17 jun 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXXV

HISTORIAS FINALES - EJERCIENDO PLENAMENTE MI SEXUALIDAD

Capítulo LXXV, El Pueblito

Me despierto por efecto de la luz de un farol que desde la calle ilumina discretamente la habitación, no se la hora, pero es de noche, estoy acurrucada sobre el pecho de Jaime y no recuerdo bien porque estoy ahí, ni siquiera donde estoy. Jaime duerme boca arriba, me doy cuenta de que esta desnudo, tranquilo y sereno.

No me muevo pero voy recobrando conciencia de donde estoy; de donde estamos. Recuerdo poco a poco que por la tarde fuimos a comer en el centro del pueblito en el que ahora estábamos al que fuimos en un viaje que planeamos porque Jaime me dio la deferencia de ser yo quien lo despidiera de la soltería.

Ese viernes, en la tarde el pasó por mi a mi departamento, mamá llegaría hasta la nochecita asi que pude arreglarme de manera especial para salir como Patricia, quería verme muy bien para el. Yo había seleccionado cuidadosamente la ropa que llevaría pues quería verme esplendorosa. Esta sería la primera vez que estaría tranquila y en completa privacidad con un chico.

El pueblito que seleccionamos para nuestra aventura quedaba a no mas de una hora fuera de la ciudad, en donde se puede disfrutar de la magia de la provincia con seguridad y discreción.

Llegamos y nos registramos en un hotel tipo colonial, muy bonito. Yo no quería entrar de inmediato, quería caminar del brazo de Jaime, como una pareja normal, cosa que nunca había hecho y anhelaba, pero el quería subir, le dije:

- Caminemos un poco, quiero que la gente nos vea como pareja, tenemos toda la noche y todo el día mañana

- Ok, pero solo un rato, ¿esta bien?

- ¿Comemos algo?, si no, no vas a tener fuerzas, dije bromeando

Era la despedida de soltero que habíamos planeado Jaime y yo para el mismo pero yo quería darle un enfoque como si fuera una luna de miel anticipada… para mi.

Jaime me complació, caminamos una calle y llegamos a la plaza central en donde había algunos restaurantes que tenían mesas en los portales, estaban presentadas con manteles de cuadros blanco y rojo, otros azules con blanco, otros amarillos y de mas colores.

Caballerosamente me preguntó cual era mi color favorito y te dije que el azul, asi que nos metimos al restauran cuyos manteles eran de ese color.

Ya no iba a ser comida, era tarde y en el cielo ya se veían las primeras estrellas de la noche, pedimos solo unos bocadillos y el pidió una botella de vino, dijo que quería festejar.

Bebimos por un rato y comimos ligero, el pagó la cuenta y me invitó a cambiar a otro de los restaurantes de la plaza en donde había música y ahí pidió otra botella también de vino. No le dije nada, quería que se sintiera libre y disfrutara.

El me preguntó

- ¿Cómo te sientes?

- Creo que mas que tu despedida de soltero esta podría ser nuestra luna de miel, reí

- Si, de hecho lo es, yo nunca he pasado la noche con nadie, ¿y tu?

- Menos, tu fuiste la primera y única persona con la que he estado.

- ¿Y tu amiga Raquel?

- Ella era una mujer

- Me hubiera gustado verlas

- Ya te he platicado

- Si, a veces pienso en eso

- ¿Sientes celos?, pregunté extrañada

- No, me pregunto que es lo que sientes.

- En este momento me siento feliz, va a ser la primera vez que pase fuera de casa con un chico.

- También yo, dijo bromeando y rió

- Recuerda, no soy chico, soy en este momento una mujercita dispuesta a complacerte en todo eso que has querido.

- Si, eso lo vamos a ver al rato.

El vino lo tenía contento y un tanto extrovertido, hablando de cosas que según el “no le hacía”

Nos tomamos la segunda botella, dándonos tiempo a platicar de nada y de todo, haciendo ese momento inolvidable.

Se nos fue el tiempo, Jaime me preguntó si deseaba que ya nos fuéramos a descansar. Yo sabía lo que eso significaba, me sentí nerviosa pero muy bien.

Salimos a la plaza llena de vida, la gente, en su mayoría parejas caminaba por las calles sin prisa, me apoyé en su brazo y nos sentamos en una de las bancas del parque a disfrutar de la vista de las estrellas. Eran momentos muy románticos que ambos disfrutamos.

Después caminamos la cuadra que nos separaba del hotel, Jaime amablemente subió las cosas. Al entrar a la habitación vimos que estaba iluminada por la luz amarilla que entraba de manera indirecta desde el farol que estaba en la calle creando asi una atmósfera de tranquilidad.

Yo algo nerviosa me quedé parada en la puerta pero el me invitó a entrar.

Platicamos unos minutos y Jaime me dijo que se cambiaría. Sacó un pequeño bikini de hombre color vino de su maletín, me lo mostró y me dijo que era el que usaría para dormir. No le dije nada pues no sabía que decir, el se metió al baño y yo esperé.

Pensaba que las cosas iban a ser diferentes, era la primera vez que yo estaba en el cuarto de un hotel con un hombre y creía que el se iba a lanzar sobre mi tan pronto cerráramos la puerta de la habitación pero no fue asi si no que Jaime llevó las cosas con mucha tranquilidad, como disfrutándolo.

Salió del baño después de asearse, se veía hermoso, nunca había visto el cuerpo semidesnudo de un hombre. Tenía vellos en el pecho, en los brazos y en las piernas, se veía muy atractivo, el ejercicio que hacía de manera permanente cargando y acomodando mercancía en la tienda le había resaltado los músculos de manera natural que complementaba el espectáculo de su cuerpo cubierto solo por su diminuto bikini que dejaba adivinar un pene en reposo pero a todas luces del tamaño que yo ya conocía bien. La manera en que se paró al salir del baño te hacía ver como una especie de conquistador.

No pude evitar mirar “su bulto” y el lo percibió pero no dijo nada.

Yo tomé mis prendas y me metí al baño. Mi ropa de dormir la había seleccionado deliberadamente para verme linda esa noche especial para los dos.

La ropa que había llevado para esa noche era un top de algodón delgado color de rosa que me quedaba ajustado y que deliberadamente seleccioné pues rebelaba mis pechos que aunque pequeños, eran perfectamente de mujer.

El top tenía vivos azules en las orillas de las mangas y un pantaloncito muy breve y ajustado igualmente rosa con vivos azules. La tela delgada del top dejaba ver la dureza de mis pezones resultado de la mirada que había puesto en el bikini guinda de Jaime, el pantaloncito, muy ajustado no dejaba ver nada ya que yo había ocultado “mi cosita” entre mis piernas habiéndolo hecho hacia atrás dejando ver apenas una muy sutil protuberancia cual si fuera mi "Monte de Venus"

Jaime estaba acostado en la cama sin haber quitado el cubrecama. Su bulto se percibía tranquilo, en reposo. Lo miré con un poco menos de discreción que la primera vez, pero no de manera abierta, pero lo notó y vi a manera de reacción de su soldadito dispuesto a la lucha como de forma clara mostró un ligero estremecimiento que me agradó mucho.

El me hizo una seña para que me acercara y me invitó a acostarme a su lado y lo hice. El efecto del vino hacía el momento sumamente romántico, Jaime no me tocó nada, solo permaneció acostado boca arriba, me acurruqué en su pecho presa de una suave somnolencia producto del vino que habíamos tomado, platicamos por un rato, el apagó la luz y seguimos platicando yo me acurruqué en su pecho en un deseo mezclado de sentir la virilidad de sus vellos y la ternura del momento, apenas lo recordaba y asi, sin quererlo ambos nos quedamos dormidos.

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