31 may 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXVIII a

Capítulo LXVIII, Mi Cita

Tal como lo esperaba, al salir de la unidad el guardia se me quedó mirando de una manera lasciva, creo que al igual que les ha de pasar a las mujeres en general, esa mirada me molestó, pero a la vez, me gustó por ser una confirmación de que realmente me veía atractiva.. Igual pasó con un automovilista que aminoró la marcha de su vehículo para emparejar mi paso e invitarme a subir. Yo estaba nerviosa (con a) pero me sentía bien. No sabía que iba a pasar con Jaime pero quería que las cosas se dieran para acabar aquello que habíamos empezado desde hacía mucho tiempo y que nunca pudimos terminar.

Caminé el resto de la cuadra sintiendo entre mis piernas el aire que producían los carros al pasar en la avenida, era una sensación deliciosa que el usar falda sin ponerme medias me permitía experimentar, Fui pasando por la puerta de las otras unidades, los vigilantes me miraban desde antes de pasar frente a ellos, se me quedaban viendo con insistencia y sin exagerar, podía sentir sus miradas una vez que los dejaba atrás; eso me inquietaba, pero me gustaba, me hacía sentir especial. Seguí mi camino sin ningún incidente mas que el resistir las miradas libidinosas de esos ojos masculinos que me miraban y llegué a la tienda. Entré, me encantó ver la mirada de bobo tanto de Jaime como de su ayudante, ellos estaban viendo una chica con mucha expresión de libertad que entraba a la tienda posiblemente a comprar algo. Jaime no me reconoció aunque me estaba esperando, lo saludé con familiaridad pero con la voz modulada y en tono bajo. Todavía tardó unos segundos mas en reconocerme, al hacerlo se puso rojo, caminó hacia el lado opuesto del mostrador de donde estaba su asistente y haciéndome una seña me indicó que me acercara. Con voz que apenas escuché dijo

- ¡Que bárbaro, te ves muy bien!

- Bárbara, enfaticé

- Lo que sea, deveras que te ves muy bien.

- ¿Asi me querías ver de sexi?

- La verdad, no esperaba tanto, pensé que sería como las últimas veces que usabas la ropa de tu hermana pero que no dejabas de ser muchacho, ahorita te ves realmente mujer, como cualquier muchacha..

- ¿Cómo cualquiera?, ¿Qué no me ves mas sexi que muchas? Le pregunté en un tono de abierta coquetería que me sorprendió a mi mismo

- Si, te ves muy bien.

Hizo una pausa y volteó a ver al chico que le ayudaba ordenándole que arreglara unas cajas en la trastienda para quedarnos solos cada quien a un lado del mostrador, dijo.

- A ver, hazte para atrás para verte las piernas

Me hice para atrás, dejé que viera las piernas que sin medias, y depiladas lucían tersas. Se quedó con una expresión de asombro que me encantó por el poder que sentía que estaba teniendo sobre el, entonces di un paso mas hacia atrás para que me viera que me había pintado las uñas de los pies. El me miro literalmente desde los pies hasta el cabello, dijo de nuevo:

- ¡Que bárbaro!, te ves muy bien.

- Bárbara, volví a insistir en el término en femenino.

- Si, “eso”, te ves muy bien, cualquiera diría que eres mujer

- En este momento lo soy, que, ¿parezco hombre?

- No, te ves muy bien, solo que…

- ¿Qué?

- El busto se te ve algo pequeño, quizá te falta un poco de relleno.

- No se ve muy grande porque es natural.

- ¿Cómo que natural? ¿no traes rellenos?, ¿entonces qué te pones?

- Nada, no se ve muy grande porque en realidad es mi busto, lo que pasa es que desde hace tiempo tomo hormonas y se me ha ido formando.

- No te creo.

Di unos pasos hacia delante para acercarme al mostrador y dije

- ¿Quieres tocar para que veas que es cierto?

- A ver, dijo extendiendo el brazo sobre el mostrador para tocarlo.

Creo que fue ese el preciso momento en que nació en mi la experiencia femenina que permite a las mujeres controlar a los hombres, Di un paso hacia atrás para evitar el contacto de su mano y dije:

- Está bien, pero no aquí, puede llegar alguien, dile a tu ayudante que se venga al frente y nos pasamos para atrás.

- ¿Y que le digo?, ¿Por qué?

- Dile que soy una amiga y que me vas a enseñar la trastienda.

- Se va a imaginar otra cosa

- Y a ti qué, déjalo que se imagine lo que quiera, es normal que si tienes a una amiga la pases a la trastienda a ver que le puedes hacer, el lo va a ver natural. ¿Quieres ver si mi busto es real o no?

- Si

- ¿Entonces?

- Espérame…

Me sentí fantástica, el estaba haciendo lo que yo le pedía que hiciera. Fue una sensación de control que nunca había experimentado. Se metió a la trastienda y en unos segundos mas salió su ayudante que se fue al extremo del mostrador en donde estaba yo, Jaime se quedó en la puerta entre la tienda y la trastienda y desde ahí me invitó a pasar diciendo en voz alta como para que lo oyera su ayudante:

- Mira, te voy a mostrar los productos que te pueden interesar, pásale.

Me sentí como una manipuladora, pensé, asi, como suelen hacerle las mujeres, ¡si! El ayudante levantó la puerta del mostrador para facilitarme el acceso y pasé, di unos pasos hacia el otro lado del mostrador donde Jaime me esperaba a la puerta que daba a la trastienda, pase de perfil a el, crucé la puerta y entré, el me siguió, cerró la puerta y pasó el seguro por dentro, de esa manera garantizaba privacidad, me dieron nervios, pero mi excitación estaba al mil por uno.

- Ven, me dijo extendiendo hacia mi ambas manos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario