5 abr 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. XLIII

Capítulo XLIII, Obsesión.

Después de ese episodio me vino una especie de obsesión sabiendo ya que Jaime aceptaba la diversidad del tipo de pensamientos y deseos que yo tenía, o que al menos parecía que no la rechazaba del todo. Mis fantasías se desbordaron y pensaba e imaginaba de que manera podía dar continuidad a esos toqueteos. Quería tocar su pene, no imaginaba como tomar la iniciativa sin que hubiera problemas, no sabía como hacerle. Me preocupaba hacer cualquier cosa que pudiera terminar mal, y aparte me daba pena conmigo mismo el tener ese deseo, pero lo anhelaba realmente y soñaba e imaginaba que podía hacerlo, el hecho de que el me hubiera tocado ya claramente mis nalguitas me hacía sentir que si se podía dar.

Me daba pena conmigo mismo querer tocar el pene de un chico, pero el sentimiento de vergüenza poco a poco fue sobrepasado por el deseo de hacerlo. Pensaba que las pastillas me habían orientado a fantasear con eso tal como lo haría una mujer y me justificaba entonces imaginando que bajo esa óptica eran normales ese tipo de pensamientos. No me imaginaba nada mas allá de tocar y acariciar el pene de un chico, pero ya le había puesto cara a ese chico y era la de Jaime, asi que en el pensaba cuando por las noches me imaginaba que podía llegar a suceder.

A partir que vi que no hubo consecuencias con la vez que me tocó comencé a usar solo pantalones de mujer, o sea con cierre a los lados o en la parte de atrás, esto me hacía sentir muy especial, me entusiasmaba el hecho de que Jaime ya no hubiera tenido una reacción de rechazo a mi forma de pensar. Llegaba a la tienda con un suéter que me cubría los pantalones para que don Melquíades no se diera cuenta que eran de mujer, pero tan pronto el se iba, me lo quitaba y para que no se diera cuenta, me volvía a poner el suéter cuando veía que el regresaba de comer.

Jaime se notaba cuando me quitaba el suéter y cuando me lo volvía a poner y empezó a entender que entonces lo hacía para que el me viera usándolos asi que me mostraba de manera natural ante el en una especie de coqueteo. El a veces me veía, no me decía nada pero era evidente que se daba cuenta del tipo de ropa que llevaba.

Yo variaba lo mas que podía la ropa que usaba, en su mayoría, pantalones de mujer. A veces me ponía pantalones de mezclilla, cuando los llevaba no usaba el banquito para acomodar la mercancía del tercer nivel del anaquel sabiendo que de esa manera al levantar los brazos el me vería el pantalón ya sea sin bolsas atrás o en su caso con los bordados propios de los pantalones de mezclilla que usan las mujeres. El lo notaba, pero no me decía nada mientras yo trataba de mostrarme a el usando ese tipo de cosas. Sin pensarlo me iniciaba de manera inconciente en el arte de la seducción.

Yo me sentía bien con este despertar de mi sexualidad, mis pensamientos eran cada vez mas libres en el sentido de fantasear o imaginar cosas, cada vez me daba menos pena conmigo mismo y ya veía en Jaime al protagonista de mis fantasías. Lo imaginaba de mil maneras, esperando a ver que pasaría pero todo era incipiente y yo no tenía tanta experiencia como para provocar alguna acción de el en ese sentido, pero lo deseaba. No sabía que más hacer aparte de usar manifiestamente ropa de mi hermana.

Jaime no me decía nada, yo no quería insistir por aquello que había dicho que el “no le hacía a eso”, pero tenía mis fantasías y en ellas imaginaba que el me dijera cosas de tipo sexual, yo me excitaba con esos pensamientos, a veces, me figuraba pasar cerca de el ocupadas las manos con mercancía para rellenar los anaqueles y que el me tocaba las pompis como sin querer y dijera “perdón”. A mi me gustaba fantasear asi, pero las cosas no se daban de esa manera.

Pensé en que podía intentar tomar un poco la iniciativa, sin arriesgar mucho, Un día me puse un pantalón particularmente entallado, era verde oscuro tipo sastre, no era como para ir a trabajar y menos acomodando cosas en el anaquel pero lo llevé deliberadamente pues era obvio que era de mujer. Tenía un botón y cierre por detrás. Le pregunté que como me quedaba y me contestó con otra pregunta:

- ¿Cómo querías que se te viera?

- No se, quizá asi como se me ve pero siento que están un poco entallados.

- Pero asi te gusta ¿no? aunque sean de mujer, ¿no?

Lejos de que este comentario me hiciera sentir mal, me gustó, me tranquilizó el hecho de que el me dijera de manera clara que sabía y entendía que los pantalones que estaba usando eran de mujer. Esto me hizo ganar mucha confianza, era claro que me aceptaba en ese plan, es decir, de un chico que reconocía que le gustaba usar ropa de mujer.

Pensé, no es lo mismo vestirse de mujer que usar ropa de mujer y permanecer con la imagen de ser un muchacho, pero el lo estaba aceptando, no que me aceptara a mi, si no que no había rechazo a este hecho. Pensé que las cosas se daban para una respuesta franca por mi parte y que además me acercara a mi objetivo de tener una oportunidad de toquetearlo o que el me volviera a tocar a mi. Le contesté

- Si, y en actitud mas abierta y sabiendo que arriesgaba un poquito agregué: en realidad estos pantalones no son unisex pero me gusta como me quedan

- Se ve que no son unisex si no de mujer pero si a ti te gusta, entonces se te ven bien, creo que se te ven un poquito entallados pero si te gusta usarlos asi …

- Pues si, aunque me aprietan un poquito aquí dije señalando mi entrepierna

- Bueno, bromeo el, entonces mas vale que no se vaya a despertar tu pájaro pues lo vas a estrangular, rió y agregó, bueno, aunque eso te encantaría, ¿no?

Sentí como la sangre me subía a la cabeza y también una especie de excitación que empezaba a dominar de una manera muy placentera lo que yo estaba diciendo.

- No, contesté. ¿Qué a ti te gustaría que te estrangularan el tuyo?

- Claro que no, pero yo no “bateo” de tu lado.

- Tampoco yo, repliqué

- ¿No y entonces porque querías que te acariciara el otro día?

- No, no quería que me acariciaras, quería que sintieras la suavidad de la tela de los pantalones y la panty.

- Eso ya lo sentí pero el otro día que te puse la mano vi que como que te gustó, no te quitaste.

- No porque quería que sintieras bien.

- No mientas, me fijé que te gustó, ¿no?, si no ¿por qué no te quitaste?

La conversación avanzaba por el camino que yo tanto había deseado, ya no tenía tanto temor a dar respuestas abiertas a las preguntas que el me estaba haciendo, fui franco y dije:

- Me gusta sentir la suavidad de la tela delicada de la panty a través del tacto con la tela del pantalón y quería que tu lo sintieras también. Pero además (hice una larga pausa para decir lo que iba a decir esperando que no hubiera consecuencias) porque me gustó sentir tu mano Esto lo dije de manera abierta, aceptando sin importarme ya demasiado cualquier pensamiento que el pudiera llegar a tener sin embargo no hubo una reacción adversa

- Ya te dije que no le hago “a eso”, no estaba acariciándote, solo estaba sintiendo como se apreciaba lo suavecito que estaba la tela

- Si, y lo sentiste, ¿no?..

- Si, pero solo era para sentir la tela.

Percibí que se defendía en su auto imagen, entonces tomé la iniciativa de manera franca y abierta:

¿No quieres sentirla de nuevo?, con estos pantalones se siente diferente.

No, ya te dije “que no le hago”

Pensé que si estábamos platicando de ese tema y el no se había retirado ni había dicho que platicáramos de otras cosas podría tal vez querer o al menos aceptar el toquetearme de nuevo. Decidí tomar un poco de iniciativa, le dije:

- Anda, toca, es solo un momento.

Di un paso hacia el y el dio un paso hacia atrás. El era unos tres o cuatro años más grande que yo y era más alto y se veía fuerte, pero en ese momento mostraba un poco de reserva, quizá inquietud o miedo. Pensé que en ese momento estaba yo dominando la situación, reí y le dije:

- Anda y le tomé nuevamente la mano para ponerla en una de mis pompis. El ya no se resistió, me permitió hacerlo.

Percibí un momento de duda, pero para esos momentos creo que el también estaba excitado, me dijo:

- Ven, y diciendo esto se metió a la trastienda y me dijo que lo siguiera, lo cual hice cegado por la sangre que se agolpaba en mi cabeza

Me pasé a la trastienda y el se acercó a mí y me preguntó:

- ¿Esto es lo que andas buscando?

Me volteó de espaldas a el y con sus dos manos me empezó a acariciar las dos pompis, esto fue una gran sorpresa, era mi turno de tratar de alejarme de el, no digo que no me gustara, lo deseaba pero me tomó descuidado, me quedé sin poder moverme, sin saber si estaba bien o mal o si tendría alguna consecuencia, me preguntó

- ¿Qué sientes?

Sentía miles de cosas. Esa vieja sensación de las mariposas revoloteando en mi estómago, la ceguera parcial provocada por el agolpamiento de la sangre en mi cerebro, las miles y miles de hormonas liberándose en mi torrente sanguíneo, el deseo parcialmente satisfecho con auto estimulaciones que con mucha frecuencia acompañaban mis noches. No sabía que sentía, era una combinación de sensaciones extremas, solo comenté mintiendo mientras disfrutaba de todo eso::

- No sé, nunca he tenido un contacto con nadie, asi que no sé.

- ¿Cómo que no sabes que sientes?

- Raro, bonito pero creo que no debería hacer esto.

- ¿te gusta?

- Si, mucho

- Entonces ¿Por qué dices qué no deberías?, si es lo que estas buscando, se nota a leguas que te mueres de ganas de que te den, agregó: si crees que no deberías hacer esto entonces ¿quieres que quite mi mano?

- Si, volví a mentir. En el fondo de mi había aún un sentimiento de culpa de estar haciendo lo que estaba haciendo ¡y mas que me estaba gustando!, Jaime me preguntó nuevamente como para darme oportunidad de recapacitar mi respuesta:

- ¿Deveras?

No iba a perder esa oportunidad que había estado buscando tanto tiempo, debía darle una respuesta que aunque me sintiera un poco humillado permitiera que las cosas continuaran por el camino que llevaban, recapacité

- No, espérate un momento, le dije con voz muy baja.

- ¿Qué?, dilo mas fuerte, no te oí.

Era claro que había oído pero quería que lo dijera de nuevo, era una especie de demostrar quien estaba dominando a quien. Repetí en tono más audible

- Que te esperes un poquito, le dije.

El me estaba tocando las dos pompis con sus dos manos, yo quería tocarlo, no me atrevía pero ardía en deseos de hacerlo. Me preguntaba lo que diría si lo intentaba. Pensé que era obvio que el me estaba acariciando sin disimulos y que si lo estaba haciendo bien podía yo intentar tocarlo, además, las hormonas estaban dominando ya por mucho a las neuronas. Tomé la decisión, quizá la mejor que he tomado en mi vida sexual femenina pues fue la que me abrió los sentidos a esas sensaciones tan extremas que ahora puedo disfrutar.

Pasé una mano hacia atrás y busque su pene el cual encontré y al tocarlo inmediatamente me di cuenta de que lo tenía bien parado.

Fue el desbordamiento de una serie de emociones que había tenido almacenadas toda mi vida. Me hice ver a mi mismo que había llegado el momento de mi realidad, al fin le estaba agarrando el pene a un chico, era algo con lo que había soñado y fantaseado por mucho tiempo. Me sentí volar, creí que me iba a desmayar, Yo, tocándole el pene a un hombre, no lo podía creer, todas mis reservas de pena se esfumaron y dejaron pasar al sentimiento de disfrutar al máximo ese momento. Me repetí una y otra vez “tienes su pene en tu mano, y lo estas gozando”, al decírmelo a mi mismo me provocaba una especie de placer pervertido que por lo mismo gozaba de una manera extrema. Mi mano apretaba y aflojaba y volvía a apretar, sintiendo por primera vez en mi vida lo que era tocar el pene de un chico. El no se hizo para atrás, al contrario, dio un paso hacia delante arqueando el cuerpo para aumentar la presión de su pene contra mi mano mientras seguía acariciándome las nalguitas, me sentía totalmente fuera de mí. Le pregunté:

- ¿Verdad que si te gusta?

- Al que le gusta es a ti putito

Yo estaba completamente excitado, pero cuando dijo esa palabra reaccioné y me separé de el mostrándole asi, de manera evidente, que eso que había dicho me había molestado y dijo

- No te enojes, es la verdad, si no ¿Por qué sientes que te gusta? Te esta gustando ¿o no?

- Si, pero eso que dijiste suena muy feo.

- Suena feo, pero es la verdad, si no, ¿Por qué te gusta?

Me dejó de acariciar no sin antes darme un fuerte apretón en ambos glúteos y después haciéndome para adelante mientras que volvía al frente de la tienda y me daba una nalgada, pero exactamente en el centro de los dos glúteos, de abajo hacia arriba como empujando mi agujerito y me dejó ahí, parado en tanto que el se pasaba el frente.

Este acercamiento que tuve, el tipo de plática, el que me hubiera tocado, pero sobre todo, el que yo le hubiera tocado a el era bastante excitante pero la forma en que me había llamado me dejo pensativo unos días y sembró una pregunta en mi mente: ¿sería yo lo que el me había dicho? Los hombres no me gustaban, ni me gustan ahora por si mismos aunque hacer cosas sexuales con ellos era uno de los ejes de mis fantasías como lo ha sido desde entonces y esa parte si me gusta de ellos..

Esa noche cuando mi mamá y mi hermana llegaron a la casa me notaron pensativo. Yo me preguntaba si ellas habrían sentido algo igual cuando tuvieron sus primeros cercamientos o yo lo sentía mas por el hecho que esas acciones conllevaran algo de prohibido. No podía preguntarles, solo imaginar. Asi fue esa noche y muchas mas, yo pensaba, a veces me decía que era lo correcto pues me agradaba y a veces me decía que estaba mal que lo hiciera y que además me gustara. Era como había sido siempre, una especie de pensamientos y sentimientos encontrados.

El acercamiento estuvo bien, pero pasaron algunos días y Jaime no decía ni hacía nada en ese sentido. Yo me preguntaba si mi reacción había sido la correcta cuando el me dijo la palabra que me hizo sentir muy mal. Quizá desde el punto de vista de mi orgullo propio la reacción había sido la correcta pero al mismo tiempo, ese orgullo me estaba separando del fin que buscaba.

Pasaron varios días y Jaime no se acercó a mi, yo me arrepentía de haber reaccionado como reaccioné, quería pedirle perdón pero mi orgullo no me lo permitía. Fueron días difíciles.

Estuve pensando la manera de evolucionar con el, ya sabía que me vestía con ropas femeninas, ya sabía que me gustaba hacerlo e incluso que me había gustado cuando me tocó, y que yo lo había tocado y que había disfrutado con eso hasta el momento que me llamó como lo hizo.

Yo no sabía que pensar de el, me había dicho que tenía novia y que “no le hacía” a eso que a mi me gustaba pero “si le hacía” al menos ya dos veces me había toqueteado y la segunda fue de una manera francamente abierta, además, había dejado que yo le tocara el pene, cosa que yo no podía apartar de mi mente. Pensé que quizá tenía razón en haberme dicho lo que me había dicho pero por otro lado me resistía a aceptarlo.

Me gustaba pensar que podía ser lo que el decía que era, pero me daba pena pensarlo, me gustaba mas que ofenderme, imagino que por el efecto de las hormonas que seguía tomando y que aunque era solo dos veces a la semana, estaban haciendo su tarea y mi libido estaba en un estado de altísima expresión lo que me permitía pensar en cosas temerarias. Se puede decir que estaba en un estado en que de manera inconsciente lo estaba tratando de seducir.

Las excitaciones que sentía eran profundas y me tenían extremadamente distraído, pensé en hacer un acercamiento abierto y franco.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario