6 feb 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. VI - VII

Capítulo VI, En Plan de Niño

Después del episodio del vestido me sentí un poco mas identificado con todo, sentí que mi hermana había permitido que me pusiera su vestido porque era una manera de compensar que mamá a mi no me había comprado nada, pero se hacía cada vez mayor mi gusto por usar los accesorios de mi hermana. Mi gusto por sentir lo que ella sentía cuando los usaba pero sobre todo el placer que tuve y que no conocía cuando me permitió probarme su vestido.

Eso se hizo como una obsesión, yo quería ponerme de nuevo su vestido para sentir esa sensación que nunca había sentido. No pensaba en tener una erección si no en sentir lo que había sentido cuando usé el vestido. Tenía una especie de necesidad de usar parte de su ropa pero no encontraba la manera de hacerlo

Seguía probándome sus collares y sus artes al llegar de la escuela, pero no sentía lo mismo que cuando usé el vestido.

No me atrevía a decirle que me permitiera de nuevo ponerme su vestido. Lo veía diario, colgado en el closet hacia una de las orillas protegido por una bolsa de plástico y me imaginaba que me lo podía poner, pero no sabía como decirle.

Pasaron unos días y yo me pasaba pensando en como decirle a mi hermana que quería ponerme su vestido de nuevo. Me emocionaba y a veces me dormía pensando en eso y me despertaba igualmente pensando en lo mismo.

Un día se me ocurrió algo y le dije

- Oye, si te lavo tus trastos de la comida por toda una semana (incluía las cacerolas de los guisados) ¿te puedo pedir algo?

- ¿Qué quieres?

- No es difícil para ti, pero es algo que a mi me tiene con ansias

- ¿Qué quieres?, dime

- Bueno es que me da pena

- ¡Dime!

- Bueno, es que quiero probarme tus cosas de nuevo

- ¿De nuevo?, si diario te las pones

- No, de nuevo pero con el vestido también

- No, quedamos que era nada mas ese día, no me gusta que te pongas mis cosas

- Pero si no tiene nada de malo, le dije

- ¿No?, ¿como ves que si tu fueras yo y yo fuera tu llegara tu hermano a decirte que se quiere poner un vestido?

- Si yo fuera tu sería feliz porque asi podría usar toda la ropa que tienes sin tener que pedirle permiso a nadie.

- No te hagas el simpático, replicó, me refiero a que pasaría en ese caso.

- Pues a lo mejor lo vería raro, pero no lo vería mal, si no le hago mal a nadie.

- De todos modos no, mejor piensa en otra cosa, no es normal que un niño use ropa de niña.

- Pero si siempre he usado tus cosas y no ha pasado nada.

- Si, pero ya ves lo que te pasó el otro día.

- ¿Qué? (fingí)

- No te hagas, que se te puso duro ahí dijo señalando mi entrepierna.. Mira, agregó, ya no tienes edad para andar jugando a esas cosas, debes esperar a que llegue el tiempo pues vas a empezar a conocer muchachas y ni modo que les digas que te gusta usar cosas de niña, se van a reír de ti, asi que mejor ya deja todo esto en paz.

Yo me quedé con las ganas de hacerlo pero ella no accedió.

Pasaron varios días. Yo tenía el deseo profundo de volver a hacerlo, me quería arreglar una vez mas ya no me sentía tan a gusto de usar solo sus artes y collares, quería usar el vestido nuevamente asi que volví a abordar el asunto.

- Claudia, ¿te puedo pedir algo?

- Si es de lo que ya sabes, no, contestó.

- Si, si es de eso, ándale, que sea la ultima vez

- No porque no va a ser la última vez, primero te quiero conociendo amigas, a tu edad deberían de empezar a gustarte las chicas, quizá no tener una novia todavía pero si amiguitas para estar segura que esto realmente lo tomas solo de juego.

- Mira, le dije, que sea la ultima vez, si no quieres que me ponga tu vestido déjame probarme otra cosa y te prometo que no te vuelvo a pedir que lo haga de nuevo si no te presento a una amiga.

- No, no es asi, de hecho ya no te pongas mis artes y mis collares, ya no te quiero usando mis cosas.

Se me vino el mundo encima, yo quería usar sus cosas. Ya no me conformaba con los accesorios ahora quería vestirme como ella, al menos una vez mas.

La única manera era que me viera con muchachas, y entonces en la escuela traté de hacerme de amigas. Yo en la escuela no tenía muchos amigos, mas bien, eran como compañeros que al acabar las clases no veía hasta el día siguiente. Mi mamá no quería que saliera de la casa si no estaba ella asi que la única oportunidad de conocer amiguitas era de la misma escuela.

No era difícil, estábamos hombres y mujeres en el mismo salón, al salir platicábamos. Yo esperaba a mi hermana que estaba en la secundaria a unas cuantas cuadras y pasaba por mí para irnos a la casa juntos.

Había una niña que me gustaba, pero más bien que admiraba, a veces pensaba en que es lo que ella sentía de platicar con los chicos de la escuela. Ella esperaba a que su mamá la pasara a recoger por lo que nos quedábamos con otros niños a esperar a que pasaran por nosotros.

Decidí que era ella la que iba a ser mi amiga. No costó mucho trabajo, éramos compañeros de escuela asi que me acerqué a ella fácilmente, platicando de cosas sin importancia.

Eso fue una confusión, me empezó a gustar y me sentía bien, realmente me gustaba pero de muchas maneras. Me gustaba como niña o muchacha, pero también por saber que es lo que pensaba. Le pregunte si tenía novio, ella pensó que me estaba lanzando pero mas bien yo quería saber que sentía de los muchachos.

Le pregunté si había tenido novio y me dijo que si. Ella no tenía los trece años, ni yo tampoco. Estábamos en el sexto grado, pero ella ya había tenido novio y eso era importante para mi curiosidad.

- Te besaba, pregunté.

- Si, a veces, tu ¿no has tenido novia?

- No, le contesté.

- Entonces ¿no has besado a nadie nunca?

- No, le dije, quisiera ver que se siente.

Ese tipo de conversaciones al principio me apenaban pero después fui tomando confianza con ella.

A ella la pasaba a recoger su mamá, pero antes de que mi hermana llegara. Yo le dije un día que si se esperaba a que llegara mi hermana y me dijo que le iba a decir a su mamá que la recogiera 15 minutos después que era el tiempo que tendríamos que esperar a que llegara Claudia por mi.

Me gustó que ella accediera a conocer a mi hermana, ella me gustaba y yo le caía bien a ella, era chica, pero ya no era niña, se le empezaba a formar el busto que se le adivinaba bajo la blusa blanca escolar con botones al frente y eso me gustaba.

Le comenté a Claudia que ya tenía una amiga. Me preguntó si era mi novia y le comenté que no, pero que me gustaba, lo cual era cierto. Al día siguiente Alicia que asi se llamaba mi amiguita se esperó a que llegara Claudia mi hermana. Se conocieron y Alicia le dijo que yo le caía muy bien. De camino a casa, me comentó que estaba muy contenta de que ya tuviera amigas y dijo que eso me iba a ayudar para que ya no pensara tanto en “lo otro”. Y me preguntó que si seguía pensando en eso, le comenté que a veces, solo por curiosidad, pero la verdad era que no solo era a veces si no mas bien un pensamiento que tenía constantemente en mi mente..

Alicia nunca fue mi novia pero era una muy buena amiga. Claudia platicaba con ella unos minutos pues esperábamos a que llegara su mamá a recogerla, ellas se caían bien y a mi me gustaba Alicia y asi pasaron unas semanas y entonces se desarrolló en mi la ambivalencia que me acompañaría toda mi vida. Me gustaba Alicia y me sentía muy bien con ella, pero también, al llegar a casa me gustaba pensar en poder usar la ropa de mi hermana.

Capítulo VII, Doble Pensamiento

Yo platicaba con mi hermana de Alicia, me gustaba y me emocionaba al platicar. No me daba cuenta que eso era lo que esperaba mi hermana pues quería que me interesara en las muchachas y a mi me gustaba que pensara asi, no digo que no me gustara Alicia, pero en el fondo sabía que si mi hermana veía que yo tenía interés en ella, sería mas fácil que me dejara usar sus cosas asi que siempre que podía hablar de Alicia lo hacía.

Una tarde al volver a casa cuando nos cambiamos el uniforme tomé algunas de sus cosas y me puse un collar y unos aretes y salí al comedor. Claudia me miró y me preguntó que porque había vuelto con lo mismo. Le comenté que ya no había problema, que tenía una amiga que me gustaba y eso es lo que ella quería o sea que yo me interesara en las muchachas.

Me paré frente al espejo de la sala y me retoqué los aretes, como para que ella mirara que los estaba usando y e pregunté abiertamente si podía probarme su vestido de los quince años, mi hermana dijo que no, que quizá otro día.

- ¿Mañana? Le pregunté

- Tal vez

Comentó que nada mas porque había visto que Alicia realmente me interesaba, que solo por eso pero que esa tarde tenía mucha tarea y que mejor esperáramos para después.

- ¿Mañana?, volví preguntar

- Tal vez repitió ella.

Esa noche entendí que yo tenía en mi mente un doble pensamiento. Me gustaba Alicia y me encantaba verle de reojo su incipiente busto, pero también pensaba en ella cuando se ponía el brasier para cubrirlo, pero no a manera de verla o tocarla si no de pensar que es lo que ella sentiría. Tuve una erección y me empecé a acariciar. No eyaculé pero me sentí mucho muy bien pensando de manera ambivalente y así, me quedé dormido.

Al día siguiente estuve muy cerca de Alicia, a la salida le miraba de manera discreta el busto, me encantaba porque apenas se le notaba aunque ya usaba una especie de brasier que se lo resaltaba.

Yo estaba exaltado, pensaba yo, pero mas bien era que estaba excitado con el pensamiento de usar de nuevo la ropa de mi hermana pero también de pensar en el busto incipiente de Alicia. No lo entendía muy bien, pero estaba muy inquieto.

Llegamos a la casa, Claudia no me dijo nada, nos cambiamos y comimos, después hicimos nuestras tareas. Yo estaba pensando en que ella me diría que ya estábamos listos pero no lo hizo, se sentó a ver la tele y yo no sabía que hacer.

Me metí a la recamara y busqué los accesorios que ella había usado con el vestido de sus quince años pero no los encontré. Desde la recamara le pregunté que donde estaban, me dijo que los había guardado pues no quería que me pusiera el vestido. Salí a la sala y le dije que ella me lo había prometido a lo que contestó que si, pero que el vestido estaba limpio y que yo no me había bañado desde la noche anterior.

- ¿Y si me baño?

- Ni aunque te bañes, lo vas a arrugar.

- No lo arrugo, es solo un momento, ¿si?

- Bueno, dijo a regañadientes, pero con mucho cuidado para no arrugarlo. Déjalo, yo lo saco y te lo dejo en la cama, tu métete a bañar, también te voy a dejar los accesorios pero recuerda que es una única vez.

- Lo que tu quieras.

Me bañé lo mas rápido que pude. Al salir de bañarme vi sobre la cama el vestido, perfectamente extendido pero también vi una pantaletita de mi hermana. Yo me cubrí el cuerpo con la toalla enredada como lo hacen las mujeres, es decir, del busto para abajo. Salí a la sala y le pregunté que porque me había dejado “eso” y le mostré la pantaleta.

- No recuerdas la vez pasada que te pusiste el vestido como se te notaba “eso” y señaló hacia mi entrepierna.

- Si, ¿y que?

- Pues ponte la panti para que te apriete un poquito, no te quiero volver a ver asi.

- Oye, le dije, y si para apretarme mas me prestas también unas pantimedias?

- Puros pretextos, pero si quieres agárralas del primer cajón de la cómoda

Me quité la toalla y me quedé totalmente desnudo. Me puse inmediatamente el calzoncito que ella misma me había escogido, me sentí muy bien al contacto con la tela de esa prenda. No salí a la sala, busqué las medias y me las puse. Seguí buscando en los demás cajones y encontré en el que guardaba sus brasieres. De solo verlos me sentí volar. Una erección quería expresarse pero tal como lo había previsto mi hermana, la pantaletita que me quedaba muy ajustada y las medias no permitieron que esta se expresara a plenitud.

Tomé uno de los brasieres y me asome a la sala con el en la mano y le pregunté que si podía ponérmelo y me contestó que para qué si no tenía busto y que además no iba a saber como abrocharlo pero le dije que era solo para sentirlo. No me dijo nada, asi que comprendí que me estaba autorizando a hacerlo.

No sabía en efecto como se ponía un brasier, quise ponérmelo de frente y abrochármelo con las manos a la espalda pero no pude. Ella me preguntó si había podido y le dije que no, que si me ayudaba pero me dijo que no, pero me explicó que primero lo abrochara por el frente y que después le diera vuelta para pasar las copas hacia adelante y que entonces metiera las manos en los tirantes y me lo acomodara, pero que no iba a servir de nada, pues no había nada que sostener. De cualquier manera quiero sentirlo, le respondí.

Ya tenía la pantaleta y las medias y al ponerme el brasier se acrecentó la erección que se controló solita. Era momento de ponerme el vestido, lo hice con mucho gusto y sintiendo un gran placer y salí a la sala para que mi hermana me ayudara a abrocharlo lo cual hizo de manera normal, es decir, sin mostrar enojo o entusiasmo, solo me ayudó y ya.

Me vi en el espejo, me veía como ella y recordé lo que había dicho del maquillaje y que no había querido que yo me maquillara la vez anterior. Se lo recordé y le dije que si ahora si. Ella dijo, ¿te acuerdas que te dije que nunca?, bueno, pero como ya te vi que andas interesado en Alicia te voy a dejar, pero muy poquito, pero yo no te lo voy a poner, hazlo tu solo y diciendo esto sacó un estuche con pinturas y labiales, me dijo, no te pongas rimel pues es difícil de quitar, solo labial y el lápiz delineador.

Lo intenté varias veces pero quedaba muy exagerada. Mi hermana dijo, mira, te voy a decir cómo, pero yo no te voy a maquillar, no lo haré nunca.

Recuerdo ahora esa frase, es como si ella supiera que iban a haber siguientes veces.

Después de un rato y varios intentos me había delineado los ojos y puesto sombra en los párpados, muy ligera y ahora llegaba la hora del labial.

Mi hermana seleccionó el lápiz labial que iba a usar. Me gustó pues expresaba la manera que ejercía su dominio en mi a la vez que una especie de complicidad.

Me apliqué el labial mirándome en un espejo de maquillaje. Me sentí muy bien.

Me paré, de inmediato sentí el roce del brasier ciñéndose a mi pecho. Tal como dijo mi hermana, no había nada que detener, pero la suavidad de la tela rozando mis pezones era algo que nunca había sentido..Disfrutando de esa sensación y de haberme puesto labial y que me puse sombra en los párpados me miré en el espejo de la recámara y después en el de la sala. Caminé lento y rápido para sentir el vestido en mis piernas. La pantaleta y las medias me apretaban suavemente de manera artificiosa, casi acariciándome e impidiendo que la erección que estaba sintiendo fuera a hacerse evidente.

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