30 jun 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXXVIII

Capítulo LXXVIII, Mamá Sabe de Patvé

Al llegar a casa mamá me estaba esperando para comer pero al verme como iba vestido con el pantalón de mezclilla de mujer, muy entallado, la playera floja, tipo blusón, los zapatos tenis sin agujeta y el cabello lacio sin peinar cayéndome hacia los lados de manera que cubría parcialmente mis orejas me preguntó:

- ¿Asi fuiste a trabajar?

- No, ¿cómo crees?

- ¿Qué ropa llevaste?, el traje no cabe en la mochila

- No llevé traje

Mamá se me quedó viendo haciéndome sentir que esa respuesta le parecía extraña.

- A ver, dijo percibiendo que algo estaba raro, déjame ver tu ropa dijo señalando la mochila que ya me había quitado del hombro y que había dejado sobre uno de los sillones de la sala. Le pregunté inquietándome:

- ¿Para que?, ¿Qué quieres ver?

- La ropa que llevaste, quiero ver que ropa usaste para tu “audiencia” mencionando en tono especial esta última palabra como si de antemano supiera que no había habido la tal audiencia.

Era evidente que mamá pensaba que lo que le había dicho era mas bien como un falso pretexto. Me puse muy nervioso presintiendo que ella no iba a ceder. Estiró la mano para tomar mi mochila diciendo:

- A ver

No, le dije interponiéndome entre ella y la mochila

- ¿Por qué no quieres que vea tus cosas? ¿no traes ahí la ropa que usaste ayer?

- Si, pero prefiero que no la veas

Era imposible que tratara de ocultarlo, pero quería evitar que ella viera la ropa de Patvé, estaba seguro que intuía algo, pero de ahí a que lo viera de manera directa había mucha diferencia, insistió en su intención pasando por mi lado, rodeándome para alcanzar la mochila, estirando la mano como para tomarla.

- ¿Qué ropa llevaste? Repitió la pregunta

Era imposible ocultarlo mas, sabía que si veía la ropa que había usado para mi salida habría problemas, pero mas que eso, que la lastimaría mucho. Ella vio mi turbación lo que la hizo insistir. Me hizo a un lado con el brazo, pensé en oponerme pero no iba a forcejear con mi mamá asi que me quedé estático como petrificado, ella tomó la mochila del asa, estaba cerrada, pero ya la tenía en la mano, bajo su control. Preguntó adivinando de antemano la respuesta

- ¿Por qué no quieres que vea?

- Porque lo que veas no te va a gustar

- Eso ya lo sé, me contestó como si realmente supiera lo que iba a encontrar.

- No la abras por favor, le dije casi suplicando pero ella no me hizo caso y desabrochó las dos correas que aseguraban la cubierta de la mochila.

Lo que pasó a continuación fue un torbellino de cosas que se agolparon en mi mente y que aun están presentes en mi memoria como si se tratara de un álbum de fotografías que muestra la secuencia de hechos trascendentales que marcan el derrotero de una vida, en este caso, la mía.

Mama vació el contenido sobre el sillón de la sala viendo incrédula las cosas que traía las cuales observó por unos segundos sin poder dar crédito a sus ojos, veía el contenido y me volteaba a ver repitiendo este movimiento varias veces. Las miraba con incredulidad, hacía muecas de asombro, por unos segundos se quedó sin poder hablar, solo veía las cosas y movía la cabeza en muestra de desaprobación y a la vez de completa sorpresa.

Observó el conjunto de lo que había en el sillón, después una a una fue seleccionando cada cosa del montón que desordenado se mostraba como la prueba que le decía que su intuición le daba la razón acerca de lo que había usado el día anterior.

Tomó primero la falda que había llevado alzándola como para verla en detalle y la volvió a dejar, después revisó las demás prendas una a una, las veía por un momento con incredulidad y después, de manera despectiva las tiraba al suelo, como si estuvieran destinadas a irse a la basura. Encontró el conjunto que había usado como pijama y me volteó a ver como si dudara que pudiera ser mío, pero faltaban algunas cosas todavía.

Buscando, tomó del montón mis prendas interiores, quise que me tragara la tierra, era demasiado para mi e imposible de superar para ella.

Mi ropa íntima la integraban una tanguita y el brasier, esto fue lo que mas me apenó pues siempre había tenido cuidado de lavar yo mismo mi ropa interior y no colgarla en los tendederos, si no en mi cuarto en donde al paso de la noche amanecía seca. Mi mamá no sabía la clase de pantis o tangas que usaba, por eso tomó la tanga con evidente sorpresa, la estiró con ambas manos como para constatar que por mucho que intentara, su tamaño no iba a ser nunca el suficiente como para que lo usara una chica decente, máxime su hijo que no era “chica” pero era la prenda que se había puesto para su salida el día anterior.

Aún ahora me cuesta trabajo pensar lo que habrá imaginado, creo que esto fue algo de lo que mas la lastimó y de lo que mas pena me dio a mi. Me podía suponer que ella pudiera estar imaginándome usándola ante alguien sin saber bien a bien quien podría ser, pero alguien obviamente, si no ¡para que haberla llevado? Era realmente penoso, y estoy seguro que para ella, muy doloroso.

Tomó el brasier de uno de sus tirantes con la punta de los dedos índice y pulgar echándole una mirada como si estuviera apestado, observó en detalle los encajes que tenía y volteó a verme creo que imaginando que en algún momento de las últimas horas lo habría estado usando, después tomó la falda que ya había visto y tal como lo había hecho con la tanguita y el brasier simplemente la dejó caer al suelo.

Lo siguiente que tomó fue la blusa que había llevado, era también de estilo campesino, color azul claro haciendo juego con la falda del mismo color, aunque diferente tipo de tela. La blusa era con resorte al cuello en un escote amplio y redondo, con mangas cortas también con resorte y de tipo abombado. Abajo de todo eso había quedado una bolsa de plástico protegiendo un par de zapatillas, con tacón no muy alto pero evidentemente de salir.

Mi mamá tomaba las cosas, las veía, me miraba y volvía a seguir revisando el contenido que había vaciado en el sillón mientras yo la veía sin saber que hacer. Finalmente tomó mi estuche de maquillaje, era una especie de bolsita de plástico con un cierre en la parte superior, parecía mas bien un portamonedas. Lo abrió y vació su contenido al suelo desparramándolo de tal manera que quedaron de manera visible las cosas que en el guardaba tales como labiales, lápices delineadores, rizadores y máscaras para pestañas, esmaltes para uñas y en general los implementos para cuidar y embellecer el rostro.

Las cosas quedaron en el suelo, en desorden mientras tomó el otro estuche, era en el que guardaba mis accesorios como pulseras, aretes, collares y ese tipo de cosas y un cepillo que aventó al sillón.

- ¿Y tu ropa? Preguntó de una manera muy árida y con desprecio

No respondí

- ¿Y tu ropa? Repitió, ¿Dónde esta tu ropa?

Me quedé callado, realmente no tenía nada que decir. Continuó

- ¿No me digas que usaste todo esto para salir asi de la casa? Dime, ¿saliste asi de la casa?

Era una pregunta innecesaria, la respuesta era obvia pero quizá me hacía la cuestión por mantener la esperanza de obtener una respuesta que por inverosímil que pudiera parecer, fuera la explicación a todo eso que la apabullaba, sin embargo la respuesta no era asi.

Nuevamente no dije nada, me sentía extremadamente mal, no había manera de inventar nada que pudiera sonar a una respuesta razonable y creíble. Ella muy molesta repitió la pregunta:

- ¿Saliste asi de la casa?, ¿saliste de aquí usando esto? Ratifico su pregunta tomando con la mano algunas de las cosas que estaban en el suelo mirándolas para dejarlas caer de nuevo en un gesto de máximo desprecio como si en ese momento estuviera siendo claro para ella lo que eso significaba. Agregó ¿saliste de la casa vestido de mujer para pasar la noche afuera, como mujer?

Era demasiado, recordé la conversación con Claudia cuando me invitó a desayunar hacía unos meses atrás, era una situación parecida, la pregunta implicaba que se presumía la respuesta la cual no era seguramente la que hubiera gustado a mamá.

Yo no podía hablar, ni modo de decirle a mi mamá que había salido asi de la casa y pasado como mujer la noche afuera por muy evidente que esto fuera. No dije nada pero ella comentó:

- Lo hiciste ¿verdad? ¡Lo hiciste! Siempre supe que te gustaba usar la ropa de tu hermana, incluso se que tienes tus propias cosas, suponía que las usabas solo en casa pero de ahí a que salgas a la calle como mujer es algo que no te perdono, hizo una pausa como concediendo, bueno, quizá eso te lo pudiera pasar me dijo haciendo un gran esfuerzo por mantener el control, pero lo que definitivamente no acepto, agregó, y jamás te perdonaré es que hayas pasado la noche afuera como mujer. ¿Te crees mujer?, pues eso no es ser mujer, si eres hombre, a eso se le llama de otra manera.

Nunca mamá había dicho algo ofensivo, cuando se enojaba con Claudia o conmigo era muy respetuosa al llamarnos la atención y ahora me estaba dando a entender que mi comportamiento era no el de una mujer que había pasado la noche fuera de casa, no, era su hijo quien lo había hecho, pero como mujer. No dijo el calificativo que tenía en mente, no era necesario, lo entendía muy bien. Me dolió, pero seguramente no tanto como a ella lo que había visto.

Guardó silencio, no dijo nada mas, no necesitaba decir mas, era obvio lo que ahora sabía de mi, no de Alberto o siquiera de Patricia, no, incrédula le resultaba evidente que yo había tenido una noche “de amor” como mujer, eso, era incuestionable y al resultarle innegable mostró su tristeza y coraje.

No dijo mas, entró a su recámara, tomó un suéter, su bolsa y sus llaves y sin voltearme a ver ni decirme nada mas, salió de la casa cerrando la puerta de manera brusca.

Pasó toda la tarde sin que volviera, llegó la noche, yo estaba ya muy preocupado sin saber bien que hacer. Le marqué varias veces a su celular pero entraba el buzón. Ya era tarde y ella no llegaba, pensé en llamarle a Claudia pero no quería que supiera, se iba a molestar mucho conmigo.

Como a las diez y media recibí una llamada, era la madrina de mi hermana que era a la vez amiga muy cercana de mi mamá.

- ¿Alberto?

- Si

- Hola habla Ernestina

- Hola, ¿Cómo esta? Respondí con un ligero rayo de esperanza de que supiera algo de mi mamá.

- Tu mamá esta aquí, me contó lo que pasó. Ella no quiere regresar por ahora a la casa, tal vez mañana.

Me dio algo de pena con ella pero pensé que no me importaba que lo supiera, el problema que tenía en ese momento con mamá era mucho mas grave que eso como para que me preocupara.

- Está bien, le dije. ¿Puedo hablar con ella?

Era una pregunta que no tenía lógica ya que si era la madrina quien había llamado significaba que mamá no quería hablar conmigo. Eso me hizo sentir muy mal, me contestó.

- Creo que por el momento ella no quiere platicar contigo, tal vez mañana regrese a dormir allá, hoy se va a quedar aquí

- Gracias

Me sentía muy mal, le marqué a mi hermana que me dijo que mamá ya le había hablado. Me llamó la atención por el descuido que había tenido y que había originado que mamá se enterara de todo.

Hablamos por largo rato, ella entendió mi preocupación por el dolor que le había causado a mamá, me recomendó que cuando volviera, yo no tocara el tema si ella no lo hacía antes conmigo y anticipó que poco a poco las cosas se iban a arreglar. No va a ser nada igual, me dijo pero se van a componer, ni modo que te corra de la casa.

- No, le dije, no espero que me corra, pero si lo llegara a hacer tengo manera de alquilar un cuarto.

- No te preocupes, no lo va a hacer.

- Eso no es lo que me preocupa, si no lo que ella esta pasando ahorita, se enojó muy feo, estuvo a punto de decirme…

- ¿Qué?

- Dijo que no me va a perdonar que haya pasado la noche afuera como mujer, me recriminó que si me creía mujer eso no era ser mujer, pues si soy hombre a eso mas bien se le llamaba de otra manera

- Ha de haber sido muy duro, pero en el fondo tiene razón. Imagínate, ella te ve hombre, bueno, eres hombre y te comportas como mujer, no importa que te guste, o que creas que esta bien, si eres hombre y te comportas sexualmente como mujer ella tiene razón. Suena duro, pero entonces ¿de que otra forma le llamarías?

- ¿Tu también?

- No nada mas yo, a quien quieras preguntarle te va a decir lo mismo.

Esta plática me cayó como un balde de agua fría. Me pregunté a mi mismo si eso que mamá había estado a punto de decirme y que mi hermana había ratificado sería algo que se pudiera tomar de esa manera. Quizá un mecanismo de autodefensa me hizo decir:

- Eso depende, si eres hombre y te comportas como mujer quizá, ¿pero si realmente sientes que eres niña?

- Aunque lo sientas, tienes ahí en medio de las piernas una tripa que dice todo lo contrario.

Traté de dejar de lado ese tema de la conversación, me dolía, no quería hablar mas de ello. Cambié un poco el sentido de la plática:

- Como sea, creo que mas bien lo dijo por lo que sintió al saberlo, pienso que mas bien lo dijo para desahogarse

- Si, la entiendo, a mi me paso igual cuando me dijiste, bueno, no creo que igual, siendo ella tu madre me imagino que se sentirá peor.

- Si y créeme que me duele.

- Bueno, ya duérmete, mamá va a volver mañana pero por favor, trata de no ser descarado.

- No lo soy

- Si lo eres, mamá me dijo que llegaste hoy de tu viaje usando la ropa que solo usas en casa y que según tu es “unisex” y que asi andabas en la calle.

- Si, pero es sábado, es la ropa que uso los fines de semana, pero no eran cosas demasiado obvias

- No te hagas, son los pantalones de mezclilla de niña que te gusta usar, ella me lo dijo y que en la mochila traías ropa de mujer y que asi habías salido ayer de la casa. Mira, eso ya lo platicamos aquella vez. Eres adulto y haces lo que te viene en gana pero no vuelvas a contrariar a mamá de esa manera. Ella sabe de tu ropa, pero creía que la usabas solo en casa y ahora que saliste y pasaste la noche afuera como mujer, es algo que ella no esperaba y que le dolió mucho, no lo imaginaba. No lo vuelvas a hacer y si lo haces no lo hagas en la casa, bueno, quiero decir, no salgas asi de la casa ni siquiera en la casa dejes que ella te vea, no es tu casa, es su casa.

- Si, eso me queda claro, gracias por escucharme

- No me digas gracias, no lo hago por ti, si no por ella concluyó mostrando mas enojo que comprensión.

Esa noche la pasé mal, casi no pude dormir. Al día siguiente que era domingo me desperté temprano y me vestí usando de la ropa que me ponía entre semana para ir a trabajar para que mamá al llegar no me viera con la ropa “unisex” que solía usar los fines de semana cuando me quedaba en casa.

Mi hermana me llamó en la mañana, me dijo que acababa de hablar de nuevo con mamá y que ya estaba un poco mas calmada, preguntó:

- A ver, dime bien que pasó

- Nada, lo que ya te dije

- Tu no me dijiste nada, la que me contó fue mamá, ¿Qué pasó?

- Llegué a la casa asi como dice mamá, me vio y me preguntó que si asi había ido al viaje de trabajo y le dije que no, que mi ropa que había usado la traía guardada en una mochila que había llevado.

- Entonces si es cierto

- Si es cierto ¿Qué?

- Lo que dice mi mamá, que toda la ropa que traías era de mujer, o sea que asi saliste de la casa.

- Si, eso ya lo sabías

- Si pero entonces es mucho descaro de tu parte.

- ¿A quien daño haciéndolo?

- Que lo hagas es tu decisión, pero no seas cínico con mamá.

Sabía que había hecho mal, pero que mi hermana me dijera cínico no me gustaba, le dije:

- Mira, se que fue algo malo, bueno, no en si pues eso es algo que me gusta y es mi forma de ser, pero se que lastimé a mamá, pero creo que ya se hizo todo esto demasiado grande.

- Tu lo hiciste grande.

- Bueno, pero ya no puedo volver el tiempo atrás

- No, pero el tiempo para adelante lo puedes vivir de manera que no afectes a mamá. Si vas a seguir con tus cosas, asegúrate que ella no se entere.

- Pero tu dijiste que ella sabe lo de la ropa, ella misma me lo dijo.

- Una cosa es que te guste usar ropa de mujer y otra es que te comportes sexualmente como mujer, trata de entender como siente eso mi mamá.

- Tienes razón, concedí.

- Mira, dijo ella, si no puedes controlar eso, trata de que ella no se de cuenta.

- ¿Qué crees que soy un animalito para no poder controlar mis impulsos?, tu controlas los tuyos, ¿no?

- Si, no quiero decir que no los puedas controlar, pero cuando decidas que vas a hacerlo, procura que no le resulte evidente a mi mamá, para ella siempre vas a ser su hijo hombre por mucho que hagas lo que hagas para no parecerlo

- Si, creo que tienes razón.

Después de hablar con Claudia pasé el resto del día solo, esperando a ver si mamá regresaba tal como había dicho la madrina Ernestina que lo haría, el departamento que era en si pequeño, se me hacía inmenso y vacío.

Mamá llegó hasta la noche y sin saludarme se metió directamente a su recamara la cual cerró sin mas.

Al día siguiente se fue sin despedirse, era obvio que no quería hablarme, me sentí mal, pero poco a poco al paso de los días retomó el contacto verbal, paulatinamente me empezó a dirigir la palabra, pero cuando yo trataba de hacer conversación me contestaba solo con monosílabos.

A partir de ese problema tuve cuidado de que “mis cosas” no volvieran a resultar tan evidentes para ella. Si volví a salir varias veces de la casa vestida como niña para ver a Jaime, a veces un poco atrevida con faldas cortas o blusas escotadas, pues el pasaba en carro a la puerta de la privada por mi, pero no había problema pues lo hacía siempre mucho antes de la hora en que llegaba mamá y llevaba en mi mochila ropa de trabajo, de niño, para regresar, no de la del tipo que usaba en casa los fines de semana.

Cuando llegaba a “salir” siempre llevaba la mochila para guardar mis cosas al regresar, si al llegar ella estaba ya en la casa solo la miraba adivinando su contenido, haciéndome sentir que bien sabía lo que traía en su interior, pero como llegaba con la ropa de niño, la que usaba normalmente para trabajar no me decía nada, solo me volteaba a ver concluyendo que si la estaba usando era porque en ella traía mis implementos de “salir”, y que por lo tanto yo venía de haber hecho algo que a ella no le gustaba, lo suponía y aunque no lo pudiera aseverar, para ella era claro que las cosas habían sido asi..

Nunca mas me volvió a pedir que abriera la mochila. Sabía que usaba la ropa pues cuando después de usarla la lavaba ya no la ocultaba, y era obvio que sabía en qué ocasiones la usaba y para que, pero no volvió a tocar el tema.

Pasaron varias semanas antes de que ella volviera a dirigirme la palabra de una manera mas abierta y meses para que pudiéramos tener una conversación normal, finalmente las cosas se compusieron, aunque tal vez no del todo pero al menos, ya no había en ella el enojo extremo de aquella vez.

En casa yo usaba a veces inclusive ropa de la que Claudia tenía todavía en su closet, pantalones que no eran unisex si no de mujer, mamá me veía y me decía que no los usara porque era ropa de Claudia y se molestaría, no porque fueran ropa de mujer, consideré eso una especie de aceptación velada. A veces me cambiaba y me ponía mi propia ropa, pantalones de mezclilla o alguno de algodón con cierre atrás. No es que mamá estuviera de acuerdo, pero ya no me decía nada en especial. De esa manera, poco a poco la situación se fue haciendo cada vez menos difícil entre los dos.

En mi interior yo anhelaba que me aceptara como Patricia (no como Patvé) pero jamás pudo superarlo. Con el tiempo la relación entre nosotros se suavizó pero sin volver a llegar a ser lo que un día fue.

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