17 may 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXII

Capítulo LXII, Una Reacción Lógica

Era mas de lo que esperaba, mi pene, sin quererlo se erectó pero no se notaba pues estaba sentado. Ella tomó el brasier y me pidió que me levantara y pasara los brazos por cada uno de los tirantes.

Al levantarme ella notó la erección, señaló con su dedo índice hacia mi entrepierna y dijo:

- No te preocupes, eso es normal, te pusiste asi porque te gustó que te acariciara los pezones y diciéndolo, volvió a acariciarlos suavemente metiendo las manos por debajo de las copas del brasier que dejaban espacio con facilidad pues aun no me lo abrochaba, agregó: ¿Ya viste que se siente muy rico?, eso es algo que disfrutamos mucho las mujeres y que los hombres no pueden sentir, bueno, quizá tu que tienes tus cositas, si, jaja

Sacó su manos de debajo del brasier que me había puesto y lo abrochó y lo rellenó con las medias que había sacado y acomodó las copas para darles forma, yo estaba como hipnotizado, completamente dócil a lo que ella hiciera. Me tomó de la mano para llevarme frente al espejo para que me viera. Me veía bien, sin embargo me quité las medias que me había puesto como relleno y le dije que aunque no lo llenara todo prefería usarlo asi, ella sonrió y no dijo nada. Efectivamente, no llenaba completamente las copas pero si les alcanzaba a dar forma y asi me sentía mejor.

Ella me miró y dijo que estaba bien asi, que me veía proporcionado. Volvió a la cama por la falda que tenía resorte en la cintura y me dijo que me quitara el pantalón, pero yo mudo por una combinación de temor y excitación no quise hacerlo, entonces ella lo hizo por si misma desabotonándolo y bajando el cierre. Yo, como lo hacía ya de manera diaria desde hacía mucho tiempo, estaba usando pantaletitas de mujer, ella lo notó y me dijo

- ¿Ya ves que si te gusta?

- Yo nunca dije que no me gustara, me gusta usar ropa interior de mujer porque se siente muy suave.

- Pero además te hace sentir un poquito niña. ¿verdad? y eso te gusta, ¿no?

- Guardé silencio, la respuesta era evidente, no era necesario que ella la escuchara, lo estaba viendo.

Bajó mi pantalón hacia mis muslos dejando a la vista la erección que estaba experimentando en esos momentos lo que obviamente le atraía y excitaba también. Era curioso, para esos momentos yo ya no sentía pena, al contrario, me sentía como en paz, casi en confianza, como si nos conociéramos de tiempo atrás. Se sentó en la cama mientras yo me quedé parado, se inclinó para quitarme los zapatos y los calcetines terminó por zafarme el pantalón dejándome con el puro bikini y brasier, la erección era muy firme y ella volvió a verla con un gesto como de gusto anticipado pero no dijo nada.

Se paró de la cama, me tomó de la mano y me llevó frente al espejo. Era extraordinario, la mujer frente a mi, joven, bonita, tal vez un poco asustada no la podía reconocer. Estaba en ropa interior pero perfectamente maquillada y peinada, no podía ser yo, pensé. Vi su cara que me resultaba lejanamente familiar y vi su rostro de asombro cuando me devolvió la mirada, era yo, eso era un hecho, pero al mismo tiempo no era yo, si no “ella”, la chica que siempre había querido ser.

Raquel me sacó de mis reflexiones al tomar la falda que había dejado sobre la cama, era de color azul cielo, la abrió separando el resorte y me dijo que metiera primero un pie y luego el otro en ella y después la subió hasta mi cadera. Me pidió que me mirara de nuevo ante el espejo que siendo de cuerpo entero permitía ver que la falda me quedaba bien pues se ajustaba de manera natural por el resorte que tenía en la cintura y el largo era poco arriba de la rodilla, yo, en la parte de arriba solo tenía puesto el brasier cuyo contacto con el encaje me hacía sentir muy excitado lo cual paradójicamente se notaba en la erección de mi pene motivada por el hecho de estar usando ropa de mujer ante una mujer lo cual me hacía sentir un especial placer.

- Que bien te queda, dijo, solo hay que aplastar un poquito ese bultito, dijo señalando mi pene, pero no te preocupes, eso ahorita lo arreglamos, ahora falta la blusa, te va a combinar muy bien.

Yo ya no me rehusaba. Sentía una excitación que me hacía perder cualquier tipo de vergüenza que hubiera podido sentir.

Me puse la blusa sin que ella me lo pidiera, se abrochaba por atrás asi que me puse de espalda a ella para que me ayudara a abotonarla pero en lugar de hacerlo se acerco por detrás de mi metiendo las manos por debajo de la blusa y pasando sus brazos bajo mis brazos hacia el frente poniéndolas sobre las copas del brasier atrayéndome suavemente hacia ella. Con las manos acarició nuevamente mis pezones, dándoles pequeños pellizcos haciéndome sentir como mareado.

De repente, en un movimiento que me tomó por sorpresa pasó una de sus manos al frente de la falda, en un movimiento rápido que me tomó por sorpresa me tocó el pene y preguntó:

- ¿Todavía esta paradito? No tuvo que esperar la respuesta pues su propio tacto se lo dejaba saber.

Mantuvo su mano sobre mi pene pero sobre la falda haciendo pequeños movimientos de suave presión en el, disfrutándolo como mujer que era, pero insistiendo en la propuesta de sacar de mi la niña que tenía adentro y que ella sabía que ahí estaba, Dijo mientras seguía estos movimientos.

- ¿Sabes?, esto nos gusta mucho a las mujeres. ¿No te gustaría saber que es lo que se siente?

- Ya se lo que se siente, si lo toco todos los días

- No, no de esa manera, ¿no te gustaría saber que es lo que estoy sintiendo al tocarte aquí? Al decir esto ejerció una pequeña presión que hizo estremecer mi erección.

- Tal vez, contesté, pero no hay manera.

- Si la hay, imagina que tu eres yo, cierra los ojos y piensa que delante de ti tienes a un chico que te esta ofreciendo su sexualidad, claro que no estaría vestido de mujercita, si no como todo un caballerito. Imagina que te permite tocarle su pene asi, de esta manera.

Diciendo esto metió la mano por debajo de la falda y entre la pierna del bikini saco mi pene con trabajos pues estaba erecto, lo tomó y moviendo su mano la subió y bajó a lo largo un par de veces como en un estímulo previo que fuera a derivar en un orgasmo y me preguntó nuevamente.

- Entonces, ¿no te gustaría por un momento ser yo?

Yo no le contesté, la idea de tocar el pene de "un caballerito" era en mi una fantasía recurrente, ya lo había hecho tiempo atrás con Jaime, y lo había repetido con Fabián y sabía sin lugar a dudas que era algo que me gustaba, pero eso no lo sabía ella. Además, las veces que lo había hecho no había sido nunca vestido de niña y maquillado y peinado como mujer. Fantasear ahora estando arreglado como chica me estaba volviendo loco.

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