25 may 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXVI

Capítulo LXVI Otra Primera Vez

No hablamos mas, ella me hizo el amor como le había pedido que lo hiciera. Me trató como una niña a punto de ser convertida en mujer todavía siendo niña. Me dijo cositas que me hicieron enloquecer. Me dijo que era una niña de apenas catorce años a la que su novio había invitado a su casa, que yo había ido sin permiso de mi mamá y que como no estaban sus papás, se daba la ocasión.

Me dijo que no me dejara desde un principio, que si me lo hacía era porque ya me tendría que haber excitado a tal grado que yo debiera perder la cabeza y olvidar que si me dejaba perdería mi virginidad.

Me hizo sentir realmente una niña defendiendo la pureza que de antemano sabía que iba a perder, que lo sabía desde que había aceptado ir a la casa de su novio sabiendo que no habría nadie ahí y que lo había confirmado al momento que entraron y que el cerró la puerta para de inmediato besarla y acariciarle el busto como señal de que ambos aceptaban el porqué estaban ahí.

Me acarició el busto y me besó por mucho rato, como conquistándome. Sacó a mi futuro amiguito íntimo de su estuche y lo colocó en la mesita de noche, a mi vista como si me estuviera abriendo el apetito a algo que de antemano sabía que iba a tener en mi.

Me siguió besando y acariciando los senos, hasta que me hizo respirar rápido y de forma entrecortada, tomo el pene de hule, se puso en la entrepierna, sobre la ropa y me dijo que lo agarrara sintiendo en mi mano su consistencia que era a la vez suave al tacto y rígida a la presión. Era diferente al pene de Jaime y de Fabián que ya había tocado, este no tenía la tibieza de aquellos pero me lo estaba dando una mujer y eso me excitó mucho.

Preguntó que si lo quería, le dije que si y a manera de regaño fingido me dijo que una niña decente no diría que si a la primera, mencionó que finalmente le pediría que me lo diera pero que eso sería mas tarde como producto de la excitación que ella iba a provocar en mi.

Me acarició y me dijo cosas que me gustaron mucho, como si realmente fuera una niña a punto de ser convertida en mujer. Después de muchas caricias fue ella quien me dijo que se lo pidiera, no lo hice por la pena que en mi papel de niña sentía, se suponía que ni siquiera hubiera cumplido mis quince años y no podía ser yo la que lo pidiera pero me dijo que si no se lo pedía no me lo iba a dar y me siguió fajando hasta que no pude mas y se lo pedí pero entonces me dijo que se lo tenía que pedir por favor. Me siguió besando y acariciando hasta que no pude aguantar mas y ya sin pena se lo pedí:

- ¡Si, si!

- “Si” ¿Qué?

- Si, dámelo

- ¿Por qué?, dijo esto esperando que se lo pidiera por favor pero le contesté:

- Porque lo quiero.

- No, si lo quieres tienes que pedirlo como se lo pediría una muchachita virgen a su novio para que no hubiera duda de que fue ella quien lo pidió

- ¿Cómo?

- Pídelo por favor.

- ¡Si, si, dámelo “por favor”

- ¿Qué quieres?

- Tu cosa esa.

- ¿Cómo se llama?

- Pene.

- Entonces pídelo por su nombre y dime “por favor”.

Decía esto a manera de mostrar que era ella quien tenía el control de la situación, eso me encantaba, me sentía plenamente en mi papel, como la chica que va a tenerlo por primera vez de manos de su novio y la veía e imaginaba como el chico que va a dárselo por primera vez a su novia.

La calentura estaba llegando a niveles que ya no podía controlar, me besaba en el cuello y me acariciaba con una mano los senos mientras con la otra detenía el consolador entre sus piernas haciendo que yo lo estuviera agarrando.

Se lo dije, lo hice con la convicción de que lo deseaba de tal manera, por la excitación que ella había provocado en mi. En ese momento le hubiera dicho lo que me hubiera pedido con tal de seguir. Le dije como ella quería que se lo pidiera:

- Dame tu pene por favor

No tuve que decir mas, me volteó de espaldas a ella, me levantó la falda y me quitó el bikini que cayó al suelo entre mis pies que moví para sacarlo de entre mis zapatillas de mujer. Después me pidió que me pusiera de rodillas en la cama y la cabeza sobre la colcha, me tenía dándole la espalda pues me iba a hacer suya. Yo lo hice sintiéndome un poco avergonzado ante esa postura que le daba todo mi trasero a ella para que hiciera con el lo que se le antojara. Pensaba que era un tanto humillante, pero me gustaba que asi fuera, pensaba que las chicas verdaderas hacen lo mismo cuando finalmente tienen ya relaciones con sus parejas y finalmente se ponen en las mismas posiciones o similares y pensar asi me gustaba.

Me quedé totalmente pasivo por unos segundos en lo que ella sacó un condón de la caja de los de relieve y lo aplicó al consolador, me sentía ridículo en la pose en la que estaba, mirando de reojo lo que ella hacía, me sentía con una humillación ficticia que me gustaba pues era una especie de sumisión ante ella que sería quien “me hiciera el favor” de mi primera vez.

Una vez que aseguró el condón en el consolador lo puso en la boca de mi agujerito y atacó suavemente como un centímetro hacia su interior moviéndolo en círculos y empujándolo gradualmente para dilatar la entrada del que en un momento sería su nido. Intentó empujarlo mas pero me dolía y le costaba trabajo entonces tomó un frasco de crema y se puso un poco en el dedo medio y luego me la aplicó directamente en mi agujerito. La sensación fue brutal, no penetró pero el contacto de su dedo en mi hoyito me causó una conmoción que no esperaba o siquiera imaginaba y que aún ahora me encanta recordar pues la firmeza de la yema de su dedo suavizada por la crema que lo lubricaba fue la confirmación del gozo de ese aspecto de mi sexualidad.

Dejó su dedo ahí, haciendo círculos de manera superficial elevando la sensibilidad de la entrada de mi cuevita. Pasados un par de minutos y ya con esa ayuda para que pudiera resbalar mejor “su pene” lo tomó y lo empujó despacio logrando una penetración parcial que aunque facilitada por la lubricación que daba la crema provocó en mi un leve quejido que al escuchar ella le hizo darme un momento de descanso pero sin dejar que la parte que ya estaba adentro se saliera.

Me preguntó si me estaba gustando a lo que le respondí que si, pero que a la vez me estaba doliendo un poquito.

- Es natural mamacita (en femenino), me dijo, estas entregando la flor de tu virginidad y eso siempre duele un poco pero no te preocupes, pronto va a pasar.

Me besó el cuello, me dijo cosas como que ya en un momento me iba a convertir en mujer real pues no obstante lo chiquita que estaba me iba a cambiar en señora y me acariciaba con una mano los senos y con la otra detenía al consolador para que no perdiera el camino que ya había logrado avanzar, pasados unos segundos volvió a embestir dilatando un poco mas la entrada.

Mi amiguito penetró un poco más en mi. Yo no sabía cuanto había entrado ni cuanto mas faltaba pero estaba seguro que ya no podría entrar mas pues estaba sintiendo un dolor que empezaba a no poder aguantar. Le dije a Raquel que asi estaba bien, que ya no lo metiera mas pues me estaba doliendo, ella dijo

- Ay mi reina, no sabes lo que es lastimar, además, si eres una niñita de secundaria es natural que estés apretadita y por eso te esta doliendo, pero no te preocupes, después te va a encantar.

- Si, pero ahorita ya no quiero mas, creo que ya no puede entrar mas.

Yo sentía que ya no podía, pero ella dijo:

- No seas tontito (en masculino), disfrútalo y aguanta, no falta mucho, ya va poco mas de la mitad.

¿Apenas la mitad?, pensé. Estaba seguro que no podría aguantar mas, estando en estas reflexiones ella empujó el consolador sin ningún tipo de consideración un poco mas dentro de mí. Creo que lo hizo para dejar claro quien era quien mandaba en esa situación. Me gustaba.

No le dije nada, yo había pensado que no podía entrar mas pero ella me demostró lo contrario y siguió haciendo los movimientos circulares los cuales me hacían sentir dolor pero también una enorme satisfacción. Poco a poco se fue dilatando mas mi agujerito y sentí como “su pene” avanzó unos centímetros volviéndome a causar un malestar que me recordaba que era mi primera vez como mujer.

Ella lo percibió y me preguntó si asi era como lo quería, le dije que si, pero que no me imaginaba que me iba a doler tanto, ella dijo:

- Ahorita te esta doliendo un poquito, pero después eso mismo lo vas a disfrutar tanto que hasta lo vas a andar pidiendo.

Empujó el pene un poco mas cosa que sentí claramente. Me pidió que me pusiera flojito lo cual hice con esfuerzo y lo empujó finalmente hasta su base que sentí tocando mi piel, me dijo:

- Ahora si mamacita, ya lo tienes todo adentro, ahora si ya no eres niña si no una adorable mujercita.

Al oír esto, no obstante el dolor que me causó la embestida final, me sentí en la luna. Ella empezó a manipular el consolador el cual prendió para que vibrara y lo sacaba y metía unos pocos centímetros haciéndolo muy lentamente en una simulación de un acto sexual muy sensual.

Me acordé de la vez que Jaime lo había intentado sin conseguirlo, esta vez ella lo hizo muy despacio y puedo decir que con amor y de esa manera logró dilatar mi agujerito para que aunque con un poco de dolor, finalmente lograra recibirlo todo.

La penetración había sido lenta y podría decirse que dentro de lo que cabe, fue hasta gentil pues poco a poco fue introduciendo “su pene” hasta que en su combinación de hule suave y a la vez rígido estuvo totalmente dentro de mí. La sensación que me provocó fue fantástica generándome una erección que ella tomó con una de sus manos. No era una erección total pues yo estaba arqueado hacia atrás para lograr la máxima penetración de mi “amiguito” pero ella empezó a manipular mi pene estimulándolo y dándome el doble placer de recibir al mismo tiempo uno también aunque fuera artificial. No sabía que pudiera existir tanto placer.

Ella retiró unos centímetros el consolador para en un movimiento rápido meterlo nuevamente hasta el fondo de mi hoyito y juntó su pubis a mi cadera haciendo presión sobre el para evitar que se saliera lo cual lograba empujándose como cuando un perrito se lo hace a una perrita. No era que me sintiera asi, si no que pensaba que era la manera natural en la que un hombre se lo haría a una mujer.

Pasó una de sus manos alrededor de mi cintura para tener el control del movimiento jalándome hacia ella cuando al mismo tiempo se empujaba, esto hacía un efecto de penetración real difícil de describir, y resultaba altamente placentero.

Con su otra mano buscó y encontró mi pene el cual manipuló haciendo su pellejito para arriba y para abajo en movimientos rápidos que acompañaban en su ritmo a los que hacía empujándose hacia mi. Era demasiado estímulo para poder resistir. La eyaculación que tuve fue enorme, cayó sobre el cubrecama sin que pudiera contenerla, ella me siguió haciendo con la mano recibiendo parte de mi semen mientras el consolador con su movimiento vibratorio seguía dentro de mi. Yo quería que lo sacara pero ella lo mantuvo, seguía estimulándome con el vibrador y entonces empezó a sacarlo y meterlo unos pocos centímetros a la vez que lo giraba en pequeños círculos. Le dije que ya era suficiente que lo podía sacar pero me dijo:

- No, ahora te voy a enseñar lo que es la feminización forzada.

- ¿Cómo es?

- Ya te viniste como mujercita y por eso ya quieres terminar pero imagina que tu novio no se ha venido y tienes que esperar con su pene adentro hasta que lo haga, de esa manera serás un poco como una mujercita real.

No le dije nada, mi libido había sido saciada y yo ya no deseaba realmente tener mas tiempo el consolador en mi, me sentía satisfecho pero ella lo mantuvo dentro mientras me decía que me moviera, que ella todavía no había terminado. No le entendí, ella no se suponía que “terminaría”, le pregunté:

- ¿Te vas a venir?

- Yo no, pero el pene que tienes dentro todavía no termina, recuerda, eres una chica que aunque ya haya terminado tendrás que seguir moviéndote hasta que tu novio termine, asi que lo vas a tener que aguantar adentro otro rato

Me gustaba el juego, no lo sacó si no hasta después de varios minutos y todo ese tiempo que transcurrió desde que yo me vine hasta que ella lo retiró de mi estuvo diciéndome cositas que me gustaron mucho. Esa fue la primera vez que escuché el término “feminización forzada”, ¡me encantó tener que dejar que el pene siguiera adentro de mi de manera forzada para satisfacerlo como si fuera un hombre aunque yo ya hubiera terminado!, me gustó imaginarlo de esa manera.

Después de esa vez, hablando de todo eso, decía que la calentura de hacer sexo como niña se pasaba después de tener un orgasmo y que era entonces cuando podía ver si verdaderamente era real que quería ser niña. Eso era la feminización impuesta o forzada. Si asi lo sentía era que solo me interesaba la feminidad sexual, pero que si después de tener un orgasmo como niña yo mantenía el deseo de permanecer en mis pensamientos femeninos, no era una feminización forzada si no una feminización natural.

Durante un tiempo, después de estar juntos y tener un orgasmo y eyacular y que pasaba esa intensidad del deseo sexual, ella me decía que saliéramos a la calle a comprar pan o cualquier cosa, pero entonces me decía que me quedara vestida de mujer a veces incluso me hacía que me pusiera faldas cortas y salíamos, eso, decía, era feminización forzada, según si lo sentía como algo que realmente no quería hacer o si lo hacía con el gusto de seguir en mi papel femenino.

Me gustaba cuando me hacía hacer la feminización después de algún orgasmo, me encantaba que me pudiera mantener en papel femenino aun después de haber terminado una satisfacción puramente sexual.

Así fue durante algún tiempo. Teníamos una verdadera amistad, llegábamos a hacer el amor pero no muy seguido, a veces yo le daba mi pene a ella otras ella me daba con el consolador ocasionalmente la retribuía con algo de ayuda económica con el pretexto de que era para comprar alguna cosa, no me molestaba hacerlo, siento que era algo justo para los dos. Yo no ganaba mucho pero lo poco que percibía generalmente lo gastaba con ella, no solo en actos de amor, si no en salidas las dos de niñas o ella de niña y yo de niño si es que teníamos poco tiempo y nos veíamos entre semana, yo le daba dinero de manera ocasional, ella siempre lo aceptaba pero fuera de algunas veces que me pidió cooperación para comprar algo en particular, solo aceptaba lo que yo le daba. Creo que ella encontró un balance justo entre mantenerme erotizado constantemente y que yo le compensara de esa forma.

Se puede decir que le pagaba por esos momentos pero la verdad es que el dinero que le daba era poco, no siempre lo hacía y era mas bien como para pagar un gasto que hiciéramos juntos, nunca sentí que ella abusara, hasta le fecha, la sigo queriendo en muchos sentidos aunque ya no la veo tanto como quisiera.

Todo ese tiempo que estrechamos nuestra relación no sentí deseos de estar con nadie mas, especialmente del sexo masculino ya que ella cubría esa necesidad y aunque el consolador no era un pene real, el hecho de que ella me lo diera y con todas las cosas que me decía cuando lo hacía satisfacían mi libido femenina de manera amplia y suficiente, especialmente por las fantasías que me platicaba cuando me hacía el amor.

Ella también recibía de mi un pene real, con erecciones derivadas de las feminizaciones que me ayudaba a complementar. Se puede decir que nos complementábamos, quizá no de una manera idónea, pero suficiente para sentirnos bien.

No obstante, pienso que fui yo quien mas disfrutó de esa época, esas fantasías me enloquecían, me hizo ser en la imaginación diferentes tipos de mujer, desde la niña de secundaria que lo recibe por primera vez hasta la zorrita que le tiene que hacer sexo oral al macho que paga por ella. En esas ocasiones yo chupaba ante ella el consolador que se ponía entre las piernas protegido siempre por un condón para mantener su higiene, ella reía y me hacía hacer lo que cualquier mujer le haría a su hombre de quien estuviera enamorada, en el fondo, era juego, pues el pene era artificial, no obstante por muchos meses cubrió muy bien esa función.

Mantuvimos este tipo de relación por algún tiempo pero después ella conoció a un chico con el que empezó a salir.

Me dijo que pensaba que podía llegar a tener con el una relación a largo plazo y que en su condición de mujer sola le convenía pensar en formarse como pareja, lo que no era posible pensar en hacer conmigo por la marcada diferencia en nuestras edades.

Me dolió muchísimo. Ella decía que no habíamos terminado, que nuestra amistad seguiría pero yo sabía que no iba a ser lo mismo. Ya no la pude seguir visitando pues finalmente se juntó con el y después solo nos hablábamos para saludarnos, lo cual hacemos hasta la fecha. La verdad es que ha sido la mejor relación que haya tenido con cualquier persona en mi vida.

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