Capítulo XLI, Evidencias
Ese lunes que era mi primer día de trabajo llegué a la casa y me cambié rápido. Al quitarme el pantalón que me había llevado a la escuela para ponerme el otro que tomé de entre la ropa de mi hermana y que me llevaría para mi primer día de trabajo, me percaté que tenía puestas mis pantaletas tipo bikini. Pensé en si me debería poner trusa pero ya casi no las usaba, decidí que no, no había nada diferente en ir asi a la escuela o a trabajar, ni modo que me anduvieran viendo.
Llegué poco antes de las tres de la tarde, don Melquíades se retiró y dijo que volvía pasaditas las cinco. Ese día pienso que el estaba inquieto por como sería su ausencia pues regresó como cuarto para las cinco.
El trabajo tal como lo explicó era relativamente fácil, era rellenar los anaqueles del frente de la tienda tomando producto de la trastienda, lo único un poco complicado era que se tenía que anotar en una tarjeta lo que se había tomado y restarlo del apunte anterior de la misma tarjeta haciendo un cálculo para determinar el nuevo saldo que al comparar con la cantidad que había real a la vista servía de punto de control. Esta revisión la hacia directamente don Melquíades todos los lunes por la mañana cuando había menos movimiento en la tienda.
Pasaron varias semanas, Jaime era amable conmigo, cuando no había gente en la tienda y que yo ya había acabado el resurtido de los anaqueles y apuntado las cantidades en las tarjetas me quedaba en el mostrador para ayudarlo a atender clientes y cuando estábamos solos platicaba con el.
Mi libido empezaba a manifestarse de manera mas franca y deseaba con mas frecuencia que alguna de las fantasías que acompañaban mis auto estimulaciones pasaran a poder ser realidad, si no de manera plena, al menos parcialmente. Sin percibirlo de manera clara Jaime empezó a formar parte de mis fantasías
El y yo comenzamos a tenernos mas confianza y platicábamos de varias cosas, en una ocasión me preguntó si tenía novia y le dije que no, me preguntó que porqué, le comenté que porque las mujeres son muy complicadas además tenía que estudiar y estaba trabajando y no me quedaba mucho tiempo, ni ganas, aventuré a decir en un plan en que el pudiera identificar que realmente no me atraía tener novia. Teníamos de ese tipo de pláticas. El si tenía novia pero que la veía poco por cuestiones del trabajo.
Yo tenía cada vez más cordialidad con el, la cercanía física de todos los días, su manera de ser, las pastillas de mi mamá que estaba tomando y en fin, todo lo que había fantaseado en mis auto estimulaciones se acumuló para hacerme sentir especial cuando estábamos solos e imaginar y fantasear que el pudiera algún día acariciarme. No era porque me gustara como hombre, mas bien era porque era un chico que estaba muy cerca de mi durante dos o tres horas cada día y era con el que veía que tal vez….
Imaginaba que pudiera tener un acercamiento con el, me la pasaba suponiendo que fuera el primero que me pudiera acariciar los senos. Lo imaginaba, lo fantaseaba y empecé a desearlo. Lo volteaba a ver con mucho cuidado cuando el no se daba cuenta, con pena, posaba mi mirada en su entrepierna con rápidos vistazos para que el no lo percibiera. Volvía a casa y mis fantasías subieron de tono, imaginaba que el me pudiera tocar los senos y acariciar y fueron las primeras veces que me imaginaba que yo lo podía tocar también, acariciar su pene. Pensar en eso me apenaba conmigo mismo, pero fue la fuente de muchas auto estimulaciones.
Quería que el se diera cuenta de esto no porque el me gustara en especial, mi mente no podía aceptar que me gustara un chico, si no que fuera el como una especie de instrumento que me acariciara para cumplir mis fantasías.
Este pensamiento se fue adentrando en mi dando lugar a un deseo que ocupaba mi mente casi todo el día y que se profundizaba cuando salía de la casa para ir a trabajar, Pensaba en que hacer para que de manera no evidente el percibiera ese deseo. Mi excitación me hacía perder la inhibición poco a poco cada día mas, estaba dispuesto a tomar un poco de riesgo para que el se diera cuenta de ese deseo que tenía, pero no sabía como reaccionaría y eso me detenía y no sabía de que manera poder hacer para que el lo notara de una manera discreta que no generara una reacción negativa en caso de que esas cosas lo escandalizaran.
Pensé que una manera sería el usar pantalones que fueran indudablemente de mujer para ir a trabajar, no quería que don Melquíades se diera cuenta de que pudiera usar ese tipo de pantalones, pero quería que Jaime lo viera. De esa manera sabría que los usaba y quizá pudiera dar pie a un acercamiento que yo sentía cada vez mas como una necesidad que me quemaba.
Comencé a ponerme pantalones de mezclilla de Claudia, muy apretados y con bolsas pequeñas al frente pero sin bolsas en la parte de atrás. Ella tenía también unos que eran tipo “strech” muy entallados y que por el tipo de tela todavía parecían ser mas ajustados.
Jaime lo empezó a notar, un día me preguntó que si no me incomodaba usar los pantalones tan entallados, que si no me lastimaban la entrepierna.
Me gustó que me preguntara, esa era mi intención pero me puse un poco nervioso eso quería decir que ya había notado que los pantalones me quedaban entallados, como los de mujer, eso era lo que deseaba, que el se diera cuenta de que estaba usando pantalones de mujer, pero no sabía que decir ni como reaccionar.
Era lo que estaba buscando y ahora lo estaba consiguiendo. Me armé un poquito de valor, mi libido dio paso a una poderosa excitación que condujo mis respuestas dejando atrás la prudencia para convertirse en canalización de la transformación de esas miles de fantasías a posibles realidades, sin embargo no quise arriesgar demasiado asi que le dije que no me lastimaban, que me quedaban un poco entallados porque eran unisex y que los comprábamos asi porque los usábamos indistintamente mi hermana o yo
Me dijo que no eran unisex, si no de mujer por el tipo de bolsas muy chiquitas al frente y ninguna bolsa atrás, además, el cierre de la bragueta era minúsculo.
Esa era la oportunidad, pensé en qué decir y me atreví a comentarle:
- Bueno, si, son de mi hermana pero los usamos como unisex pues me gusta usarlos un poco entallados.
- Pero te quedan muy entallados.
- Si, pero asi me gusta
Se me quedó viendo como meditando y preguntó
- ¿Entonces tu hermana y tu tienen la misma talla?
- Bueno, de hecho yo soy unos centímetros mas alto que ella, pero prácticamente tenemos la misma talla, nos queda la misma ropa
Dije esto tratando de revelar que en ocasiones usábamos la misma ropa, es decir ropa de mi hermana, de esta manera la excitación que sentía me hacia avanzar temerariamente en la conversación pero no sabía como reaccionaría el asi que agregué
- Me refiero que a veces compramos cosas tipo unisex, de esa manera nos podemos poner más cosas y hacer más combinaciones.
- Si, pero este pantalón no es unisex.
Pensé que el ya se había dado cuenta de que se trataba claramente de un pantalón de mujer, le dije:
- No, pero me gusta como me queda, asi que como si lo fuera.
Al decir esto traté de ver su cara para adivinar su reacción
- O sea que los usas aunque sabes que son pantalones de mujer.
- No, bueno, si, pero pueden parecer unisex.
- Si, pero tu los usas porque son de mujer, no porque puedan parecer unisex.
Pensé que a lo mejor el pudiera reaccionar mal asi que le dije:
- No, más bien los uso porque me gusta como me quedan.
- Por eso, te quedan asi de entallados porque son de mujer, ¿y te gusta que se te vean asi, muy pegaditos?
Recapacité que su reacción si no de aceptación por lo menos no había sido de rechazo
- Pues si, me gusta que se me vean asi, me gusta mucho que me queden asi de entallados. Se que no es común, pero a mi me gusta.
Al decir esto sabía que me estaba adentrando ya demasiado en la conversación, sin embargo, la excitación que tenía al hablar del tema era muy grande.
La plática terminó pero me quedé muy contento de que el supiera esa parte de mis gustos y que no hubiera habido alguna reacción desmedida. Me gustaba que el supiera que usaba los pantalones que usaba mi hermana y no se hubiera alarmado.
Pasaron los días, yo seguía seleccionando pantalones particularmente entallados y playeritas cortitas, no me quería ver afeminado, pero quería que fuera evidente para el que usaba esa ropa “especial”