10 may 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LIX

Capítulo LIX Una Cobranza Especial

Ya tenía unos tres meses en el trabajo, había cuentas que no había podido recuperar y esas se turnaban a cobranza judicial o se programaban para embargo pero en la mayoría de los casos se lograban acuerdos con los clientes y se firmaban convenios En esos casos mi labor era la de mantener las visitas para obtener el pago del abono quincenal comprometido hasta la liquidación del adeudo, era relativamente fácil y me permitía generar ingresos aceptables.

De entre los clientes que llegaron a firmar convenio había una señora joven, tendría aproximadamente unos 34 o 35 años y firmó un convenio para pagos quincenales proyectados a 24 meses.

Cuando la visité para firmar el acuerdo se mostró cortés conmigo asi como durante las visitas que le hice para recuperar los cuatro primeros pagos, es decir durante los dos primeros meses ella pagó su abono sin ningún problema pero en la quinta visita me dijo que no le alcanzaba para pagar toda la cantidad, que ella vendía artículos de belleza y me proponía que una pequeña parte que era la que le faltaba me la pudiera pagar aplicándome un tratamiento para limpiar las impurezas de la piel, Dijo que el tratamiento tenía un costo alto pero que a mi me lo dejaba por el valor de lo que le estaba faltando que era mas o menos por el equivalente de lo que me costaba pagar por mi transportación durante una semana.

Yo no tenía contemplado el gastar mi poco dinero en eso, pero cuando me dijo que era un tratamiento para la limpieza de la piel de la cara y que después la piel me iba a quedar muy suave lo pensé.

Ella notó que estaba indeciso y me dijo que yo tenía una cara bonita y que con el tratamiento me iba a ver mejor.

Reflexioné que ella mencionó “cara bonita” y no que me veía muy guapo o algo asi por lo que cuando mencionó lo de la cara bonita me turbé un poco, ella lo notó y dijo.

- Deveras, tiene una cara muy bonita, se le ve muy bien, se ve que se la cuidas mucho.

No le contesté nada y agregó

- Mire, asi como se la cuida, se va a ver mejor pues todas las impurezas de la piel van a desaparecer y le va a quedar la piel suave y tersa.

- Pero este tratamiento es para piel de mujer, ¿no? Le pregunté

- Hombre o mujer, debemos de cuidar nuestro cutis, asi que debería de animarse a probarlo, sobre todo por como se ve que se cuida la cara.

- ¿Cómo?

- Asi con las facciones finas como las tiene y el cutis que se ve que se atiende con esmero.

Sentí una intención especial en su comentario. Yo usaba las cejas depiladas, no mucho pero ante una mujer especialista en tratamientos de belleza resultaría obvio que lo notara además de lo fino de mis rasgos, asi que probablemente ella lo identificó y quizá pensando en eso supuso que me resultaría de interés tomar el tratamiento, no sabía si realmente le faltaba el dinero para completar su pago o si sabía que me interesaría en comprar y asi ella vender algo de lo de su negocio pero de cualquier manera de esa manera ella podía completar su pago con lo que me iba a cobrar.

Pensar en que me atendieran la cara con un tratamiento para cutis de mujer me excitó, me imaginé que eso me haría ver mejor cuando me arreglara de niña, la cantidad que le faltaba para su pago no era menor, pero lo podía cubrir con lo de mis comisiones asi que después de pensarlo unos segundos le dije que estaba bien, que me pagara lo que tenía en efectivo y que lo que le faltaba fuera a cuenta del tratamiento que me iba a hacer.

Me dio la cantidad parcial y le firmé el recibo por el total del abono, ella lo tomó y me lo agradeció, me dijo que pasara al interior de su departamento para aplicarme el proceso de limpieza. Era un departamento pequeño, de una sola recamara, ya lo conocía pues cuando firmamos el convenio lo hicimos apoyados en la mesa del comedor. Estaba arreglado con un gusto femenino, muy agradable pues lo usaba para aplicar sus tratamientos cuando no era que lo hacía directamente en la casa de sus clientas.

Me preguntó cual era mi nombre de pila pues solo me conocía como “licenciado” y asi se refería a mi, le mencioné mi nombre y ella dijo que se llamaba Raquel. Me empezó a tutear y me pidió que la tuteara también.

Me indicó que me sentara en una de las sillas ante la mesa del comedor y entró a la recamara para salir unos segundos después portando en una mano un maletín conteniendo los materiales que usaría para el tratamiento y en la otra un mandil para proteger la ropa ante cualquier derrame de las sustancias que iba a usar. Era un delantal floreado color de rosa y me preguntó si no me importaba el color pues era el que usaba generalmente con sus clientas que en su mayoría eran mujeres.

Me sentí un poco emocionado, nervioso, pero le dije que no, que estaba bien, ella agregó:

- Bueno y además nadie te va a ver, ¿no?

- Si, asi que no importa, le contesté intuyendo una especie de juego que no alcanzaba a identificar de manera totalmente clara pero que presentía que ella empezaba a manejar.

Ella era una mujer delgada, morena clara con el pelo medio rizado que le llegaba a medio hombro. Era delgada como lo son las mujeres en la costa y su cadera era del tamaño justo como para darle una atracción especial a su cuerpo. Recuerdo que cuando la vi por primera vez me gustó en los dos sentidos que mi vida ha tenido en su ambivalencia, es decir, me gustó como mujer pues era por su esbeltez bastante atractiva y me gustó pensar que yo hubiera podido ser ella para poder disfrutar sintiendo como mujer lo que ella sentía con ese cuerpo delgado y fino que tenía. Su busto no era muy grande, mas bien pequeño y eso creo que era una de las cosas que me atría mas de ella pues pensaba que se asemejaba en forma y tamaño al que yo tenía.

Sus manos eran morenas claras y sus dedos largos y esbeltos, tenía pintadas las uñas de color rosa pálido lo que contrastaba con el tono de su piel. Me puso el delantal y me pidió que deslizara un poco mi cuerpo hacia delante en la silla para quedar semi recostado y la cara me quedara hacia arriba. Sacó unas toallitas húmedas de un dispensador y me limpió la cara con ellas. Pasados unos minutos me preguntó sin mayor preámbulo:

- ¿Te depilas las cejas?

La pregunta me sacó un poco de control pues no la esperaba. Estaba ahí, sentado en la mesa del comedor en un departamento de una mujer que había visto solo en las ocasiones en que le había ido a cobrar y de la cual no sabía nada. Ella insistió:

- Si te depilas, ¿verdad?

Pensé en el riesgo de una respuesta afirmativa pues ella podría contactar al despacho y comentar algo pero pensé que en el despacho me conocían y me veían con frecuencia y nadie me había dicho nada. Mi excitación empezó de inmediato a despertarse ante la pregunta y lo que ella podría significar. Pensé en una respuesta ambigua que dejara alguna posibilidad para enderezar las cosas si fuera necesario, pero a la vez quería liberar un poco de la excitación que tenía, le contesté:

- A veces me quito algunos pelitos de las cejas que se paran como espinas.

- Se nota que lo haces con mucho cuidado, porque te dejas las cejas muy definidas, eso te ayuda a que la cara se te vea mas limpia, mas bonita. ¿nunca te has delineado las cejas con lápiz?

Estas preguntas, el ambiente, el delantal color de rosa, ver en la mesa todos esos productos para belleza, los temas que estábamos tratando me tenían como hipnotizado, respondí

- No, solo me quito los pelitos que siento que se ven mal.

- Mira, me dijo, te voy a poner el tratamiento y después que te quede la cara sin los contaminantes y las porosidades que ahorita traes vemos como te quedarían las cejas si te las delinearas.

Esto lo dijo como si fuera algo que ya hubiéramos acordado, pensé en decirle alguna cosa en sentido negativo pero la excitación que ella estaba provocándome me hacía sentir especial. Ahora pienso que ella lo sabía y que estaba manejando la situación percibiendo mi complacencia, pero en aquel entonces me gustaba lo que sentía, me limité a callar dando asi un consentimiento tácito que me hizo volar la imaginación.

Ella me pasó una toallita húmeda por la cara y me preguntó que como le hacía para evitar que me saliera la barba y el bigote. Le comenté que por la flojera de tener que rasurarme desde adolescente me depilaba la cara con crema depiladota y que poco a poco se me había ido inhibiendo la salida de vello facial de tal manera que ya casi no necesitaba hacerlo.

- ¿O sea que si te depilas también la cara?

- Si, pero es por eso, contesté a manera de justificación.

- Con razón tienes el cutis tan suavecito, se ve que te cuidas bien, vas a ver lo bien te va a quedar con el tratamiento que te voy a aplicar. Creo que muchas mujeres envidiarían la clase de cutis que tienes.

Esto lo dijo o al menos así lo sentí con una intención de ver mi reacción que resultó evidente Me estaba haciendo volar, estoy seguro que ella lo sabía, agregó

- ¿Te gusta cuidarte especialmente de la cara?

Creo que para esos momentos con la evidencia de la depilación las cejas y la depilación de la barba y bigote de los cuales ya no me salía nada fue evidente para ella que yo tenía algo especial y empezó a sondear por ese pensamiento con comentarios y preguntas diversas en tanto que me aplicaba el tratamiento.

Me aplicó una pasta verde claro que me dijo que era una mascarilla de aguacate para abrir los poros de la piel, me la dejó como quince minutos en lo que me platicaba de las maravillas de las diferentes sustancias que vendía. Después me la retiró y me aplicó otra mascarilla color arcilla que me dejó solo unos cinco minutos y que dijo que después de la primera que había abierto los poros de la piel, esta segunda penetraría para que al retirarla se fueran con ella los contaminantes que estaban incrustados en mi cara.

Una vez hubo retirado la mascarilla color arcilla me aplicó una crema humectante dándome masajes circulares para lograr su penetración, el contacto de sus manos en mi piel fue algo que me hizo excitar y sentir muy relajado me gustaba como si mas que masaje fueran una especie de caricias.. Terminado este proceso me pasó una toallita de tela muy fina sobre la cara para retirar los excedentes de la crema que me acababa de aplicar, me pidió que me enderezara en la silla y me puso un espejo frente a la cara.

El resultado era realmente bueno. La cara se me veía limpia y suave, no obstante que no me había depilado ni arreglado mas allá de la aplicación del tratamiento, las facciones se me veían mas finas, sin duda el tratamiento había sido efectivo. Me preguntó:

- ¿Te gusta como te ves?

- Si, no pensaba que iba a quedar asi, me gusta como quedé.

- ¿Quieres que te delinee la ceja para que te veas como quedarías?

Esto lo dijo mas bien a manera de tirar el anzuelo a ver si yo decía que si. Estaba nervioso además de que era tarde, pero el sentir las manos de esa mujer sobre mi cara tocándola y acariciándola de manera indirecta cuando me aplicaba las mascarillas y me daba los masajes con la crema humectante me había echo imaginar cosas, pero por otra parte no quería que ella supiera que todo esto me había gustado. Le contesté:

- No gracias, ya es tarde mejor otra vez. Esto lo dije como para dejar abierta la posibilidad, pero no de manera totalmente clara.

- Bueno, este tratamiento tienes que hacerlo tres veces en intervalos no mayores a quince días pues te abre los poros y es necesario retirar todos los contaminantes, ya después, te quedará la piel muy limpia y con que luego lo hagas cada dos meses será suficiente, asi que te preparas para dentro de quince días para que te dé la segunda sesión. ¿está bien?

- Si, gracias.

- Y para la otra quincena te vienes un poco mas temprano, me gustaría delinearte las cejas, si no te gusta como te quedan no hay problemas, el delineador se quita con crema, asi que solo es para ver como te ves.

- No se si quiera.

- No seas tonto, insistió presintiendo que era solo cuestión de que yo lo aceptara pues ella bien sabía que lo quería. Agregó: nadie te va a ver, solo tu ante el espejo para que veas como se te verá la cara después del tratamiento, las cejas delineadas te harán resaltar tus facciones, es solo aquí en el departamento, después te quitas el delineador con crema antes de salir de nuevo a la calle.

- No sé, contesté, sabiendo desde ese momento que lo haría aunque no quería que lo percibiera, sin embargo ahora pienso que para esos momentos ella ya tenía claro que todas esas cosas me gustaban.

Esa noche tanto Claudia como mi mamá me notaron diferente, les comenté parcialmente lo que había pasado con la aplicación del tratamiento, no les dije que era de belleza, si no de limpieza de la cara, les comenté la expectativa de hacerlo de nuevo pero no comenté que podría delinearme las cejas.

Durante los siguientes días pensaba en Raquel, recordaba sus preguntas directas percibiendo mi gusto por el tratamiento y mi deseo reprimido ante ella de delinearme las cejas. Estuve pensando que esto para ella le daba una idea de yo finalmente aceptaría que me delineara las cejas y lo que ello significaba.

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