30 jun 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXXVIII

Capítulo LXXVIII, Mamá Sabe de Patvé

Al llegar a casa mamá me estaba esperando para comer pero al verme como iba vestido con el pantalón de mezclilla de mujer, muy entallado, la playera floja, tipo blusón, los zapatos tenis sin agujeta y el cabello lacio sin peinar cayéndome hacia los lados de manera que cubría parcialmente mis orejas me preguntó:

- ¿Asi fuiste a trabajar?

- No, ¿cómo crees?

- ¿Qué ropa llevaste?, el traje no cabe en la mochila

- No llevé traje

Mamá se me quedó viendo haciéndome sentir que esa respuesta le parecía extraña.

- A ver, dijo percibiendo que algo estaba raro, déjame ver tu ropa dijo señalando la mochila que ya me había quitado del hombro y que había dejado sobre uno de los sillones de la sala. Le pregunté inquietándome:

- ¿Para que?, ¿Qué quieres ver?

- La ropa que llevaste, quiero ver que ropa usaste para tu “audiencia” mencionando en tono especial esta última palabra como si de antemano supiera que no había habido la tal audiencia.

Era evidente que mamá pensaba que lo que le había dicho era mas bien como un falso pretexto. Me puse muy nervioso presintiendo que ella no iba a ceder. Estiró la mano para tomar mi mochila diciendo:

- A ver

No, le dije interponiéndome entre ella y la mochila

- ¿Por qué no quieres que vea tus cosas? ¿no traes ahí la ropa que usaste ayer?

- Si, pero prefiero que no la veas

Era imposible que tratara de ocultarlo, pero quería evitar que ella viera la ropa de Patvé, estaba seguro que intuía algo, pero de ahí a que lo viera de manera directa había mucha diferencia, insistió en su intención pasando por mi lado, rodeándome para alcanzar la mochila, estirando la mano como para tomarla.

- ¿Qué ropa llevaste? Repitió la pregunta

Era imposible ocultarlo mas, sabía que si veía la ropa que había usado para mi salida habría problemas, pero mas que eso, que la lastimaría mucho. Ella vio mi turbación lo que la hizo insistir. Me hizo a un lado con el brazo, pensé en oponerme pero no iba a forcejear con mi mamá asi que me quedé estático como petrificado, ella tomó la mochila del asa, estaba cerrada, pero ya la tenía en la mano, bajo su control. Preguntó adivinando de antemano la respuesta

- ¿Por qué no quieres que vea?

- Porque lo que veas no te va a gustar

- Eso ya lo sé, me contestó como si realmente supiera lo que iba a encontrar.

- No la abras por favor, le dije casi suplicando pero ella no me hizo caso y desabrochó las dos correas que aseguraban la cubierta de la mochila.

Lo que pasó a continuación fue un torbellino de cosas que se agolparon en mi mente y que aun están presentes en mi memoria como si se tratara de un álbum de fotografías que muestra la secuencia de hechos trascendentales que marcan el derrotero de una vida, en este caso, la mía.

Mama vació el contenido sobre el sillón de la sala viendo incrédula las cosas que traía las cuales observó por unos segundos sin poder dar crédito a sus ojos, veía el contenido y me volteaba a ver repitiendo este movimiento varias veces. Las miraba con incredulidad, hacía muecas de asombro, por unos segundos se quedó sin poder hablar, solo veía las cosas y movía la cabeza en muestra de desaprobación y a la vez de completa sorpresa.

Observó el conjunto de lo que había en el sillón, después una a una fue seleccionando cada cosa del montón que desordenado se mostraba como la prueba que le decía que su intuición le daba la razón acerca de lo que había usado el día anterior.

Tomó primero la falda que había llevado alzándola como para verla en detalle y la volvió a dejar, después revisó las demás prendas una a una, las veía por un momento con incredulidad y después, de manera despectiva las tiraba al suelo, como si estuvieran destinadas a irse a la basura. Encontró el conjunto que había usado como pijama y me volteó a ver como si dudara que pudiera ser mío, pero faltaban algunas cosas todavía.

Buscando, tomó del montón mis prendas interiores, quise que me tragara la tierra, era demasiado para mi e imposible de superar para ella.

Mi ropa íntima la integraban una tanguita y el brasier, esto fue lo que mas me apenó pues siempre había tenido cuidado de lavar yo mismo mi ropa interior y no colgarla en los tendederos, si no en mi cuarto en donde al paso de la noche amanecía seca. Mi mamá no sabía la clase de pantis o tangas que usaba, por eso tomó la tanga con evidente sorpresa, la estiró con ambas manos como para constatar que por mucho que intentara, su tamaño no iba a ser nunca el suficiente como para que lo usara una chica decente, máxime su hijo que no era “chica” pero era la prenda que se había puesto para su salida el día anterior.

Aún ahora me cuesta trabajo pensar lo que habrá imaginado, creo que esto fue algo de lo que mas la lastimó y de lo que mas pena me dio a mi. Me podía suponer que ella pudiera estar imaginándome usándola ante alguien sin saber bien a bien quien podría ser, pero alguien obviamente, si no ¡para que haberla llevado? Era realmente penoso, y estoy seguro que para ella, muy doloroso.

Tomó el brasier de uno de sus tirantes con la punta de los dedos índice y pulgar echándole una mirada como si estuviera apestado, observó en detalle los encajes que tenía y volteó a verme creo que imaginando que en algún momento de las últimas horas lo habría estado usando, después tomó la falda que ya había visto y tal como lo había hecho con la tanguita y el brasier simplemente la dejó caer al suelo.

Lo siguiente que tomó fue la blusa que había llevado, era también de estilo campesino, color azul claro haciendo juego con la falda del mismo color, aunque diferente tipo de tela. La blusa era con resorte al cuello en un escote amplio y redondo, con mangas cortas también con resorte y de tipo abombado. Abajo de todo eso había quedado una bolsa de plástico protegiendo un par de zapatillas, con tacón no muy alto pero evidentemente de salir.

Mi mamá tomaba las cosas, las veía, me miraba y volvía a seguir revisando el contenido que había vaciado en el sillón mientras yo la veía sin saber que hacer. Finalmente tomó mi estuche de maquillaje, era una especie de bolsita de plástico con un cierre en la parte superior, parecía mas bien un portamonedas. Lo abrió y vació su contenido al suelo desparramándolo de tal manera que quedaron de manera visible las cosas que en el guardaba tales como labiales, lápices delineadores, rizadores y máscaras para pestañas, esmaltes para uñas y en general los implementos para cuidar y embellecer el rostro.

Las cosas quedaron en el suelo, en desorden mientras tomó el otro estuche, era en el que guardaba mis accesorios como pulseras, aretes, collares y ese tipo de cosas y un cepillo que aventó al sillón.

- ¿Y tu ropa? Preguntó de una manera muy árida y con desprecio

No respondí

- ¿Y tu ropa? Repitió, ¿Dónde esta tu ropa?

Me quedé callado, realmente no tenía nada que decir. Continuó

- ¿No me digas que usaste todo esto para salir asi de la casa? Dime, ¿saliste asi de la casa?

Era una pregunta innecesaria, la respuesta era obvia pero quizá me hacía la cuestión por mantener la esperanza de obtener una respuesta que por inverosímil que pudiera parecer, fuera la explicación a todo eso que la apabullaba, sin embargo la respuesta no era asi.

Nuevamente no dije nada, me sentía extremadamente mal, no había manera de inventar nada que pudiera sonar a una respuesta razonable y creíble. Ella muy molesta repitió la pregunta:

- ¿Saliste asi de la casa?, ¿saliste de aquí usando esto? Ratifico su pregunta tomando con la mano algunas de las cosas que estaban en el suelo mirándolas para dejarlas caer de nuevo en un gesto de máximo desprecio como si en ese momento estuviera siendo claro para ella lo que eso significaba. Agregó ¿saliste de la casa vestido de mujer para pasar la noche afuera, como mujer?

Era demasiado, recordé la conversación con Claudia cuando me invitó a desayunar hacía unos meses atrás, era una situación parecida, la pregunta implicaba que se presumía la respuesta la cual no era seguramente la que hubiera gustado a mamá.

Yo no podía hablar, ni modo de decirle a mi mamá que había salido asi de la casa y pasado como mujer la noche afuera por muy evidente que esto fuera. No dije nada pero ella comentó:

- Lo hiciste ¿verdad? ¡Lo hiciste! Siempre supe que te gustaba usar la ropa de tu hermana, incluso se que tienes tus propias cosas, suponía que las usabas solo en casa pero de ahí a que salgas a la calle como mujer es algo que no te perdono, hizo una pausa como concediendo, bueno, quizá eso te lo pudiera pasar me dijo haciendo un gran esfuerzo por mantener el control, pero lo que definitivamente no acepto, agregó, y jamás te perdonaré es que hayas pasado la noche afuera como mujer. ¿Te crees mujer?, pues eso no es ser mujer, si eres hombre, a eso se le llama de otra manera.

Nunca mamá había dicho algo ofensivo, cuando se enojaba con Claudia o conmigo era muy respetuosa al llamarnos la atención y ahora me estaba dando a entender que mi comportamiento era no el de una mujer que había pasado la noche fuera de casa, no, era su hijo quien lo había hecho, pero como mujer. No dijo el calificativo que tenía en mente, no era necesario, lo entendía muy bien. Me dolió, pero seguramente no tanto como a ella lo que había visto.

Guardó silencio, no dijo nada mas, no necesitaba decir mas, era obvio lo que ahora sabía de mi, no de Alberto o siquiera de Patricia, no, incrédula le resultaba evidente que yo había tenido una noche “de amor” como mujer, eso, era incuestionable y al resultarle innegable mostró su tristeza y coraje.

No dijo mas, entró a su recámara, tomó un suéter, su bolsa y sus llaves y sin voltearme a ver ni decirme nada mas, salió de la casa cerrando la puerta de manera brusca.

Pasó toda la tarde sin que volviera, llegó la noche, yo estaba ya muy preocupado sin saber bien que hacer. Le marqué varias veces a su celular pero entraba el buzón. Ya era tarde y ella no llegaba, pensé en llamarle a Claudia pero no quería que supiera, se iba a molestar mucho conmigo.

Como a las diez y media recibí una llamada, era la madrina de mi hermana que era a la vez amiga muy cercana de mi mamá.

- ¿Alberto?

- Si

- Hola habla Ernestina

- Hola, ¿Cómo esta? Respondí con un ligero rayo de esperanza de que supiera algo de mi mamá.

- Tu mamá esta aquí, me contó lo que pasó. Ella no quiere regresar por ahora a la casa, tal vez mañana.

Me dio algo de pena con ella pero pensé que no me importaba que lo supiera, el problema que tenía en ese momento con mamá era mucho mas grave que eso como para que me preocupara.

- Está bien, le dije. ¿Puedo hablar con ella?

Era una pregunta que no tenía lógica ya que si era la madrina quien había llamado significaba que mamá no quería hablar conmigo. Eso me hizo sentir muy mal, me contestó.

- Creo que por el momento ella no quiere platicar contigo, tal vez mañana regrese a dormir allá, hoy se va a quedar aquí

- Gracias

Me sentía muy mal, le marqué a mi hermana que me dijo que mamá ya le había hablado. Me llamó la atención por el descuido que había tenido y que había originado que mamá se enterara de todo.

Hablamos por largo rato, ella entendió mi preocupación por el dolor que le había causado a mamá, me recomendó que cuando volviera, yo no tocara el tema si ella no lo hacía antes conmigo y anticipó que poco a poco las cosas se iban a arreglar. No va a ser nada igual, me dijo pero se van a componer, ni modo que te corra de la casa.

- No, le dije, no espero que me corra, pero si lo llegara a hacer tengo manera de alquilar un cuarto.

- No te preocupes, no lo va a hacer.

- Eso no es lo que me preocupa, si no lo que ella esta pasando ahorita, se enojó muy feo, estuvo a punto de decirme…

- ¿Qué?

- Dijo que no me va a perdonar que haya pasado la noche afuera como mujer, me recriminó que si me creía mujer eso no era ser mujer, pues si soy hombre a eso mas bien se le llamaba de otra manera

- Ha de haber sido muy duro, pero en el fondo tiene razón. Imagínate, ella te ve hombre, bueno, eres hombre y te comportas como mujer, no importa que te guste, o que creas que esta bien, si eres hombre y te comportas sexualmente como mujer ella tiene razón. Suena duro, pero entonces ¿de que otra forma le llamarías?

- ¿Tu también?

- No nada mas yo, a quien quieras preguntarle te va a decir lo mismo.

Esta plática me cayó como un balde de agua fría. Me pregunté a mi mismo si eso que mamá había estado a punto de decirme y que mi hermana había ratificado sería algo que se pudiera tomar de esa manera. Quizá un mecanismo de autodefensa me hizo decir:

- Eso depende, si eres hombre y te comportas como mujer quizá, ¿pero si realmente sientes que eres niña?

- Aunque lo sientas, tienes ahí en medio de las piernas una tripa que dice todo lo contrario.

Traté de dejar de lado ese tema de la conversación, me dolía, no quería hablar mas de ello. Cambié un poco el sentido de la plática:

- Como sea, creo que mas bien lo dijo por lo que sintió al saberlo, pienso que mas bien lo dijo para desahogarse

- Si, la entiendo, a mi me paso igual cuando me dijiste, bueno, no creo que igual, siendo ella tu madre me imagino que se sentirá peor.

- Si y créeme que me duele.

- Bueno, ya duérmete, mamá va a volver mañana pero por favor, trata de no ser descarado.

- No lo soy

- Si lo eres, mamá me dijo que llegaste hoy de tu viaje usando la ropa que solo usas en casa y que según tu es “unisex” y que asi andabas en la calle.

- Si, pero es sábado, es la ropa que uso los fines de semana, pero no eran cosas demasiado obvias

- No te hagas, son los pantalones de mezclilla de niña que te gusta usar, ella me lo dijo y que en la mochila traías ropa de mujer y que asi habías salido ayer de la casa. Mira, eso ya lo platicamos aquella vez. Eres adulto y haces lo que te viene en gana pero no vuelvas a contrariar a mamá de esa manera. Ella sabe de tu ropa, pero creía que la usabas solo en casa y ahora que saliste y pasaste la noche afuera como mujer, es algo que ella no esperaba y que le dolió mucho, no lo imaginaba. No lo vuelvas a hacer y si lo haces no lo hagas en la casa, bueno, quiero decir, no salgas asi de la casa ni siquiera en la casa dejes que ella te vea, no es tu casa, es su casa.

- Si, eso me queda claro, gracias por escucharme

- No me digas gracias, no lo hago por ti, si no por ella concluyó mostrando mas enojo que comprensión.

Esa noche la pasé mal, casi no pude dormir. Al día siguiente que era domingo me desperté temprano y me vestí usando de la ropa que me ponía entre semana para ir a trabajar para que mamá al llegar no me viera con la ropa “unisex” que solía usar los fines de semana cuando me quedaba en casa.

Mi hermana me llamó en la mañana, me dijo que acababa de hablar de nuevo con mamá y que ya estaba un poco mas calmada, preguntó:

- A ver, dime bien que pasó

- Nada, lo que ya te dije

- Tu no me dijiste nada, la que me contó fue mamá, ¿Qué pasó?

- Llegué a la casa asi como dice mamá, me vio y me preguntó que si asi había ido al viaje de trabajo y le dije que no, que mi ropa que había usado la traía guardada en una mochila que había llevado.

- Entonces si es cierto

- Si es cierto ¿Qué?

- Lo que dice mi mamá, que toda la ropa que traías era de mujer, o sea que asi saliste de la casa.

- Si, eso ya lo sabías

- Si pero entonces es mucho descaro de tu parte.

- ¿A quien daño haciéndolo?

- Que lo hagas es tu decisión, pero no seas cínico con mamá.

Sabía que había hecho mal, pero que mi hermana me dijera cínico no me gustaba, le dije:

- Mira, se que fue algo malo, bueno, no en si pues eso es algo que me gusta y es mi forma de ser, pero se que lastimé a mamá, pero creo que ya se hizo todo esto demasiado grande.

- Tu lo hiciste grande.

- Bueno, pero ya no puedo volver el tiempo atrás

- No, pero el tiempo para adelante lo puedes vivir de manera que no afectes a mamá. Si vas a seguir con tus cosas, asegúrate que ella no se entere.

- Pero tu dijiste que ella sabe lo de la ropa, ella misma me lo dijo.

- Una cosa es que te guste usar ropa de mujer y otra es que te comportes sexualmente como mujer, trata de entender como siente eso mi mamá.

- Tienes razón, concedí.

- Mira, dijo ella, si no puedes controlar eso, trata de que ella no se de cuenta.

- ¿Qué crees que soy un animalito para no poder controlar mis impulsos?, tu controlas los tuyos, ¿no?

- Si, no quiero decir que no los puedas controlar, pero cuando decidas que vas a hacerlo, procura que no le resulte evidente a mi mamá, para ella siempre vas a ser su hijo hombre por mucho que hagas lo que hagas para no parecerlo

- Si, creo que tienes razón.

Después de hablar con Claudia pasé el resto del día solo, esperando a ver si mamá regresaba tal como había dicho la madrina Ernestina que lo haría, el departamento que era en si pequeño, se me hacía inmenso y vacío.

Mamá llegó hasta la noche y sin saludarme se metió directamente a su recamara la cual cerró sin mas.

Al día siguiente se fue sin despedirse, era obvio que no quería hablarme, me sentí mal, pero poco a poco al paso de los días retomó el contacto verbal, paulatinamente me empezó a dirigir la palabra, pero cuando yo trataba de hacer conversación me contestaba solo con monosílabos.

A partir de ese problema tuve cuidado de que “mis cosas” no volvieran a resultar tan evidentes para ella. Si volví a salir varias veces de la casa vestida como niña para ver a Jaime, a veces un poco atrevida con faldas cortas o blusas escotadas, pues el pasaba en carro a la puerta de la privada por mi, pero no había problema pues lo hacía siempre mucho antes de la hora en que llegaba mamá y llevaba en mi mochila ropa de trabajo, de niño, para regresar, no de la del tipo que usaba en casa los fines de semana.

Cuando llegaba a “salir” siempre llevaba la mochila para guardar mis cosas al regresar, si al llegar ella estaba ya en la casa solo la miraba adivinando su contenido, haciéndome sentir que bien sabía lo que traía en su interior, pero como llegaba con la ropa de niño, la que usaba normalmente para trabajar no me decía nada, solo me volteaba a ver concluyendo que si la estaba usando era porque en ella traía mis implementos de “salir”, y que por lo tanto yo venía de haber hecho algo que a ella no le gustaba, lo suponía y aunque no lo pudiera aseverar, para ella era claro que las cosas habían sido asi..

Nunca mas me volvió a pedir que abriera la mochila. Sabía que usaba la ropa pues cuando después de usarla la lavaba ya no la ocultaba, y era obvio que sabía en qué ocasiones la usaba y para que, pero no volvió a tocar el tema.

Pasaron varias semanas antes de que ella volviera a dirigirme la palabra de una manera mas abierta y meses para que pudiéramos tener una conversación normal, finalmente las cosas se compusieron, aunque tal vez no del todo pero al menos, ya no había en ella el enojo extremo de aquella vez.

En casa yo usaba a veces inclusive ropa de la que Claudia tenía todavía en su closet, pantalones que no eran unisex si no de mujer, mamá me veía y me decía que no los usara porque era ropa de Claudia y se molestaría, no porque fueran ropa de mujer, consideré eso una especie de aceptación velada. A veces me cambiaba y me ponía mi propia ropa, pantalones de mezclilla o alguno de algodón con cierre atrás. No es que mamá estuviera de acuerdo, pero ya no me decía nada en especial. De esa manera, poco a poco la situación se fue haciendo cada vez menos difícil entre los dos.

En mi interior yo anhelaba que me aceptara como Patricia (no como Patvé) pero jamás pudo superarlo. Con el tiempo la relación entre nosotros se suavizó pero sin volver a llegar a ser lo que un día fue.

25 jun 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXXVII

Capítulo LXXVII, Patvé

Jaime se levantó desnudo y fue al baño. La habitación estaba semi obscura, yo no quería quitarme la ropa pues quería permanecer para Jaime como una verdadera mujer. El regresó a la cama después de darse un rápido regaderazo, se acostó boca arriba, desnudo. Yo puse mi mano sobre su pene, ahora flácido pero atractivo. El pronto se quedó dormido y yo permanecí despierta por mucho tiempo, pensando en lo que acababa de hacer, prácticamente ya no quedaba ningún eslabón por avanzar en mi sexualidad como mujer. Después de mucho tiempo me quedé dormida con estos pensamientos.

Me desperté por el contacto de la mano de Jaime acariciando mi busto que no era muy grande pero si del tamaño necesario para tener una sensibilidad que me resultara placentera al recibir esas caricias. Yo estaba acostada sobre mi lado izquierdo, no dije nada esperando que el me siguiera acariciando.

De repente sentí como bajaba su mano a mi entrepierna, no sabía si detenerlo o no. Le dije:

- ¿No que “no le haces”?

- ¡Ah! Estas despierta (Hacía tiempo que se dirigía a mi en femenino)

- Si y si sigues bajando la mano te vas a encontrar una sorpresa.

- Lo se

Le pregunté de nuevo

- ¿Pues no que no “le haces”

- No, no le hago

- ¿Entonces?

- Es solo curiosidad

Puse mi mano sobre la de el deteniéndolo para que no avanzara y le dije

- Mejor no, quiero ser siempre para ti una mujer, asi que ni se mira ni se toca, ¿ok?

- Ok, dijo aunque no sonaba muy convencido y dejó de buscar en mi entrepierna, continué.

- Mejor déjame que te toque yo a ti, quiero pararlo para que me lo des.

Ya era de día, en unas horas tendríamos que regresar y yo quería sentirlo y tener un orgasmo asi alejando de mi el temor que el percibiera cuando este llegara.

Jaime siguió acariciándome el busto y con su otra mano me empezó a bajar el pantaloncito de la pijama que había usado toda la noche. Yo pasé mi mano hacia mi espalda y le toqué el pene, estaba duro, pero no como hacía unas horas.

- ¿Se te va a poder poner duro como hace rato?, le pregunté.

- Vas a ver, ahora si, de lo duro que va a estar hasta vas a berrear.

Me siguió acariciando y haciéndose a si mismo con su propia mano para lograr una erección que ambos deseábamos, lo toque de nuevo y noté que poco a poco se le fue poniendo mas y mas duro hasta quedar como la noche anterior.

Me levanté al baño, antes de regresar, me arreglé el cabello, no quería causarle una mala impresión, tomé un frasquito de crema de los de cortesía, lo llevé a la cama y se lo di.

- ¡Puta!

- “Nada mas para ti”

Esta manera de llamarme resultaba ya cariñosa, lo decía como para reprenderme, pero era a manera de juego.

Miré su pene un tanto enrojecido “por el ejercicio”, me volví a acostar a su lado, dándole la espalda, haciéndome hacia atrás, pegándomele para sentirlo en mi colita.

- ¿No te digo?, dijo el a manera de juego

- Bueno, si, al fin y al cabo ahorita es mío

Siguió acariciándome y esta vez me quitó de lleno el pantaloncito de la pijama. Sentí como se ponía crema y sin mas ni mas, arremetió con su pene contra mi agujerito el cual penetró apenas con la puntita pero provocándome algo de dolor. Al percibirlo se detuvo un poco y me empezó a besar la espalda y el cuello, mientras con una de sus manos acariciaba mi busto, fue algo sensacional.

No dijo nada, me siguió besando para luego seguir haciendo su tarea, con dulzura y podría decir que hasta con cariño. Poco a poco fue entrando y saliendo, pero a cada arremetida avanzaba un poco mas, era una manera de dilatarme.

En un momento, sin avisarme se empujo con determinación haciendo que su soldado tomara de manera plena su trinchera, era una sensación muy placentera. Esta vez sin dolor por la crema y la actividad previa, esto causó en mi una erección.

Ahora puedo decir que no hay erección mas rica que aquella que se logra como resultado de recibir una penetración.

- ¿Te gusta?

- Si, mucho “papito”

Esta palabra, “papito” la dije de manera natural, el no dijo nada, yo me sentía realmente de el.

Se siguió moviendo lentamente, como se había venido, hacía apenas unas cuantas horas, ya no tenía la calentura inicial y eso le permitía tener mas tiempo para llegar a un orgasmo lo que a la vez a mi me permitía disfrutar de tenerlo y sentirlo por un lapso mas prolongado a mi también.

- ¿Te vas a venir?, preguntó el.

- No, hasta que tu te vengas, quiero sentirlo para venirme.

El movió su mano derecha hacia mi entrepierna tratando nuevamente de agarrarme, le dije

- Se ve que te gustan las sorpresas, esta no te va a gustar, ya te dije que ni se mira ni se toca.

- No la quiero ver, solo te quiero sentir como estas

- No, porque entonces vamos a perder la magia. Déjalo asi.

Diciendo esto yo misma le tomé la mano y la retiré de mi entrepierna, el la subió a mi busto y acarició ardientemente mi pezón, casi lastimándome.

Este estímulo me hizo sentir muy bien, yo no quería venirme pues deseaba que ese momento se extendiera lo mas posible, pero ya llevaba horas en una interacción sexual sin haber tenido un orgasmo y estaba muy excitada. Me empecé a hacer con la mano mientras el se mantenía empujando y saliendo lentamente.

Creo que muy pocos placeres sexualmente hablando podrán compararse con el echo de estar recibiendo a un hombre siendo penetrada plenamente por el mientras se disfruta de una erección propia alcanzada como resultado de la misma penetración, me parece que es una de las expresiones de la sexualidad femenina mas extraordinarias que debe haber para mujeres “especiales” como yo.

La excitación de la noche anterior, el extraordinario estímulo que estaba experimentando en ese momento. El tener la mano de Jaime sobre mi busto y su pene en mi, todo se conjugó para que en un momento dado yo llegara al orgasmo.

Era la primera vez que lograba una eyaculación teniendo un pene dentro de mi y siendo acariciada del busto por la persona que me lo estaba dando, era sensacional.

Jaime percibió cuando derrame parte de mi esperma pues la contracción que tuve para hacerlo la transmití a su pene al apretar mi colita. Eso fue su propio estímulo, esa sensación lo volvió como frenético pues se empezó a mover como si estuviera fuera de control y llegó solo un par de segundos después que yo a su propio orgasmo.

Quien haya tenido la fortuna de tener un orgasmo al mismo tiempo que su pareja podrá comprender lo glorioso que esto fue.

Nos quedamos asi por un momento, el iba a salirse pero le dije que no lo hiciera, que esperara a que su pene se aplacara para sentir como se iba poniendo flácido dentro de mi, el me había enseñado a sentirlo de esa manera y ahora es algo que disfruto mucho, sentir como poco a poco la propia blandura después de la eyaculación va sacando al héroe ya vencido exprimiendo de esa manera el último vestigio de su esperma haciendo en mi agujerito una sensación muy especial, por eso aprendí a disfrutarlo desde entonces y ahora lo procuro cada vez que me es posible hacerlo.

Su pene salió de mi después de varios minutos mientras yo sentía todo el cuerpo en contacto con el cuerpo de Jaime. Finalmente se levantó de la cama y tomo ropa para cambiarse, se volvió a dar un baño y después de unos minutos salió ya vestido.

No fue muy social, no hizo referencia a lo que había pasado, creo que como cualquier hombre, una vez satisfecha su deseo físico perdió un poco el encanto de la plática y la cortesía. Me preguntó si me iba a bañar para irnos.

Yo le pedí que se regresara a la ciudad sin mi, le comenté que había unas cosas que había visto la tarde anterior en nuestra caminata por el centro y que quería comprar, nada importante, le dije, una blusa que me gustó y que iba a tardar un poco pues quizá me probara alguna otra cosa. La verdad es que no podía regresar de niña a mi casa pues era sábado y estaría mi mamá sin embargo después del episodio que había vivido tentada estuve de llegar a casa como niña y abrir asi mi vida ante mi mamá. Fue un pensamiento fugaz que deseché casi al momento, pero me dije a mi misma “si, algún día llegara a ser, pero por ahora no” asi que tendría que hacerlo de niño pero no quería que Jaime me viera en mi carácter de hombre ya que tenía mas de tres años que no me había visto asi y ahora no quería que pensara en mi mas que como niña, o mas bien, como mujer. Dijo:

- Ok, como quieras, pero yo ya me tengo que regresar. ¿No hay problema?, ¿Deveras te quieres quedar?

- Si, vete sin pendiente. Pregunté: ¿Te gustó?

- Si, estuvo muy bien

- ¿Nos vamos a volver a ver?

- Mmm, no sé va a estar un poco difícil

- Bueno, si “ella” no te da el sexo oral cuando se lo pidas recuerda que yo estoy aquí y que lejos de que me lo pidas, con solo tenerme a tu lado es mas que suficiente para que te lo quiera hacer.

No creí que era yo la que estaba diciendo esto, pero era verdad. Estaba prácticamente enamorada del sexo, o de el, no lo entendía bien, quizá era por la manera en que me había complacido en esa salida. El respondió:

- Si, lo sé, pero no creo que nos veamos pronto.

Se vistió, vino a mi que estaba aun acostada sin el pantaloncillo de la pijama pero tapada con la sabana, me dio un beso en la mejilla y me preguntó si quería que me dejara para el camión. Sentí una especie de pensamiento perverso, me dije “como a una puta”, esto mas que molestarme me excitó, le dije:

- Bueno, si, por favor.

Me gustaba que me dejara dinero, aunque no lo necesitaba, pero que me diera dinero me hacía sentir no como profesional, si no como una especie de mujer que su pareja le deja para gastar cuando el se va de viaje. Me excitaba, sacó su billetera y contó algo de dinero, lo que me daba era mucho mas de lo que podía costar el camión de regreso a la ciudad, era algo asi como una especie de pago. Estiré la mano y tomé el dinero. Me sentí bien, le dije.

- Esto es mucho mas que lo que cuesta el autobús de regreso.

- Si, pero como dices que vas a comprar algunas cosas…

Cuando el salió de la habitación me dije a mi misma que mi comportamiento no había sido el de una dama, pensé en Patricia, la niña que en un tiempo fue la mujer decente sin ejercer ningún tipo de sexualidad o apenas, hacerlo de manera incipiente. Ahora, la mujer que había estado y disfrutado así de este fin de semana no era ya una niña, si no una mujer ejerciendo su sexualidad a plenitud, y disfrutándola sin ningún tipo de reserva ni remordimiento. Recordé que los nombres que me hubieran puesto si hubiera sido niña hubieran sido Patricia o Verónica. Entendí que Patricia era la chica decente que había crecido en mi adolescencia pero ahora, la mujer que había hecho sexo con un chico en la habitación de un hotel en un viaje ex profeso para tal fin y que había disfrutado de manera plena su sexualidad al ejercerla con total libertad de pensamiento era diferente a Patricia, decidí que esa parte de mi personalidad femenina, sumamente activa y extrovertida en lo sexual no podía ser Patricia, la niña decente que Jaime convirtió en mujer, no, esta de ahora era mas abierta en la mente y en el cuerpo para disfrutar de la vida en la manera que esta se le presentaba asi que resolví que fuera Verónica, el otro nombre que me hubieran puesto si yo hubiera sido niña., Patricia, la parte recatada, Verónica la parte sexual abierta a todo. En realidad, pensé que era el resultado de una combinación de ambas, fue asi que de la composición de los dos nombres nació Patvé.

Pensé en salir al pueblito a dar una vuelta en mi carácter de niña, me sentía muy complacida de ser mujer pero era tarde y quería regresar a casa a tiempo para comer con mi mamá. Por un momento se me ocurrió una idea pero inmediatamente la deseché, ¿Por qué no volver a casa como Patricia? No, me contesté, mamá no estaba preparada para eso asi que me bañé y me vestí con la ropa de niño que había llevado para regresar, bueno, no era completamente de niño. Llevaba un pantalón de mezclilla de mujer, tipo strech que me quedaba muy ajustado, como me gustaba usarlos, lo complementaba con una playera unisex un poco holgada para disimular mi busto y zapatos tenis sin agujeta. Sabía que me veía un poco afeminado, pero no me importaba. Nunca me había gustado parecer afeminado, pero ahora me sentía mujer y si de lejos lo parecía era la parte final de esa excitante salida. Las cosas de Patvé las metí en la mochila en la que había llevado mi ropa para cambiarme al día siguiente. Fui a la central camionera, esperé un autobús que venía de paso y volví a casa.

Después de esa vez pasó mucho tiempo para poder volver a ver a Jaime. No fui yo quien lo buscó si no que el me llamó a mi un día a la casa. Mamá tomó la llamada y me pasó el mensaje de mala gana pues percibía en esa llamada a alguien que no era precisamente mi amigo o no al menos de la manera convencional que se pudiera entender, todo esto, como consecuencia de lo que había pasado cuando regresé a casa de la salida que hice con Jaime aquel fin de semana.

Lo volví a ver porque tal como lo pensé el buscaba la satisfacción del sexo oral que no le daba su esposa. Nunca mas volvimos a salir de la ciudad pero nos las arreglábamos para vernos y entrar a hoteles no moteles, lo hacíamos como cualquier pareja que renta un cuarto para pasar un rato pero al salir, yo lo hacía después que el pero en mi papel de niño. En estas ocasiones nos veíamos en las tardes, el salía de la tienda unas cuantas horas antes de cerrar, le decía a su papá que iba a ver lo de algunas mercancías para comprar o comparar precios o cualquier pretexto. Yo salía de mi casa como Patvé, mucho antes de que fuera la hora que llegaba mamá. Nos encontrábamos en el Sanborn’s que estaba cerca de la casa y de ahí nos íbamos a estar juntos. No era muy seguido, unas tres o cuatro veces al año pero siempre mantuvimos el contacto, hasta la actualidad aunque ahora con un poco menos de frecuencia. El siempre en busca del sexo oral que su esposa no le daba y que a mi me encantaba hacerle aunque ya no dejaba que eyaculara en mi boca pues como el tiempo que teníamos era poco, el después de que yo le hacía oral, me hacía el amor de la manera convencional.

Tomábamos un riesgo calculado pues no usábamos condón. El me creía que yo no me metía con nadie y yo le creía que solo lo hacía con su esposa.

Con el tiempo yo llegué a hacerlo con diferentes personas pero siempre con protección asi que estaba reservada para el para hacerlo sin condón. Se puede decir que el era el hombre de mi vida.

No era muy frecuente, y no lo es hasta la fecha en que sigo viéndolo esporádicamente, lo veo poco, pero en la condición de mujer especial como soy, es difícil poder encontrar hombres con quien salir como lo hago con el asi que procuro hacerlo lo mejor posible cuando lo veo para que siempre a la larga tenga deseos de que nos volvamos a ver.

24 jun 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXXVI

Capítulo LXXVI, Mi Regalo de Bodas

Habían pasado unas horas no supe en que momento Jaime se desprendió de su bikini pues al despertarme por la luz del farol que entraba por la ventana, cuando levante la cabeza que tenía acurrucada en su pecho y vi su cuerpo me di cuenta que estaba totalmente desnudo.

Me mire a mi misma pues por el efecto del vino no sabía si "había sucedido", estaba segura que no pues yo tenía mis prendas puestas tal como me quedé dormida. No supe porque el no tenía su bikini puesto, quizá intentó despertarme sin éxito, no lo sabía.

En el momento que erguí la cabeza y al ver a Jaime totalmente sin ropa me acordé de la intención de nuestro viaje. Yo había decidido darte “mi regalo de bodas” ese día pero nos había vencido el sueño, al menos a mi.

Pensé que quizá yo por efecto sedante del vino me habría quedado dormida y que el quizá por un respeto mal entendido habría quedado a medio camino entre el amor y la abstención.

Sentí pena con el y conmigo misma, era como haber desperdiciado una oportunidad de oro y pensé en lo caballero que el fue de no despertarme. Me admiré de su gentileza.

Hacerle sexo oral era algo que yo deseaba pero que había tratado de disimular ante el. No quería que me viera como una chica “de esas”, no me daba pena querer hacerlo, al contrario, lo deseaba pero como siempre la confrontación de sentimientos y de pensamientos llegaba a mi mente, la permanente dualidad que me había acompañado siempre se presentaba de nuevo, quizá ahora con menos fuerza por tener ya mi realización como mujer, pero los sentimientos a veces eran encontrados entre ser mujer real y ser un chico biológico. Recordé que estaba ahí precisamente porque ya lo había decidido, además, ya lo había hecho con Fabián con anterioridad pero entonces había sido por calentura, ahora, lo sentía por emoción, casi por amor. Pensé para mis adentros ¡que ridículo! pero asi era.

Habían pasado solo uno o dos minutos desde que desperté y no me había movido para no despertarle, mire de nuevo su cuerpo, vi su cara que reflejaba la tranquilidad de un sueño apacible, baje la vista y vi su pecho lleno de vellos, cubriendo como terciopelo los músculos que por su ejercicio había logrado. Vi sus tetillas que le había visto cuando salió del baño pero que por haber distraído mi mirada no había percibido que eran pequeñas pero muy sensuales, pasé la mirada por su abdomen, todavía de muchacho y que sabía mantener en forma para verse atractivo, seguí deslizando mi mirada por su cuerpo y... si! ahí estaba su fiera dormida, en un reposo que se pide previo a la batalla. No muy grande, no muy chica, con el tamaño ideal para hacer su trabajo en mi, pensé. No pude seguir la mirada hacia sus piernas, me quedé embelesada viendo su pene que dormido esperaba los sucesos por venir.

No me moví, no quería despertarle, quería que pasara el tiempo en tanto que yo pudiera admirar esa dardo hermoso que dormido se veía indefenso, como retando a quien lo pudiera despertar y dejar listo para la lucha. Ya no tenía duda de como era, muchas veces lo habíamos hecho pero en realidad, yo de espaldas a el, poca oportunidad tuve para mirárselo bien antes de ese momento. Ese pene que tantas veces había estado en mi ahora estaba dormido y el glande pleno a la vista. Me hizo pensar como me gustaba sentir como al penetrarme se va abriendo paso tomando el color del esfuerzo pero conservando una mezcla de dureza y tacto de suavidad.

Esa sensación de oprimir el glande con la resistencia de mi agujerito es una delicia que disfrutaba mucho con el.

Lo vi por mucho tiempo y decidí tomar de el lo mejor de esos momentos, los de su despertar y levantarse en armas.

Me hice lentamente para abajo en la cama, de tal manera que mi mano pudiera posarse en ese pene que quizá por última vez iba a ser mío. Hice en mi mano un hueco para cubrirlo y acariciarlo estando el dormido. Quería que soñara con muchos placeres.

Jaime no se movió, debió sentir mi mano en sus sueños pues una sonrisa adornó su cara, eso me encantó. Su pene era mío y el aún no lo sabía. Lo apreté suavemente repitiendo el movimiento hasta que sentí que empezaba a dejar su blandura. Lo dejé pues no quería que se despertara de esa manera. Quería compensarle por no haberme quedado despierta cuando llegamos al hotel asi que separé la mano con la que le estaba aconchando su pene que me era muy atractivo con ese glande al descubierto para después ofrecerlo en el acto del amor.

Lo imagine y ya no me pude contener. Había decidido que de regalo de bodas le haría el sexo oral que ya antes me había pedido y estaba preparada para hacerlo, asi que las cosas se dieron de una manera casi natural.

Pensaba en hacerle sentir algo que su novia, próxima esposa, jamás se atrevería a darle o sea que el sintiera que se lo hacía porque yo quería y no porque el me lo pidiera, fue asi que me dispuse a disfrutar de algo que había deseado y rechazado a la vez, pero que ahora estaba dispuesta a hacer para que el lo tuviera presente por mucho tiempo.

No quería que se despertara antes de que yo pudiera besarlo y chuparlo, asi que lentamente me fui bajando hacia su virilidad, dormida y con una imagen de quietud. Le besé sus tetillas y su abdomen y sentí los vellos diferentes de su zona púbica. Me encantó, me excitó, estaba ya a solo unos centímetros de mi objetivo y había logrado que el aun no me sintiera.

No quería que se despertara y me encontrara chupándolo pero ardía en deseos de hacerlo asi que me deslice hacia abajo y puse mi cabeza a la altura de su entrepierna. Ahí estaba ese hermoso pene en espera de ser poseído, lo tome suavemente entre mis manos, separándolo de su cuerpo y dirigiéndolo a mi boca.

No lo jalé, solo lo levanté y apurándome para que el no fuera a despertarse le di un rapidísimo beso y me separé, pero no lo solté de entre mis manos.

Miré lentamente hacia su cara para ver si se había despertado pero seguía tranquilo, pensé en que podía hacerlo de nuevo, asi que lo volví a besar pero esta vez no resistí la tentación y metí la puntita que sobresalía de mis dos manos a mi boca.

No era la primera vez que tenía el órgano de un chico entre mis labios, ya lo había hecho con Fabián hacía tiempo atrás, sin embargo en esta ocasión no era solo calentura, realmente quería darle a Jaime esto como regalo de bodas, al pensar en eso tuve una especie de shock emocional pero solo duró unos segundos, en ese momento estaba alejando de mi mente las últimas dudas que pudiera tener de mi sexualidad femenina, era no la sexualidad física, si no la de una mujer que hace algo específicamente por el hombre al que quiere. Eso me provocaba una reacción especial, el pensar que pudiera sentir algo emocionalmente por Jaime.

Tener su pene en mi boca me resultó muy placentero, pasada la pena inicial que sentí ante el por lo que pudiera pensar de mi, me dispuse a sensibilizarme de lo que estaba haciendo. ¡Le estaba haciendo sexo oral al chico con el que había iniciado mis acercamientos físicos como mujer, pensé que era lo correcto. Había pasado un largo tiempo y ahora se lo hacía a ese chico!, no me importó, mas bien empecé a disfrutarlo y pensé que si lo acariciaba suavemente con la punta de la lengua quizá pudiera provocarte sueños eróticos y miles de fantasías.

No quería que se despertara pero la sensación de tener la puntita en mi boca me hizo ser mas y mas golosa. Quité una de mis manos para dar espacio a que entrara un poco de el en mi boca. Me prometí que solo sería eso y lo dejaría hasta que despertara.

Quité la otra mano que me estorbaba para chuparlo mas, entró entonces la mitad pero aun asi casi me llenaba aunque aun estaba dormido haciendo que esa sensación de suavidad domada por mi fuera irresistible. Con cuidado miré hacia arriba en dirección de su cara. No podía voltear mucho pues tenía su arma, en ese momento indefensa, colmándome la boca, de reojo alcance a ver que aún dormía.

Ya no resistí mas y lo metí todo. Mi lengua empezó a dar vueltas a su alrededor y mis labios lo sorbían como un niño a un helado cuando tiene que acabarlo rápido porque el calor lo estaba derritiendo, pero aquí era al contrario, en lugar de ablandarse se estaba poniendo duro. No quería que abriera los ojos y me encontrara haciendo eso asi que decidí que me retiraría de su pene poco a poco y esperar a que se despertara pero ya estaba poniéndose duro, y yo quería salirme, Iba a sacarlo de mi boca pero al sentir su incipiente erección no resistí la tentación de mantenerlo por unos momentos mas. Finalmente, estaba erecto y muy duro, Yo mire hacia su cara, el aun dormía, asi que suavemente lo fui sacando de mi boca pero de repente sentí su mano en mi nuca, impidiendo mi salida, suave, pero firme.

Supe entonces que no dormía, no sabía desde cuando, pero estaba despierto y me pilló haciendo eso y sabía que se había dado cuenta de que me gustaba No pude hablarle pues tenía "eso" llenado mi boca y al intentar salirme, el con su mano sobre mi nuca repitió la presión que había realizado apenas hacía unos segundos e hizo un movimiento contrario empujándome suavemente para que continuara lo que estaba haciendo.

Habló por primera vez:

- Puta, dijo bromeando

- Nada mas para ti, conteste con tono de cariño sacando su pene parcialmente de mi boca para que el pudiera entenderme.

No me molestaba que me dijera así pues lo hacía sin ofender, mas bien como tratando de decir que en esos momentos mi sexualidad era pro activa y era solo para el pues era yo quien tomaba la iniciativa.

- ¿Te gusta? Me preguntó.

- Si, no creía que me iba a gustar (mentí), pero sentí muy rico como se fue parando en mi boca. No quería que te despertaras, quería que tuvieras sueños eróticos para que después me los contaras.

Su pene ya estaba decididamente bien parado y me empujó hacia el callándome haciendo que penetrara en mi boca hasta tocar mis amígdalas provocándome un sonido como de ahogo que le hizo saber que ya estaba todo adentro.

¡Me sentía feliz! Hasta entonces nunca había disfrutado de mi sexualidad asi, había hecho sexo oral, se lo había hecho aquella vez a Fabián pero entonces había sido por pura calentura, en esta ocasión sentía por Jaime algo especial que me hacía querer satisfacerlo; era la manera que tenía a mi alcance para mostrar mi cariño por el hombre que me había convertido en mujer real.

Fue un momento importante en mi vida. Era el punto de no retorno, no era satisfacción física tan solo, era la satisfacción de hacer algo por la persona a la que quería. Asi lo sentía y asi era.

Podía haber hecho sexo en fase de penetración y quizá no hubiera pasado a mas, pero el hacerle sexo oral a un chico sintiendo ese amor que estaba sintiendo, me hacia ser definitivamente mujer, con sexualidad y sentimientos, finalmente ¡mujer!.

Ya no intenté salirme de nuevo, no tenía pena de que me hubiera encontrado asi, al contrario, consideraba que era mi regalo de bodas y el placer que vivía en esos momentos y que también sentía que el vivía, lo compensaba.

El percibió mi entrega y en una especie de acto dominante que me hizo saber bien que yo era suya en ese momento me tomó del cabello y con suavidad, casi acariciándome dirigió mi cabeza en movimientos repetitivos de arriba hacia abajo, una y otra vez para penetrar y extraer ese pene de mi boca.

Yo sabía que si seguíamos el acabaría desbordándose y no quería que fuera de esa manera, si no en mi cuerpo, quería su penetración pero por otro lado, ya no podía detenerme de estarle haciendo sexo oral, lo estaba disfrutando tanto por esa sensación que nunca había sentido como por el hecho de saberme capaz de provocarle el placer que el abiertamente estaba manifestando y que tiempo atrás, el día de mi primera penetración me había pedido, me sentía con una especie de poder especial, el dominio de la mujer al hombre por el que siente algo personal, dominio mediante el sexo, pero sexo como producto de un amor, sin lugar a dudas era un sentimiento femenino mas allá de la sexualidad. No era algo físico si no emocional y lo estaba disfrutando como parte de ese todo de mi feminidad que apenas estaba conociendo en mi.

Quería que me penetrara pero pensé que era hermoso que el pudiera tener un orgasmo provocado por mi de esa manera. Si seguíamos, sabía que habría solo un orgasmo y que ya no sería en mi colita. Decidí en una especie de acto de hembra entregada, darle la satisfacción de venirse en mi boca, aunque eso significara que después el ya no podría penetrarme, al menos por un buen rato.

Una vez tomada esa decisión decidí hacerle el mejor trabajo oral que nadie jamás le pudiera llegar a hacer. Pensé que lo que le haría le obligaría a grabar en su mente ese placer que estaba dispuesta a que nadie mas lo pudiera igualar, esto lo definí en referencia abierta a que Cristina, su futura esposa ni nadie nunca le pudieran dar una satisfacción como la que yo le pudiera dar en ese momento.

Ahora se que las mujeres “especiales” como yo somos mas efectivas en el sexo oral pues no nos lo tienen que andar pidiendo ni suplicando que lo hagamos y cuando lo hacemos, no lo hacemos como resultado de que nos lo pidan, si no como resultado del placer real que sentimos al hacerlo.

Ya entendiendo todo esto lo tomé con las dos manos y alzaba y bajaba su pellejito recorriendo con la lengua su cabecita sintiendo como se arqueabas por el placer que le estaba provocando. Me encantó tener ese dominio, sabía que esto provocaría en el un orgasmo y con el una eyaculación que había decidido recibir en mi boca.

Me esforcé por darle todo el placer posible, apreté mis labios un poco mas firmes para que la presión ejerciera en el la sensación mas agradable que pudiera imaginar, Lo recorrí con la lengua encontrando el pequeño orificio en su punta el cual también con la punta de mi lengua empecé a toquetear tan rápido como me era posible, imitando el movimiento de la lengua de una serpiente disfrutando el manjar que estaba poseyendo. Metía y sacaba su soldadito de mi boca sabiendo que este movimiento provocaría la derrama de su leche.

Sabía que el eyacularía si yo seguía y como ya había tomado la decisión de recibir su semen de esa forma no me importó seguir.

Yo mientras tanto estaba casi cegada y ensordecida por el golpeteo de las pulsaciones de mi sangre que quería salir de mi corazón, pero oía su voz dulce que me decía "mas, mas putita”.

Estas palabras, lejos de enojarme, en esos momentos me resultaron altamente excitantes, asi que seguí mas y mas. Al oír que me dijo putita fue como saber que lo que estaba haciendo estaba bien hecho. Chuparle, acariciar ese miembro a dos manos, era el órgano sexual de un hombre, tener su cabecita dispuesta a mi lengua y sus caricias, saber que me iba a derramar, todo eso era mucho mas de lo que imaginé para esa primera vez que yo hacía el sexo oral… ¡con amor!.

- - "Mas, mas, mas putita!" oía una y otra vez.

De repente llegó el momento, el me empezó a mover la cabeza jalándome del cabello sin sentir ni el ni yo que me estabas haciendo un poco de daño, era el momento de la maravilla esperada.

Se arqueó como en un aviso de lo que venía en camino, emitió gemidos incontrolables que no nos importaba si se oían en otras habitaciones o hasta el fin del mundo, Se arqueó mas y mas hasta que en un espasmo que duro mil años inyectó con poder su semen en mi boca.

De forma muy clara sentí la presión de ese chorro que me llenó plenamente. El se siguió moviendo y tensando y entonces en medio de la espesura de la primera entrega, su pene, henchido de placer decidió mandar un segundo envío.

Mi boca estaba llena con la primera salida asi que la presión del segundo chorro hizo que la preciosa leche brotara en dos pequeñas gotas por la comisura de mis labios.

Eso no me gustaba, no quería que se derramara nada, pero asi era. Pensaba en lamer esas gotas con la lengua pero pensé que entonces la derrama sería mayor.

Estaba reflexionando sobre el placer que llenaba mi boca y mi espíritu cuando se arqueó nuevamente. No era fantasía. Si, venía un tercer chorro, quizá no tan poderoso como los anteriores pero definitivamente que excedió la capacidad de mi boca por mantener todo lo que me había dado.

Yo no alcancé el orgasmo pero estaba a punto de llorar de la felicidad que sentía en ese momento.

Me pasé una pequeña parte de su leche, solo una pequeña parte, pero el me dijo que me la pasara toda, me dijo que lo hiciera pues aun había en su pene mas en el canal de entrega.

Sin dejar de chuparle me pasé poco a poco su leche hasta terminar, entonces me dijo que succionara pues aun había mas, me dijo que si lo hacía correctamente la obtendría.

Tomé nuevamente su pene entre mi manos y lo exprimí de su base hacia mi boca apretando la base de su tallo de abajo hacia arriba. Por primera vez en la última media hora lo saqué y lo miré todavía medio erecto y enrojecido y al seguir exprimiéndolo para arriba, una gota coronó nuestro acto de entrega. El me dijo que dejara que cayera resbalando por un lado de su pene y que antes de que le llegara a los huevitos la lamiera con la lengua para asi recoger de ella hasta el último vestigio como si fuera un gatito tomando leche. ¡Fue fabuloso!

Al terminar el se quedó acostado tratando de regular su respiración. Me miraba con comprensión y me dijo que tendríamos que esperar para que ahora fuera el quien me complaciera.

Le dije que no importaba que no me lo pudiera hacer, que habíamos ido ahí para que yo le diera su regalo de bodas y ya lo había hecho.

El se volteó hacia mi y me dijo "me gustas". Esa sola frase valió todo nuestro viaje.