16 may 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXI

Capítulo LXI, Caricias

Este tipo de cobranza se repitió muchas veces, es decir, yo la visitaba, platicábamos un rato y ella me hacía sentir y hacer cosas de tipo femenino que me encantaba hacer y por resultado, le daba su recibo firmado, pero ella nunca mas me volvió a pagar un centavo, no me importaba, me parecía mas que justo..

Podría decir que de entonces para adelante todas las visitas que le hice a Raquel tuvieron resultados similares. Desde que me conoció percibió mi gusto por lo femenino pues era evidente que estaba satisfaciéndolo de esa manera para que yo le ayudara con el pago del abono, no me importaba pues era una especie de compensación, ella me promovía mi estado femenino y sabía que por eso yo lo compensaría ayudándole con parte del pago que me tenía que dar. Nunca me lo dijo pero asi lo entendí.

Para la siguiente visita era la tercera y ultima sesión del tratamiento de la cara, me lo aplicó y al finalizar me volvió a maquillar casi como si hubiera estado sobreentendido de que asi sería al terminar la sesión de limpieza. Lo hizo de manera similar a la anterior pero en esta ocasión al terminar de maquilarme me puso unos aretes de clip que me comentó que había comprado especialmente para esa ocasión. Eran de tipo perla, mas bien pequeños pues según ella eran del tamaño ideal para el tipo de peinado que me podía hacer tomando en cuenta lo no muy largo de mi cabello, comentó:

- ¡Que bárbaro! Si hubieras sido mujer hubieras sido muy bonita. Me pasó el espejo para que me viera y me preguntó:

- ¿Quieres probarte algo para ver como te verías si hubieras sido mujer?

MI respuesta fue un poco en duda, le dije:

- No sé, ¿Cómo que probarme algo? ¿Te refieres a ropa?

- Si, no me digas que no te gustaría, anda, pruébate algo para que veas como sería si fueras niña. Mira, si quieres te dejo que te pruebes algunas de mis cosas. Solo te pediría un favor, que me cooperes después para pagar la lavandería (ese era el precio), solo como ayuda, no creas que te estoy cobrando. Escoge lo que te gustaría usar, al fin y al cabo quedamos que me ayudas para la tintorería.

Asi fue el comienzo de aquellas cobranzas especiales, era obvio que ella estaba haciendo ese ofrecimiento para pagar menos de su abono y que pretendía que yo cubriera esa parte a cambio de que me dejara juguetear un rato. Era algo que no habíamos acordado pero que era claro de lo que se trataba, no me molestaba, se me hacía justo y además era una propuesta enloquecedora, pregunté:

- ¿Y de cuanto estas hablando?

- No te preocupes, no mucho, lo mismo que me pagas por el tratamiento de limpieza facial, pero hoy se juntarían las dos cosas.

Lo que le había pagado por el tratamiento era mas o menos la mitad de lo que le correspondía de abono que a su vez era el valor de lo que pagaba por mis pasajes una quincena por lo que si aceptaba estaría pagándole el total de su abono, no era mucho pero representaba lo de mis pasajes de todo un mes. No sabía si iba a poder cubrirlo con mis ingresos por comisiones de cobranza y aparte quedarme para mis otros gastos pero estaba tan excitado que aunque el costo para mi era relativamente alto, la idea de ponerme ropa de mujer estando maquillado y que ella me viera asi, me hizo decir que si.

Pasamos a la recámara y me senté en la orilla de la cama y vi como abría su closet y me mostraba la ropa que ahí guardaba como si se tratara de una especie de menú en el que podía ver la variedad de prendas que tenía.

Ella notó que me gustaban algunas prendas mas que otras y sabiendo que podía conducirme a revelar ese interés que yo tenía por lo femenino me preguntó cuales de esas prendas me gustaban mas.

Yo señalé una blusa semitransparente pues pensaba que una mujer cuando la usa puede mostrar de manera discreta su ropa interior, como lo es el brasier. Me la imaginé a ella, no desde el punto de vista sexual, si no desde el punto de vista de la sensualidad que podría expresar con esa prenda, envidiándola un poco porque ella podía lucir esa blusa y yo nunca podría.

Le señalé esa blusa y ella comentó que era muy ligera, ideal para los días calurosos. Me preguntó si quería ver como le quedaba, yo excitado le dije que si, no excitado por verla a ella, si no por imaginarme a mi mismo usándola.

Ante toda esta inyección de estímulos mi cosita se paró pero no se notó pues estaba yo sentado.

Ella se quitó un suéter que traía, era de cuello redondo alto con manga tres cuartos, como era un suéter cerrado, para sacárselo tuvo que hacerlo por la cabeza dejando a la vista sus pechos que eran no muy grandes pero si muy bien formados cubiertos por un brasier blanco que apenas alcancé a ver pues para quitarse el suéter se volteó dándome la espalda desnuda cruzada únicamente por el larguero del sostén y los tirantes que subían por sus hombros como si los estuvieran acariciando.

Todavía de espaldas a mi, tomó la blusa que yo le había señalado y se la puso y giró para darme la cara dejando a mi vista sus senos cubiertos solo por el brasier en lo que se abotonaba la blusa. Ella sabía lo que hacía, que era una especie de dominio total, era la muestra de sus años de experiencia

Era la primera vez que yo veía unos senos directamente solo cubiertos por el brasier. Me parecieron muy bellos. Me imagine lo que ella como mujer sentiría de poder recibir caricias en ellos.

Se mostró ante mi para ver mi reacción y notar si me atraía o no y asi darse cuenta de qué manera yo pensaba y confirmar o desechar la casi certeza que tenía de mi gusto por la feminidad.

- ¿Asi te gusta?

Tuve que tragar saliva para contestarle que si.

- ¿Te gustan las blusas transparentes?

- Si, contesté, creo que hacen a las mujeres lucir muy bien su busto, solo que no se pueden usar en todas partes.

No supe si ella estaba excitada o estaba tratando de llevar mi excitación al máximo pero volvió a desabrocharse los botones de la blusa y la abrió dejando ver sus senos cubiertos por el brasier blanco con encaje adornando las copas sobresaliendo de manera especial sobre su piel morena clara y su cuerpo delgado y esbelto cubierto parcialmente hasta sus hombros por el cabello negro rizado que caía como cascada que los bañara en su espesura. Se veía realmente increíble, totalmente adorable.

Con todo y todo creo que ella no se estaba mostrando a mi como mujer, si no como una especie de amiga, yo estaba con ropa de niño pero estaba peinado y maquillado como niña asi que no se veía que tuviera pena de hacer lo que estaba haciendo, mas bien parecía como si se tratara de una amiga que ante otra amiga se prueba algo de ropa, creo que ella me veía como niña pensando que quizá dentro de mi había una mujer esperando el despertar de su sexualidad.

Me preguntó si me gustaba la blusa por su diseño floreado o porque era semi transparente.

- Porque es transparente, le dije, asi se puede ver una prenda tan bonita de encaje como la que estas usando.

- ¿Te refieres al brasier?

- Si, comenté en voz apenas audible. Creo que una mujer puede lucir ese tipo de prendas si es que son asi de atractivas, en cambio los hombres no pueden, pues ni modo que anden con prendas con encajes por ahí.

Ella tomó ese comentario para volver al tema de si quería probar su ropa, me dijo

-No, los hombres no pueden andar por la calle usando este tipo de cosas y es una lástima porque son cosas muy bonitas, pero adentro de una casa y mas aún, adentro de una habitación privada como ahorita estamos podrías ponerte algo de esto que te agrade, si quieres toma algo que te gustaría ver como te quede.

Yo temblaba de la emoción de poder hacerlo, muchas veces me había vestido de mujer pero nunca delante de otra mujer, quitando a mi hermana y de eso hacía ya varios años. Ella insistió.

- Anda, si te gusta algo puedes probártelo, nadie te va a ver.

Yo callé, sin decir nada pensé nuevamente en la posibilidad de que ella fuera a contar estas cosas en el despacho, quizá ella intuyó lo que yo estaba pensando pues dijo:

- Anda, nadie te va a ver. Si quieres pruébate las cosas, nadie le va a decir nada a nadie.

Ella sabía que lo deseaba asi que sin esperar respuesta o comentario de mi parte fue al closet y descolgó una falda corta de tela tipo gabardina de color azul, sacó de un cajón de la cómoda un brasier con mucho encaje y de otro cajón varias medias. Finalmente del armario descolgó una blusa de manga larga, cuello alto que se ajustaba por medio de botones que se abrochaban por atrás y me dijo.

- Mira, pruébate estas cosas, se que no eres niña, pero así podremos ver como hubiera sido si lo fueras, ¿no te gustaría verte asi?

Me quedé callado, en una indecisión que ella ayudó a eliminar pues estaba dispuesta a seducir mi sexualidad quizá en un deseo especial motivado por mi evidente gusto a lo que estábamos haciendo.

Se acercó a mi que estaba parado de espaldas a un costado de la cama y ya no me podía hacer para atrás, de manera delicada, casi sensual puso sus dos manos sobre el botón mas alto de mi camisa. El solo contacto de esas manos tan cerca de mi cuello fue suficiente para tener un estremecimiento que provocaba una sensación que antes no había sentido.

No podía permitir que me desabrochara la camisa pues aunque traía una camiseta apretada que me oprimía los senos, si me quitaba la camisa se me verían fácilmente.

Le detuve la mano pero ella me la quitó y desabrochó el segundo botón. Yo la volvía a detener, no quería que se diera cuenta que tenía busto. No era mucho, pero definitivamente era algo mas allá de lo que un hombre puede tener. Ella me preguntó qué me pasaba.

- Nada. Le contesté

- ¿Entonces porque no dejas que te quite la camisa?, ¿no quieres ponerte el brasier y vestirte con esta ropita que te escogí?

- Si quiero pero…

- ¿Pero que? Me interrumpió

- Es que de adolescente tomé hormonas femeninas

Se quedó callada como recapacitando en lo que le acababa de decir.

- ¿Y que?, No me digas que se te nota ahí, dijo esto señalando con su dedo índice hacia mi pecho

- Si, me creció un poquito el busto

Ella guardo silencio nuevamente pero no se escandalizó, solo dijo:

- A ver, déjame verlo y desabrochó ya sin que me resistiera el tercer botón de mi camisa.

Continuó hasta desabrochar el último botón y entonces con mucha lentitud hizo a un lado las dos orillas del frente de la camisa dejando al descubierto la camiseta ajustada que oprimía mis senos, pequeños pero perfectamente delineados contra la delgada tela de la camiseta.

Dio un paso hacia atrás para verlos y después caminó hacia delante extendiendo las manos y los tocó sin morbo ni malicia oprimiéndolos suavemente casi como lo había hecho mi hermana tiempo atrás sin que yo percibiera ningún morbo en ese movimiento.

Era la primera vez que alguien me tocaba los senos y aunque no era en plan de caricia, fue una sensación deliciosa, se me veían los pezones a través de la ela que los cubría, no eran pequeños asi que se notaban de manera clara y mas cuando se endurecieron ante esa sensación.

Ella lo notó y con cada una de sus manos me dio un suave pellizquito de manera simultánea en cada uno de ellos. En esta ocasión no me cupo duda de la intención que tuvo al hacerlo, esa sensación me hizo dar un respingo hacia atrás lo que terminó por sentarme en la cama. Ella se acercó y como si se tratará de una seducción me levantó los brazos y muy lentamente me quitó la camiseta volviendo a poner sus manos sobre mis senos ahora desnudos acariciando mis pezones con movimientos circulares que hacia con la palma de las manos mientras me decía:

- No te hace falta haber sido niña, tienes unos senos pequeños pero bien formados, si hubieras sido niña hubieras tenido el busto asi a los trece o catorce años de edad, continuó, te vas a poner el brasier que es de encaje como te gusta y lo vamos a rellenar con las medias para que quede suave y veamos como te verías si hubieras sido niña..

Decía esto sin dejar de acariciar mis pezones lo cual provocó en mí una excitación que me hizo asentir. En ese momento y ante esas caricias hubiera dicho si a cualquier cosa que ella me hubiera pedido.

Fue el inicio de un largo periodo en el que virtualmente estuve en sus manos, pero que a la vez, fue una de las temporadas mas felices de mi vida.

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