25 jun 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXXVII

Capítulo LXXVII, Patvé

Jaime se levantó desnudo y fue al baño. La habitación estaba semi obscura, yo no quería quitarme la ropa pues quería permanecer para Jaime como una verdadera mujer. El regresó a la cama después de darse un rápido regaderazo, se acostó boca arriba, desnudo. Yo puse mi mano sobre su pene, ahora flácido pero atractivo. El pronto se quedó dormido y yo permanecí despierta por mucho tiempo, pensando en lo que acababa de hacer, prácticamente ya no quedaba ningún eslabón por avanzar en mi sexualidad como mujer. Después de mucho tiempo me quedé dormida con estos pensamientos.

Me desperté por el contacto de la mano de Jaime acariciando mi busto que no era muy grande pero si del tamaño necesario para tener una sensibilidad que me resultara placentera al recibir esas caricias. Yo estaba acostada sobre mi lado izquierdo, no dije nada esperando que el me siguiera acariciando.

De repente sentí como bajaba su mano a mi entrepierna, no sabía si detenerlo o no. Le dije:

- ¿No que “no le haces”?

- ¡Ah! Estas despierta (Hacía tiempo que se dirigía a mi en femenino)

- Si y si sigues bajando la mano te vas a encontrar una sorpresa.

- Lo se

Le pregunté de nuevo

- ¿Pues no que no “le haces”

- No, no le hago

- ¿Entonces?

- Es solo curiosidad

Puse mi mano sobre la de el deteniéndolo para que no avanzara y le dije

- Mejor no, quiero ser siempre para ti una mujer, asi que ni se mira ni se toca, ¿ok?

- Ok, dijo aunque no sonaba muy convencido y dejó de buscar en mi entrepierna, continué.

- Mejor déjame que te toque yo a ti, quiero pararlo para que me lo des.

Ya era de día, en unas horas tendríamos que regresar y yo quería sentirlo y tener un orgasmo asi alejando de mi el temor que el percibiera cuando este llegara.

Jaime siguió acariciándome el busto y con su otra mano me empezó a bajar el pantaloncito de la pijama que había usado toda la noche. Yo pasé mi mano hacia mi espalda y le toqué el pene, estaba duro, pero no como hacía unas horas.

- ¿Se te va a poder poner duro como hace rato?, le pregunté.

- Vas a ver, ahora si, de lo duro que va a estar hasta vas a berrear.

Me siguió acariciando y haciéndose a si mismo con su propia mano para lograr una erección que ambos deseábamos, lo toque de nuevo y noté que poco a poco se le fue poniendo mas y mas duro hasta quedar como la noche anterior.

Me levanté al baño, antes de regresar, me arreglé el cabello, no quería causarle una mala impresión, tomé un frasquito de crema de los de cortesía, lo llevé a la cama y se lo di.

- ¡Puta!

- “Nada mas para ti”

Esta manera de llamarme resultaba ya cariñosa, lo decía como para reprenderme, pero era a manera de juego.

Miré su pene un tanto enrojecido “por el ejercicio”, me volví a acostar a su lado, dándole la espalda, haciéndome hacia atrás, pegándomele para sentirlo en mi colita.

- ¿No te digo?, dijo el a manera de juego

- Bueno, si, al fin y al cabo ahorita es mío

Siguió acariciándome y esta vez me quitó de lleno el pantaloncito de la pijama. Sentí como se ponía crema y sin mas ni mas, arremetió con su pene contra mi agujerito el cual penetró apenas con la puntita pero provocándome algo de dolor. Al percibirlo se detuvo un poco y me empezó a besar la espalda y el cuello, mientras con una de sus manos acariciaba mi busto, fue algo sensacional.

No dijo nada, me siguió besando para luego seguir haciendo su tarea, con dulzura y podría decir que hasta con cariño. Poco a poco fue entrando y saliendo, pero a cada arremetida avanzaba un poco mas, era una manera de dilatarme.

En un momento, sin avisarme se empujo con determinación haciendo que su soldado tomara de manera plena su trinchera, era una sensación muy placentera. Esta vez sin dolor por la crema y la actividad previa, esto causó en mi una erección.

Ahora puedo decir que no hay erección mas rica que aquella que se logra como resultado de recibir una penetración.

- ¿Te gusta?

- Si, mucho “papito”

Esta palabra, “papito” la dije de manera natural, el no dijo nada, yo me sentía realmente de el.

Se siguió moviendo lentamente, como se había venido, hacía apenas unas cuantas horas, ya no tenía la calentura inicial y eso le permitía tener mas tiempo para llegar a un orgasmo lo que a la vez a mi me permitía disfrutar de tenerlo y sentirlo por un lapso mas prolongado a mi también.

- ¿Te vas a venir?, preguntó el.

- No, hasta que tu te vengas, quiero sentirlo para venirme.

El movió su mano derecha hacia mi entrepierna tratando nuevamente de agarrarme, le dije

- Se ve que te gustan las sorpresas, esta no te va a gustar, ya te dije que ni se mira ni se toca.

- No la quiero ver, solo te quiero sentir como estas

- No, porque entonces vamos a perder la magia. Déjalo asi.

Diciendo esto yo misma le tomé la mano y la retiré de mi entrepierna, el la subió a mi busto y acarició ardientemente mi pezón, casi lastimándome.

Este estímulo me hizo sentir muy bien, yo no quería venirme pues deseaba que ese momento se extendiera lo mas posible, pero ya llevaba horas en una interacción sexual sin haber tenido un orgasmo y estaba muy excitada. Me empecé a hacer con la mano mientras el se mantenía empujando y saliendo lentamente.

Creo que muy pocos placeres sexualmente hablando podrán compararse con el echo de estar recibiendo a un hombre siendo penetrada plenamente por el mientras se disfruta de una erección propia alcanzada como resultado de la misma penetración, me parece que es una de las expresiones de la sexualidad femenina mas extraordinarias que debe haber para mujeres “especiales” como yo.

La excitación de la noche anterior, el extraordinario estímulo que estaba experimentando en ese momento. El tener la mano de Jaime sobre mi busto y su pene en mi, todo se conjugó para que en un momento dado yo llegara al orgasmo.

Era la primera vez que lograba una eyaculación teniendo un pene dentro de mi y siendo acariciada del busto por la persona que me lo estaba dando, era sensacional.

Jaime percibió cuando derrame parte de mi esperma pues la contracción que tuve para hacerlo la transmití a su pene al apretar mi colita. Eso fue su propio estímulo, esa sensación lo volvió como frenético pues se empezó a mover como si estuviera fuera de control y llegó solo un par de segundos después que yo a su propio orgasmo.

Quien haya tenido la fortuna de tener un orgasmo al mismo tiempo que su pareja podrá comprender lo glorioso que esto fue.

Nos quedamos asi por un momento, el iba a salirse pero le dije que no lo hiciera, que esperara a que su pene se aplacara para sentir como se iba poniendo flácido dentro de mi, el me había enseñado a sentirlo de esa manera y ahora es algo que disfruto mucho, sentir como poco a poco la propia blandura después de la eyaculación va sacando al héroe ya vencido exprimiendo de esa manera el último vestigio de su esperma haciendo en mi agujerito una sensación muy especial, por eso aprendí a disfrutarlo desde entonces y ahora lo procuro cada vez que me es posible hacerlo.

Su pene salió de mi después de varios minutos mientras yo sentía todo el cuerpo en contacto con el cuerpo de Jaime. Finalmente se levantó de la cama y tomo ropa para cambiarse, se volvió a dar un baño y después de unos minutos salió ya vestido.

No fue muy social, no hizo referencia a lo que había pasado, creo que como cualquier hombre, una vez satisfecha su deseo físico perdió un poco el encanto de la plática y la cortesía. Me preguntó si me iba a bañar para irnos.

Yo le pedí que se regresara a la ciudad sin mi, le comenté que había unas cosas que había visto la tarde anterior en nuestra caminata por el centro y que quería comprar, nada importante, le dije, una blusa que me gustó y que iba a tardar un poco pues quizá me probara alguna otra cosa. La verdad es que no podía regresar de niña a mi casa pues era sábado y estaría mi mamá sin embargo después del episodio que había vivido tentada estuve de llegar a casa como niña y abrir asi mi vida ante mi mamá. Fue un pensamiento fugaz que deseché casi al momento, pero me dije a mi misma “si, algún día llegara a ser, pero por ahora no” asi que tendría que hacerlo de niño pero no quería que Jaime me viera en mi carácter de hombre ya que tenía mas de tres años que no me había visto asi y ahora no quería que pensara en mi mas que como niña, o mas bien, como mujer. Dijo:

- Ok, como quieras, pero yo ya me tengo que regresar. ¿No hay problema?, ¿Deveras te quieres quedar?

- Si, vete sin pendiente. Pregunté: ¿Te gustó?

- Si, estuvo muy bien

- ¿Nos vamos a volver a ver?

- Mmm, no sé va a estar un poco difícil

- Bueno, si “ella” no te da el sexo oral cuando se lo pidas recuerda que yo estoy aquí y que lejos de que me lo pidas, con solo tenerme a tu lado es mas que suficiente para que te lo quiera hacer.

No creí que era yo la que estaba diciendo esto, pero era verdad. Estaba prácticamente enamorada del sexo, o de el, no lo entendía bien, quizá era por la manera en que me había complacido en esa salida. El respondió:

- Si, lo sé, pero no creo que nos veamos pronto.

Se vistió, vino a mi que estaba aun acostada sin el pantaloncillo de la pijama pero tapada con la sabana, me dio un beso en la mejilla y me preguntó si quería que me dejara para el camión. Sentí una especie de pensamiento perverso, me dije “como a una puta”, esto mas que molestarme me excitó, le dije:

- Bueno, si, por favor.

Me gustaba que me dejara dinero, aunque no lo necesitaba, pero que me diera dinero me hacía sentir no como profesional, si no como una especie de mujer que su pareja le deja para gastar cuando el se va de viaje. Me excitaba, sacó su billetera y contó algo de dinero, lo que me daba era mucho mas de lo que podía costar el camión de regreso a la ciudad, era algo asi como una especie de pago. Estiré la mano y tomé el dinero. Me sentí bien, le dije.

- Esto es mucho mas que lo que cuesta el autobús de regreso.

- Si, pero como dices que vas a comprar algunas cosas…

Cuando el salió de la habitación me dije a mi misma que mi comportamiento no había sido el de una dama, pensé en Patricia, la niña que en un tiempo fue la mujer decente sin ejercer ningún tipo de sexualidad o apenas, hacerlo de manera incipiente. Ahora, la mujer que había estado y disfrutado así de este fin de semana no era ya una niña, si no una mujer ejerciendo su sexualidad a plenitud, y disfrutándola sin ningún tipo de reserva ni remordimiento. Recordé que los nombres que me hubieran puesto si hubiera sido niña hubieran sido Patricia o Verónica. Entendí que Patricia era la chica decente que había crecido en mi adolescencia pero ahora, la mujer que había hecho sexo con un chico en la habitación de un hotel en un viaje ex profeso para tal fin y que había disfrutado de manera plena su sexualidad al ejercerla con total libertad de pensamiento era diferente a Patricia, decidí que esa parte de mi personalidad femenina, sumamente activa y extrovertida en lo sexual no podía ser Patricia, la niña decente que Jaime convirtió en mujer, no, esta de ahora era mas abierta en la mente y en el cuerpo para disfrutar de la vida en la manera que esta se le presentaba asi que resolví que fuera Verónica, el otro nombre que me hubieran puesto si yo hubiera sido niña., Patricia, la parte recatada, Verónica la parte sexual abierta a todo. En realidad, pensé que era el resultado de una combinación de ambas, fue asi que de la composición de los dos nombres nació Patvé.

Pensé en salir al pueblito a dar una vuelta en mi carácter de niña, me sentía muy complacida de ser mujer pero era tarde y quería regresar a casa a tiempo para comer con mi mamá. Por un momento se me ocurrió una idea pero inmediatamente la deseché, ¿Por qué no volver a casa como Patricia? No, me contesté, mamá no estaba preparada para eso asi que me bañé y me vestí con la ropa de niño que había llevado para regresar, bueno, no era completamente de niño. Llevaba un pantalón de mezclilla de mujer, tipo strech que me quedaba muy ajustado, como me gustaba usarlos, lo complementaba con una playera unisex un poco holgada para disimular mi busto y zapatos tenis sin agujeta. Sabía que me veía un poco afeminado, pero no me importaba. Nunca me había gustado parecer afeminado, pero ahora me sentía mujer y si de lejos lo parecía era la parte final de esa excitante salida. Las cosas de Patvé las metí en la mochila en la que había llevado mi ropa para cambiarme al día siguiente. Fui a la central camionera, esperé un autobús que venía de paso y volví a casa.

Después de esa vez pasó mucho tiempo para poder volver a ver a Jaime. No fui yo quien lo buscó si no que el me llamó a mi un día a la casa. Mamá tomó la llamada y me pasó el mensaje de mala gana pues percibía en esa llamada a alguien que no era precisamente mi amigo o no al menos de la manera convencional que se pudiera entender, todo esto, como consecuencia de lo que había pasado cuando regresé a casa de la salida que hice con Jaime aquel fin de semana.

Lo volví a ver porque tal como lo pensé el buscaba la satisfacción del sexo oral que no le daba su esposa. Nunca mas volvimos a salir de la ciudad pero nos las arreglábamos para vernos y entrar a hoteles no moteles, lo hacíamos como cualquier pareja que renta un cuarto para pasar un rato pero al salir, yo lo hacía después que el pero en mi papel de niño. En estas ocasiones nos veíamos en las tardes, el salía de la tienda unas cuantas horas antes de cerrar, le decía a su papá que iba a ver lo de algunas mercancías para comprar o comparar precios o cualquier pretexto. Yo salía de mi casa como Patvé, mucho antes de que fuera la hora que llegaba mamá. Nos encontrábamos en el Sanborn’s que estaba cerca de la casa y de ahí nos íbamos a estar juntos. No era muy seguido, unas tres o cuatro veces al año pero siempre mantuvimos el contacto, hasta la actualidad aunque ahora con un poco menos de frecuencia. El siempre en busca del sexo oral que su esposa no le daba y que a mi me encantaba hacerle aunque ya no dejaba que eyaculara en mi boca pues como el tiempo que teníamos era poco, el después de que yo le hacía oral, me hacía el amor de la manera convencional.

Tomábamos un riesgo calculado pues no usábamos condón. El me creía que yo no me metía con nadie y yo le creía que solo lo hacía con su esposa.

Con el tiempo yo llegué a hacerlo con diferentes personas pero siempre con protección asi que estaba reservada para el para hacerlo sin condón. Se puede decir que el era el hombre de mi vida.

No era muy frecuente, y no lo es hasta la fecha en que sigo viéndolo esporádicamente, lo veo poco, pero en la condición de mujer especial como soy, es difícil poder encontrar hombres con quien salir como lo hago con el asi que procuro hacerlo lo mejor posible cuando lo veo para que siempre a la larga tenga deseos de que nos volvamos a ver.

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