25 ene 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. V

V.- El Vestido de los Quince Años de mi Hermana.

Pasó el tiempo ya estaba yo por cumplir los doce y mi hermana sus quince años.

Mamá le dijo que no tenía para una fiesta en un salón pero que podía invitar a unos amigos a la casa para su cumpleaños. Fuimos al centro a que mamá le comprara un vestido para su fiesta. Caminamos y caminamos, nos metimos como a mil tiendas y mi hermana se probaba y se probaba vestidos. Recuerdo que sentí curiosidad y envidia, fue entonces que me empezó a gustar ver vestidos, había de todos tipos, algunos particularmente atractivos. Imaginaba lo que ella estaría pensando al probarse tanta ropa que la hacía ver ya no como niña, si no como señorita. Tenía ya el busto formándosele y había vestidos escotados que le hacían lucirlo.

Mamá le decía que comprara uno con escote amplio pero mi hermana no quiso. Finalmente le gustó un vestido tipo channel color verde agua, con un escote redondo discreto que la hacía verse muy bien. Me imaginé que yo pudiera ser mi hermana y probarme los vestidos que a mi me habían gustado

Le preguntó a mamá que como se veía y también me preguntó a mí. Yo no le dije nada, estaba pensando que como yo no había sido mujer no podía pedirle a mamá que me comprara también un vestido, estaba molesto. Mi hermana notó algo raro en mi. Cuando mamá estaba pagando me dijo ¿Qué te pasa?, ¿no te gustó mi vestido? Le dije que si, y me preguntó que entonces porqué estaba molesto y le respondí que no estaba molesto porque le hubieran comprado su vestido a ella si no que mamá no iba a comprar nada para mi, ella dijo:

- Bueno, pero la del cumpleaños soy yo, cuando tu cumplas años le pides un regalo a mamá, te puede comprar ropa o algo que quieras

- Si, pero no va a ser como yo quiera.

- ¿Cómo quieres?

- Asi, probarme cosas y ver como me quedan, si hubiera sido niña seguro que hoy también me hubiera comprado algo.

- Si, pero no eres niña asi que tendrás que esperar hasta tu cumpleaños y a lo mejor te compra cosas que te gusten.

- ¿Y si no me gustan las cosas que quiera comprarme?

- ¿Por qué no habrían de gustarte?

- No se, me gusta lo que te compró a ti.

- Bueno, ya no estés molesto después vemos como le hacemos, dijo y me pidió que no me enojara

- ¿Cómo?

- Ahí vemos

- ¿Cómo? Volví a preguntar

- No se, a lo mejor te dejo que veas algunas de mis cosas y puedas ver si alguna te gusta mas.

- ¿Para que?

- Pues solo para que veas si te hubiera gustado tener algo asi

- ¿Para que?, repetí.

- Para que no estés molesto imaginando que mamá no te quiera comprar las cosas que a ti te lleguen a gustar.

No fue suficiente, yo me quedé molesto. Mi mamá lo notó igualmente, me dijo que en la quincena me compraría ropa, pero yo no estaba contento.

Llegó el día de la fiesta, fue una fue una fiesta sencilla, fueron algunos de sus amigos de la escuela, mi hermana y sus amigas lucían muy atractivas y se notaba que lo hacían para atraer a los chicos de la fiesta. No era nada malicioso, apenas tenían quince años pero me percaté de su coquetería, era algo que antes no había notado ni en mi hermana ni en sus amigas.

El lunes siguiente cuando llegamos de la escuela ella tomó su vestido de sus quince años que estaba colgado y me dijo que la acompañara a dejarlo a la tintorería, le dije que si, pero antes de manera disimulada tomé los aretes que ella había usado la noche de la fiesta y me los puse, ella, como casi siempre lo hacía me dijo ¡pareces niñita! Pero lo decía mas bien en un tono de simulado regaño mas que de reproche real.

Le dije que la acompañaría a la tintorería pero que me dejara un momento usar los artes y el collar y las pulseras y los anillos que ella había usado la noche de su fiesta, solo para verme como ella se había visto esa noche.

Ella dijo que estaba bien, pero que lo hiciera rápido para después ir a dejar su vestido a lavar.

Ella misma me ofreció sus cosas, me las puse y me miré al espejo. Me veía como ella, me sentía bien pero estaba aún molesto porque a ella le había regalado mi mamá su vestido y a mi no me había comprado nada y asi se lo dije y ella comentó:

- Ni modo que te hubiera comprado un vestido si no eres niña y ya no tuvimos tiempo de pasar a ninguna tienda de niños

- No, pero de todos modos, solo te compro a ti

Yo aún sentía mucha envidia, traía puestos el collar y los aretes que ella había usado la noche de su fiesta, incluso una pulserita de piedritas color verde agua que su madrina le había comprado para hacer juego con su vestido.

Estaba enojado, pero le pregunté que como me veía. Me dijo que todo eso era cosa de niñas, nada mas te falta el vestido para estar igual que yo estuve el sábado, me dijo.

Sentí como un rayo en el estómago. Muchas veces había pensado en como me vería usando sus cosas de accesorios pero también algo de su ropa.. En aquel entonces y a la edad que yo tenía esos no eran pensamientos claros pues lo veía como imposible que pasara, pero ella fue la que lo dijo “nada mas te falta el vestido para estar igual que yo estuve el sábado”

La miré, no me atrevía a decirlo, pero sentí una sensación de mariposas volar vertiginosamente dentro de mi estómago y sentí que la cabeza me daba vueltas.

“Nada mas te falta el vestido para estar igual que yo estuve el sábado” Habían pasado solo dos segundos desde que lo dijo pero a mi ese momento me pareció eterno. No sabía que hacer o que decir. Tomé el vestido del respaldo de la silla de la recámara que es donde ella lo había dejado para llevarlo a lavar y lo extendí, lo tome con las dos manos y me pare frente al espejo. Lo puse sobre mi ropa, solo presentando como se vería. Ella me dijo

- Estas loco, ni se te ocurra

- Solo estoy viendo como te veías tu el sábado

- Ya dámelo porque lo vamos a llevar a la tintorería

Ella quería que lo dejara pero lo que yo estaba sintiendo era mucho mayor. No sabía entonces que era, pero esa sensación tenía un poder muy grande en mí.

Aventuré:

- Déjame me lo pongo rápido solo para sentir como te sentías

- No, me lo vas a echar a perder

Pensé que no le importaba tanto que lo usara como la posibilidad de que se lo echara a perder

- Déjame rápido, solo un minuto, solo para sentir como te sentías el sábado

- Ándale, ¿siiii?

- No

- Ándale, déjame sentir lo que sentías, sentir que te den muchos regalos y te den cosas para que te veas bonita

- No te tienes que poner mi vestido para sentirlo

- Si porque es el regalo que te dio mamá, quiero ver que se siente. Quiero ver que sentiste

- Bueno, dijo ella, pero muy rápido

Las mariposas triplicaron su aleteo, me sentía como si me fuera a desmayar de la emoción. Me quité la camisa, los zapatos y los pantalones delante de ella, quedé en trusa y camiseta, me puse el vestido, por primera vez en mi vida, y apenas habiendo cumplido los doce años estaba vestida como la niña que desde pequeña, sin tenerlo muy claro, había querido ser.

Sentía la tela suave en contacto con la piel de mis piernas pero la parte de arriba se veía mal porque tenía aun puesta la camiseta de niño.

Le dije a mi hermana que me la iba a quitar y ella dijo que no, que mejor ya me quitara el vestido pero no le hice caso, me quite la camiseta y me volví a subir las mangas del vestido, pero algo pasaba que no me veía bien y era porque el vestido me quedaba muy flojo.

Le dije, que me lo abrochara y dijo que no, que ya me lo quitara, pero le rogué y accedió.

- Sólo un minuto, dijo

- Si, solo un minuto suspire sabiendo que no iba ser así.

Estaba en la gloria, me sentía extremadamente bien.

El vestido se abrochaba por la espalda. Tenía varios botones que mi hermana fue abrochando uno a uno mientras yo me miraba al espejo sintiendo el efecto que cada botón hacia en el talle del vestido haciendo que poco a poco se me fuera viendo mas y mas bien, alineado a mi cuerpo, ajustado y formando la figura que yo había visto en mi hermana el día de su fiesta. Ella abrochó el último botón y de manera inconciente me acomodó las mangas. Me hizo que me volteara hacia ella, alisó el escote para compensar mi falta de busto y me dijo que me veía bien.

No lo podía creer, ella me decía que me veía bien usando su vestido. Me sentí como en las nubes, me sentía como una reina. Me paré frente al espejo y me miré, ella dijo que me parecía mucho a ella, lo cual era cierto, pero mas bien, quería decir que me parecía a ella de cómo se había visto en su fiesta.

- Si, me veo como tu, solo me faltaría el maquillaje

- Ah no, dijo eso si ya no, imagínate como te vas a ver maquillado. No, definitivamente no.

- Ándale si??

- No, dije que no y no es no.

- Solo los labios, un poquitito, ¿siii?

- ¡que no! Y ya no me digas

No insistí mas, estaba sintiendo mucho como para desperdiciar el tiempo discutiendo. Me miré al espejo y modelé para sentir como ella. El vestido era channel debajo de la rodilla. Caminé unos pasos dentro de la recamara y pude sentir en mi pantorrilla la suavidad de la tela del vestido rozándome a cada paso que daba. Salí de la recamara hacia la sala, ella me dijo que me regresara inmediatamente, le dije solo un minuto.

- Asi dijiste hace rato

- Espérame solo voy a la sala y regreso

Salí de la recamara, caminé por la sala, me miré en el espejo en el que mi hermana se miraba para verse cuando la madrina le llevaba algo, me sentí muy emocionada, después fui hasta la cocina. Regresé a la sala y me senté, junte las rodillas como veía que mamá y ella lo hacían, definitivamente me sentía como ellas.

Regresé a la recamara, me volví a ver al espejo y vi que me parecía muchísimo a mi hermana. Le volví a decir del maquillaje y me volvió a decir que no.

Le pregunte: ¿un día…?

¡Nunca! Dijo ella

Yo ya no supliqué, en ese momento tenía todo lo que quería volví a salir a la sala para verme en el espejo y caminar y sentir el vestido tocando mis pantorrillas, me exalté al ver que me parecía mucho a Claudia, y sin saber que era lo que me pasaba sentí por primera vez en mi vida el inicio de una erección que mi hermana percibió. Yo traté de ocultarlo agachándome un poco pero ella lo notó y me dijo. ¿ya ves lo que te pasa por andar pensando en estas cosas?, mira como se te puso “ahí”.

Sentí pena pero a la vez sentí que estaba en el paraíso, estaba sintiendo muy rico, la sensación era formidable.

Mi hermana me dijo que ya me quitara el vestido y por mas que le supliqué que me lo dejara un rato mas, me dijo que ya no, que tenía que llevarlo a la tintorería.

Pensé, ah, es por la tintorería, o sea que si no fuera por eso, me lo dejaría usar mas tiempo, se lo dije y ella dijo que con tintorería o sin ella ya me lo quitara. Yo estaba feliz. Me salí de la recamara y caminé hacia la cocina para sentir una última vez el movimiento de la tela del vestido alrededor de mis piernas, era increíble.

Me quité el vestido y los accesorios. Me puse mi ropa de niño y la acompañé a dejar el vestido a lavar. Al regresar y entrar en la casa, ella guardó los accesorios que me había puesto y me dijo

- No le digas nada de esto a mamá. No le va a gustar

- Como digas hermanita.

Sin quererlo inició un entendimiento de complicidad entre los dos, yo tenía los 12 pasados y ella acababa de cumplir los quince.

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