8 may 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LVII

Capítulo LVII, Oralidad

Después del aleccionamiento que me había dado acerca de cómo hacerle retiró su mano y yo le seguí haciendo por un rato en el que ninguno de los dos dijimos nada. Tenía su pene en mi mano, la sensación era extraordinaria, lo sentía sumamente duro pero a la vez suave al tacto como una contradicción que me fuera necesario averiguar. Lo apretaba para sentir su dureza, subía y bajaba el pellejo como cientos de veces había hecho con mi propio pene solo que en esta ocasión era el de otro chico el que tenía en la mano y le acariciaba rítmicamente para darle placer, lo que me hacía sentir muy bien. Nuevamente pensé que eso sería lo que una chica sentiría al poder acariciar a su novio, después de quitarse la pena de los primeros contacto de su sexualidad para de esa manera dar paso a un gozo total. Ese pensamiento me gustaba y lo disfrutaba. Fabián tenía razón, era cierto que el lo estaba disfrutando, pero no tanto como yo.

Su bóxer impedía un poco la libertad de mis movimientos, pensé en que se lo podía bajar, no le había visto el pene y se lo quería ver, sin soltarlo me acerqué a su oído rozando deliberadamente con mis labios su oreja, le dije casi a manera de súplica:

- Bájate el bóxer

- ¿Ya ves que si “eres”?, fue ahora el quien lo mencionó

- Bájate el bóxer repetí dándole un apretón en su soldadito a manera de castigo anunciado si no lo hacía.

- ¿Y si no me lo bajo?

- Pues te vas a perder de esto comenté mientras apretaba ligeramente su pene haciendo movimientos ascendentes y descendentes muy despacio.

- Te lo voy a dejar para ti solito, dijo mientras sin incorporarse levantó la cintura para bajar su prenda, lo cual hizo hasta los tobillos.

Es difícil poder describir mi sensación en esos momentos. Yo había visto el pene de Jaime pero siempre estando parados por lo que se proyectaba hacia el frente pero en este caso el pene de Fabián lo hacía de manera vertical. Lo que veía me extasiaba, se veía que le habían hecho la circuncisión pues el glande sobresalía del tronco en todo su esplendor, al bajar el pellejo hacia su base quedaba la cabecita en un estiramiento que parecía que se iba a rasgar por el color rojo que tomaba pero inmediatamente, al subir el pellejo parecía tomar respiro. Me resultaba difícil de creer que era yo quien con mi propia mano estaba propiciando ese espectáculo que tanto me estaba llamando la atención.

Este movimiento resultaba particularmente atractivo mas, viendo de lleno el pene al que se lo estaba haciendo.

El ejemplar que tenía frente a mi me resultaba hermoso, con todo y que un pene no lo es en si, pero me gustaba pues en ese momento me pertenecía completamente Continué acariciándolo y masturbándolo pero suave y lentamente. Fabián abrió los ojos y me volteó a ver, no dijo nada pero me acarició el cabello como en gesto de complacencia, me preguntó:

- ¿Ahora ya estas seguro que te gusta?

- Si, me encanta

- ¿Ya ves quien es el gay? ¿Quieres que me venga?

- No, déjame hacerle otro ratito.

Lo seguía mirando y entre mas lo miraba mas me gustaba. De repente me asaltó un pensamiento, estaba muy caliente y esta era una muy buena oportunidad para hacerle por primera vez sexo oral a alguien, pensaba que era una especie de combinación entre no hacerlo por cierto rechazo o pudor balanceado por unas ganas enormes de practicar sexo oral sabiendo que es algo que generalmente el hombre le llega a pedir a una mujer.

Quería probarlo pero con la boca, no quería chuparlo realmente, solo darle un beso a la cabecita y mojarla con saliva para aliviar su estiramiento, de cualquier manera eso era abiertamente hacer sexo oral, me moría de ganas de hacerlo, ya no me daba pena conmigo mismo, quizá un poco con Fabián pero quería hacerlo, mil veces lo había imaginado pero no sabía de que manera poder hacerlo y ahora, en ese momento se me presentaba la oportunidad.

Yo estaba a su izquierda y hasta ese momento estábamos sentados los dos de frente a la televisión uno al lado de otro y todo lo que le había hecho lo había realizado con la mano derecha, asi que me volteé sobre mi hombro del mismo lado para quedar de perfil a el. Cambié de la mano derecha a hacerle con la izquierda y me acerque a su oído y le dije:

- ¿Sabes que?

- ¿Qué? Contestó el

- Me esta gustando mucho y le di un pequeño mordisco en el pabellón de la oreja, el no se quitó por lo que le volví a decir, pero mucho mucho.

- Que bueno, ya te decía yo que te iba a gustar

- Si

Al momento de decirle bajé mi boca hacia su pecho y le di unos lengüetazos en sus dos pezones lo que lo puso al máximo cosa que se notó en su pájaro que dio un respingo.

Le chupé haciéndole succión en un pezón y sentí como se empezó a mover como almeja cuando le echan limón, eso me disparó a mi vez también al máximo asi que le repetí la dosis en el otro pezón mientras mantenía en su ave el movimiento que le estaba haciendo con la mano meneando su pellejo de arriba a abajo. Ahora fui yo quien le preguntó:

- ¿Te gusta?

- ¡Me encanta!

Yo ya estaba completamente fuera de mi sentido de pena o de control, tenía un objetivo y me dirigí a alcanzarlo. Dejé de chuparle los pezones y comencé a besarle la pelambre del pecho en donde se concentraba mas y que se dirigía al ombligo sin dejar de tener su cosa en mi mano. Con mi lengua trataba de enredarle los vellitos y se los lamía y luego le soplaba para que sintiera ese friíto rico que da la sensibilidad extrema de un acto con tal grado de erotismo.

Recordando que tenía no mas de unos cuantos minutos de haber salido de bañarse metí mi lengua en su ombligo lo que le provocó cosquillas que me hicieron repetirlo. El se arqueó de placer. Mi cara ahora estaba a pocos centímetros de su pene, volteé a mirarlo sabiendo que podía ser mío en cualquier momento, le dije en voz muy baja que apenas me resultaba perceptible:

- ¿Alguna vez te han hecho sexo oral?

- ¿Estas loco?, contestó, nunca he tenido relaciones

- ¿Te gustaría?

- No sé, creo que si, pero me gustaría que me lo hiciera una mujer.

- ¿Cuál es la diferencia?, una boca es una boca

- Si pero la boca de una mujer es la boca de una mujer

- Te voy a enseñar que pueden ser lo mismo, o aún mejor

- ¿Tu has hecho sexo oral?.

- No, ¿Cómo crees?, que parezco qué o que?

- ¿Pero ahorita quieres hacerlo?

- Creo que si, pero no estoy seguro, nunca lo he hecho.

- ¿Cómo que crees? Bueno, si no quieres no, sígueme haciendo con la mano.

- No, si quiero, pero no se.

- Si no sabes si quieres pues no, como quieras

- Si quiero , le dije y dejé de besarlo en el ombligo y lo empecé a besar en el bajo vientre, acercándome de manera definitiva hacia su mástil que aún tenía entre mi mano izquierda.

Besé sus pelitos y lamiéndolo con la lengua llegué hasta la base de su pájaro la cual chupeteé mientras subía mi mano para dar espacio a mi boca.

Cuando con mi lengua toqué su base sentí esa dureza que imaginaba por haberla tenido ya en mi mano solo que el tallo se me figuró extremadamente grueso. No lo estaba en realidad pero nunca antes había comparado el grosor de un pene tocándolo con la lengua y el cuando me sitió tocando su base dio un respingo que pensé que se iba a venir, separé de inmediato mi mano y dejé mi regalo libre para hacerle lo que le quisiera hacer.

Volteé la mirada hacia arriba, el me estaba viendo como esperando el siguiente paso, me dijo

- Si no quieres hacerlo no lo hagas

- ¿Quién dice que no quiero hacerlo?

- Estas dudando

- No, y agregué cínicamente con un tono de erotismo: solo estoy admirando el caramelo que me voy a comer.

Diciéndole esto tomé su vástago entre mis manos, lo mire y después lo miré a el que estaba esperando a ver si lo iba a hacer. Volvía a mirar su pene, la cabecita roja como invitándome a tenerla.

No me pude resistir mas, con la lengua humedecí mis labios que separé un poco entreabriendo la boca que posé en su glande. Fue un beso tierno mas que sexual. Era el primer beso que daba en mi vida al pene de un hombre, era una especie de certificado de mi feminidad que en ese momento explotaba en un arco iris de mil colores. Traté de grabar el momento para que quedara en mi mente para siempre.

De los besos pasé a las chupaditas y luego a las succiones a profundidad.

Jugué lo que quise, con la lengua recorría su virilidad desde la base hasta la punta. Me imaginaba que podría ser como una niña le saca lo dulce a una paleta de caramelo. Recorría de abajo hacia arriba en donde al llegar le daba un lengüetazo al orificio de la cabecita que entonces introducía en mi boca haciendo que su glande me llegara hasta la garganta provocándome una reacción de leve ahogo como constancia de que ya no podía avanzar mas, entonces hacía el movimiento contrario apretando mis labios para retirar mi boca desde su base haciendo presión a lo largo de su tallo hasta llegar a la punta de su cabecita llenándola de saliva haciéndola ver rojo brillante. Yo sabía que el lo estaba disfrutando pero no tanto como yo.

No se cuantas veces repetí este movimiento pero lo estaba gozando a plenitud, tanto por la sensación física que nunca había experimentado y con la cual había soñado muchísimas veces como por el hecho de estar plenamente consciente de estarle haciendo sexo oral a un hombre lo cual me reafirmaba mi sexualidad.

Al principio no había sabor pero conforme el se fue lubricando un liquido transparente y salado brotaba de lla punta de su cabecita, no en grandes cantidades, solo lo necesario para darle esa lubricidad que combinada con mi saliva estaba acrecentando la extrema sensibilidad que le provocaban mis succiones.

Pasado un rato de estar haciéndole asi traté de descansar por un momento pues me dolía la quijada de haberla tenido abierta tanto tiempo pero Fabián no lo permitió, me tomó la cabeza con sus dos manos y me hizo que la moviera a lo largo de su pene subiéndola y bajándola a su voluntad para asegurar que recibía el máximo placer que se puede tener en un acto en el que por primera vez se recibe sexo oral. Comprendí que el estaba ya en un punto de “no regreso”. Pensé que como alguien que desea proporcionarle el máximo placer a la persona con la que esta en ese tipo de acto debía esmerarme en hacerlo de tal manera que le provocara la mejor sensación posible, por lo que aún cansado de haber tenido abierta la boca por tanto tiempo continué haciendo una presión con mis labios sobre su tronco succionando y al llegar de salida a la punta, con mi lengua le hacia pequeños piquetitos como de víbora en su agujerito. Esto lo repetí varias veces.

Llegó el momento en que era inminente que el se iba a venir, pensé que yo no estaba preparado mentalmente para recibir su eyaculación en la boca asi que aunque tenía el placer de estar chupándole lo dejé para hacerle con la mano. En un principio el no quería que sacara su pene de mi boca pero comprendió y solo cerró los ojos y espero paciente que el trabajo de mi mano le diera la explosión que esperaba la cual llegó a borbotones un par de minutos después.

Al ver todo ese torrente me arrepentí de haberlo dejado ir, pero pensé que ya habría después mas oportunidades.

El terminó pero yo no. Después se metió a bañar nuevamente, regresó pocos minutos después pero en esta ocasión traía puesto un short y una playera, pensamos que ya no íbamos a poder estudiar y me fui a mi casa en donde por la noche antes de dormir y al despertar me auto complací dos veces, con el recuerdo de la intensidad de esa tarde y la confirmación de mi gusto por la definición de mi sexo. Volví a lamentar haber rehuido recibir su semen en mi boca, pero lo imaginé y esa fue una de las fuentes que alimentaron mis fantasías por muchos días.

Ambos reprobamos la materia y tuvimos que presentar el extraordinario. Después yo le pregunté varias veces que si quería que preparáramos los nuevos exámenes juntos pero al parecer no era una buena idea para el. Nunca le conocí novia y tampoco nunca quiso volver a “estudiar” conmigo pero mantuvo siempre en la escuela la discreción sobre lo que le había hecho, yo quedé tan acelerado que no me hubiera importado si hubiera sido de otra manera, pero el se portó en ese sentido como todo un caballero.

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