4 abr 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. XLII

Capítulo XLII, Devaneos Sexuales

Después de un tiempo en que ya era usual que me vistiera de esa manera y que Jaime lo percibiera sin hacer mas comentarios seleccioné unos pantalones que me llegaban a la cadera, se veían definitivamente de mujer, pero eso quería. Me puse una playera no muy cortita y me la dejé por fuera. Esa tarde no platicamos mucho, yo quería que el notara que traía el pantalón a la cadera y para ello le dije que iba a acomodar las latas de puré de tomate que estaban en el tercer nivel del anaquel. Usábamos un banquito para acomodar las cosas en ese nivel para dejarlas bien presentadas pero decidí que para que se me subiera la camiseta de manera “natural” y viera que los pantalones eran de mujer y estilo a la cadera, acomodaría las latas sin usar el banquito.

Así lo hice, fui a la trastienda varias veces para traer y acomodar las latas de puré de tomate en el tercer nivel del anaquel para lo cual le tenía que dar la espalda, alzar los brazos y dejar la cintura al descubierto, el me veía y yo estaba seguro de que estaba viendo el pantalón que en lugar de llegarme a la cintura me llegaba a la cadera. Me preguntó

- ¿Esos pantalones también son de tu hermana?

- Si, le contesté y arriesgando un poco le pregunté ¿te gustan?

Guardó silencio por unos segundos y me contestó con otra pregunta

- ¿Y las pantaletas también?

No entendí la pregunta, Había dicho “¿y las pantaletas también?” Intuí una intención diferente en su pregunta, pero seguí sin entender.

- A ver, alza los brazos como si fueras a acomodar una de las latas de puré

No lo hice. Recapacité que con el pantalón a la cadera al alzar los brazos además de verse que el pantalón era a la cadera también se podía ver la pantaleta. Me quedé mudo de la sorpresa sin poder decir nada.

- ¿También usas pantaletas de mujer o es que también son unisex? Me preguntó definitivamente a manera de burla

Me quedé frío por un momento sin saber que decir, pero le contesté usando un viejo argumento que me había servido ya en otra ocasión:

- Uso las panties de mujer porque cuando uso trusas me rozo mucho

- Nada mas por eso, ¿o porque te gusta usarlas?

Fue un momento decisivo, la respuesta que le diera daría curso a las acciones que yo quería o tal vez a que el le dijera a su papá y me corrieran.

- Me gusta usarlas porque la tela se siente muy suavecita

- A mi se me hace… dijo esto sin terminar la frase

- ¿Se te hace que?

- No, nada

Me quedé callado por unos segundos, no sabía que decirle pero mi excitación era mucha y la conversación ya no la controlaba mi mente si no mis deseos.

- Se te hace ¿qué?

- No nada

- Dilo

- Bueno, ¿no será que “bateas de zurda”?

No le dije nada, me quedé sin poder hablar, el continuo:

- Si, si no, ¿porque usas ropa de “vieja”?

Ese fue un momento definitorio, la respuesta que diera sería la clave de seguir o no trabajando en la tienda. Le contesté

- Me gusta porque se siente muy suavecita la tela al contacto con la piel y eso se siente muy padre, me gusta sentirlo, por eso

Esperé a ver cual era su reacción, pero no dijo nada. Yo estaba ya en pleno descontrol, mis hormonas habían dominado por completo a mis neuronas asi que lo que estaba diciendo ya no era producto de la razón, si no de la calentura y la independencia que sentía producto de esa liberación de mi libido, y aprovechando la apertura franca del giro que había dado la conversación, tragué saliva, tomé aire profundamente y le dije con voz muy queda que se me ahogaba en la garganta:

- ¿Quieres sentir como se siente?

El se me quedó mirando como no creyendo lo que le estaba diciendo, preguntó como si quisiera saber si había escuchado bien lo que había oído

- ¿Queeee? ¡No hombre, no le hago a “eso”!

- No me refiero a que tu uses este tipo de ropa, si no a que toques para que veas como se siente.

Pensé que me había pasado de confianza pero estaba muy excitado y sentía que estaba muy cerca de hacer realidad mis fantasías, le dije.

- Si no vas a hacer a nada, es solo tocar un poco para sentir la suavidad de la tela.

En ese momento yo ya no era dueño de lo que estaba haciendo, mi excitación, mis pensamientos todos estaban centrados en el despertar de mi sexualidad. Recordaba cuantas y cuantas veces había tenido fantasías con Jaime tocándome o acariciándome y mas allá aún, también fantaseaba con poder tocarlo yo a el, específicamente fantaseaba con poder tocarle el pene.

Dominó el instinto sobre la razón y de manera inconsciente, originada por la liberación de cientos de miles de hormonas. Sin pensarlo le tomé la mano y la dirigí a mi pompi.

Fue un momento que lo tomó descuidado pues alcancé a hacer que pusiera su mano en mí pero reaccionó de inmediato separándola y exclamó

- Oye, ¿Qué te pasa?

Mi estado de animación era muy alto, asi que no me achiqué cuando el dijo eso, pues no quería que terminara todo ahí, asi que le contesté

- Nada, solo te estoy diciendo que toques la tela del pantalón para que veas como se siente de suavecita con la ropa interior.

- Ya te dije que no le hago a eso, diciendo esto se separó de mi y no me volvió a hablar en toda la tarde.

Pensé que le diría algo a su papá cuando llegara, pero no fue asi. Me despedí hasta el día siguiente, pasé el resto de la tarde y toda la noche pensando en que a lo mejor le iba a contar a su papa lo que había pasado.

Al día siguiente fui a la tienda con ropa normal por si don Melquíades me decía algo, pero al llegar solo me saludó y se fue, no me dijo nada, asumí que Jaime no le habría hecho ningún comentario. Cuando se fue don Melquíades Jaime me dijo:

- ¿Y que milagro que ahora si vienes como hombrecito?

Se refería a que ese día no había ido con ropa “unisex”, Agregó

- Bueno, al menos la ropa que traes ahora si es de hombrecito, ¿y los calzones?

Yo estaba apenado, pero muy excitado por el hecho de que si no le había comentado algo a su papá quería decir que no había habido problema., le contesté

- Son como los traigo siempre

- O sea, de vieja, ¿no?

- Ya te dije porque los uso, pero ayer no quisiste sentirlos.

Nuevamente la excitación se estaba apoderando de mi. El hecho de que no hubiera comentado nada con su papá me hacía sentir confiado y un poco extrovertido, continué:

- Si no te va a pasar nada, ¿no quieres sentir la suavidad de la tela? Bueno, ahorita se va a sentir diferente pues los pantalones no me quedan muy ajustados y el efecto no es el mismo, pero puedes sentirlo si lo deseas.

- Ya te dije que no le hago, no quiero que me digas otra vez.

- Tu te lo pierdes, no le vas a hacer a nada, es solo tocar la tela, no me vas a tocar a mí, lo que vas a hacer es solo tocar la tela.

Se quedó callado como digiriendo lo que estaba pasando y lo que le estaba diciendo y como reflexionando dijo

- No, ya te dije que no le hago.

Yo no podía detenerme, sabía que si no lograba algo en ese momento no lo haría después, además, estaba arriesgando mi trabajo. Si no resolvía pronto esta situación muchas cosas pasarían. Quizá el estaba confundido pues todo esto lo había tomado desprevenido. Pensé en que si realmente no quisiera, le habría dicho algo a su papá asi que si no le dijo era porque de una u otra manera lo aceptaba. asi que volví a insistir:

- Anda, pon la mano sobre la tela, es sobre la tela, no me vas a tocar directamente a mi.

Diciendo esto le volvía tomar la mano por la muñeca para disminuir al máximo el contacto físico, el se me quedó viendo como no creyendo que lo estaba haciendo, le reforcé diciendo.

- Es solo un segundo, para que notes lo suavecito que se siente con todo y que no traigo pantalón de los ajustados.

- De vieja, dijo el.

- Unisex, le contesté.

- Como quieras, pero la verdad es que son de vieja.

- Como digas, pero ahora no traigo de esos.

Esto lo dije ya de manera abierta y descarada, estaba muy excitado y percibía cierta complacencia de su parte.

- ¡Vaya! Hasta que lo aceptas

- Si, ya te dije que no tiene nada de malo, me gusta ese estilo y no se nota.

- No, no se nota si estas a un kilómetro de distancia, pero la gente que este cerca de ti si lo puede ver.

- Pero no pasa nada..

Diciendo esto le tomé nuevamente la mano y le hice que la posara sobre una de mis nalguitas, quité mi mano y dejé que la suya mantuviera el contacto. No la quitó inmediatamente, esperó unos segundos que me parecieron eternos, solo dejó la mano ahí, sin moverla. De repente trató de quitarla pero se la oprimí, esta vez de manera suave y el ya no hizo mucha resistencia.

Esa ocasión fue la primera vez que alguien me tocaba.

El mantuvo la mano ahí, yo tomé entre mi dedo pulgar y el índice la orilla de la pantaleta que sobresalía del pantalón, la estiré hacia arriba y le pregunté

- ¿Verdad que se siente suavecito?.

- Si, contestó y retiró su mano de mi nalguita para tocar la orilla de la pantaleta con su pulgar y su índice los cuales puso a un lado de los míos, estiró el resorte para arriba extrayendo toda la orilla de la pantaleta de la orilla del pantalón, jalándola de tal manera de hacer una presión en mi entrepierna y haciendo que se me metiera en la rayita de atrás

- Espérate, le dije, me la estás metiendo en mis nalguitas.

Yo le tomé nuevamente la mano y se la puse en mi cadera iniciando un movimiento hacia atrás para que la pasara a lo largo de mis pompis y le pregunté

- ¿Te gusta como se siente?

El no contestó pero esta vez no separó la mano, yo lo hice que la moviera de un lado a otro de mi pompi y le volví a hacer la pregunta:

- ¿Te gusta?

- Ya te dije que no le hago a eso, dijo mientras le “estaba haciendo a eso” pues no quitaba la mano de mi pompi.

- Está bien, argumenté, no estas haciendo nada, solo estas sintiendo la suavidad de la tela de la panty sobre el pantalón. Diciendo esto le tomé nuevamente la mano y le hice que la pasara de una a otra pompi.

Mantuvo su mano ahí moviéndola de una a otra de mis nalguitas abriendo la puerta de mi sexualidad. La mantuvo ahí unos segundos que me parecieron muy largos, padrísimos, yo adopté una actitud pasiva y simplemente me quedé estático, sintiendo su mano en mis pompis sin saber qué hacer, pero pensando que había logrado lo que quería.

El me hizo una presión suave como si me estuviera dando un pellizco cariñoso y alejó su mano de mi glúteo diciéndome:

- Tienes razón, se siente muy suavecito pero hay que volver al trabajo.

Le contesté:

- Y con los pantalones que traigo siempre se siente mejor.

Se me quedó viendo echándome una mirada como entre reprobatoria y medio de risa y comento

- ¿No te digo?

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