PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXIII

Capítulo LXIII Ser Ella

Muchas veces me había autoestimulado con esos pensamientos pero ahora ahí estaba una mujer que me incitaba a pensar que en ese momento yo podía ser ella y tocar el pene de un chico veinteañero, lo mas que había pensado era en vestirme y verme muy bonita como niña, ni siquiera imaginaba que alguien, en ese plan me pudiera llegar a tocar los senos, mucho menos el poder llegar a tocarle el pene a un chico vestida asi. Se me hizo muy excitante pero no le dije nada.

Ante mi silencio me volvió a preguntar por tercera vez si en ese momento me gustaría ser ella mientras mantenía una mano acariciando uno de mis pezones y la otra la tenía oprimiendo suavemente mi pene, ejerciendo lentamente movimientos ascendentes y descendentes cosa que me estaba haciendo ver estrellas.

No quería verme demasiado evidente asi que le contesté con una pregunta:

- ¿Y si yo fuera tu estaría bien tocarle su pilinga a un chico?

- Claro, si fueras mujer como yo, eso te encantaría, asi que puedes cerrar los ojos e imaginar que tu eres yo y que tienes este fabuloso soldadito entre tus manos. ¿lo puedes imaginar?, ¿te gustaría que asi fuera?

No aguantaba la excitación. Traté de pensar en ser ella y estar agarrando el pene de un chico; secretamente pensé en Jaime y pensé que en ese momento podía ser el a quien yo estuviera agarrándole el pene como ella me lo estaba agarrando a mi .y sentir como una mujer y estar gozosa de hacerle a un chico lo que ella me estaba haciendo a mi.

Ella siguió las caricias que me daba en esos puntos de tan alto erotismo: mi pezón y mi pene, preguntándome todas esas cosas rozando con sus labios mis oídos.

Sentí que iba a venirme, ella lo percibió también y dejando de acariciarme me dijo con una especie de regaño simulado.

¡Eyyy!, una señorita no hace esas cosas.

Me dijo "señorita", yo estaba frente al espejo y me veía en la figura de una niña real, le pregunté.

-¿Es normal que una mujer haga lo que estas haciendo?

Ella rió y dijo:

- Claro, es normal, eso nos gusta a las mujeres y si ahorita tu imaginas que eres una señorita pues te va a gustar también, cierra los ojos y piensa que eres niña, y eres tu la que esta haciendo lo que yo te estoy haciendo, vas a ver como te va a encantar.

Cerré los ojos y me imagine que podría ser ella y en ese momento haber tocado un pene asi, vestido de niña, este pensamiento me iba a acompañar por mucho tiempo hasta que finalmente lo lograra.

Para evitar mi venida, ella retiró sus manos de mi cuerpo y terminó de abotonar la blusa y me giró para verme de frente. Me acomodé la falda para que cayera de manera normal pero mi pene quedó fuera de la panti haciendo un bulto que era notorio, ella lo vio, sonrió y me dijo que me acomodara para que no me lastimara, asi lo hice, ella me puso delante del espejo nuevamente y me dijo que me veía muy bien. La imagen que yo veía era la de una mujer, bonita por la ayuda del peinado y del maquillaje. Tuve el pensamiento que si yo me encontrara como hombre a esa niña seguramente me resultaría atractiva, eso, me excito aun mas, era un pensamiento paradójico, quizá hasta un poco pervertido pues pensé que si fuera hombre normal trataría de llevarme a la cama a la chica que estaba viendo en el espejo, ese pensamiento me excitó de una manera particular, era una especie de pensar en poder hacerme el amor yo mismo. Era paradójico, pero lo estaba fantaseando. Esas fueron variantes a los pensamientos encontrados que desde chico me habían acompañado.

Se dio la vuelta para pararse enfrente de mí dando ambos nuestro perfil al espejo y puso sus manos en mi busto sobre la tela de la blusa haciendo una cavidad con ellas sobre las copas del brasier que yo estaba usando preguntándome si sentía bonito y me empezó a acariciar de nuevo con un delicioso masaje que me hacía sentir muy bien. Puso sus labios en mi cuello y como si hablara en secreto me preguntó:

- ¿Y ahora que sientes?

Ella literalmente me estaba dando un buen faje, me gustaba muchísimo, me excitaba y no podía hablar, estaba pasivo totalmente, dejando que ella hiciera lo que quisiera, me sentía como mareado y la cabeza me daba vueltas. No le dije nada, solo noté que ella y yo respirábamos entrecortado, me hizo nuevamente la pregunta que antes me había hecho acerca de si mantenía parado mi pene y volvió a poner su mano ahí para darse nuevamente ella misma la respuesta manteniendo su mano tocándolo sobre la falda.

Me sentía extrañado, pero definitivamente sus caricias en mis pezones y su mano en mi pene me provocaban reacciones que me ponían fuera de mí, realmente en ese momento estaba totalmente fuera de mi propio control y ella lo sabía.

Pensé que no podría haber mas pero me equivocaba pues sin quitar su mano de mi pene levantó con la otra mano la blusa e hizo para arriba el brasier quedando a la vista mis pezones y dijo:

- Ahora vas a ver lo que sentimos las mujeres cuando deseamos que nos hagan el amor.

Diciendo esto pellizcó levemente mi pezón izquierdo para resaltarlo y posó sus labios en el separándolos para meterlo de manera total en su boca ejerciendo una succión como queriendo arrancarlo de su sitio.

La sensación y lo que me había dicho que eso era lo que sentían las mujeres me tenían loco, pero las cosas no iban a terminar ahí.

Ella me preguntó que si me gustaba que me estuviera dando besitos en los pezones y le dije que si, entonces me preguntó si quería yo hacer lo mismo.

- ¿Que?, ¿Quieres que te besé yo?

- Si, si quieres.

- Nunca lo he hecho

- Es sencillo mira

Era evidente que ella también estaba excitada, tenía puesta la blusa semitransparente que no había vuelto a cerrar, asi que la hizo a un lado y tomando la orilla inferior de su brasier la dobló hacia la parte superior de su busto dejando sus senos al descubierto.

Yo nunca había visto el busto de una mujer. Lo tenía mas bien pequeño por la constitución delgada de su cuerpo, pero bien moldeado y firme en una proporción exacta a su complexión. Sus pezones se esparcían coronando sus senos, de un tamaño no muy extenso que cubrían la cima de su busto.

Ella vio mi cara de asombro y sonrió pasando su mirada de mi cara a su seno izquierdo el cual tomó con las dos manos resaltándolo hacia mi y diciéndome que le diera un beso.

Yo me sentía como una mujer que había sido acariciada por los besos de un hombre y ahora ella me pedía eso.

- Piensa en lo que sentiste cuando te besé tu pezoncito, ¿no quieres que yo pueda sentir lo mismo?

Veía nuevamente esos senos ahora desnudos que ya antes había visto cubiertos por el brasier y que de una u otra manera habían provocado pensamientos y fantasías en mi.

Me asombré ante esa hermosura, me sentía una chica y sin embargo me sentía también atraído por la belleza que percibía en su busto. Me hice hacia adelante y por primera vez en mi vida tomé un seno de mujer entre mis manos y lo besé. Me gustó

Era raro, me sentí bien nuevamente ante la dualidad de la sensación, estaba satisfecho y me gustaba lo que yo sentía pero por otra parte, me enloquecía pensar lo que ella pudiera estar sintiendo. Eran tendencias contrarias entre si derivadas de la dualidad sexual que me ha acompañado desde siempre.

Ella mantuvo su seno esplendoroso ante mi y me dijo que lo chupara cosa que obedecí sintiendo inmediatamente su estremecimiento el cual proyectó a través de su mano sobre mi pene.

Las vivencias que estaba experimentado me confundían. Me gustaba besarla en los senos, pero en parte porque me imaginaba que yo podía ser ella y estar recibiendo esos besos.

En mi pensamiento femenino me figuraba que yo era una chica que era enseñada por una amiga mayor en las artes del amor físico. Me excitaba pensar que ambas podíamos ser mujeres acariciándonos, ella enseñándome y disfrutándolo y yo como niña a la que inician aprendiendo y deleitándome. Era una especie no de lesbianismo, si no de una comunión entre dos mujeres en donde una decide que la más joven esta ya lista para iniciarse en las artes del amor.