Capítulo LXXXI, Veracruz
Relato Final
En el trabajo empecé a atender clientes
foráneos y a veces salía de viaje para atenderlos, cubría clientes en la región
Puebla, Jalapa, y el puerto, me iba en carro, de la empresa que tenía asignado.
En Veracruz veía dos clientes y a veces pasaba dos o tres noches en el Puerto.
Me hospedaba en un hotel cerca del centro no era de lujo pero si muy funcional.
Yo generalmente llevaba “mis cosas” pero por ejemplo en Puebla o Jalapa las
usaba pero no salía de mi cuarto pues en esas ciudades la gente es mas conservadora,
en cambio en Veracruz pensé en poder aprovechar uno de mis viajes y permitir
que Patvé, no Patricia dejara salir algo de la fogosidad que le quemaba pues
tenía tiempo sin ver a Jaime, por razones obvias yo no le hablaba si el no me
buscaba y hacía tiempo que no nos veíamos asi que mi libido estaba en un punto
efervescente por lo que decidí dejar salir a Patvé y que viviera su sexualidad
tan intensamente como quisiera y se pudiera, me propuse que en mi siguiente
viaje asi lo haría.
Para esa ocasión decidí ser un poco
temeraria, Patvé era ya una realidad en mi y había aprendido a ser y
manifestarse como tal cada vez con mayor apertura, reconociendo sus necesidades
físicas de mujer aunque sin salir realmente del closet social pues nadie en mi trabajo
o los pocos amigos o compañeros que tenía lo sabía, solo mi familia, Patvé que
no Patricia era solo del conocimiento de mi mamá, de mi hermana Claudia, de
Jaime y de la madrina Ernestina, sin embargo todavía no era una chica real que
fuera conocida como tal por la gente de mi entorno social o laboral y no
esperaba que nunca lo fuera. Había encontrado un balance entre Alberto y
Patricia, el primero que ocupaba ya solo el espacio necesario para provee los
ingresos que Patricia necesitaba, No podía ser de otra manera asi que Alberto
nunca ha dejado de existir por completo aunque solo vive como tal entre semana,
en los días laborables pues los fines de semana era Patricia quien
discretamente con ropa cada vez menos “unisex” se manifestaba mas abiertamente en
casa, pero como siempre, con el respeto a mamá por no usar vestidos ni faldas
en casa.
Pero dentro de Patricia estaba el
espíritu de Patvé que anhelaba tener el ejercicio de su sexualidad tan
frecuente como fuera posible. Tenía una especie de triple vida pues en entre
semana me comportaba como niño, en la casa, casi siempre como Patricia, es
decir, como chica pero no alocada y mi deseo de vivir una aventura como Patvé
estaba latente por la falta de relaciones con Jaime.
No quería ser promiscua, pero deseaba
mucho ejercer mi sexualidad por lo que buscaba las oportunidades que se
presentaran para “hacerlo” en una abierta entrega a la satisfacción de ese
apetito por gozar la vida que durante tanto tiempo solita me reprimí de
hacerlo.
Por eso era importante esta visita a
Veracruz estaba decidida a dejar a Patvé expresarse en una sexualidad de
aventura, libre como cualquier mujer lista para hacerlo de una manera mas
abierta.
Pensaba en poder vivir un episodio
diferente o al menos, intentarlo la siguiente vez que estuviera en el puerto,
no sería complicado, sabía arreglarme bien solo que nunca había estado sola en
público como Patricia, mucho menos, dando entrada a Patvé.
Llegué al hotel después de trabajar, ya
caía la tarde y subí directamente a mi habitación, había llevado dos maletas,
saqué de una de ellas la ropa y accesorios de Patvé. De solo verlas me sentí
relajada y a la vez un poco excitada, de hecho eran muchas mas las cosas que
llevaba para Patvé que las que usé en ese viaje en mi faceta de niño.
Extendí las cosas en una de las dos
camas matrimoniales que tenía el cuarto y vi la variedad de lo que llevaba pues
no sabía que me gustaría o mas bien que se me antojaría usar.
La noche era calida y húmeda como
siempre lo son en Veracruz, entre las cosas que llevé había unos pantalones
color rosa de lino tipo pescador, también dos faldas, una tipo channel floreada
en tonos amarillos que me llegaba a media pantorrilla y otra muy corta de
mezclilla, línea "A" que me llegaba a medio muslo y que al sentarme
apenas cubría el triangulito de mi entrepierna.
Esta falda me gustaba mucho, la había
comprado para usarla en ese viaje. En ese clima de puerto es normal que las
chicas vistan cosas asi. Van por la calle con faldas minúsculas, quizá no tanto
como la que llevo pero visten asi y usan blusas muy ligeras, es Veracruz, el
clima lo permite.
Hay una zona turística y otra
portuaria, en la zona turística estaría segura si usaba esa falda, pero en la
portuaria me podrían confundir con una zorrita buscando marineros. Este
pensamiento hizo que se me pusiera la carne de gallina y fue por ello que
decidí ponerme la falda de mezclilla, la diminuta falda que permitía que se
viera la blancura de mis piernas, cosa que esperaba le pudiera resultar
atractiva a los muchachos o señores con quien me llegara a encontrar, pensé.
Me arreglé y maquillé, aunque hacía
calor, decidí usar una peluca de cabello color castaño peinado de estilo corto,
pero con el pelo rizado, pensé que me sentiría mas segura si usaba la peluca a
que si me peinaba con mi cabello natural por el tipo de ropa que me iba a
poner, además, estando lejos de casa, hospedada en una habitación de hotel
podía cambiar un poco mi imagen. Pensé en la madrina, imaginé lo que me diría
si me veía asi de diferente. Un día… me dije.
Pensaba en el sexo como un objetivo a
ser cubierto esa noche. No me daba ya pena conmigo misma ya que me dije que el
apetito sexual es algo natural y sentirlo como Patvé y ser satisfecha como
Patvé, era uno de mis objetivos principales de esa noche. No sabía si lo iba a
poder hacer ero estaba decidida a intentarlo.
Me pinté las uñas de las manos y
también las de los pies, el color de esmalte que seleccioné era coral oscuro,
nacarado lo que dio por resultado que me sentí exquisitamente femenina. El
pintarme las uñas de los pies no lo hacía con frecuencia pues el clima de la
ciudad de México en las tardes o noches no invita al uso de zapatillas
descubiertas, y en las mañanas cuando hace calor y se pudieran usar yo
trabajaba y no quería hacerlo los sábados o domingos que mamá estaba en casa.
Miré como quedé, me sentí extremadamente femenina, todo eso me excitó de una
manera suave pero progresiva que me hizo pensar en miles de fantasías para esa
noche.
Me puse una tanguita minúscula, un brasier
de copas "B" que llenaba moderadamente bien, me vi en el espejo y me
gustó mi imagen, me puse la peluca y terminé de maquillarme asi, en braguitas y
brasier, pero con la peluca que hace que aunque hay algo entre mis piernas que
me dice que no soy completamente mujer, me permite la fantasía de ver mi imagen
diciendo que si lo soy.
Seleccioné una blusa color hueso de
algodón de tipo gasa que transparentaba ligeramente la blancura del encaje del
brasier. Era corte imperio con resorte exactamente debajo del busto y de abajo
amplia, suelta que me cubría apenas debajo de la cadera. Cuando la compré, lo
hice pensando en lograr ese efecto. Me puse la falda de mezclilla, noté que me
quedaba un poco mas corta de lo que imaginaba (no me la probé cuando la compré
apenas el día anterior), quedé frente al espejo en falda y brasier. Me gustó
como me veía, aunque sentía que la falda estaba muy corta pero me la dejé sin
saber aun si me iba a decidir a salir con ella de mi habitación al loby del
hotel y quizá hasta la calle o al menos al restaurante o el bar.. Me gustó lo
que vi. Me puse la blusa y el efecto que buscaba estaba logrado. La semi
traslucidez de la blusa dejaba trasparentar el encaje del brasier, es un efecto
que me gusta y que no siempre puedo disfrutar. Me veía no de manera vulgar sino
de manera muy sensual y femenina. Me puse unas zapatillas blancas abiertas para
permitir que las uñas de los dedos de los pies lucieran el esmalte que les
había aplicado.
Miré mi figura en el espejo, pensé en
que me veía quizá “demasiado” bien, sabía que estaba apenas en el límite de lo
aceptable, quizá un poco pasadita pero como estaba en un hotel decente supuse
que no me podrían confundir con zorrita, quizá a lo mas pudieran pensar que era
una chica "deseosa" de encontrar compañía, pero no como zorra, sino
mas bien como una huésped del hotel buscando una aventura. Me gustó esa idea.
Lo pensé por nos minutos, me probé la
otra falda, la tipo channel pero me sentí demasiado cubierta para el tipo de
clima. Me volví a poner la falda de mezclilla y me miré de nuevo ante el espejo
y finalmente tomé la decisión de bajar al bar del hotel vestida asi. La verdad,
no me sentía cómoda, se me hacía que la falda era demasiado pequeña pero la
calentura era mucha. Me sentí un poco excedida en la manera que estaba vestida,
no quería ser obvia pero era la vestimenta correcta que me pudiera ayudar a
vivir algo diferente aquella noche. Me dije a mi misma que estaba en el límite
de lo aceptable, ese pensamiento hizo que la adrenalina de la excitación fuera
un elixir que avivaba todas esas sensaciones previas a mi viaje.
Me vi una vez mas ante el espejo, por
un momento, la imagen de mujer muy atractiva por lo breve de la falda y lo
transparente de la blusa me hizo pensar en mejor cambiarme por algo menos
extremo, pero una parte de mi me decía que aprovechara esa oportunidad, no era
fácil que se me hubiera presentado y aunque viajaba con cierta frecuencia a
veracruz, no sabía cuando las circunstancias se podrían volver a presentar de
igual manera.
Recordé que estaba en un hotel, que ahí
estaría segura para poder bajar vestida como estaba, asi que tomé mi bolso en
el cual metí la llave del cuarto, dinero, mi teléfono y unos pañuelos
desechables. Me vi en el espejo una vez mas y de manera repentina, como si me
tomara descuidada a mi misma decidí salir de mi habitación cerrando la puerta
tras de mi suavemente pero con decisión como en acto simbólico de que una vez
fuera de mi habitación ya no habría regreso. Una vez en el pasillo ya afuera de
mi habitación me dije: “se que me veo bien, justo en el umbral de lo decente y
como podría verse una zorrita, asi me quería ver. Caminé hacia el ascensor y lo
llamé para bajar al loby. Los nervios me hacían temblar las piernas pero era
una sensación indescriptible que me llenaba de gozo, alegría y excitación que
viví con intensidad los pocos segundos que tardó en llegar el elevador.
La puerta se abrió dejando ver a una
pareja y un señor solo. Vi como la mujer de la pareja me vio fijándose
especialmente en lo corto de la falda, me miró a los ojos como reprobándolo
pero no dijo nada. Su pareja, el muchacho me vio, miró mis piernas y desvió la
mirada como para evitar que la mujer con la que iba lo recriminara. El otro
señor que iba solo se quedó viendo mis piernas, de manera discreta, pero
constante. Me incomodó, como mujer decente pero me excitó mucho como Patvé, no
sabía bien a bien que estaba sintiendo, era algo raro que me encantó y que
antes no había experimentado.
Salí del elevador y me dirigí al loby y
después a “recepción” para dejar mi llave. Sentí la mirada del portero y de
algunas de las personas que estaban ahí, hombres y mujeres, algunos de ellos
volteando a verme, unos para mirar mis piernas y las otras, seguramente para
criticarme.
Me fijé en la vestimenta de las mujeres
que estaban en ese momento ahí. Las había con vestidos cortos de verano o
faldas, quizá un poco menos cortas de la que yo traía pero si, minifaldas o
mini vestidos, el clima lo permitía.
Todavía no dejaba mi llave en recepción
y vi como el portero, mirándome directamente hizo una seña a una persona de
seguridad, era obvio pues no obstante el calor vestía con traje y corbata.
Lo percibí claramente, me puse muy
nerviosa pues sabía que se referían a mi. En ese momento me arrepentí de
haberme decidido por la falda pequeña de mezclilla, supuse que resultaba
demasiado obvia para un lugar asi, no obstante que en el loby había mujeres con
vestidos o faldas igual de cortas, quizá un poco menos, pero la diferencia es
que en todos lo casos ellas iban acompañadas y yo no.
El tipo de seguridad se me acercó y me
preguntó:
- ¿Me permite un momento?
- Si, le dije tratando de modular al
máximo la voz y recibiendo en mi cuerpo una descarga enorme de adrenalina que
me nubló la vista.
Caminó un par de pasos al lado del
mostrador de recepción como para lograr un poco de privacidad, dijo:
- Disculpe la pregunta, ¿esta usted
hospedada con nosotros?
- Si, ¿Por qué?
No contestó a mi pregunta, yo seguía
nerviosa pero al notar que el me trataba con la duda de si sería o no huésped
vi que podía tener eso a mi favor, volvió a decir:
- ¿En que habitación se hospeda?, ¿me
puede mostrar su llave?
No respondí a su pregunta, solo le
enseñé la llave de mi habitación la cual había decidido conservar en lugar de
entregar en recepción. La vio como constatando que era una llave que pertenecía
a las del hotel y me preguntó el número de mi cuarto el cual le dije con voz
baja, casi inaudible. El consultó con la chica de recepción a que nombre estaba
registrado el cuarto, ella contestó mencionando mi nombre el cual escuchamos
claramente tanto el tipo de seguridad como yo que estábamos parados a un lado
del mostrador de la recepción. El tipo volteó a mirarme y me preguntó haciendo
alusión al nombre que acababa de escuchar:
- ¿Viene usted con el caballero?
Me preguntaba si venía “con el
caballero” o sea yo, en mi faceta de niño. Pensé que entonces no me habían
detenido porque pareciera travestí si no por parecer mas bien una “zorrita”
pero aceptaban mi condición de mujer. Me arrepentí de haberme puesto la falda
tan corta pero a la vez pensé que “ese” había sido el problema y que si no me
hubiera vestido tan demasiado obvia nada hubiera pasado.
De esa experiencia recuerdo el
aprendizaje, si una se arregla bien como mujer normal nadie te va a molestar,
ni aunque cercana o lejanamente pudiera una parecer travestido. Ni modo que
estando sin molestar a nadie, bien vestida no obvia, se le acerque alguien a
preguntar si es o no una travestí, Ningún empleado tomaría el riesgo a menos
que se este vestida inadecuadamente o tratando de cazar chicos.
Pero no era el caso, yo estaba vestida
con una falda realmente corta, me arrepentí en ese momento de haber optado por
ella. Me use mas nerviosa.
Como no le contesté entonces le
preguntó nuevamente a la recepcionista cuantas personas estaban registradas en
esa habitación La chica le dijo que
“solo” una percibiendo la posibilidad de que yo fuera invitada o algo asi de la
persona que se había hospedado, quizá por mi aspecto por un momento pudo haber
pensado que era alguien que le iba a dar “servicio” a quien había tomado la
habitación.
Las cosas se estaban complicando, no
había mucho para donde hacerme. Decidí que tendría que enfrentar el hecho de
que éramos la misma persona, medité acerca de lo que podía pasar, no me podían
acusar de faltas a la moral pues no estaba escandalizando ni ligando ni nada
por el estilo. Si querían remitirme a las autoridades tendría que ser bajo algún
cargo y no había ninguno que me pudieran imputar. Tuve confianza que lo que
fuera se podría arreglar dentro de los niveles de autoridad del mismo hotel. Me
calmé un poco y le dije:
- Mire, yo soy quien tomó la habitación
- ¿Es usted el señor Alberto Vieira?
Preguntó incrédulo. Al oír el tono y la pregunta, la chica de recepción me
volteó a ver como para certificar que “el caballero” que había tomado la
habitación y la chica que ahora veía eran la misma persona
- Si, contesté
El tipo por unos instantes no supo que
hacer, me pidió de nuevo la llave para asegurarse que estaba hospedado pero no
se la di. Tomó su radio y llamó a alguien, acto seguido me dijo todavía con
cortesía:
-
¿Me permite un momento?
No manches, lei toda la historia desde el primer relato, me tarde casi una semana, tantos detalles que da el autor cuando escogia su ropa, todo el drama que tiene la historia, Y PARA QUE VENGA A TERMINAR CON ESE FINAL?????
ResponderBorrarPor favor, esto no se puede quedar asi. seria un pesimo pero pesimo final. QUE PASO?????
estoy con deacuerdo con vos
BorrarDespués de exactamente 3 años leo el último capítulo y coincido con los demás comentaristas: no tiene sentido que esta interesante historia quede truncada repentinamente.
ResponderBorrarEres un buen escritor y creo que puedes escribir un par de capítulos más.
Ayy a mi me paso lo mismo pero segui adelante ,me habia puesto una mini minifaldita de mezclilla ,diminuta tanga y tacos altos y la mini no llegaba a cubrir el nacimiento de mis nalgas descubiertas,la tremenda ereccion de mi verga gatillo que siguiera adelante y no me importo lo que dijeran los demas...soy una chica travesti ardiente y me fascina exhibirme como una puta.
ResponderBorrarHola amigo, ¿estás bien? Nos gustaría que pudieras continuar con tu interesante historia.
ResponderBorrarSoy el mismo anónimo que comentó hace 3 años (27 de agosto de 2.015)