30 may 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXVII a

Capítulo LXVII, Valía la Pena

Al día siguiente no fui al despacho saliendo de la escuela, llamé para reportarme y decir que iba a hacer unas visitas de manera directa y que regresaría en la tarde. Me fui directo a mi casa. Como siempre, a esa hora no había nadie, mamá regresaría hasta la noche y Claudia seguía en San Luis Potosí en su internado asi que podía probarme lo que usaría y arreglarme sin prisas para ir a ver a Jaime.

Me desnudé totalmente, me miré el pene y me pregunté como me hubiera visto si realmente hubiera sido mujer, me lo escondí entre las piernas y me volví a mirar. Mi busto no muy grande pero aún asi evidente, proyectaba la figura de una chica joven, quizá de poco busto pero atractiva por su frescura y adolescencia. Me sentía muy bien de gustarme a mi misma. Volvió por un momento a mi mente un pensamiento que ya antes había tenido: si fuera por la calle y encontrara a esa mujer que veía en el espejo me haría el sexo a mi misma. No se podía, pero eran fantasías que me excitaban y me ponían mas a tono para vestirme muy sexi para mi visita a la tienda.

La primera prenda que me puse fue el brasier, mientras lo hacía, mantuve mi pene entre mis piernas, hacia atrás, quería verme mujer mientras me arreglaba.

El sostén que había elegido era de encaje que alcanzaría a transparentarse ligeramente ante lo delgado de la blusa que había seleccionado. Después del brasier me puse la tanguita y la falda. Me miré al espejo. Verme con falda y brasier era algo que siempre me había gustado, se me hacía muy femenino, después me puse la blusa, que de estilo campesino me hacía ver especialmente sexi. Me miré una vez mas en el espejo, me sentía muy bien, acto seguido me puse las sandalias y amarré sus correas de cuero alrededor de mis tobillos. Me miré: nuevamente en el espejo que era de cuerpo entero: ¡wow! me dije, efectivamente me veía muy bien, no había duda de si era mujer o no, aunque el cabello aun no lo tenía peinado asi que lo arreglé a la francesa, tipo honguito cayendo de manera regular hacia los lados y me hice un fleco que acondicioné hacia abajo con ayuda de un cepillo y lo fijé con gel.

Tomé algunos accesorios que hacían juego entre si: unos aretes de clip, un collar corto azul de cuentas y una pulsera del mismo tipo, dos anillos en cada mano y un toque especial de coquetería, me puse una cadenita de oro en el tobillo derecho, ¡me veía súper!.

Definitivamente lo que veía delante de mi era una mujer. Recordé cuando le pregunte a mamá que si hubiera sido niña cuál nombre me hubieran puesto y que ella había contestado que Patricia o Verónica. Pensé: Patricia es mas femenino. Pues bien, me dije en broma mirándome al espejo: “yo te bautizo con el nombre de Patricia” y agregue algo que dije y al momento de decirlo se mi hizo ridículo: “reina de las flores”

“Patricia, Reina de las Flores”, se me hacía a la vez ridículo y muy femenino, me dije para mis adentros: “Patricia esta bien”

Tomé un bolso pequeño de mezclilla y guardé en el mi teléfono, mis llaves, un portamonedas pequeño en el que metí algo de dinero y unos kleenex de bolsillo, me lo colgué al hombro y me miré nuevamente al espejo, me sentía muy bien solo que la falda si estaba algo corta. Pensé en cambiarme pero el grado de excitación que tenía por haber estado dando vueltas a miles de fantasías desde el día anterior me hacía ser temerario, “temeraria” pensé a manera de auto corrección, ¿En que quedamos?, ¿eres Patricia o no?, me dije a mi misma, jaja, reí para mis adentros, me gustaba referirme yo solito (?) a mi misma ya como Patricia, es decir, como mujer. No me acostumbraba, pero definitivamente era un factor de excitación adicional.

Me volvía mirar al espejo, me veía bien, como muchachita de escuela. No sabía cual sería la reacción de Jaime, no quería que me viera como zorrita, si no sensual, no, mas bien muy sexi, me dije a mi mismo corrigiendo mis pensamientos.

Eran cerca de las dos y media de la tarde, la llamada de Jaime llegaría en cualquier momento, mientras la esperaba recordé las veces que había estado con Raquel y me preguntaba si esta vez con Jaime se me harían realidad mis fantasías.

Sonó el teléfono, contesté con voz baja, modulándola lo mas que pude:

- ¿Bueno?

- ¿Alberto? (reconocí la voz de Jaime)

- Si y no, ahorita soy Patricia, Alberto no se donde esté pero Patricia esta lista para ir a verte

- ¿Patricia? ¿Y de donde sacaste el nombre?

Le explique lo de los nombres que me hubieran puesto mis papás en el caso de que hubiera sido niña.

- ¿Y como te ves?

- Pues no es por nada pero Patricia es una chica muy guapa, te voy a gustar, le dije completamente segura de mi misma.

- ¿Ya estas listo?

- Lista, corregí con énfasis en la “a” de lista

- Como quieras, ¿ya estas?

- Si. ¿voy?

- Si, pero recuerda que es solo para saludarnos.

- Si ya se

- Está bien, nada mas para que quede claro.

- Si, repetí, ya lo sé, pero se que no “le haces” con chicos pero lo que vas a ver es una chica muy guapa que se quedó picada de la última vez

- Ni asi, es solo para platicar, ¿de acuerdo?

- Si, voy para allá.

Me miré una vez mas al espejo, me veía fresca y juvenil, las sandalias de cuero sin tacón amortiguaban un poco el efecto de lo corto de la falda, y aunque se viera corta, pensé que finalmente eso es lo que quería. No me veía como una zorrita, mas bien como una muchachita quizá medio casquivana, pero me veía como cualquier chica. Eso, la hora del día y el calor que se sentía hacían que la imagen que proyectaba fuera mas o menos dentro de lo aceptable. Imaginaba que aun asi me pudieran molestar algunos hombres en la calle o quizá algún automovilista pero valía la pena si lograba mi objetivo con Jaime.

Me miré una vez mas, estaba muy nerviosa, “nerviosa” me repetí a mi misma, reflexionando en que virtualmente podría haber sido mujer, aunque algo en la entrepierna me recordaba que no lo era.

Todo esto era una sensación que estaba llevando mi excitación al límite.

Me miré por última vez al espejo, respiré profundo un par de veces y salí de la seguridad de mi departamento a la aventura que tanto había deseado.

No sabía que pasaría con Jaime, no sabía cual sería su reacción pero lo que estaba viviendo yo en ese momento valía la pena todo lo que pudiera suceder.

1 comentario:

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