10 feb 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. XI - XII

Capitulo XI De Agosto a Diciembre

Mi hermana por aquel entonces recién entró a la prepa conoció varios muchachos, Un día llegó y me comentó que un chico le había pedido que fuera su novia y que ella le había dicho que si.

- ¿Ya te besó?

- Eso no te lo voy a decir.

- Ándale, dime, ¿siiii?

Yo estaba muy emocionado, pero a la vez triste por primera vez me daba cuenta que mi hermana no era de mi propiedad. Fueron cambios que no esperaba, eso de llegar de la escuela antes que ella y que por las tardes se ponía a hablar horas con el novio y todo eso me hizo sentir un poco solo.

No quería vestirme con su ropa si no era que ella estuviera de acuerdo. Una tarde cuando llegó de la escuela le dije de nuevo y me dijo que no, incluso, comentó, imagínate como te verías si ya te esta saliendo bigote.

Eso fue un gran golpe para mi. No tenía planeado que hacer para que no se me viera el bigote.

Le dije que me iba a rasurar, ella me dijo que estaba bien, que asi poco a poco me saldría más grueso y ya no me quedaría el vestirme con su ropa.

- No quiero que me salga grueso, ¿Qué hago? Le dije.

- Pues deja que te salga, eres hombre ¿no?

- Si pero todavía no quiero que me salga, antes me gustaría vestirme con tus cosas una vez mas o unas pocas para ya dejarlo, pues después con el bigote y la barba aunque me rasure se me va a notar asi que me gustaría que por un tiempo, antes de que me salga mas me dejes usar tus cosas las últimas veces.

- Tu sabes que no me gusta que lo hagas

- Si, ya sé pero serán pocas veces, nada mas de aquí a que termine el año, ¿si?

- No, imagínate, estamos apenas en agosto.

- Por eso, es menos de cuatro meses de aquí a fin de año y ya, ¿si?

- Que no, sabes que no me gusta que lo hagas

- Te prometo que nada mas de aquí a diciembre y luego me dejo crecer el bigote para ya no hacerlo, además, te prometo que te presento a Marla aunque sea por teléfono..

- Bueno, estamos en Agosto, ¿prometes que terminando el año ya te vas a rasurar normalmente y que te vas a portar ya como niño normal?, ¡ah! y que vas a seguir con Marla?

- Lo prometo, pero dame entonces mas libertad, déjame que sean las veces que quiera hacerlo, porque ya después no lo haré

- Está bien, dijo ella, pero no abuses, ¿he? ¡ah! Y nada mas hasta diciembre, ¿ok?

- No, no voy a abusar, me arreglaré solo algunas veces en lo que llegas de la escuela.

- No, porque yo llego con Alfonso y no quiero que el te vea asi.

- Si, pero el no te acompaña todos los días.

- No, solo los lunes, miércoles y viernes

- Bueno, si quieres esos días no lo hago, o lo hago hasta después de que se vaya pero los martes y los jueves si, ¿esta bien?

- Bueno, pero solo hasta diciembre y después ya te comportas como hombrecito, ¿ok?

- Si, oye, pero entonces no me quiero rasurar porque entonces se me va a hacer grueso el bigote, ¿no me puedo poner algo?

- Te voy a prestar una crema depiladota, es la que me pongo en las piernas y que también usa mi mamá, pero no esta hecha para ponerse en la cara asi que en lugar de la media hora que dice, cuando te la pongas déjatela solo unos cinco minutos y si no te afecta pues le vas aumentando pero recuerda, no la puedes usar muchas veces seguido.

- Ni que tuviera tanto bigote, reí.

Asi fue que mi hermana me prestó la crema depilatoria, me metí a bañar en ese momento, me la puse de acuerdo a su recomendación. Fue efectiva, con los cinco minutos fue suficiente, salí de bañarme y le mostré la cara, se asombró de lo bien que me había hecho efecto.

Desde entonces nunca me rasuré y ni el bigote ni la barba se me engrosaron asi que siempre, con la crema depilatoria eso estuvo controlado, ahora pienso que fue porque lo hice desde muy temprana edad.

Capítulo XII, Marla

Marla era una niña, ya entrando a señorita, era delgada y era simpática y eso la hacía ser atractiva. Me gustaba porque era alegre y muy agradable.

Me llamaba la atención de una manera especial su busto pequeño, de niña a mujer, me gustaba mucho. Me atraía la manera en que la estrecha blusa blanca del uniforme lo resaltaba ciñéndole el busto haciendo que los botones estiraran un poco la tela a la altura de su naciente busto, esa fue una de las cosas que mas me atrajo de ella para pedirle que fuera mi novia. Nos hicimos novios casi al entrar a la secundaria, ella tenía amigas y yo algunos amigos pero a los dos nos gustaba mas estar juntos en los descansos entre clases, excepto en el descanso mayor en que ella se iba con sus amigas y yo con mis amigos.

A la hora de la salida ella se iba en dirección opuesta a donde yo vivía por lo que mamá no me dejaba acompañarla a su casa asi que nos quedábamos nada mas un ratito afuera de la escuela en el escaloncito de la entrada a un edificio que estaba a la vuelta. Llegábamos ahí como si nos perteneciera y nos sentábamos por un rato..

Al principio solo platicábamos pero poco a poco, al momento de sentarnos lo hicimos mas y mas juntos hasta que se nos hizo costumbre el que al sentarnos se pegaran nuestras piernas y jugábamos a empujar una la del otro pues era una manera de arreciar el contacto lo cual nos hacía sentirnos de manera especial y hablo en plural pues ella, al sentir mi pierna frotaba la suya contra la mía lo cual me hacía volar. Era en esos momentos que nos dábamos un beso o dos, no muchos pues pasaba la gente y nos daba pena pues se nos quedaban mirando.

A mi me daban unas ganas enormes de tocarla, no en ninguna parte en especial, solo el poner mi mano en alguna parte de su cuerpo. Le tomaba la mano, se la sostenía para después, disimuladamente aun estrechándola la ponía sobre su pierna haciendo contacto con el torso de mi mano en ella. La dejaba asi por un instante esperando si había alguna reacción y si no decía nada empezaba a mover mi mano hacia arriba y hacia debajo de su pierna todavía estrechando la suya.

Hacer eso me excitaba mucho, era una especie de poder aplicado, el poder de la interrelación entre dos personas de diferente sexo.

Después de algunas veces yo intenté subir mi mano un poco hacia su muslo, siempre estrechando la suya, pero ella no cedía.

Aprendí a besarla y a escuchar su respiración entrecortada cuando de los besos en la boca pasaba a los besos en el cuello. No podía ser mucho tiempo pues de que nos sentábamos en aquel escalón del edificio a que ella se tenía que ir teníamos solo 20 minutos y los primeros 10 los desperdiciábamos esperando que pasaran y se alejaran los niños y niñas que a esa misma hora habían salido con nosotros.

Pasado un rato ella se iba a su casa y yo a la mía, yo le marcaba al llegar a casa y Marla siempre me contestaba pues hacía menos tiempo da su casa que yo a la mía.

Yo tenía oportunidad de hablar con ella todo el tiempo que quisiera pero a ella su mamá no la dejaba hablar mucho asi que nuestras conversaciones eran breves, pero le preguntaba que si estaba bien y que si le había gustado el ratito que habíamos estado y me decía que si y me preguntaba que si a mi también.

El solo hablar de eso me hacía excitarme mucho pero como usaba ya de manera cotidiana las panties que me había dado mi hermana, la erección quedaba controlada, era una especie de mantener el potencial, sabiendo que estaba ahí hasta el momento que ya no se podía reprimir y le daba cauce a veces pensando en Marla y su pequeño pero ya bien formado busto, a veces imaginando qué era lo que ella pensaba cuando sentía mi mano en su pierna, queriendo por un momento experimentar lo que ella sentía. Era una especie de dualidad que me encantaba sentir, por un lado, mis sensaciones como niño, por otro, las de ella, como mujer.

Esta dualidad me habría de acompañar por siempre.

Todos los días platicábamos en ese escalón del edificio a la vuelta de la escuela, a veces de cosas sin ningún sentido, otras de nuestras familias y de las cosas de la escuela. Cuando platicábamos de nosotros casi siempre eran cosas de la escuela o de algunas películas que veíamos, de manera individual pues a mi no me daban dinero ni permiso como para invitarla al cine y a ella no la dejaban salir conmigo sola, ni siquiera la dejaban que fuera su novio asi que solo la veía entre semana y platicaba con ella solo unos cuantos minutos, a veces yo quería que fuera mas, pero por el momento eso no era posible.

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