21 may 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LXIV

Mientras le chupaba el busto ella metió las manos debajo de su falda y sin quitársela manipuló su propio bikini hacia sus muslos, Se safó las sandalias y para deshacerse de el movió las piernas como si estuviera andando en bicicleta.

Mientras le besaba los senos vi como esa diminuta prenda caía al suelo. A continuación, manteniendo ella la iniciativa sentí como metía sus manos debajo de mi falda y me hacía hacia abajo mi propio bikini de mujer dejándolo a la altura de mis rodillas desde donde con la ayuda de sus pies descalzos lo bajó al piso todo esto sin dejar yo de besarle los senos y ella volviendo una y otra vez sus manos a mi pene transmitiéndome su estado de alta excitación lo que me estaba volviendo loco

Se acercó a la cama dejándose caer de espaldas de manera. Me miró de una manera decidida, animándome a continuar lo que estábamos haciendo. Estiro su mano para tomar la mía dándome confianza y haciéndome sentir seguro, apretó levemente mi mano y con un movimiento en el que mostró que tenía el control de lo que estaba sucediendo me atrajo hacia ella.

Era fantástico, la veía como algo lejano, acostada boca arriba y al jalarme hacia la cama me acomodé a su lado, nos miramos y vi de reojo como sin prisa hizo su falda hacia abajo para despojarse de ella, dejando ver poco a poco el inicio de su vello púbico, muy lentamente como para incitar en mi una excitación que ya no podía crecer mas.

Deje de mirarla a la cara para voltear la vista hacia su cintura y ver como esta se iba descubriendo conforme la falda continuaba su camino descendente dejando a la vista el esplendor de su vientre duro y plano enmarcado por una cadera esbelta que se proyectaba hacia los lados coronando el esplendor de su feminidad.

Continuó el movimiento de sus manos para deshacerse de la falda, como era morena clara sus vellos oscuros contrastaban perfectamente con el tono de su piel complementando un cuadro que se admiraba mas por su belleza que por el erotismo que pudiera generar esa vista. Yo nunca había visto a una mujer desnuda, ni aún siquiera en fotografías, solo aquella película en la casa de Fabián, pues era algo que no me atría pero ahora que estaba viendo la desnudez de Raquel me quedé maravillado de toda la belleza que una mujer puede proyectar, no era morbo, era mas bien una especie de valor estético que me tenía impresionado. Nuevamente me llenó la ambivalencia de mis sentimientos y de mi sexualidad ya que la belleza de Raquel me cautivaba viéndola como mujer para tenerme en ella a la vez que viéndola con la envidia de poder ser ella.

Ella me besó ahora a mi, lo hizo en mi cuello pudiendo oír asi su respiración acelerada, con un tono suave que se repetía cerca de mis oídos. Bajó sus labios caminándolos hacia mi pecho hasta que llegó a mi busto el cual volvió a besar, solo que ahora mas que con pasión lo hizo con una especie de dulzura, como si fuera una niña que va a recibir sexo por primera vez. La dulzura que me transmitía me hacía entregarme sin reservas a lo que pudiera seguir. Continuó de esta manera por varios minutos acariciando y besando mis senos como si fueran los de una verdadera mujer.

Después me atrajo hacia ella y con la otra mano, tomó mi pene para que lo pusiera entre sus piernas en exploración de su sexualidad.

El contacto de mi pene erecto con la vellosidad de su sexo fue una sensación que estoy seguro recordaré toda la vida, ella separó las piernas y me pidió que me pusiera arriba a la vez que dirigía mi vástago al camino que ella sabía que tendría que transitar para lo cual trataba de colocarlo en posición de entrar en su intimidad misma que me ofrecía de manera abierta y franca al separar sus piernas ante mi. Era una sensación que hasta ese momento no imaginaba que jamás iba a experimentar. Me sentía extraño, pero paradójicamente, no me sentía fuera de lugar.

Estaba confundido, siempre había deseado ser penetrado y ahora estaba yo a punto de ser yo quien entrara en otro cuerpo, ¡el cuerpo de una mujer! por la que hasta antes no había sentido ningún tipo de atracción.

Deseaba meter mi pene en ella, no sabía si era un deseo real o el instinto avivado por el momento. Estaba desconcertado, totalmente confundido sobre mis preferencias. Ella no me había atraído antes de ese día y no estaba seguro de que realmente quisiera estar en ella, aunque por otra parte, lo deseaba, mi erección, supuse, asi lo determinaba.

No tuve que decidirlo, la punta de mi pene estaba a la entrada de su nido, y ella al percibir mis dudas me atrajo hacia si haciendo que mi pene iniciara el camino que tenía por recorrer. Entro al principio solo un par de centímetros pero la sensación que me produjo fue como si hubiera sido e su totalidad. La sensación fue brutal, ambos sentimos el efecto, yo ya no pensé en salirme ni ella en permitir que yo lo hiciera, me atrajo mas, se arqueo hacia arriba acercando su pubis a mi vientre haciendo que mi pene avanzara mas allá de la mitad. Eso fue suficiente, la manera de sentir el efecto de esa humedad tibia que la acompañaba hizo que todo lo demás se diera de manera natural, podría decirse; instintiva. Me empujé totalmente hacia ella sintiendo como mi pene se iba hasta el fondo y la bolsa de mis huevitos tocaba su carne, era mi primera vez y la sensación fue muy bella.

Yo nunca había hecho el amor, me gustaba estar haciéndolo, pensaba en lo que estaba sintiendo ella que respiraba aceleradamente diciendo cosas que me hacían saber lo mucho que estaba disfrutando. Le pregunté que sentía. No respondió, solo suplicó con voz muy baja, apenas audible pero definitivamente imperativa:

- ¡Muévete!

- ¿Qué sientes? Insistí en preguntar.

- ¡Riquísimo!, ¿y tu?

- Envidia, le dije. Eso era cierto, me estaba gustando lo que estaba haciendo pero a la vez envidiaba que ella podía ser penetrada y yo no poder ser ella, Raquel me erotizó salvajemente en ese sentido diciendo con voz en un susurro:

- Imagina que eres yo y que eres tu quien tiene este delicioso caramelo dentro de ti:

Era una bella sugerencia, lo imaginé y fue extraordinario. Yo veía como se movía y dejaba los ojos cerrados imaginando o sintiendo algo que no me compartía asi que yo cerré los ojos e imaginé también.

Pasaron unos minutos, de repente tuve una contracción como anuncio de que me quería venir. Ella se retiro haciendo que mi pene se saliera un poco y tomándolo entre sus dedos hábilmente lo apretó pidiéndome que me esperar un momento.

Eso me controló por unos minutos mas, no tuve que esperar mucho tiempo pues ella empezó a moverse desenfrenadamente ejerciendo un estímulo en mi pene que provocó una eyaculación como jamás había tenido en la vida.

Era curioso, yo estaba vestido de mujer, me imaginaba que podía ser mujer, que podía ser yo la que estuviera recibiendo lo que en ese momento yo mismo le estaba dando al estar sobre otra mujer que me había acariciado y besado los senos y que se había entregado a mi sin entender si había sido como mujer, es decir como algo parecido a un lesbianismo. Seguía confundido, pero enormemente satisfecho ya que la sensación de haberla penetrado había sido altamente satisfactoria aunque mucho de ese sentimiento era por haber fantaseado que yo habría podido ser ella en ese momento.

Me quedé estático, pero poniendo mis manos a su costado para evitar dejar le caer todo el peso de mi cuerpo pues no me salí de inmediato si no hasta después de un rato que sentí que mi pene se estaba emblandeciendo. Me acomodé a su costado. Raquel no se cubrió, se veía que se sentía completamente segura de si misma, se quedó con las piernas ya no tan separadas pero dejando su sexualidad al aire, a mi vista, la veía hermosa con su vello púbico color negro oscuro contrastando contra su piel moreno claro, los huesos de su cadera sobresalían haciendo ver su abdomen plano, de una manera espectacular. Pensaba que yo podría haber sido ella y estar asi, después de un acto de amor, abierta a la mirada de quien me lo hubiera dado, segura y feliz de ser yo misma.

La miré nuevamente admirando la belleza de su sexo que de ella o de ninguna otra mujer jamás antes había visto. Ella se volteó hacia mi y me besó por primera vez en los labios. No fue un beso de pasión si no mas bien un beso de cariño.

Se levantó y caminó desnuda hacia el baño sin mostrar el mas mínimo sentimiento de pena, al salir me dijo riendo:

- Es la primera vez que me hace el amor una mujer, jaja

Yo reí también pensando que en ese momento estaba totalmente vestido de niña. Ella me dijo que si quería ponerme de nuevo mi ropa y le dije que si. Me ofreció ayudarme a quitarme el maquillaje. Me quité la ropa que me había prestado y cuando me quité el brasier y mis pequeños senos quedaron al descubierto ella se acercó cariñosamente y me dio un beso en cada uno de ellos, después me ayudó a quitarme el maquillaje, lo cual hizo con mucha facilidad. Me vestí y ya casi para irme me preguntó.

- ¿Hace cuanto que no tenías sexo con alguien?

- Nunca había tenido, le contesté

- Que bueno, dijo mostrando un gesto de liberación de alguna cosa que le preocupaba, continuó, porque lo hicimos sin condón. Agregó, yo me hice la prueba análisis hace unos meses y en la prueba del sida salí sin problemas y no he tenido relaciones sin protección, por ese lado no debemos de preocuparnos y tomo anticonceptivos pues tengo una regla irregular, por lo que por ese otro lado tampoco hay problema asi que podemos estar en paz.

Yo no había reparado en la imprudencia que había cometido al tener sexo sin condón con ella, pero después de lo que dijo me quedé tranquilo.

Me preparé para retirarme, ella amablemente me recordó lo del recibo de su abono, eso, me volvió un poco a la realidad pero lo hice gustoso, había obtenido mucho por esos pocos pesos, bueno, que en realidad no eran tan pocos, pero que había obtenido a cambio de ellos mucho mas de lo que hubiera podido imaginar.

Se despidió de mi ya en mi carácter de niño dándome un beso en la mejilla recordándome que nos veríamos la siguiente quincena.

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