24 jun 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXXVI

Capítulo LXXVI, Mi Regalo de Bodas

Habían pasado unas horas no supe en que momento Jaime se desprendió de su bikini pues al despertarme por la luz del farol que entraba por la ventana, cuando levante la cabeza que tenía acurrucada en su pecho y vi su cuerpo me di cuenta que estaba totalmente desnudo.

Me mire a mi misma pues por el efecto del vino no sabía si "había sucedido", estaba segura que no pues yo tenía mis prendas puestas tal como me quedé dormida. No supe porque el no tenía su bikini puesto, quizá intentó despertarme sin éxito, no lo sabía.

En el momento que erguí la cabeza y al ver a Jaime totalmente sin ropa me acordé de la intención de nuestro viaje. Yo había decidido darte “mi regalo de bodas” ese día pero nos había vencido el sueño, al menos a mi.

Pensé que quizá yo por efecto sedante del vino me habría quedado dormida y que el quizá por un respeto mal entendido habría quedado a medio camino entre el amor y la abstención.

Sentí pena con el y conmigo misma, era como haber desperdiciado una oportunidad de oro y pensé en lo caballero que el fue de no despertarme. Me admiré de su gentileza.

Hacerle sexo oral era algo que yo deseaba pero que había tratado de disimular ante el. No quería que me viera como una chica “de esas”, no me daba pena querer hacerlo, al contrario, lo deseaba pero como siempre la confrontación de sentimientos y de pensamientos llegaba a mi mente, la permanente dualidad que me había acompañado siempre se presentaba de nuevo, quizá ahora con menos fuerza por tener ya mi realización como mujer, pero los sentimientos a veces eran encontrados entre ser mujer real y ser un chico biológico. Recordé que estaba ahí precisamente porque ya lo había decidido, además, ya lo había hecho con Fabián con anterioridad pero entonces había sido por calentura, ahora, lo sentía por emoción, casi por amor. Pensé para mis adentros ¡que ridículo! pero asi era.

Habían pasado solo uno o dos minutos desde que desperté y no me había movido para no despertarle, mire de nuevo su cuerpo, vi su cara que reflejaba la tranquilidad de un sueño apacible, baje la vista y vi su pecho lleno de vellos, cubriendo como terciopelo los músculos que por su ejercicio había logrado. Vi sus tetillas que le había visto cuando salió del baño pero que por haber distraído mi mirada no había percibido que eran pequeñas pero muy sensuales, pasé la mirada por su abdomen, todavía de muchacho y que sabía mantener en forma para verse atractivo, seguí deslizando mi mirada por su cuerpo y... si! ahí estaba su fiera dormida, en un reposo que se pide previo a la batalla. No muy grande, no muy chica, con el tamaño ideal para hacer su trabajo en mi, pensé. No pude seguir la mirada hacia sus piernas, me quedé embelesada viendo su pene que dormido esperaba los sucesos por venir.

No me moví, no quería despertarle, quería que pasara el tiempo en tanto que yo pudiera admirar esa dardo hermoso que dormido se veía indefenso, como retando a quien lo pudiera despertar y dejar listo para la lucha. Ya no tenía duda de como era, muchas veces lo habíamos hecho pero en realidad, yo de espaldas a el, poca oportunidad tuve para mirárselo bien antes de ese momento. Ese pene que tantas veces había estado en mi ahora estaba dormido y el glande pleno a la vista. Me hizo pensar como me gustaba sentir como al penetrarme se va abriendo paso tomando el color del esfuerzo pero conservando una mezcla de dureza y tacto de suavidad.

Esa sensación de oprimir el glande con la resistencia de mi agujerito es una delicia que disfrutaba mucho con el.

Lo vi por mucho tiempo y decidí tomar de el lo mejor de esos momentos, los de su despertar y levantarse en armas.

Me hice lentamente para abajo en la cama, de tal manera que mi mano pudiera posarse en ese pene que quizá por última vez iba a ser mío. Hice en mi mano un hueco para cubrirlo y acariciarlo estando el dormido. Quería que soñara con muchos placeres.

Jaime no se movió, debió sentir mi mano en sus sueños pues una sonrisa adornó su cara, eso me encantó. Su pene era mío y el aún no lo sabía. Lo apreté suavemente repitiendo el movimiento hasta que sentí que empezaba a dejar su blandura. Lo dejé pues no quería que se despertara de esa manera. Quería compensarle por no haberme quedado despierta cuando llegamos al hotel asi que separé la mano con la que le estaba aconchando su pene que me era muy atractivo con ese glande al descubierto para después ofrecerlo en el acto del amor.

Lo imagine y ya no me pude contener. Había decidido que de regalo de bodas le haría el sexo oral que ya antes me había pedido y estaba preparada para hacerlo, asi que las cosas se dieron de una manera casi natural.

Pensaba en hacerle sentir algo que su novia, próxima esposa, jamás se atrevería a darle o sea que el sintiera que se lo hacía porque yo quería y no porque el me lo pidiera, fue asi que me dispuse a disfrutar de algo que había deseado y rechazado a la vez, pero que ahora estaba dispuesta a hacer para que el lo tuviera presente por mucho tiempo.

No quería que se despertara antes de que yo pudiera besarlo y chuparlo, asi que lentamente me fui bajando hacia su virilidad, dormida y con una imagen de quietud. Le besé sus tetillas y su abdomen y sentí los vellos diferentes de su zona púbica. Me encantó, me excitó, estaba ya a solo unos centímetros de mi objetivo y había logrado que el aun no me sintiera.

No quería que se despertara y me encontrara chupándolo pero ardía en deseos de hacerlo asi que me deslice hacia abajo y puse mi cabeza a la altura de su entrepierna. Ahí estaba ese hermoso pene en espera de ser poseído, lo tome suavemente entre mis manos, separándolo de su cuerpo y dirigiéndolo a mi boca.

No lo jalé, solo lo levanté y apurándome para que el no fuera a despertarse le di un rapidísimo beso y me separé, pero no lo solté de entre mis manos.

Miré lentamente hacia su cara para ver si se había despertado pero seguía tranquilo, pensé en que podía hacerlo de nuevo, asi que lo volví a besar pero esta vez no resistí la tentación y metí la puntita que sobresalía de mis dos manos a mi boca.

No era la primera vez que tenía el órgano de un chico entre mis labios, ya lo había hecho con Fabián hacía tiempo atrás, sin embargo en esta ocasión no era solo calentura, realmente quería darle a Jaime esto como regalo de bodas, al pensar en eso tuve una especie de shock emocional pero solo duró unos segundos, en ese momento estaba alejando de mi mente las últimas dudas que pudiera tener de mi sexualidad femenina, era no la sexualidad física, si no la de una mujer que hace algo específicamente por el hombre al que quiere. Eso me provocaba una reacción especial, el pensar que pudiera sentir algo emocionalmente por Jaime.

Tener su pene en mi boca me resultó muy placentero, pasada la pena inicial que sentí ante el por lo que pudiera pensar de mi, me dispuse a sensibilizarme de lo que estaba haciendo. ¡Le estaba haciendo sexo oral al chico con el que había iniciado mis acercamientos físicos como mujer, pensé que era lo correcto. Había pasado un largo tiempo y ahora se lo hacía a ese chico!, no me importó, mas bien empecé a disfrutarlo y pensé que si lo acariciaba suavemente con la punta de la lengua quizá pudiera provocarte sueños eróticos y miles de fantasías.

No quería que se despertara pero la sensación de tener la puntita en mi boca me hizo ser mas y mas golosa. Quité una de mis manos para dar espacio a que entrara un poco de el en mi boca. Me prometí que solo sería eso y lo dejaría hasta que despertara.

Quité la otra mano que me estorbaba para chuparlo mas, entró entonces la mitad pero aun asi casi me llenaba aunque aun estaba dormido haciendo que esa sensación de suavidad domada por mi fuera irresistible. Con cuidado miré hacia arriba en dirección de su cara. No podía voltear mucho pues tenía su arma, en ese momento indefensa, colmándome la boca, de reojo alcance a ver que aún dormía.

Ya no resistí mas y lo metí todo. Mi lengua empezó a dar vueltas a su alrededor y mis labios lo sorbían como un niño a un helado cuando tiene que acabarlo rápido porque el calor lo estaba derritiendo, pero aquí era al contrario, en lugar de ablandarse se estaba poniendo duro. No quería que abriera los ojos y me encontrara haciendo eso asi que decidí que me retiraría de su pene poco a poco y esperar a que se despertara pero ya estaba poniéndose duro, y yo quería salirme, Iba a sacarlo de mi boca pero al sentir su incipiente erección no resistí la tentación de mantenerlo por unos momentos mas. Finalmente, estaba erecto y muy duro, Yo mire hacia su cara, el aun dormía, asi que suavemente lo fui sacando de mi boca pero de repente sentí su mano en mi nuca, impidiendo mi salida, suave, pero firme.

Supe entonces que no dormía, no sabía desde cuando, pero estaba despierto y me pilló haciendo eso y sabía que se había dado cuenta de que me gustaba No pude hablarle pues tenía "eso" llenado mi boca y al intentar salirme, el con su mano sobre mi nuca repitió la presión que había realizado apenas hacía unos segundos e hizo un movimiento contrario empujándome suavemente para que continuara lo que estaba haciendo.

Habló por primera vez:

- Puta, dijo bromeando

- Nada mas para ti, conteste con tono de cariño sacando su pene parcialmente de mi boca para que el pudiera entenderme.

No me molestaba que me dijera así pues lo hacía sin ofender, mas bien como tratando de decir que en esos momentos mi sexualidad era pro activa y era solo para el pues era yo quien tomaba la iniciativa.

- ¿Te gusta? Me preguntó.

- Si, no creía que me iba a gustar (mentí), pero sentí muy rico como se fue parando en mi boca. No quería que te despertaras, quería que tuvieras sueños eróticos para que después me los contaras.

Su pene ya estaba decididamente bien parado y me empujó hacia el callándome haciendo que penetrara en mi boca hasta tocar mis amígdalas provocándome un sonido como de ahogo que le hizo saber que ya estaba todo adentro.

¡Me sentía feliz! Hasta entonces nunca había disfrutado de mi sexualidad asi, había hecho sexo oral, se lo había hecho aquella vez a Fabián pero entonces había sido por pura calentura, en esta ocasión sentía por Jaime algo especial que me hacía querer satisfacerlo; era la manera que tenía a mi alcance para mostrar mi cariño por el hombre que me había convertido en mujer real.

Fue un momento importante en mi vida. Era el punto de no retorno, no era satisfacción física tan solo, era la satisfacción de hacer algo por la persona a la que quería. Asi lo sentía y asi era.

Podía haber hecho sexo en fase de penetración y quizá no hubiera pasado a mas, pero el hacerle sexo oral a un chico sintiendo ese amor que estaba sintiendo, me hacia ser definitivamente mujer, con sexualidad y sentimientos, finalmente ¡mujer!.

Ya no intenté salirme de nuevo, no tenía pena de que me hubiera encontrado asi, al contrario, consideraba que era mi regalo de bodas y el placer que vivía en esos momentos y que también sentía que el vivía, lo compensaba.

El percibió mi entrega y en una especie de acto dominante que me hizo saber bien que yo era suya en ese momento me tomó del cabello y con suavidad, casi acariciándome dirigió mi cabeza en movimientos repetitivos de arriba hacia abajo, una y otra vez para penetrar y extraer ese pene de mi boca.

Yo sabía que si seguíamos el acabaría desbordándose y no quería que fuera de esa manera, si no en mi cuerpo, quería su penetración pero por otro lado, ya no podía detenerme de estarle haciendo sexo oral, lo estaba disfrutando tanto por esa sensación que nunca había sentido como por el hecho de saberme capaz de provocarle el placer que el abiertamente estaba manifestando y que tiempo atrás, el día de mi primera penetración me había pedido, me sentía con una especie de poder especial, el dominio de la mujer al hombre por el que siente algo personal, dominio mediante el sexo, pero sexo como producto de un amor, sin lugar a dudas era un sentimiento femenino mas allá de la sexualidad. No era algo físico si no emocional y lo estaba disfrutando como parte de ese todo de mi feminidad que apenas estaba conociendo en mi.

Quería que me penetrara pero pensé que era hermoso que el pudiera tener un orgasmo provocado por mi de esa manera. Si seguíamos, sabía que habría solo un orgasmo y que ya no sería en mi colita. Decidí en una especie de acto de hembra entregada, darle la satisfacción de venirse en mi boca, aunque eso significara que después el ya no podría penetrarme, al menos por un buen rato.

Una vez tomada esa decisión decidí hacerle el mejor trabajo oral que nadie jamás le pudiera llegar a hacer. Pensé que lo que le haría le obligaría a grabar en su mente ese placer que estaba dispuesta a que nadie mas lo pudiera igualar, esto lo definí en referencia abierta a que Cristina, su futura esposa ni nadie nunca le pudieran dar una satisfacción como la que yo le pudiera dar en ese momento.

Ahora se que las mujeres “especiales” como yo somos mas efectivas en el sexo oral pues no nos lo tienen que andar pidiendo ni suplicando que lo hagamos y cuando lo hacemos, no lo hacemos como resultado de que nos lo pidan, si no como resultado del placer real que sentimos al hacerlo.

Ya entendiendo todo esto lo tomé con las dos manos y alzaba y bajaba su pellejito recorriendo con la lengua su cabecita sintiendo como se arqueabas por el placer que le estaba provocando. Me encantó tener ese dominio, sabía que esto provocaría en el un orgasmo y con el una eyaculación que había decidido recibir en mi boca.

Me esforcé por darle todo el placer posible, apreté mis labios un poco mas firmes para que la presión ejerciera en el la sensación mas agradable que pudiera imaginar, Lo recorrí con la lengua encontrando el pequeño orificio en su punta el cual también con la punta de mi lengua empecé a toquetear tan rápido como me era posible, imitando el movimiento de la lengua de una serpiente disfrutando el manjar que estaba poseyendo. Metía y sacaba su soldadito de mi boca sabiendo que este movimiento provocaría la derrama de su leche.

Sabía que el eyacularía si yo seguía y como ya había tomado la decisión de recibir su semen de esa forma no me importó seguir.

Yo mientras tanto estaba casi cegada y ensordecida por el golpeteo de las pulsaciones de mi sangre que quería salir de mi corazón, pero oía su voz dulce que me decía "mas, mas putita”.

Estas palabras, lejos de enojarme, en esos momentos me resultaron altamente excitantes, asi que seguí mas y mas. Al oír que me dijo putita fue como saber que lo que estaba haciendo estaba bien hecho. Chuparle, acariciar ese miembro a dos manos, era el órgano sexual de un hombre, tener su cabecita dispuesta a mi lengua y sus caricias, saber que me iba a derramar, todo eso era mucho mas de lo que imaginé para esa primera vez que yo hacía el sexo oral… ¡con amor!.

- - "Mas, mas, mas putita!" oía una y otra vez.

De repente llegó el momento, el me empezó a mover la cabeza jalándome del cabello sin sentir ni el ni yo que me estabas haciendo un poco de daño, era el momento de la maravilla esperada.

Se arqueó como en un aviso de lo que venía en camino, emitió gemidos incontrolables que no nos importaba si se oían en otras habitaciones o hasta el fin del mundo, Se arqueó mas y mas hasta que en un espasmo que duro mil años inyectó con poder su semen en mi boca.

De forma muy clara sentí la presión de ese chorro que me llenó plenamente. El se siguió moviendo y tensando y entonces en medio de la espesura de la primera entrega, su pene, henchido de placer decidió mandar un segundo envío.

Mi boca estaba llena con la primera salida asi que la presión del segundo chorro hizo que la preciosa leche brotara en dos pequeñas gotas por la comisura de mis labios.

Eso no me gustaba, no quería que se derramara nada, pero asi era. Pensaba en lamer esas gotas con la lengua pero pensé que entonces la derrama sería mayor.

Estaba reflexionando sobre el placer que llenaba mi boca y mi espíritu cuando se arqueó nuevamente. No era fantasía. Si, venía un tercer chorro, quizá no tan poderoso como los anteriores pero definitivamente que excedió la capacidad de mi boca por mantener todo lo que me había dado.

Yo no alcancé el orgasmo pero estaba a punto de llorar de la felicidad que sentía en ese momento.

Me pasé una pequeña parte de su leche, solo una pequeña parte, pero el me dijo que me la pasara toda, me dijo que lo hiciera pues aun había en su pene mas en el canal de entrega.

Sin dejar de chuparle me pasé poco a poco su leche hasta terminar, entonces me dijo que succionara pues aun había mas, me dijo que si lo hacía correctamente la obtendría.

Tomé nuevamente su pene entre mi manos y lo exprimí de su base hacia mi boca apretando la base de su tallo de abajo hacia arriba. Por primera vez en la última media hora lo saqué y lo miré todavía medio erecto y enrojecido y al seguir exprimiéndolo para arriba, una gota coronó nuestro acto de entrega. El me dijo que dejara que cayera resbalando por un lado de su pene y que antes de que le llegara a los huevitos la lamiera con la lengua para asi recoger de ella hasta el último vestigio como si fuera un gatito tomando leche. ¡Fue fabuloso!

Al terminar el se quedó acostado tratando de regular su respiración. Me miraba con comprensión y me dijo que tendríamos que esperar para que ahora fuera el quien me complaciera.

Le dije que no importaba que no me lo pudiera hacer, que habíamos ido ahí para que yo le diera su regalo de bodas y ya lo había hecho.

El se volteó hacia mi y me dijo "me gustas". Esa sola frase valió todo nuestro viaje.

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