21 sept 2010

MEMORIAS DE UNA AMIGA: NELLY 3

IMPENSABLE

Lo había visto un par de veces, desde lejos. No tenía nada que atrajera la mirada y su actitud era de mucha distancia con todos. No parecía amigable ni simpático. Nunca le había hablado. Un día, me enteré que su esposa había muerto en un accidente. Yo sólo había conversado con ella brevemente en una ocasión. Se notaba que era muy insegura, me preguntó mi opinión sobre algo y traté de animarla. Fui al funeral. Observé al hombre, que se veía más calmado que todo el resto, pero no me acerqué. Ahí me di cuenta. Esperé a que pasaran los días. Creo que fue después de un mes, o algo así. Lo llamé para invitarlo al teatro, a ver una obra conocida. Se sorprendió mucho con mi llamado y me dijo que hacía años que no iba a ver ninguna obra y quiso saber quién me había dicho que le gustaba el teatro. Le dije que nadie, pero que creí que le gustaría. Pero no podía ir ese día. Aunque sí me invitó a su casa, para que fuera al día siguiente, o cuando yo quisiera.

Fui al otro día, en la tarde. Llegué como a las siete. Te había visto antes, me dijo. Hablamos de todo, de libros y de historia, principalmente. Nos reímos harto. Y la hora avanzaba. De repente hablamos de música (eran las tres o cuatro de la mañana). Le pedí que colocara unos temas que me gustaban y que tenía cerca de su equipo. Al segundo tema, me invitó a bailar. “Hace 15 años, por lo menos, que no bailo”. Comenzó a ponerse nervioso. Soy un poco torpe, confesó. Pero no era torpe: sólo estaba excitado. Me besó el cuello, lentamente, con mucha suavidad. Lo abracé y lo besé, casi por casualidad. Siguió besándome, mientras me tomaba con más fuerza de la cintura, mientras intentaba subir sus manos, pero algo lo detenía. Yo fui quien colocó su mano bajo mi blusa. Su exclamación fue instantánea, automática, irrefrenable.

Me miró (estaba buscando mi permiso, supongo). Luego me quitó la blusa y ya no pudo aguantarse. Tomó los pechos en sus manos... presionando y llevando su boca a los pezones... atrapó uno, luego el otro. Después sus manos buscaron apretarme contra su falo grande... duro... insoportablemente tieso. Entonces fui yo quien ya no se contuvo. Comencé a tocarlo sobre el pantalón, a masajear su pichula que buscaba dónde meterse... dónde vaciarse toda. Cayó mi sostén en cualquier parte. Metí mis manos bajo su camisa. Seguíamos besándonos. El murmuraba incoherencias... no, no, nada más, qué rica eres, me gusta tu cuerpo, me gusta tu culito tan parado, pero no puedo... no puedo. Y seguía tocándome, sin orden, buscando la piel bajo la falda... El calor de ambos era insoportable. Tomé su mano y lo llevé al dormitorio. Es que no puedo... Basta. Sé que estás tan caliente como yo, le dije. Es que no entiendes. Sí entiendo. Sí ya lo sé. Hace más de un año que no estoy con una mujer... dijo en un murmullo avergonzado... Lo imaginaba. Y vienes tú... así... no sé cómo sabes... ¿qué eres calientito... que te gusto, que me deseas, que sé que eres en la cama totalmente distinto a lo que pareces?

Me miraba sorprendido, sin comprender... ¿cómo sabes?... si nunca antes hablamos... si es imposible que alguien sepa cómo soy aquí... yo no tengo amigos, no le cuento a nadie sobre mí... Le dije que yo sabría qué hacer... que no aguantaba las ganas de sentir su pico adentro... moviéndose conmigo... y eso lo desesperó... la forma de hablar de ambos había cambiado... las palabras eran otras... sólo estábamos como animales en celo... porque, claro, yo también tenía un período de soledad tan grande que ya no pensaba en otra cosa... Está bien, está bien... y se quitó toda la ropa en un minuto, lanzándose sobre mí para ayudarme a sacarme el resto de la mía... me tiró en la cama... ya estábamos nublados y ahogados de tanto deseo... me lamió entera... pasó sus dedos a la entrada de... tienes una zorra muy rica... luego me dio vuelta, acarició el culo que tanto le había gustado... me estoy aguantando para ti... quiero chuparte toda... sí, sí, yo también quería todo... por todas partes... luego lo detuve y metí toda su pichula (apenas cabía) en la boca... gritaba feliz, ya sin preocuparse de nada, subí y bajé hasta que ya noté que ambos no podíamos soportar más... y luego le pedí que me lo enterrara... y la que gritó fui yo... ¡era un pico tremendo... que me llenaba toda!... acabé no sé cuántas veces... esto te gusta... esto te calienta más que nada... que te lo metan y te lo metan... así con fuerza... así de grande... así de rico... eres más rica que una puta... y más caliente... tienes una cara de... degenerada... y tú también... te ves igual... ¿cómo sabías que yo era así?... es algo difícil de explicar... y más difícil de entender... y quiero más... pero quiero montarte yo... sí, sí, ahora tú... y cuando me subí... y cuando lo agarré para metérmelo, ambos gozamos todavía más... esta eres tú... aquí gozas mirándome cómo me tienes de caliente... te gusta dominar... eres... mala... mala... y ya no pudimos... ambos gritamos... felices... extenuados... mi pelo goteaba... estaba mojada completamente... y fue perfecto... perfecto...

Claro que con tantos gritos el vecino salió al patio... se asomó sobre la muralla, para ver si algo malo pasaba... nos reímos juntos... todo lo que había pasado había sido muy bueno... Ya eran las siete y media... del día siguiente.

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