9 may 2011

PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. LVIII

Capítulo LVIII, Un Empleo

Pasé finalmente al tercer semestre de la carrera, trataba de organizar mis horarios para conseguir trabajo. Logré acomodar todas mis materias en la mañana solo que entraba a las siete y salía hasta las dos de la tarde. Los maestros dejaban demasiada tarea por lo que no había mucha oportunidad de socializar entre semana. Yo llegaba a casa y me ponía a estudiar o a hacer la tarea, me aplicaba a contestar y hacer bien las cosas pero la mayoría de las veces entre esos deberes y los que tenía en casa no me daban tiempo para hacer otras cosas.

A veces, iba a la tienda y saludaba a Jaime, nada especial, pero me mantenía en contacto con el.

Los sábados seguíamos yendo al mercado con mi mamá, yo procuraba ir normal, es decir, sabía que a mi mamá le molestaba que se me notara el busto o que pudiera parecer afeminado, entonces procuraba no evidenciarme.

A mi me atraía comprar cositas, había muchas cosas lindas que me hubiera gustado comprar pero no tenía mucho dinero pues no trabajaba y estaba totalmente a expensas de lo que mamá me pudiera dar y de eso, aparte tenía que guardar para ir a la escuela.

En la casa, cuando llegaba me vestía con ropa unisex, nunca use faldas o vestidos. Usaba los pantalones ajustados que tenía con mi hermana pero me los ponía con las playeras holgadas para disimular el busto, las playeritas eran más bien de niña por los colores y los diseños mas sin llegar a un descaro total. Mamá poco a poco se fue acostumbrando a eso y aunque era obvio que no le gustaba ya no comentaba nada.

Yo estaba ya por cumplir los 20 y Claudia ya había cumplido los 23 y tampoco trabajaba pues su carrera de medicina no facilitaba que tuviera tiempo para ello, entonces toda la carga de los gastos en aquel entonces como lo había sido casi siempre recaía en mamá. Recuerdo ahora aquella época de mi vida en la que no había dinero para gastos extraordinarios, pero que gracias al esfuerzo de ella nunca nos faltó nada aunque cada vez la veía mas cansada.

Un día me dijo que quería que la apoyara al menos con parte de mis propios gastos, que podría conseguir un trabajo no obstante fuera de medio tiempo, decía que Claudia por su carrera, no podía trabajar, pero que yo si sin importar que me pagaran poco, total, cualquier cosa ayudaría asi que me pidió que tratara de conseguir un empleo.

Respondí a un anuncio en el pizarrón de avisos de la escuela y días después recibí una llamada en la casa, era la secretaria de un licenciado que decía que el era maestro en la escuela y que estaba buscando pasantes para que trabajaran tiempo parcial en su despacho, le comenté que no era pasante pues no había llegado ni siquiera a la mitad de la carrera. Ella comentó que el maestro reconoció mi nombre ya que había exentado el examen final en su materia el semestre anterior, que me recordaba bien y que por eso me llamaba. Me dio una cita.

Fui al despacho saludé al maestro quien me hizo algunas preguntas y me platicó un poco acerca de lo que se trataba el trabajo. Sabía de la dificultad de los horarios de la escuela pero comentó que no importaba pues el trabajo que me ofrecía era el de ir a notificar cobranza extrajudicial a personas que no pagaban puntual sus cuentas a una tienda de departamentos para la cual su despacho trabajaba y de la que la gente que tendría que visitar para cobrarles, había sacado mercancía a crédito y tenía atrasos en sus pagos.

Su despacho actuaba a manera de promover la recuperación de los cobros asi que al visitar a los clientes se les tenía que decir el problema que representaría que su documento se fuera a cobranza legal. Si lograba un convenio me daban el 3% del valor de la deuda por el solo hecho de haberlo logrado y del pago derivado de la visita, me daban el cinco por ciento de lo que cobrara, asi que eso me enseñó a ser un poco incisivo en mis gestorías de cobro.

El licenciado, que era asi como le decían en el despacho en lugar de llamarlo ”maestro” llevaba a través de una secretaria una estadística de los montos cobrados asi como del número de clientes que pagaban o con los que se hacían convenios y pronto empecé a aparecer en los primeros lugares de recuperación de cobranza lo cual lo tenía contento, y a mi, recibiendo algo de ingresos, no era mucho pero podía realizar el trabajo en los tiempos libres que me quedaban por las tardes además de que en esos horarios era mas probable encontrar en sus casas a las personas que tenían pagos pendientes. En aquel entonces, al recuperar cobranzas empecé a hacer algunos ingresos. Me obsesioné en comprar ropa mas seleccionada, de mujer, no era mucha pues aparte de que no tenía gran oportunidad de usarla tenía que guardar dinero para mis gastos de ida a la escuela y visitar a mas clientes para cobrarles. En el despacho me daban algo para gastos de transporte para realizar las visitas a los clientes pero no era suficiente para hacer todas las que me proponía en busca de tener mejores resultados.

Había veces que me alargaba mucho en las visitas que hacía pues la gente que trabajaba y que yo veía en sus domicilios llegaba hacia la noche. Mi libido estaba efervescente y ocasionalmente al salir de la escuela me tomaba unas dos o tres horas antes de hacer mis visitas y me iba a casa y me arreglaba y salía a caminar, para después irme a hacer las cobranzas que tenía programadas. Como realmente perdía mucho tiempo en eso no lo hacía mas que ocasionalmente.

Cuando me arreglaba, a veces usaba faldas, no necesariamente muy cortas, ya que las faldas por si mismas son uno de los mejores símbolos de la feminidad en una chica y no tienen que ser necesariamente cortas para verse atractivas pues las hay con diseños o cortes muy atractivos y femeninos como lo es la línea “A” en faldas de mezclilla, que aún ahora son de mis favoritas. Las usaba con sandalias y las complementaba con playeras o suetercitos de manga corta pegaditos que me hacían ver mis pequeñas bubis que aunque no muy grandes se veían naturales y eso era algo que me gustaba en especial. Salía y pasaba ante los policías de las entradas a las cuatro unidades habitacionales y en los estacionamientos pasaba frente a los chicos que estaban platicando para que me vieran.

En esas ocasiones regresaba a casa muy excitado y fantaseaba con pensamientos de que podía tener contacto con alguno de ellos, no le podía dedicar mucho tiempo a este tipo de fantasías pues tenía que hacer mis visitas, asi que aunque me arreglaba, en ocasiones no me autosatisfacía, eso, poco a poco fue avivando mi deseo de tener una relación sexual completa. No me gustaban los chicos en si, me atraía gustarle a ellos y entonces me imaginaba que me hacían cosas y que me pedían que yo les hiciera a ellos también, esos pensamientos me daban material para tener autosatisfacciones propias aunque por el trabajo estas se hicieron mas espaciadas y lo hacía en la noche cuando no me vencía el sueño..

Asi pasaba el tiempo, estudiando, trabajando y arreglándome las veces que podía, pero cumplí los 20 años y quería con desesperación tener una relación sexual plena ya que hasta el momento no la había podido realizar. Cuidaba mi aspecto en lo general, me seguía depilando las cejas tratando de darles forma, ya la gente no me preguntaba que porque las traía tan finas pues era parte de mi aspecto diario.

En la escuela las cosas marchaban igual, tenía amigos o mas que amigos, compañeros de clase. En mi trabajo las cosas iban bien, no era difícil una vez que los clientes firmaban los convenios, solo era cuestión de organizar el tiempo para tratar de alcanzar a ver a la mayor cantidad de personas que me fuera posible. Los clientes pagaban en su mayoría sus abonos puntualmente, casi siempre en la visita programada pues las cantidades que les quedaban para su pago eran manejables no obstante llevaban dentro el monto del interés y las comisiones del despacho pero no se hacían pesadas pues estaban divididas hasta en 24 meses con plazos quincenales y el firmar el convenio les evitaba que se les embargaran sus cosas, asi que lo hacían de buen grado.

Muchas veces, si tenían teléfono les llamaba desde la casa la noche anterior para avisarles que pasaría el día siguiente, eso facilitaba que tuvieran listos sus pagos.

Dentro de las personas que visitaba para cobrarles había de todos tipos y se ubicaban también en diversos rumbos de la ciudad por lo que hacía mis rutas para optimizar mis tiempos, la idea era lograr que me pagaran a mi en lugar de ir al despacho o depositar en el banco pues de esa manera el 5% que ganaba de lo que yo llevara de cobranza me permitía tener ingresos si no atractivos si suficientes para empezar a tener un poco de mas independencia económica. La gente prefería pagarme a mi porque les daba recibo y si depositaban en el banco tenían que conservar sus fichas para canjearlas después directamente en el despacho, cosa que no querían hacer por el tiempo que tenían que invertir en ello.

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