3 jul 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXXIX

Capítulo LXXIX, La Boda de Claudia

La vida siguió, terminé la carrera y seguí en el mismo trabajo. Nuevos puestos y nuevas responsabilidades. Mi aspecto físico se había modificado un poco y me veía mas “finito” aunque trataba, en lo posible de mantener el justo equilibrio de una imagen de rasgos delicados que me permitían vivir mis momentos de Patricia de manera libre, sin necesidad de mas allá que un poco de maquillaje. Trataba de cuidarme pero que no caer abiertamente en aspecto afeminado. Puedo decir que en definitiva me veía mas delicado de la cara que cualquiera de mis compañeros del sexo masculino pero no me sentía mal, creo que mi imagen permitía la duda de si era de facciones delicadas o un tanto pasadito de refinado pero no tenía problemas en el despacho pues aunque me veía un tanto “diferente” al resto de los demás chicos y ejecutivos, mis resultados eran buenos y eso era suficiente para permanecer ahí.

Me mantenía en un muy tenue balance sin evidenciarme como afeminado, si no mas bien parecer un tanto “delicado” en mi trato, no amanerado, si no mas bien de tipo suave. Trabajaba bien y usaba ropa normal de niño y no me comportaba “raro”, el pelo me lo había dejado un poco mas largo pero me lo peinaba con gel hacia atrás y terminando en una especie de coletita de pato que cuando me peinaba como Patricia me permitía lucir el pelo a la “Mía Farrow” o a la francesa como hacía tiempo mi muy querida amiga Raquel me había enseñado.

No tenía amigos reales, algunos compañeros en el despacho, salí algunas veces con ellos pero entonces me bromeaban sobre mi aspecto, lo hacían de jugando, pero haciéndolo de manera que a veces pensaba que lo consideraban en serio, entonces los evitaba en aspecto social pues no quería que fuera a repercutir en mi trabajo asi que empecé a declinar sus invitaciones a salir a tomar la copa hasta que después de tantas negativas dejaron de invitarme, me sentí un poco relegado pero no me importaba, nos hablábamos bien dentro de la oficina pero procuraba no socializar con ellos pues no me podía dar el lujo de tener problemas en el despacho.

Llegué a tener una amiga, se llamaba Mariana, era secretaría de uno de los socios. Ella me hizo la plática, creo que mas bien por curiosidad pues intuía algo. A veces platicaba con ella y me hacía preguntas como para saber si era realmente lo que mi aspecto representaba.

Ella era casada, pero se “me lanzaba” no porque de verdad quisiera algo conmigo si no mas bien, creo, como para probarme, como para saber si me atrevía o no.

Yo me evidenciaba un poquito con ella contestándole que se estuviera tranquila, que recordara que era casada pero ella seguía con el juego, a veces, cuando yo iba al cuarto de copiado me seguía para molestarme, bueno, no en ese sentido, si no para jugar conmigo, me ponía nervioso y lo sabía y mas se me acercaba fingiendo que me iba a dar un beso en la boca, poniéndose demasiado cerca de mi, realmente me sentía inquieto, no me desagradaba, pero no sentía atracción por ella.

Jugaba asi ante la seguridad que tenía de que yo no le iba a dar entrada a sus cosas. Esto no era muy seguido, a veces me preguntaba acerca de si tal persona (muchacho) estaba o no muy guapo. Le contestaba, tratando de guardar la apariencias, que eso era cosa que solo una mujer podía apreciar pero decía que un hombre también podía. Esto lo decía como para que yo me descarara pero no lo hice abiertamente, la mantuve asi sin que pudiera definir en verdad cuáles eran mis gustos.

En lo general en mi vida diaria y en mi vida “especial” las cosas siguieron mas o menos iguales.

En el despacho me dieron mis propias cuentas, entre ellas las de algunos clientes corporativos que requerían que los visitara en otras ciudades.

Con mi familia las cosas siguieron su curso, mi hermana se casó finalmente con Carlos, pensábamos que era porque estaba embarazada pues solo se caso por lo civil pero no fue asi. Fuimos a la boda y no hubo ceremonia en grande, solo unos pocos amigos de ellos y los papás y hermanos de Carlos, mamá y yo y por supuesto, la madrina de mi hermana.

Llegamos apenas un día antes de la boda, los papás de Carlos nos invitaron a cenar a su casa para conocerlos y la boda fue al día siguiente, en sábado al medio día con una recepción en el jardín de la casa de los papás de el, no es que fuera muy grande, lo que pasa es que los invitados eran pocos, el juez fue a casarlos a ese lugar.

Claudia me pidió que como regalo de bodas le prometiera que no iba a hacer nada “de mis cosas” y que no me iba a vestir usando ropa de la que yo llamaba especial, dijo, “de la que tu llamas unisex pero que bien sabes que es de niña, van a estar los papás y la familia de Carlos, no me gustaría que pensaran otra cosa, si me puedes hacer el favor de venir normal te lo voy a agradecer.”

Así lo hice, me vestí normal, usé un traje de los que usaba cuando visitaba clientes corporativos por cuestiones de trabajo y me comporte normal, dentro de lo que me permitía la imagen de “finito” que ya no me preocupaba proyectar, pero no le di motivo para que ella se mortificara. El evento duró hasta toda la tarde pero al caer la noche ellos se fueron de luna de miel, iban a Mazatlán pero pasarían la noche en el camino. Mi mamá, la madrina y yo nos fuimos al hotel, los papás de Carlos nos invitaban a quedarnos un rato mas pero como apenas los conocíamos y mi hermana y su marido ya no estaban nos despedimos y nos fuimos al hotel

En el hotel mamá y la madrina tomaron una habitación y yo tomé una para mi solo. Esa noche me volví en Patricia, me puse un vestido blanco de algodón, blanco con vivos negros con mangas tres cuartos, se veía a la vez fresco y elegante, no mucho, pero si adecuado para una instalación como era el hotel en el que nos hospedamos.

Me arreglé el cabello como me había enseñado hacía ya algún tiempo mi amiga Raquel, me puse algo de maquillaje, muy poco pero me enchiné las pestañas. Eso era algo que no hacía con frecuencia pues tenía que llegar a la casa pero esa noche ya no iba a ver a mamá.

Caminé por el loby y algunas de las instalaciones del lugar, no fue gran cosa, pero lo disfruté. Después de una media hora regresé a mi cuarto para no llamar la atención del personal de seguridad.

Al día siguiente me levanté temprano y me bañé, era domingo, me puse el pantalón de mezclilla tipo strech que había llevado para regresar, me dejé el pelo suelto hacia los lados de la cara cayendo como honguito y me puse una playera azul turquesa de cuello redondo. No me puse aretes ni pulseras ni nada de eso, ni me maquillé, era solo el atuendo y salí a dar una vuelta por los jardines del hotel. Era temprano y fuera del personal de mantenimiento del jardín no había nadie, uno de los jardineros me volteó a ver como tratando de identificar si era mujer, no fijo la mirada pero me volteó a ver un par de veces como para confirmar, después regresé a mi habitación en donde me probé de nuevo el vestido que me había puesto la noche anterior, era mas bien de noche asi que decidí no salir de mi habitación, solo me lo dejé un rato y me paraba frente al espejo para ver como me quedaba pues hasta esa vez fue que lo estrené y no había visto como me quedaba.

En el cuarto había un espejo en la puerta, era de cuerpo entero asi que me permitía verme bien.

Pensé en ir al restaurante a tomar café pero no quería que mamá me encontrara vestida asi si bajaba a desayunar, además de que el vestido mas bien era de tipo de tarde - noche entonces me volví a cambiar con la ropa “unisex” que había llevado para el regreso que era cómoda para el viaje de regreso. Habíamos viajado en autobús y asi íbamos a regresar pues el carro que tenía asignado del despacho era solo para asuntos del trabajo y tenía que dejarlo en el estacionamiento de la oficina si no justificaba un viaje oficial.

Mamá llamó a la habitación, me dijo que quería comprar enchiladas potosinas, que si íbamos al mercado a desayunar de paso. Le dije que si y dijo

- Bueno si ya estás listo nos vemos en el loby

- Si, ya estoy

Me miré de nuevo al espejo antes de bajar, no estaba vestido de mujer, no al menos de manera abierta pero mi aspecto a la distancia podía confundirse entre la imagen de un chico o una chica. No me importaba, hacía tiempo que mantenía esa imagen “unisex” los fines de semana, incluso cuando íbamos mamá y yo a desayunar al mercado. Era una imagen ambigua que mamá rechazaba en un principio pero que no evidenciaba que era completamente femenina aunque a la distancia pudiera existir la duda, era el balance que había tenido toda mi vida entre el ser o no ser o parecer o no mujer.

A mamá no le agradaba, pero por esa indefinición que proyectaba, la afectaba como algo si no natural, si parte de nuestra vida regular.

Así llegué al loby donde las esperé unos minutos. Ellas bajaron por la escalera ues su cuarto estaba en el primer piso, me vieron y me saludaron. Mamá me vió la playera / blusa, no tenía adornos pero si el cuello redondo y un escote amplio, se veía que era de mujer, me dijo

- No puedes usar esa ropa se te ven que eres niño, pareces afeminado.

- No es mi intención, pero tu no quieres que salga peinado de otra manera

- ¿Cómo? Dijo ella

- Si, si me peinara con el pelo hacia abajo, no parecería afeminado, si no una chica.

- Claro, de eso “pides tu limosna” pero ya te dije que no lo acepto asi que cámbiate.

- No traigo mas ropa

- Pues ponte con la que llegaste

- Esa esta sucia, además esta arrugada porque ya la metí en la maleta.

- Siempre tienes pretexto

- Mira, no se ve mal

- No, solo que no se sabe si eres niña o niño

- Por eso se llama ropa unisex

- Yo no sé, aquí la gente es muy conservadora, te pueden decir algo

Pensé en que se presentaba de nuevo ese tipo de circunstancia en la que la no aceptación no era en si por mi, si no por lo que la gente pudiera pensar o lo que me pudieran decir

- No siempre se hace caso de lo que la gente te diga, si no imagina como sería el mundo

- Bueno, terció la madrina, no se ve exagerado, es como dice el, es ropa tipo unisex, no creo que haya problema

- Vamos entonces, me dijo mamá, pero es sobre tu propio riesgo y tu, dijo volteando a ver a la madrina: no andes de alcahueta.

- Si no ando, es solo que no lo veo tan exagerado

“Tan exagerado” pensé, o sea que ante los ojos de la madrina me veo “algo” exagerado. No me importa, `pensé, no me siento mal, al contrario, me gustaba que mi imagen se pudiera prestar a confusión, hubiera preferido que en lugar de que se prestara a desconcierto se viera como la imagen de una chica normal, pero eso era imposible yendo con mamá.

Preguntamos donde había un mercado para comprar las enchiladas y de paso desayunar, nos recomendaron un mercado que estaba por el centro, no lejos del hotel pero que teníamos que tomar taxi

Fuimos, efectivamente algunas personas me miraban como tratando de definir si era chico o muchacha pero nadie me dijo nada ni me faltaron al respeto, era como pasaba en el mercado de por la casa, la gente a veces me veía pero no se metía conmigo.

Al regresar al hotel mamá nos dijo que quería descansar un rato antes de irnos a la Terminal. Nuestro camión tenía programada la salida para las tres la tarde asi que teníamos unpar de horas para empacar o descansar. La madrina dijo que ella daría una vuelta por ahí cerca y me preguntó que si quería acompañarla, le dije que si.

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