PATVÉ: Historia real de la vida de una amiga travesti. XXIV

Capitulo XXIV, Depilación; las piernas.

Me esperé unas semanas viviendo la ansiedad de mi indefinición a hacerlo, un viernes le dije a Marla que iba a ir una persona a dejar unos papeles a la casa y que me tenía que ir temprano. Ella se quedó platicando con unas amigas y yo me fui a la casa tan pronto como pude. Tiempo después en retrospectiva veo que preferí ir a la casa a vestirme de niña usando falda para que me viera Alfonso al hecho de quedarme un rato con Marla, creo que empezaban algunas definiciones que aún o entendía.

En la secundaria no me dejaban usar el cabello muy largo asi que para peinármelo y parecer realmente niña me tomaba un poco de tiempo pues lo hacía con la ayuda de un gel, un peine y un cepillo y me lo peinaba hacia abajo, tipo honguito con un fleco al frente.

Llegué a la casa y me quité el uniforme y todo lo demás menos las panties que de nuevo de vuelta a clase ya estaba usando de diario. Lo primero que me puse fue el bra y en lugar de rellenarlo solo con las tobimedias lo rellené con unas pantimedias viejas, que hacían mas llena la copa. El brasier era blanco y se alcanzaba a traslucir debajo de la blusa que seleccioné que era de cuello de tortuga sin mangas lo que hacía que el busto se viera mas grande, lo cual sentí y vi frente al espejo, decidí dejármelo asi, aunque sabía que mi hermana me iba a decir que estaba exagerado, pero me quería ver como mujer, no como niña..

La falda que seleccioné no era ninguna de las que le había dicho a Claudia era tipo campesina de tela de algodón, a media pantorrilla para que ella se molestara menos. No me puse medias y tomé unas sandalias de mi hermana.

Pretendía pintarme un poco pero como no lo había hecho nunca pensé que iba a quedar como payaso, asi que decidí que no.

Cuando Claudia y Alfonso llegaron y me vieron, Alfonso me dijo que me veía muy bien, ella por su parte se mostró muy molesta pues lo había hecho sin su consentimiento, pero al ver que Alfonso no reaccionaba mal disminuyó su enojo. Alfonso dijo:

- Déjame decirte que te ves muy bien, dijo el, y me miró de arriba abajo y de repente titubeo, como dudando si me decía algo que había notado.

- ¿Qué pasa? Exploré

- No nada es que..

- … ¡las piernas! Rió Claudia, se te ven con demasiados vellos, dijo casi burlándose. Todo lo que te arreglaste y la ropa que te pusiste se deshace con tanto vello que traes pegado en las patas dijo de manera coloquial y como para romper un poco la tensión del momento.

- …es que, agregó Alfonso, bueno, yo se que te gusta usar ropa “especial” (lo dijo enfatizándolo) y esa es tu onda, pero nunca te había visto las piernas y si, definitivamente se te ven muy peludas, Decía esto mientras me miraba de arriba a abajo.

Yo quería morirme de vergüenza, me metí a mi cuarto y no quería volver a salir, sentía una pena tremenda, la primera vez que usaba una falda delante del novio de mi hermana y con ese resultado.. Tenía mucha pena, era la primera vez que Alfonso me veía con falda ¡y me decía eso! El alzó la voz hacia mi cuarto para que lo oyera y agregó:

- Y ¿sabes que?

- ¿Qué? le pregunté parándome en la puerta de mi habitación

- Bueno, es que..

- ¿Qué?!!

- …es que las cejas también ya se te ven un poco gruesas. Quizá te puedas quitar los vellos de las piernas, pero los de las cejas ni modo que te rasures.

¡Peor me sentí!, me quería desaparecer.

Claudia dijo:

- ¿Ya ves para que andas haciendo cosas que no debes?

-

Alfonso le dijo:

- Mira, hay que aceptar que es un poco extraño que tu hermano use todas esas cosas pero es su gusto y si le agrada y no le hace daño a nadie (mi mismo argumento), pues déjalo, muy su onda y ya.

- Una cosa es que tenga esos gustos y otra muy diferente es que se los solape.

- Lo hagas o no lo hagas, el lo va a seguir haciendo. No es que yo esté de acuerdo con el o que tu lo estés, pero si es algo que le gusta, lo sepas o no el lo va a seguir haciendo.

Claudia guardó silencio, yo los oía desde mi recamara.

- Si, asi es, muchas veces se ponía cosas sin que yo lo supiera.

- Te digo, le contestó el, si le gusta, lo sepas o no es algo que va a seguir haciendo.

- No me gusta, es mi hermano

- No le hace mal a nadie, déjalo.

No me gustaba que estuvieran hablando asi de mi. Alfonso estaba por cumplir los 19 años, tenía una madurez que a Claudia y a mi nos faltaba. Su manera de ver las cosas me hizo tener paz en mi mismo.

Claudia guardó silencio por largo rato, ya no enojada, si no como meditando, me llamó a la sala y salí de mi cuarto para escucharla:

- Tu sabes que no estoy de acuerdo en todo esto, pero si es tan importante para ti, te voy a ayudar pero solo en esta ocasión, no quiero hacerlo mas en el futuro, ¿ok?

- ¿Cómo me vas a ayudar?

- Te voy a decir como arreglar lo de los pelos de las piernas

- Y las cejas, añadió Alfonso

Ella siguió hablando como si el no hubiera dicho nada

.

- Mira, lo de las piernas se arregla con la crema de depilar que ya usas para la barba y el bigote, que ya no te salen, ¿si? Me preguntó sin esperar realmente una respuesta. Te la vas a poner en las piernas, sabes como usarla pero de lo de las cejas Alfonso tiene razón, ni modo que te las rasures.

- ¿Por qué no le ayudas a depilárselas un poco, no mucho, solo un poco para que no se le vean tan pobladas? Dijo el.

- Bueno, cámbiate, ordenó Claudia y un día de estos lo hacemos.

- Oye, le comentó Alfonso a Claudia, el estaba ilusionado que hoy podría estar asi.

Creo que el estaba también deseoso de verme arreglado, pienso que era una especie de aceptación mezclada con un poco de morbosidad, me imagino que para el era algo extrañamente diferente, y por eso quería verlo., Continuó

- ¿Por qué no que se ponga de una vez la crema de depilar hoy y en lo que el se pone la crema de las piernas tu le enseñas a depilarse las cejas?.

- Si lo va a hacer que aprenda solo, ni modo que yo le ande enseñando

Yo estaba en medio de su plática, pasivo, esperando que iba a decir mi hermana. Alfonso le dijo

- Se va a desgraciar si se hace el solo y después ni para adelante ni para atrás.

Ella lo pensó y me dijo

- De lo de las piernas, me explicó, usa la misma crema de depilación que usas para el bigote, y aparte te presto las pinzas de depilar para que tu mismo te quites los pelos de las cejas, yo no te voy a ayudar a eso.

- Con razón, dijo Alfonso

- ¿Con razón que?, le preguntó ella.

- Con razón veía que no le salía bigote

- No, le comenté, me lo quito con la crema que dice Claudia y no se me ha llegado a poner grueso.

- Anda, me indicó ella interrumpiéndome, ponte la crema en las piernas, pero quítate la falda para que no la vayas a manchar y ahorita te paso la pinzas para que te arregles las cejas.

Fui a la recámara de mi mamá y Claudia y ahí me quité la falda y me puse la crema en las piernas. Las instrucciones decían que tenía que esperar media hora antes de quitármela para que se llevara toda la pelusa que formaban mis vellos.

De repente entró mi hermana, traía en la mano las pinzas para depilar. Yo estaba sin falda, asi que se me veían las piernas por completo y me di cuenta con mucha pena que también se me veía la pantaleta.

Me tapé instintivamente la entrepierna

- Ay si, me increpó ella, ahora si ¿no?, muy modosito que no te vea las piernas ¿no?

Me sentía muy apenado, ella me estaba viendo no las piernas, si no como me veía con pantaleta. Hasta ese momento mi hermana nunca me había visto asi.

- Es que nunca me habías visto las piernas.

- Bueno, si te las había visto muchas veces, pero nunca te había visto usando eso, señaló a la pantaleta.

- Si, no me gusta que me veas.

- ¿Por qué?

- Pues me da pena

- Oye, pero somos hermanos, además ya tiene mucho tiempo que casi solo usas pantaletas y nunca te había visto. Bueno, agregó aquí están las pinzas de depilar.

- ¿Qué, solo asi?, ¿Cómo me quito los pelos?