24 may 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXV

Capítulo LXV, Raquel

Raquel se convirtió en una de las personas con las que mejor química he hecho en mi vida.

No me volvió a cubrir ninguno del resto de los abonos que tenía que pagar al despacho pero eso no me generaba ninguna inconformidad pues sentía que era algo recíproco a lo que de ella recibía, no nada mas en el aspecto de dejarme que me arreglara en su departamento de vez en cuando, si no por la verdadera amistad y cariño que alcanzamos a desarrollar entre nosotros.

Cada quincena iba a dejarle su recibo como si me hubiera pagado. No siempre que la veía teníamos acercamientos, estos eran mas bien esporádicos pero siempre que se daban eran en un ambiente sumamente agradable.

Pasaron unas cuantas visitas que le hice antes de volver a hacerlo pero siempre en cada quincena le di sus recibos sin que ella me abonara dinero alguno, esto, en una especie de compensación por lo que había tenido de ella o con ella. No me importaba, lo veía justo para ambos.

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Las visitas entre semana se dificultaban un poco asi que la empecé a visitar uno que otro domingo pues los sábados era uno de los días en que se le cargaba mas el trabajo. La visitaba como amigos sin que hubiera pago de por medio. Un día me preguntó si quería salir el siguiente sábado pero ya por la noche que hubiera terminado con sus clientas, podíamos ir al cine al cine, me dijo que podía ir vestido de niña. Voló mi imaginación y se soltaron mis fantasías, le dije que si, y me dijo que escogiera que ponerme. Le pregunté que iba a usar ella y me dijo que pantalón pues con falda y ya en la noche los chicos la molestaban mucho pero que si yo quería usar falda lo podía hacer, al fin íbamos a andar juntas.

Seleccioné una falda cortita pero ella me pidió que escogiera una mas larga pues con esa falda tan corta nos iban a estar molestando pues podría “parecer otra cosa”, comprendí y tomé una falda mas larga, de mezclilla que me llegaba hasta la mitad de la pantorrilla, seleccioné un suéter beige de manga tres cuartos, cuello redondo y completé el atuendo con joyería de fantasía. Raquel me ayudo con el peinado y el maquillaje el cual era muy tenue pues dijo que íbamos a la calle, no a una fiesta. Una vez arreglada me miré en el espejo, nuevamente, no me reconocía y otra vez sentí ese pensamiento de que si me pudiera hacer el amor a mis mismo o sea dándole a la niña que veía en el espejo. Pensaba que si pudiera seguramente lo intentaría, imaginándome ser ella recibiendo eso que tanto le gustaría.

Era una paradoja pero disfrutaba con ese tipo de pensamientos.

Salimos al cine, como dos amigas, yo no llevaba relleno en el brasier y aunque los senos se me veían algo pequeños me encantaba que fueran mis senos reales.

Nadie nos molestó de manera especial, ella se veía evidentemente mas grande que yo pero muy atractiva por su esbeltez y porque se arreglaba muy bien. Yo también me veía bien por lo que ella me había ayudado al arreglarme.

Después del cine nos metimos a un Sanborn’s a cenar, ya era tarde por lo que tomamos taxi para volver a su casa donde al entrar nos empezamos a besar. Me volvió a preguntar si aún no había tenido relaciones con nadie a lo que le dije que no y me comentó que ella tampoco y terminamos en una sesión de amor, mejor que la primera vez pues en esta ocasión lo hicimos muy lentamente, pues ella me enseñó a disfrutar de hacerlo sin prisas, gozando de cada momento. Y haciéndome fantasear que cuando la estaba penetrando yo era ella, me acariciaba los senos y decía “asi estoy sintiendo, pero en este momento tu eres yo”. Escuchar ese tipo de cosas me ponía a mil por hora, fue formidable. Raquel sabía sacar de mi lo mas profundo de mi sexualidad. Era una especie de control que ejercía en mi, pero al sentirlo así, lo disfrutaba.

En ocasiones ella me decía con anticipación que si para la siguiente vez que fuera llevaba tiempo podíamos hacer algo, se refería a que me pudiera arreglar o enseñarme cosas de belleza de las que ella aplicaba a sus clientas. A veces me llegaba a arreglar con su ropa y en ocasiones llegamos a tener sexo como la primera vez, es decir que lo hacíamos después que me arreglaba de niña ya que nunca hice sexo con ella vestido de hombre, siempre fue la culminación del erotismo y excitación que ella sabía que yo alcanzaba por haberme vestido de mujer, y a resultas de la iniciativa que ella tomaba en acercamientos previos que me hacían sentirme como que me derretía de lo excitado que me llegaba poner. No siempre que la veía me vestía y de las veces que lo hacía no siempre llegamos a tener sexo pero cuando lo hacíamos era realmente maravilloso, me sentía enamorado de ella como lo puede estar una chica del novio que la convirtió en mujer, me tenía realmente embelesado, ella lo sabía pero no abusaba.

Las visitas que le hacía eran las que se le harían a una amiga, platicábamos y hacíamos cosas. Ella me trataba de manera especial, me terminó el tratamiento facial y después me dijo que me iba a dar cursos de maquillaje y después de manera de caminar como chica, de cómo combinar ropa en sus colores y en sus texturas, el uso de accesorios como aretes collares y pulseras, como combinar la pintura de las uñas de las manos y los pies según la ropa que se usa, color y tipo de las zapatillas y un montón de cosas mas, todo lo que hacen las mujeres para vestirse adecuadamente y verse bien.

Me permitió dejar en su casa algunas cosas que fui comprando por las recomendaciones que me hacía. No era mucho lo que podía comprar pero entonces empecé a tener mis propias cositas.

Siempre que la visitaba aprendía algo, a veces coincidía con la visita de cobranza, entonces le daba su recibo sin que me diera a cambio dinero alguno, tal como había sido desde aquella primera vez. Parecía que había encontrado la manera de liquidar su deuda sin pagarla con dinero pero no me importaba, pues para mi, ella misma, su amistad, y lo que hacíamos o me enseñaba tenía un valor mucho mas grande que el costo de los abonos que no me daba y por los cuales yo pagaba en el despacho puntualmente a cuenta de ella.

Quizá se podría llegar a pensar que todo esto no tenía un balance justo pero yo pienso que lo tenía pues fueron muchas las cosas que aprendí y viví con ella, y mucho lo que disfruté de su compañía. El solo hecho de que platicáramos o a veces tener acercamientos en plano sexual me dejaba la sensación de que el que yo pagara sus recibos valía la pena.

Imaginaba que era algo asi como cuando en una relación de pareja el hombre da el gasto y la mujer lo aplica en la casa, lo veía como algo natural, era mas o menos asi, no me pidió nunca una cantidad fija ni de manera regular, solo a veces decía que iba a juntar para comprar tal o cual cosa y me preguntaba que si le quería cooperar. Yo le daba dinero, lo que podía, ella se apoyaba un poco en eso y manteníamos una relación de amistad o de amantes, no siempre que la veía le daba dinero, era esporádico, solo el pago del recibo quincenal era algo fijo. Nuestra amistad prospero y las visitas llegaron a ser hasta de una o dos veces por semana si es que mi trabajo me llevaba cerca de su casa, me estaba entonces con ella un rato, lo que me permitía mi rutina.

Este tipo de visitas y a veces de salidas se siguió dando durante un tiempo. Ella terminó de pagar su adeudo, mas bien yo terminé de pagar su cuenta y pensé que ya no iba a poder seguir viéndola pero no fue asi, la amistad que habíamos desarrollado se mantuvo y siguió, yo la visitaba con la frecuencia que nuestros trabajos nos lo permitía, a veces le cooperaba a manera de compensación para que ella comprara cosas, era casi una vida en común.

Raquel es alguien muy importante en mi vida pues afloró mi parte masculina en su matiz femenino, es decir, tuve sexo con ella varias veces, haciéndoselo yo pero a resultas de una excitación lograda por arreglarme como niña y que ella me tratara como mujer en un a especie de extraña combinación de poder hacer sexo con ella confirmando la parte femenina de mi gusto.

Como yo tenía orgasmos relativamente frecuentes provenidos de esas interacciones con ella tenía la libido mas o menos controlada y no se me presentaba tan fuerte el deseo de tener o recibir sexo de un chico real lo cual, antes de intimar con Raquel era un sentimiento recurrente. Nuestra relación se convirtió en una excelente amistad, intimé con ella de tal manera que le conté lo de Jaime y supo que lo había intentado pero que nunca había tenido una relación recibiendo a un hombre.

Creo que de ese comentario le nació una idea, ella quería comprar una televisión de pantalla grande, y un día me dijo que si quería podíamos hacer algunas cosas locas. Me preguntó que si no me gustaría sentir un día un pene de un chico, pero de verdad. Ya con el nivel de comunicación y confianza que habíamos desarrollado le contesté que era algo que había deseado desde hacía mucho tiempo cuando no pude hacerlo con Jaime y que desde entonces tenía la espinita y me dijo que si quería íbamos a una tienda tipo Sex – Shop a comprar algún juguete de tipo sexual, concretamente un consolador. Me dijo, que para que resultara mas interesante podíamos ir las dos de niñas, que lo compraríamos pudiendo hacer pensar que a lo mejor fuéramos lesbianas, eso era una especie de juego que la excitaba a ella y desde luego a mí. Me dijo que lo podíamos hacer y que en compensación le pudiera cooperar para comprar su televisión, no me pedía gran cosa, solo que le cooperara con una pequeña parte, lo que yo pensara que estaba bien.

Me pareció una idea fantástica, le dije que podía ser el siguiente sábado pero replicó que los sábados tenía mas trabajo que siempre, me propuso que buscara alguna tienda de ese tipo que abriera los domingos, que en el centro debería haber y que asi podríamos hacerlo con calma.

Ese domingo llegué a su casa como a la una de la tarde, por lo que tuve que inventar en mi casa que no podía quedarme a comer pues mi jefe me había invitado a su casa a comer por su cumpleaños. Raquel me estaba esperando, traía puesto un vestido tipo campesino color crema con florecitas estampadas que le llegaba unos dos dedos debajo de la rodilla y que por lo delgada que era la hacía lucir realmente atractiva. El cuello era redondo con un pequeño encaje a lo largo mismo que se reproducía de igual manera en la orilla de las mangas que haciendo juego con el estilo del vestido eran abombadas.

Me dijo que escogiera que me quería poner. A mi me encantan las faldas pues se me hacen una de las mayores expresiones de feminidad, le dije que quería usar una de mezclilla, como si fuéramos a turistear, le dije que la iba a usar sin medias, con sandalias abiertas y que me quería pintar las uñas de los pies a lo que me ayudó, al igual que maquillarme de manera muy tenue pues dijo que para la hora del día debía ser asi.

No estaba nervioso por hacerlo pues estaba acompañado de Raquel, mas bien era algo excitante, me sentía muy bien. Era ser mujer no nada mas en lo sexual, si no en lo social y eso era nuevo para mi.

Usé la falda de mezclilla que me llegaba justo un dedo arriba de la rodilla, sin exageraciones, la blusa era blanca de cuello alto sin mangas, tejida. Raquel me peino como se podía hacer con mi cabello: todo para abajo como en fleco pero con el cepillo me lo redondeó hacia adentro, me veía como tipo francesita, me pude unos aretes pequeños, de broche que había comprado y que había dejado en su casa unas semanas antes. Me prestó una bolsa sencilla de mezclilla también que me colgué al hombro. Raquel me invitó a verme en el espejo. La imagen que vi ya no me resultaba tan desconocida, me gustó mucho la chica que estaba ante mí. La falda no muy corta pero que se veía fresca pues la estaba usando sin medias; el estilo de la blusa, el peinado que Raquel me había hecho y la manera discreta en que me había maquillado dejaban ver a una chica realmente atractiva. Ella se paró junto a mi, me abrazo por la cintura para mirar la figura de ambas ante el espejo y me dio un cumplido que me hizo sentir que volaba diciendo:

- Esta tarde estas mas bonita que yo. Vas a ver como nos van a estar asediando los chicos.

- No quiero que me vayan a hablar, le contesté.

- No te preocupes, solo los ignoras y no les contestas. Disfrútalo, porque si tratan de hablarte es porque pareces una niña muy bonita, a lo mejor tratan de ligarte pues deveras te ves muy bien, pero no va a pasar nada pues como andamos las dos quizá solo te dicen o nos dicen piropos, pero de ahí no va a pasar.

No le contesté, no me sentía muy seguro pero definitivamente si excitado.

Me miré de nuevo al espejo y vi que realmente me veía muy bien; Estaba pensando en eso cuando ella sin mas me giro hacia si y me dio un beso en los labios murmurando que volteara al espejo.

¡Eran dos mujeres besándose! Me súper excité y traté de besarla de nuevo pero ella dijo que era tarde y que mejor ya nos fuéramos. Salimos de su casa para tomar el metro, pensé que sabía muy bien como mantener mi interés en todo eso y se lo agradecía.

Nos fuimos en metro al centro. Era curioso, yo ya había salido a la calle algunas veces, pero solo en un perímetro muy corto alrededor de mi casa pero esta vez iba a vivir unas horas como mujer, haciendo compras y visitando tiendas, era algo nuevo para mi.

En la taquilla del metro compramos los boletos para lo cual saqué dinero de mi bolsa. No estaba acostumbrado a usar la bolsa al hombro y me puse un poco nervioso pues no encontraba el dinero pero no pasó nada. Bajamos al andén en donde por ser domingo había poca gente. En el vagón nos sentamos, me costó trabajo pues tenía que juntar las piernas lo cual no hacía de manera natural. Raquel me tuvo que decir un par de veces que cerrara las piernas pues se me olvidaba pero no pasó a mas.

Ya en el centro fuimos a una tienda de cosas de sexo que yo ya tenía localizada. Era la primera vez para ella y también para mi que entrábamos a una tienda de ese tipo. Como sabíamos que nadie nos conocía ni nos volvería a ver no nos apuramos y nos tomamos nuestro tiempo para ver todas las cosas que se venden en tiendas como esa. Además de consoladores que era por lo que habíamos ido, asi que nos pusimos a ver algunas otras cosas, algunas de ellas realmente no supimos para que servían o la manera en como se usaban..

El dependiente, un chico joven nos miró pero solo al momento de entrar y después nos dejó que viéramos sin hacernos preguntas o comentarios, solo atento a ver si nosotras preguntábamos algo.

El ir con el propósito expreso de comprar un consolador que yo sabía que era para mi me excitaba de manera especial, el elegirlo en compañía de Raquel sabiendo que sería ella quien me lo daría era una especie de erotismo pervertido que alimentaba enormemente mi libido sexual femenina.

Los consoladores eran de varios tipos y tamaños, a mi me gustó uno que tenía un tamaño bastante grande, me gustó mucho pensar en poder recibirlo pero Raquel me dijo que le parecía que era de tipo vaginal y que no podría recibirlo sin que me dañara pues esos son mas grandes y me sugirió que comprara uno mas pequeño de uso anal. Era curioso, esas eran cosas que no sabía y concluí que por eso había consoladores de varios tamaños y varios grosores. Estuvimos viendo diferentes modelos, nos tardamos tiempo dentro de la tienda viendo las cosas que ahí se venden, recordando para un día volver de nuevo. Finalmente seleccionamos uno consolador no tan grande y lo compramos, era color carne nos lo vendieron con todo y pilas pues se trataba de un vibrador; el dependiente nos sugirió que compráramos condones para usar el consolador y que “asi lo podía usar indistintamente cualquier persona si estaban en pareja”, esto lo dijo imaginando que éramos chicas lesbianas que nos íbamos a dar entre nosotras asi que compramos de una vez dos cajitas de condones, ella los seleccionó, una cajita era de los de tipo a relieve como con bolitas sobresaliendo a manera de municiones y la otra era de los de sabores..Todo eso me estaba haciendo imaginar miles de cositas que después iban a pasar.

Al salir de la tienda ella deliberadamente me dio la mano, quizá para que el dependiente pensara que efectivamente éramos lesbianas. Yo quería regresar a su departamento pero fuimos antes a caminar y entramos a algunos almacenes a ver ropa. Ella sabía de mis ansias y estaba alargando deliberadamente el momento. Me dijo que si me quería probar ropa, hubiera sido fantástico pero me dio miedo de que algo pudiera pasar si se daban cuenta que en realidad yo no era una chica y me encontraban en el probador de damas asi que decidí mejor no tomar el riesgo.

Finalmente regresamos a su casa. Yo traía el consolador en una bolsa de donde lo saqué todavía en su estuche y lo puse sobre la mesa del comedor.

Me preguntó si lo quería a lo que le contesté que si. Lo tomó de la mesa y me tomó de la mano y me llevó a la recamara en donde me preguntó

- ¿Deveras lo quieres?

- ¡Si!

- ¿Cómo te gustaría recibirlo?

- Como mujer

- Si, pero ¿como que tipo de mujer?

- Como cualquier mujer ¿Qué se tiene que ser de un tipo especial para que te hagan el amor? Dije bromeando y ya muy ansioso de poder tenerlo

- No, no me refiero a eso, si no a que puedes imaginar que eres, por ejemplo, una zorrita callejera y entonces yo soy un macho que te contrata para que le hagas sexo, o si lo prefieres, puedes imaginar que eres una señora decente, casada que espera la llegada de su marido para que le haga el amor, o que a falta de servicio que no le da el marido recibe a un amante, o como si fueras una novia en su luna de miel a quien se lo van a hacer por primera vez o una chica de secundaria a la que el novio le va a quitar la virginidad.

- Eso me gustaría, quisiera imaginar en ser una chica de secundaria a la que le hacen el amor por primera vez.

- Eso me gusta a mi también, vas a ser una niña que antes de sus quince la van a convertir en mujer… y te va a gustar.

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