbo a la puerta del edificio que estaba cuatro pisos abajo y llegué a la puerta que daba a los estacionamientos, el hacerlo me produjo enorme placer, un placer que antes no conocía y que ahora se manifestaba con ese sentir de mariposas en el estómago acompañado en ocasiones por erecciones muy estimulantes que finalmente terminaban en eyaculaciones intensas. Fueron sensaciones que no sabía que existían y que no sabía que me podían llegar a descontrolar pues a veces una vez ya satisfecho de esa emoción me preguntaba que hubiera pasado si al bajar a la puerta del edificio me hubiera encontrado alguna vecina o cosa asi, entonces me remordía la consciencia un poco, pero nada que una siguiente vez no consiguiera olvidar, empezaba a mezclar el placer de vestirme como niña con el placer sexual de erecciones y eyaculaciones que eso me provocaba, fueron muy buenas épocas.

Asi pasó algún tiempo, mi hermana ya no traía a nadie a la casa, decía que no tenía novio y a veces se quedaba a hacer trabajos o tareas en la escuela, pero nunca llegaba antes que mi mamá, asi que yo tenía toda la tarde para arreglarme, a veces con su ropa mirándome al espejo para ver como lucía.

Ella se daba cuenta de que sus cosas a veces no estaban como ella las había dejado y simulando enojo me preguntaba si las había cogido. Yo contestaba que no y ella haciendo una mueca como de enojo solo decía que no lo hiciera, pero no me regañaba en realidad. A veces me decía que ya no agarrara sus cosas que habíamos quedado que ya no “jugaría” con eso. Yo le decía como siempre:

- Ya no lo hago, bueno, a veces, pero acuérdate, ya quedamos que a nadie le hago daño.

- Si, pero no me gusta, lo sabes.

- Si, pero casi ya no lo hago

- No es que “casi no lo hagas”, ya no deberías de hacerlo para nada.

No pasaba de ahí, ella sabía y ya no me controlaba que lo hiciera o no, creo que finalmente para entonces era algo que aceptaba, aunque no lo aprobaba, pero ya no me combatía.

Todavía de manera cínica yo deliberadamente a veces le pedía si me “heredaba” algunas cosas, ella solo decía que no, que si quería seguir “con eso” que comprara las cosas que yo quisiera, que ya no me daría nada mas.

Ella tenía un poco mas de 18 años, entró a estudiar medicina en la UNAM, Era una carrera pesada pero se consiguió un trabajo en un salón de belleza de la colonia en donde solo iba los sábados, desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la noche a hacerles manicure a las clientas que se lo pedían, le pagaban como si fueran dos días, eso, por no pagarle extra pero estaba bien pues le alcanzaba para comprarse algunos libros o algo que ella quisiera en especial.

La madrina aun iba a la casa, pero ya no los sábados pues mi hermana trabajaba entonces a veces iba los domingos, uno o dos domingos de cada mes, era como si fuera de la familia.

Yo entré a la prepa, entonces me dejé crecer el pelo pues ahí no había restricciones, me llevó unos meses pero finalmente tenía el largo suficiente para poder tener una imagen dual, es decir, de hombre se me veía como cualquier muchacho de pelo largo, quizá un poco pasadito pero no exagerado, pero cuando me arreglaba de niña era ya lo suficientemente largo para permitir peinármelo de manera que se viera completamente de mujer.

Para aquel entonces ya nuestros horarios eran totalmente diferentes, Yo llegaba a la casa mas o menos a las tres de la tarde, mi mamá seguía llegando pasaditas de las siete y mi hermana llegaba mas bien tarde, como a las nueve de la noche.

Fueron buenos días yo me seguía depilando, ya nunca dejé de hacerlo, Marla era ya cosa del pasado y para entonces ya no tuve alguna otra novia, disfrutaba mucho de llegar y convertirme en niña, mas bien mujer. Me gustó el nombre de Patricia que según mamá me iban a poner si hubiera sido mujer y me refería entonces ya a mi mismo en femenino, como Alfonso me había empezado a nombrar, me paraba frente al espejo al terminar de arreglarme y me decía a mi mismo: “quedaste muy bien Patricia” y al hacerlo sentía un estremecimiento muy agradable.

Con la seguridad que me daba ya el tener el pelo largo y poder peinármelo como mujer, en aquel entonces me empecé a aventurar a caminar ya arreglado, un poco por los estacionamientos de la unidad. Al principio tenía miedo de que me identificaran pero me peinaba el cabello con una pistola de aire caliente y me lo arreglaba muy bien logrando que me quedara como de mujer. No usaba faldas pues eran demasiado atractivas para andar solita (Patricia) pero si usaba los pantalones muy entallados y blusas o blusones que me llegaban poquito abajo de la cadera y que me hacían lucir el busto, pero no hablaba con nadie, solo salía y caminaba, como en esos días lo hacía entre semana había pocas personas en los estacionamientos, mas bien chicos jugando o muchachos platicando pero solo me veían y no me decían nada. Yo no quería llegar hasta la calle pues en la caseta de vigilancia siempre había un policía y no me sentía seguro de acercármele, menos pasar frente a el.

A mi no me gustaba parecer afeminado pero con el pelo largo y las cejas depiladas y la barba y el bigote sin salirme pues esos nunca maduraron me veía con las facciones un poco femeninas, aunque estuviera vestido como niño. pero ese aspecto me ayudaba mucho cuando me arreglaba como niña pues me hacía ver realmente como una mujer normal, pero me empezó a generar problemas con mi mamá que me decía precisamente que con el pelo asi de largo como lo tenía se me veía cara de niña, me pidió que me lo cortara:

- Mira, me dijo, no me gusta que parezcas afeminado y con el pelo asi de largo no te ves como hombre normal, si no demasiado “finito”.

- Mamá, pero me gusta usar el pelo largo, en la secundaria nunca lo pude usar asi. Además no me veo afeminado, si no mas bien con las facciones finas.

- Si, pero con el pelo asi de largo pareces niña.

Yo no quería parecer niña estando vestido de hombre, no quería que me dijeran joto, ni que me molestaran ni nada de eso, sin embargo, a veces la gente me miraba raro, sobre todo cuando me veían por primera vez, eso e incomodaba un poco pero valía la pena pues de esa manera podía arreglarme muy bien y entonces se compensaba por la manera que lograba obtener de una mujer real cuando me arreglaba. asi me gustaba mucho mi imagen con el pelo largo cuando me vestía de mujer, pero no podía argumentarle eso a m mamá, entonces le dije.

- Asi me gusta, mas bien asi me hubiera gustado usarlo si hubiera sido niña.

- Eso ya lo hemos discutido muchas veces.

- Solo digo que si hubiera sido mujer asi lo hubiera usado.

- Si, pero no fuiste.

- ¿Y si hubiera sido?, oye, le dije tomando aire y haciendo una larga pausa para percibir su estado de ánimo.

- ¿Qué?

- Oye, si quieres me corto el pelo pero antes quiero ver como me hubiera visto si hubiera sido niña.

- ¿Cómo?

- Me peino asi como Claudia, me pongo algo de ella y me dices si nos parecemos. Nos tomamos una foto para ver como hubiera sido si las tres hubiéramos sido mujeres y me lo corto, ¿si?

- Estas loco, nunca te vería vestido asi, ni lo pienses, ¡No! estas loco, imagina que yo te voy a ver vestido de mujer, no, no y ¡no!

- Bueno, no me veas, solo déjame sacar una foto con Claudia, como si hubiéramos sido hermanitas.

- ¡Que no!,

- Oye, ¿y si un día lo hacemos y te enseñamos la foto?

- Ya te dije que no lo vas a hacer.

- Bueno, ya lo hice una vez que fue cuando te enojaste y me mandaste a la escuela con las cejas depiladas.

- ¿Y de que sirvió si te las sigues depilando?, ¿Qué crees que no me doy cuenta?

- Bueno, repliqué, es porque ya no quería que se volvieran a burlar de mi, asi que por eso no me las he dejado crecer.

- Como quieras, pero no te quiero vestido como niña, nunca, ¿me oíste?.

Pensé que la lucha se había hecho, yo anhelaba tener una fotografía en donde estuviéramos los tres, yo de niña y poder decir “las tres”. Pero mi mamá no cedió.

- De por si ya te ves mal usando las cosas de tu hermana.

- ¿Qué cosas?

- Los pantalones, no te hagas,

- Son unisex asi que por eso los uso.

- Los que son a la cadera no son unisex, son de mujer asi que no quiero que te los pongas.

- Pero mamá, no se nota, además asi nos dura mas la ropa, ya ves que casi no me compras

- Si pero es porque tu hermana ya se compra ella sus cosas y entonces lo que va dejando te lo estas poniendo.

- Solo las cosas que son unisex.

- ¿Y la ropa interior?

- Eso ya te había dicho que es porque las trusas me rozaban, además nadie lo nota.

- Yo si, y con eso basta.

- Pero es que si uso de las otras me rozo.

- Tu sabes que solo son pretexto, no me gusta que andes de “finito”, volvió a repetir el término.

Ese tipo de conversaciones era lo mas exigente que mi mamá se llegaba a poner conmigo.

19 mar 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. XXXV

Capítulo XXXV Dos Dedos Arriba de la Rodilla

Salimos del departamento, bajamos apenas dos pisos de los cuatro que teníamos que bajar para llegar al nivel de los estacionamientos. Me detuve en uno de los descansos de la escalera y me subí un poco la falda, al nivel que la traía y que no le había gustado a Claudia, no era mucho, apenas dos dedos arriba de la rodilla. Alfonso me dijo que mi hermana se iba a enojar pero que al fin y al cabo la falda se me veía bien como la traía antes de que Claudia me hubiera exigido que me la bajara, que precisamente de lo bien que se me veía era por lo que mi hermana me había dicho que me la bajara un poco.

Le contesté que quizá ella tenía razón pues en verdad aunque la falda no estaba muy corta, al quedarme arriba de la rodilla lo parecía.

- Si, precisamente eso es lo que te hace ver tan bien y es lo que le preocupa a tu hermana, que de lo bien que te ves le puedas resultarle atractiva (de nuevo en femenino) a algún chico, pero creo que le molesta mas los pensamientos que puedas despertar, creo que eso es lo que le molesta, eso de que le puedas gustar a un hombre!

No lo había pensado asi, no lo había supuesto pero en ese momento lo imaginé. Me sentí como esas veces que parecía que tuviera mariposas en el estómago. Yo, ¿gustarle a un hombre?, nunca lo había imaginado, era una idea que chocaba en mi mente. Pensé, bueno, no como “yo” si no como “yo arreglado” o mas bien como “yo arreglada”, de esa manera fue mas fácil de asimilar., ese día por primera vez pensé en que yo, mi “yo especial” si pudiera gustarle a un hombre. Eran pensamientos confusos, recordé mi imagen de mujer frente al espejo y pensé que definitivamente, asi como estaba “arreglada” era lógico que le pudiera resultar atractiva a un chico. Lo volví a pensar y me gustó esa reflexión. Las mariposas que sentía en el estómago revolucionaron de una manera muy agradable que antes no había sentido. Empezaba a disfrutar nuevas facetas de esta derivación que estaba dando a i vida.

No era mi objetivo, pero lo imaginé y sentí el placer de poder resultar atractiva para algún chico, nunca había pensado asi, hasta ese momento y me gustó, me sentí muy bien. Alfonso se dio cuenta de que estaba cavilando, le dije

- Si fuera mujer de verdad, me imagino que me gustaría serle atractiva a los chicos, ¿no?

- Si, sería normal

- Si, creo que de eso se trata, imagina a una chica que esta saliendo con un chico, a ella le gustaría verse requete bien, ¿no?

- Si, me contestó, por eso hay veces que las muchachas usan las faldas cortitas o pantalones muy ajustados, es la manera que tienen de arreglarse para verse bien para gustarles a los muchachos.

Esos comentarios me hacían sentir cosas muy raras, temerarias.

- ¿Asi?, le pregunté mientras tomé la falda de la cintura y la jalé hacia arriba para que quedara bastante arriba de la rodilla, ese solo acto me hizo sentir que la cabeza me daba en una especie de vértigo muy agradable.

Alfonso se quedó con la boca abierta, creo que no esperaba que me subiera la falda tanto, me llegaba a medio muslo, en realidad no estaba muy corta, quedó como minifalda pero de seguro el no lo esperaba. Me dijo:

- Ahora si, cualquier chico que te vea va a querer contigo, te ves súper.

.Este comentario me halagó pero me hizo recapacitar, le dije

- ¿Si?, se me hace que esta muy corta, ¿no?

- Quizá, pero definitivamente te ves muy bien.

Fue un minuto o menos en que pasó todo esto, pero fue suficiente para entender la fuerza que tiene una mujer cuando se arregla de manera especial y lo agradable que le puede significar hacerlo.

- Si, pero no me siento bien, creo que esta muy corta, le dije bajándomela de nuevo para que me quedara dos dedos arriba de la rodilla, no era mucho pero me hacía sentir mas segura.

- De cualquier manera te ves muy bien.

Ese comentario fue muy importante en mi autoestima, me hacía sentir realmente como una chica a la que un amigo le externa un piropo que sabe que es sincero. En ese momento sentí que a el le resultaba agradable caminar conmigo vestido yo asi, de niña, sabiendo que en realidad no lo era.

- ¿Deveras?

- Si, deveras, yo creo que aguantaría un poquitito mas arriba , pero si no te sientes a gusto, asi esta bien..

- Si, de por si asi ya me siento casi como si trajera mini.

- ¿Y que pasaría si trajeras mini?, Te verías mas bonita (me encantaba que se dirigiera a mi en términos femeninos). A ver, súbetela de nuevo otro poquito sugirió.

- No, vamos asi.

La verdad si quería pero me daban nervios pero ya no me la subí, dejé el suéter por fuera, asi que de por si ya se me veía corta. Me dieron muchos nervios pero me sentía extraordinariamente bien, las maripositas que sentía en el estómago hicieron su tarea y me provocaron una erección.

- ¡Te ves divina! Exclamó usando nuevamente el adjetivo en femenino.

Ese piropo alimentó mi erección que no cedía aunque estaba controlada por la presión de la pantaleta y las medias, yo le brindé una sonrisa a Alfonso cuando me dijo eso y para mis adentros me dije que asi era precisamente como me quería ver.

Cruzamos las puertas de los cuatro edificios que estaban antes de la salida de la unidad. En algunos de los estacionamientos había muchachos platicando o jugando y al pasar se me quedaron viendo fijando su mirada en mi busto y en mis piernas, viendo la altura de la falda que aunque apenas estaba un poco arriba de la rodilla, se veía corta por el efecto de traer el suéter por fuera..

Le comenté a Alfonso que me sentía mal por la forma en que me veían los muchachos pero me tranquilizó diciéndome que era normal. Que cuando una chica guapa va en la calle asi se le quedaban viendo los chicos, que siempre los hombres miran asi a las mujeres y mas a las que tienen bonitas piernas y las lucen con minifaldas.

Le replique que esa no era una minifalda.

- Efectivamente, pero asi como la traes casi como si fuera.

Me sentí un poco mal, quería verme bien pero no dejar de ser recatada y se lo mencioné el tomó mi brazo e hizo que lo pasara entre su brazo, me dijo:

- Siéntete bien, disfruta que estas en la calle, no tu, si no la chica que estas aparentando ser. Caminemos y trata de disfrutar este momento. Siéntete segura, vas conmigo, si caminamos asi nadie te va a molestar.

- Si, pero igual los chicos y los señores me van a seguir viendo

- Si pero ¿a poco no sientes bonito de serles atractiva? Y se van a tener que quedar con las ganas pues si te llevo abrazada (nuevamente lo dijo en femenino) nadie te va a molestar.

Me sentía nervioso. Sabía bien que el era el novio de mi hermana, a mi no me atraía ni el ni ningún otro chico, pero me encantaba imaginar lo que la gente pensaría de mi al verme del brazo de un chico.

Seguimos platicando y caminamos hasta la esquina, pasando por la entrada de las otras unidades, dimos vuelta y caminamos de regreso a la unidad en la que se encontraba mi edificio.

Caminamos de regreso, el intentó pasarme el brazo sobre mi espalda para abrazarme, pero yo me hice a un lado y no lo dejé. Me preguntó que si hubiera sido niña si el me hubiera resultado atractivo.

- Ay, no se, eso se lo deberías de preguntar a mi hermana.

Al decir esto me sentí mal por el “ay, no se” que me salió como feminizado, me sentí mal pero me gustó, lo sentí sin querer como si lo hubiera dicho realmente una chica.

La verdad, no me resultaba atractivo, no me gustaban los hombres aunque me encantaba poder haber sido mujer. Era como ya era algo constante, la confrontación de sentimientos y raciocinios

Regresamos a la casa, antes de entrar me acomodé la falda tal como mi hermana me había visto salir, ni Alfonso ni yo comentamos nada acerca de que me había tomado del brazo ni de lo que platicamos.

Entramos, mi hermana estaba esperándonos y me dijo que me cambiara porque ya iba a llegar mi mamá aunque en realidad faltaba mas de dos horas, Me indicó que no se me olvidara desmaquillarme.

Me sentía con ganas de volar, me paré una vez mas frente al espejo de la sala y me miré, la imagen de la chica que se reflejaba la mostraba realmente atractiva, con la pintura de labios rosa nacarado y la falda combinada con el suéter, se veía bien.

Me di una vuelta sobre mi mismo como para modelar tomando vuelo para girar sobre un solo pié. Mi hermana se dio cuenta de la intención y me dijo

- Ándale, no andes loqueando y ya pórtate bien, cámbiate que ya vamos a comer.

- ¿Puedo cambiarme después de que comamos?

- Si quieres jugar a ser ama de casa entonces tu lavas los trastes, ¿ok?

- ¡Si!

Comimos, fue algo especial, yo traté de mantener las piernas juntas todo el tiempo que estuve a la mesa. Al terminar me metía a mi recamara y me puse nuevamente un poco de pintura en los labios pero ya no salí. Solamente por la puerta entreabierta vi como mi hermana y Alfonso se abrazaban y besaban, pensé muchas cosas.

Pasado un rato Alfonso se despidió, dijo que para la siguiente ocasión el iba a traer una cámara para tomar algunas fotos pero Claudia dijo que estaba loco, que no me iba a fotografiar “asi” nunca y que no iba a haber “siguiente ocasión”, y asi fue pues ella y el terminaron unos meses después por circunstancias que no supe y el resultado es que perdí un importante apoyo y por mucho tiempo ya no pude volver a salir arreglado.