8 jun 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXXII

Capítulo LXXII, Confidencias

Era el momento de hacer la confesión del secreto mas importante de mi vida, no se presentaría nunca una oportunidad igual, estaba extremadamente nervioso, sentía pena de decirle mis cosas a mi hermana seguía, como siempre con pensamientos indefinidos. Me gustaba lo que hacía y mi manera de ver las cosas pero estaba seguro que mi hermana, aunque había sido tolerante conmigo en mi niñez y juventud estaría muy lejos de serlo con lo que estaba a punto de decirle.

No sabía bien como poder hacerlo, estaba totalmente nublado de la mente, las cavilaciones que habían pasado por mi mente en las últimas semanas vivieron de golpe a mi memoria. No sabía que comentar ni como expresarlo, estaba como paralizado. Simplemente me oí decir:

- Si es posible

- No lo es, es pura ilusión, refutó

- ¿Y si te dijera que ya se que es lo que es ser mujer?

Claudia no entendió bien el sentido de mis palabras o se hizo la ilusión de que no estaba comprendiendo. La tomé por sorpresa, yo mismo estaba pasmado por eso que había dicho pero decidí sostenerme, ella no parecía que lo hubiera entendido de manera clara, me tuvo que preguntar de nuevo para asegurarse que advertía correctamente lo que estaba tratando de decirle. Inquirió de manera específica:

- ¿Quieres decir que ya sabes lo que es comportarte como niña?

- No, como mujer

- No te entiendo

- Las mujeres hacen cosas que las niñas no, dije y guardé silencio.

El impacto fue brutal, ella se resistía a creerlo, Permaneció varios minutos sin decir nada, yo pedí otra coca cola y a ella le sirvieron mas café mientras una lágrima salía de sus ojos.

Nos quedamos sin habla por mas de cinco minutos, los cinco minutos mas largos de mi vida, Ella con los ojos húmedos recuperó la conversación preguntando:

- Solo hay una cosa que hacen las mujeres que las niñas no pueden hacer, ¿quieres decir que te has portado sexualmente como mujer?

Esa fue una manera muy gentil de preguntarme de su parte si había tenido relaciones sexuales con algún chico. Mi hermana estaba impactada, ella se había quedado en la parte de mi vida en que veía que me vestía con su ropa o incluso con ropa que yo hubiera comprado, pero no mas de eso y lo que ahora hablábamos no tenía nada que ver con esa imagen anterior que de mi tenía.

- Si. La respuesta fue clara para lo que quería saber. Mil lágrimas en una nublaron nuevamente su mirada, tragó saliva y dijo:

- O sea que aceptas abiertamente que eres gay

- Si quieres llamarlo de esa manera, pero no es asi.

- No es que lo llame de una manera u otra, si has tenido relaciones como mujer, eres gay, como sea que le quieras llamar.

.Sentí este comentario agresivo por parte de mi hermana, como si estuviera tomando la revancha por lo herida que había quedado ante lo que hacía solo unos segundos yo le había dicho. Era muy fuerte esa manera de etiquetarme, no esperaba que me llamara asi. Imaginaba que habría un poco mas de comprensión de su parte. Yo no era gay, pensé. Medité en si había estado bien haberl comentado el tema con ella, Le dije

- No. Precisamente se trata de eso.

- ¿De que?

- De que si, he tenido relaciones, pero como mujer.

- Por eso.

- No, por eso, no es asi. Si; lo he hecho, pero como mujer, sintiéndome una mujer en ese momento no un chico gay, es diferente.

- No lo es, hay algo ahí en tu entrepierna que dice lo contrario

- Ese es el problema que tengo.

- No te entiendo

- Si, en la parte física soy hombre, por esto que me cuelga, dije señalando con la mirada mi entrepierna, pero en la parte espiritual me gusta sentir como sienten las mujeres, siempre ha sido asi.

- Eso es solo producto de tu imaginación

- No, me da pena decírtelo, pero lo he disfrutado, eso es algo que les gusta a las mujeres, ¿no?, es natural, y me ha gustado, ¿cómo lo sería si no tuviera espíritu de mujer?

- No lo sé, no lo entiendo, no entiendo nada.

Mi hermana me veía como si yo estuviera fuera de la realidad. Tomó la servilleta de tela que tenía en las piernas y secó las nuevas lágrimas que salieron de sus ojos, creo que había sido demasiado para ella, comentó:

- Mira, yo trato de ser abierta en este tipo de cosas, de hecho, siempre pensé que esto podría pasar. Tenía la esperanza de que esto solo fuera el gusto por usar ropa de mujer y que cuando crecieras y tuvieras novia te pasaría, nunca imaginé que llegaras a esto.

- Realmente no sabía que iba a ser asi, pero lo hice y ahora se que me gusta hacerlo, como a ti, como a cualquier mujer, ¿o es que a ti no te gusta?. Lo haces, ¿no?, Dime, ¿no es algo que te gusta?

- Si, claro que me gusta, pero en mi es natural, yo si soy mujer, ya, no me digas mas, no quiero saber los detalles.

- ¿Ah verdad?, ahora si, ¿no que mucha confianza y todo lo demás? Es porque no tenías idea

- Claro que no tenía idea

- Por eso ya no quieres hablar del asunto, entonces ¿Por qué me invitaste a desayunar? Querías platicar, ¿no? pero solo de las cosas que creías bajo tu control.

Claudia no dijo nada, dio dos sorbos a su taza de café que para esos momentos ya estaba frío, me miró como tratando de identificar si realmente era yo el que estaba diciendo todo eso, recuperó la compostura, meditó lo que habíamos estado platicando y continuó:

- Tienes razón, no debo de poner limitantes a nuestra comunicación, es solo que me tomó por sorpresa, pero no quiero saber tus cosas.

- Es lo que se platicarían entre hermanas, ¿no?

- Si, probablemente, pero resulta que no somos hermanas.

- Pero podemos serlo, si me miras y escuchas como si fuera Patricia, facilitaría las cosas. Si realmente quisieras, podríamos

- No lo sé, no se si pueda, todo esto me cayo por sorpresa.

- A mi también, créeme que no pensaba decírtelo nunca, pero se dio la oportunidad. ¿te arrepientes de que te lo haya dicho?

- No, solo es que no me lo esperaba, pero eres adulto y cada quien su onda

- Si, todo mundo habla de la apertura de pensamiento y de respetar la diversidad, pero cuando te toca en casa, ahí si ya no le entras, ¿no?

- Tienes razón, me contestó, es difícil, disculpa, pero en efecto, si una habla de la diversidad debe ser congruente entre lo que se dice y lo que se hace, pero cuando te toca en persona resulta diferente

- Si pues la gente no esta preparada para eso.

- Y nunca lo estará

Hicimos una pausa mas, esta vez no fue tan pesada como la anterior, ya no hubo lagrimas, mas bien se respiraba un ambiente de cierta tranquilidad, como si nuestro último dialogo hubiera recuperado la paz que habíamos perdido unos minutos antes. Le pregunté

- ¿Qué te dijo mamá que me dijeras?

- Mamá sabe lo de la ropa, por eso me pidió que platicara contigo, piensa que puedes estar en algún problema, pero no imagina que estés metido en todo esto.

- Creo que no le gustaría saberlo, pero si se lo vas a decir, no me afecta le dije usando un tono un tanto retador

- No seas bobo, ¿Cómo crees que le voy a decir? Capaz que le da el telele, aunque quizá lo intuya, no tienes novia desde hace mucho tiempo. No se, quizá lo imagina.

- Lo que quiero darte a entender es que es tanto lo que he pasado que si lo supiera o me hiciera saber que lo sabe me quitaría un peso de encima

- Por mi no lo va a saber y tu, no se lo digas, si lo sabe, bien, pero no te vayas a descarar

- No sería descararme, ya te dije, no me importaría, pero tienes razón, no vale la pena mortificarla

- Si, no quiero que se sienta mal

- ¿Y si ya sabe?

- No, me hubiera dicho, tal vez lo sospeche pero mientras no lo sepa de cierto es mejor.

- Si que lo es, ¿Tu lo aceptas?, ¿me aceptas asi?

- Si, por lo que acabamos de decir, además eres mi hermano y pase lo que pase siempre lo serás, solo es que como te dije hace tiempo, por favor, no me cuentes los detalles, creo que no estaré preparada nunca para entenderlos.

- Si pudieras mirarme como Patricia facilitaría las cosas, podríamos hablar de cosas de hermanas

- No te puedo mirar como “Patricia” si siempre te he visto como Alberto

- Alberto que se quede en nuestro pasado de niños, ahora, dale oportunidad a Patricia de que sea tu hermana.

- No lo sé, no sé si podré.

Volvió a guardar silencio, después de unos minutos pidió la cuenta, nos levantamos y mientras ella pagaba me adelante hacia la salida.

Me alcanzó ya en la calle. Fue curioso, pero entonces me sentí mal de ir vestido como iba, me miraba como un Alberto un tanto feminizado y me sentí mal ante mi hermana, hubiera preferido mil veces que a partir de ese momento y para toda la vida me viera como Patricia.

Claudia no dijo nada, ese pensamiento era solo mío.

Caminamos hacia la casa. Poco antes de llegar hay un parque, me dijo que nos sentáramos para recuperar la calma, no quería que mamá se diera cuenta que había llorado. Nos acomodamos en una banca, yo me sentía mal por haberla hecho llorar, pero a la vez, aliviado por haber desahogado todo ese peso de complicaciones que tenía.

No es que ya no estuviera confuso, pero ahora, lo compartía con mi hermana.

- ¿Qué mas pasa?, ¿no estas enfermo o algo asi?

- ¿Cómo?

- Si, ¿te has cuidado?, no estas asi de retraído porque estés preocupado por haberte contagiado de algo?

- No, ¿cómo crees?

- Bueno, si andas en esas pudiera ser

- No, no hay razón para tener esa sospecha

- ¿Has pensado en ir con un sicólogo?

- No, me siento bien pensando asi. Me gusta ser como soy, me hubiera gustado quizá algo diferente en mi vida, pero me siento ahora bien conmigo mismo.

- Quizá un sicólogo te pueda ayudar a ordenas tus pensamientos

- No, no quiero ir, me gusta ser asi, si voy me lo va a tratar de quitar y es algo que no quiero perder.

- Pero te esta afectando

- Quizá porque no lo puedo hacer.

- ¿Que?

- Vivir mas tiempo en mi espíritu de mujer

- ¿Qué vas a hacer?

- No estoy preparado para vivir como mujer, pero me gustaría experimentar como sería viviendo las 24 horas pero por varios días.

- ¿Cómo?

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